OUREYE ENCUENTRA EL AMOR

 

Oureye se ha enamorado. Conoce a Muhammad desde que ambos eran niños y compartían juegos inocentes a orillas del río.

 

Ahora que ella tiene catorce años y él dieciséis, han comenzado a verse en secreto.

 

Muhammad se ha convertido en un gran cazador. De estatura superior a la normal, musculoso y ágil como una pantera. Cada vez que él sonríe, ella se derrite por dentro.

 

Se besan y se tocan, pero Oureye no permite las relaciones sexuales. Quiere llegar virgen al matrimonio, tal como lo ordena La Sharia. Muhammad enfurece cuando ella lo rechaza. Dice que no lo ama, que si lo amase permitiría que él entrara en su pasadizo íntimo.

 

El se pone violento con sus negativas y aunque no la golpea, la sacude por los brazos, le grita y la amenaza con tomarla por asalto, contra su voluntad. En esos momentos, Oureye le teme, pero después Muhammad vuelve a conquistarla con su sonrisa de encantador de serpientes.

 

Oureye le propone casarse. No deben esperar más, pues el amor no es labor cotidiana que puede posponerse. Muhammad acepta.

 

Se presentan ante el Imán del pueblo para que éste los case de inmediato. El representante de El Profeta se niega. Ríe con ganas cuando exclama que son sólo unos tontos, que pretenden hacer las cosas sin permiso de los mayores.

 

El Imán le dice a Oureye que Padre la ha reservado para casarla con Abdallah, anciano venerable que reside en la aldea vecina.

 

Abdallah es respetado en la comarca, pues ha hecho fortuna cazando y vendiendo negros albinos.

 

Se trata de un comercio muy lucrativo en esa región del mundo. Se puede ganar decenas de miles de dólares vendiendo a un albino descuartizado. Es sabido que con diferentes partes del cuerpo de un albino, los médicos brujos pueden elaborar poderosos talismanes para la suerte y la riqueza.

 

Abdallah no es considerado un depredador ni un asesino, sino que es percibido por los habitantes de la zona como un comerciante honesto y emprendedor. Los negros albinos son una aberración de la naturaleza y la mejor forma de deshacerse de ellos, es fabricando amuletos para mejorar la fortuna.

 

Oureye decide ir a ver a Padre a propósito de pedir su autorización para desposar a Muhammad. Le pide que desista de su intención de unirla en matrimonio con Abdallah.

 

Padre le grita y la golpea hasta el cansancio. Dice que Abdallah le ha prometido veinte cabras a cambio de ella.

 

Gracias al matrimonio de Oureye con Abdallah, Padre pasará a ser también una persona respetada en la comarca y así no tendrá que soportar el mal humor de Dasana, el jefe de la aldea, ni tendrá que obedecer sus órdenes de marica cuando salen a cazar.

 

Oureye se desespera, pero no ceja en su cometido. La decisión está tomada. Ella no va a casarse con el anciano. El deseo de que Muhammad se convierta en su esposo es superior a la voluntad de Padre.

 

La joven es una persona resuelta a luchar por su amor. Piensa que si es necesario cambiar de religión, lo hará.

 

Escapa de la aldea y se va sola a ver a Fray Tomás, sacerdote católico que dirige una misión en un poblado cercano. Va a proponerle que la bautice en el rito católico romano y luego la despose con Muhammad.

 

Llega a la misión, donde la atienden dos monjas. Les explica el motivo de su visita. Solicita una entrevista con Fray Tomás.

 

Las monjas le explican que él se encuentra fuera de la misión y que llegará por la noche, pero tratan de convencerla de que no es buena idea.

 

Se notan disgustadas, preocupadas. Dicen que Fray Tomás no es persona de fiar. Que le ha dado por beber vino en grandes cantidades y que eso lo convierte en alguien diferente.

 

Oureye no entiende el significado de la palabra pedófilo, así que no hace caso de lo que dicen las monjas y espera con paciencia al sacerdote.

 

Al llegar la noche, el prelado la recibe con agrado. No parece ser el hombre extraño que han descrito las monjas. Es amable y la trata con delicadeza.

 

Fray Tomás la lleva a su modesta habitación, al fondo de la misión. Comienza a tomar vino, directo de la botella. Dice que hará todo lo que Oureye le pida. Le acaricia el pelo y le pide que se arrodille delante de él para bautizarla.

 

La joven nota con espanto que el sacerdote mete la mano dentro de la sotana y extrae su miembro erecto. Trata de colocarlo en la boca de Oureye. Forcejean. Ella lo empuja y hace caer, ocasión que aprovecha para escapar de la misión a toda la velocidad que le permiten sus piernas.

 

Con razón El Profeta llama infieles a todos los que no profesan la religión verdadera.

 

Oureye entiende que ha estado equivocada y que es posible que Padre sepa lo que hace al querer casarla con Abdallah.

 

Se avergüenza de haber sido egoísta. Padre y Madre merecen una vida mejor. Las veinte cabras que dará Abdallah como dote sacarán a sus padres de la pobreza extrema en que han vivido toda la vida.

 

Aceptará que Abdallah se convierta en su esposo. Pero antes debe comunicarle esa decisión a Muhammad.

 

Llora, porque piensa que le romperá el corazón a Muhammad. El es un joven bueno, tierno y comprensivo.

 

Le contará el acto perverso del sacerdote. De esa manera él podrá reafirmarse en su fe, al igual que ella lo ha hecho.

 

El Libro Sagrado siempre ha estado en lo cierto al sentenciar a muerte a los infieles.

 

Le explicará a Muhammad las razones por las que ha cambiado de parecer. Confía en que su amado la entenderá. Un abrazo de despedida sellará el adiós definitivo.