Construida, según se dice,  por el renacentista Diego de Siloé (hijo de Gil de Siloé) en el siglo XVI, el número 6 de la calle Bordadores ha sido escenario de una cadena de asuntos truculentos que han finalizado con la muerte.

 

La primera historia truculenta se remonta hacia aproximadamente 1465, en plena Guerra de los Bandos que sacudió plenamente a Salamanca y donde tiene mucha importancia María Rodríguez de Monroy,de la familia Enríquez y más conocida por María la Brava, por la venganza que cobró ante la muerte de sus hijos. Persiguió a los dos asesinos, pertenecientes a la familia Manzano, hasta el pueblo portugués de Viseu, donde los capturó y los decapitó. Tras decapitarlos llevó sus cabezas y sus cuerpos al lugar donde estaban enterrados sus dos hijos.  Este acto provocó que la ciudad salmantina se dividiera en dos bandos: el bando de San Benito, agrupado por los Manzano; y el de Santo Tomé, comandado por la familia Enríquez. Este conflicto no finalizó hasta que medió en él San Juan de Sahagún, del que hablaremos largo y tendido más adelante.

 

Lo curioso que con el paso del tiempo en la Casa de las Muertes aparecieron cuatro cuerpos, dos de ellos decapitados. ¿Serían los asesinos y los asesinados hijos de María la Brava?

La zona estaba dominada por la familia Enríquez, y por esta zona se encontraba la iglesia de Santo Tomé, fuerte de la familia de María la Brava que daba el nombre a su bando.

 

Muchas historias posteriores a la de los decapitados comienzan a pasar en la casa, atemorizando a los vecinos que empiezan a evitar pasar por delante de la casa, a la que ven maldita.

 

En el ya citado libro de Francisco Botelho de Moraes titulado “Historia de las cuevas de Salamanca” (1737)  se menciona a la Casa de las Muertes como si en ella habitase el demonio y que con el sótano de la casa se comunicaría con esa red de túneles salmantinos que hemos desmenuzado.

También cuenta el escritor que el diabólico dueño de la casa cada año cogía a mujeres de la ciudad y de alrededores, las llevaba a su sótano y allí las sacrificaba para Satanás. Poco tiempo después colgaba en la entrada las calaveras de ésta. ¿Puede ser ésta la explicación de las calaveras de la fachada exterior?

 

Buceando en recortes de periódicos y diarios de la época se menciona que la calle anteriormente se llamaba calle de la Muerte. No se sabe si el nombre de la casa proviene por la calle o si es al revés, que la casa daría el nombre a esa calle por donde los salmatinos evitaban pasar, ya que consideraban a esa casa maldita.

 

A finales del siglo XIX comienzan a surgir rumores de que la Casa de las Muertes va a ser demolida por su lamentable estado, no sin antes de que apareciera una mujer asesinada misteriosamente y de la que nunca se ha sabido quién fue el criminal que acabó con su vida. También se aumentó la leyenda negra de la casa con la muerte de siete familiares tras ser arrojados al pozo de la casa, como recoge Pedro Antonio en su libro “Dos días en Salamanca”, que queda sorprendido por las historias que se cuentan sobre la Casa de las Muertes en la ciudad.

 

 

A pesar de que un arquitecto llamado José de Varela se ofreció a remodelar la casa, ésta permaneció cerrada e inahabitada durante los primeros años del siglo XX, donde comienza a surgir el rumor por Salamanca de que en la casa se oyen extraños ruidos y lamentos estando vacía.

Los rumores llegan a tal fama que el diario “El Lábaro” se hace eco de éstos en 1905 de una forma satírica y ridiculizante, hablando de que se oyen cadenas de muertos y lamentos de almas en pena, y de que llegan cada noche al caserón brujas y duendes.

 

 

La Casa de las Muertes se ha ganado el sobrenombre de lugar maldito, donde habitan sombras a causa de los terribles sucesos y asesinatos acontecidos en sus muros. El lugar habría quedado impregnado por el sufrimiento vivido en esas cuatro paredes, siendo el lugar preferido por los amantes de lo paranormal de la ciudad salmantina, que no olvidan pasar por delante del edificio y recordar su historia con las calaveras que marcan al lugar para siempre, sirviendo como recordatorio de que la Muerte pasó por la casa y no se olvidó de realizar su particular escabechina. Y ahora, esos ecos de la tragedia se oyen como si hubieran quedado anclados entre dos mundos, dos realidades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                  2. EL HUÉSPED DEL OTRO LADO DEL CASTILLO DEL      

                      BUEN  AMOR DE TOPAS.

 

 

En Topas, un pueblo no muy lejano de la frontera con Zamora y en el cual tengo familia o una parte de mí, se asienta un castillo que es la imagen reconocida del municipio en lo que a monumentos histórico-artísticos se refiere.

 

Entre sus estancias, una historia rebota entre sus muros y pasillos, llegando hasta nuestros días.

 

El castillo Villanueva de Cañedo o de Fonseca, es más conocido como el castillo del Buen Amor.

Su datación es de 1227, siendo una fortaleza militar en tiempos de Alfonso IX. En 1447 el castillo pasa a manos del duque de Alba, que más tarde cederá a los Reyes Católicos tras el conflicto de sucesión tras la muerte de Enrique IV de Castilla.

 

Tras esta entrega, el castillo lo adquiere el obispo Alonso de Fonseca y su amante doña María de Ulloa. Es en esta época cuando empieza a ser conocido popularmente como castillo del Buen Amor. Fue donado por Isabel I la Católica a Fonseca como regalo a su apoyo durante la guerra de sucesión contra Juana la Beltraneja.

Alonso de Fonseca era un obsipo que destacaba por cultura y su autoridad religiosa. Al adquirir el castillo instala a su amante Doña María de Ulloa en él, donde la visita de incógnito sin que la opinión pública tuviera conocimiento de esos encuentros impropios de un hombre de Iglesia.

 

 

Con el paso del tiempo, el castillo irá adquiriendo menor importancia, cayendo más y más en el abandono. En 1933 es víctima de un incendio que acaba con buena parte de las infraestructuras del castillo y lo sume más en el estado ruinoso en el que se encontraba.

 

En 1959 se decide restaurarlo y acondicionarlo, y de castillo con el paso de los años se transformará en un hotel acogedor que guarda esa estética medieval sin olvidar los modernos servicios al cliente.

 

A raíz de esa reconstrucción y reconversión en el Hotel del Buen Amor comienzan los sucesos inexplicables en sus estancias.

Tanto los clientes como los trabajadores del hotel relatan que en el lugar suceden una serie de acontecimientos que no pasan inadvertidos ante aquellos que los presencian, que se quedan atónitos al ver actividades que se escapan de toda lógica.

 

 

 

Hablando con un cliente, mé contó que en su habitación en la segunda planta durante su alojamiento, fue testigo de unos ruidos extraños, como golpes en las paredes, además de un fuerte calor que casi le impedía respirar y que había aparecido de repente.

Un poco asustado con aquello, acudió a recpeción para decir lo que ocurría y a preguntar si en aquella habitación pasaban conductos de agua o si hubiera algún problema relacionado con la calefacción. Al final, este cliente fue cambiado de habitación.

 

Pero los clientes no son los únicos en ser los focos del fenómeno, sino que los trabajdores del lugar también han vivido situaciones incomprensibles, como recibir llamadas desde una habitación donde no hay nadie alojado hasta después de desenchufar el teléfono de la misma habitación.

El servicio de limpieza ha visto cómo objetos y decoraciones de la habitación desaparecían o se cambiaban de sitio sin la intervención de ninguna persona visible a ellas. También se encendían las televisiones de la segunda planta sin que nadie usara un mando a distancia o un botón del televisor en el momento que la limpieza se encuentran en las habitaciones.

 

Además, el perro de la directora, según nos han contado, cuando deambula por los pasillos del hotel-castillo del Buen Amor actúa como huidizo, evitando entrar en algunas salas y quedándose pasmado o paralizado de repente, como si viera cosas que cualquier ser humano no podría.

 

La sensibilidad del perro y de la clientela se ve alterado en determinadas zonas, como la del bar, donde se percibe algo negativo que casi obliga a abandonar lo antes posible aquella sala.

No se sabe a ciencia cierta quién o qué provoca esto. Puede que algunos de vosotros piensen que toda la fenomenología tildada de paranormal es provocada por los miembros del hotel-castillo del Buen Amor bajo el pretexto de conseguir un tipo específico de clientes, atraídos por todo lo relacionado con el misterio.

Ojalá fuera eso, me quedaría más tranquilo al saber que aquello sería más propio del ser humano que de causas imposibles de explicar.

Pero, mirando a los ojos del cliente con el que contacté y que me explicó su experiencia, supe que lo que él cuenta no es producto de algo conocido, sino que respondería a un contexto que traspasa los límites de todo lo racional.

 

Quién sabe si es ese amor prohibido entre Alonso de Fonseca y su amante que ha pervivido en el castillo hasta nuestro días, dando muestras de él en el edificio que fue su nido; o víctimas de algún asalto durante la etapa de fortaleza militar o durante la guerra de sucesión al trono castellano después de Enrique IV; o es ese eco de los sucesivos abandonos e incendios que ha vivido el lugar a lo largo de su existencia.

 

Lo único de lo que estoy convencido es que el castillo del Buen Amor de Topas tiene unos inquilinos diferentes a los huéspedes normales, que disfrutan eternamente del servicio del hotel y de sus comodidades.

 

 

 

 

 

 

  1. LOS ECOS DE LA TRAGEDIA DE “EL POLVORÍN” DE

                        PEÑARANDA DE BRACAMONTE.

 

 

Una placa conmemorativa en la localidad salmantina de Peñaranda de Bracamonte recuerda una tragedia que la marcó y marcará para siempre, por la envergadura de los hechos y la gran cantidad de vidas que se llevó consigo el conocido como “El Polvorín”.

 

La Guerra Civil había acabado en España. Peñaranda de Bracamonte, si bien había sido un foco de grandes revueltas y de violencia durante la contienda, no había sufrido combates y una destrucción como para pasar a los anales de esa guerra entre hermanos que comenzó en 1936 y acabó en 1939.

 

Más allá de algunas sacas y fusilamientos, así como huelgas generales, Peñaranda no sufrió graves daños en su municipio como si la guerra no se hubiera notado en gran medida en la localidad salmantina. No se había notado hasta ese fatídico 9 de julio de 1939 que determinará un antes y un después en la memoria del pueblo y de sus vecinos, que martilleará el recuerdo cual vil tormento que nunca desaparecerá.

 

Ese domingo 9 de julio de 1939, justo en el momento en el que la mayoría de vecinos de Peñaranda se dirigía a la misa de las 12:00, un tren de mercancías militares iba a hacer su entrada en la Estación de Ferrocarriles, cerca del conocido como “ El Polvorín”.

 

“El Polvorín”, aledaño a la estación, era uno de los cuatro almacenes de armamento que las Fuerzas Militares Aéreas habían colocado en Peñaranda de Bracamonte en el desarrollo del conflicto español.

En él había más de 300 toneladas de bombas junto a más de 100 toneladas de explosivos, sumando todo el material que llevaba el tren que estaba a punto de llegar a su destino.

 

Pero, de repente, el tiempo se para.  Los peñarandinos que se encontraban en la calle vivieron en directo una enorme explosión que venía de las estación ferroviaria. El tren de mercancías militares había explotado, a causa de que “El Polvorín” había estallado con todo su material, multiplicando las consecuencias.

 

En ese momento, el pánico se apodera de Peñaranda. No se puede saber cuántos fallecidos y heridos hay. Lo único que se ve a simple vista es que todo el sur del municipio está hecho añicos; las casas, fábricas y el convento de San Esteban han desaparecido a causa de la explosión y del incendio que está arrasando Peñaranda. Una columna de humo toca el cielo y es visible desde muchos puntos de la provincia de Salamanca, incluida la capital que se encuentra a 40 kilómetros.

 

 

Las consecuencias de la explosión del almacén de “El Polvorín” y su extensión al tren de mercancías tuvieron un resultado devastador: más de una centena de fallecidos, mil quinientos heridos, un millar de casas destruidas, el sur de Peñaranda arrasado...

Tal fue el calibre de la tragedia que Peñaranda quedó prácticamente abandonada por un éxodo rural, buscando olvidar el destrozo material y moral que había provocado por el accidente.

Además, el Servicio Nacional de Regiones Devastadas que se encargaba de reconstruir las ciudades y localidades devastadas por la guerra, hizo una excepción y se preocupó por la reconstrucción de Peñaranda de Bracamonte tras el desgraciado acontecimiento.

 

Sin duda el estallido de “El Polvorín” quedó para siempre en el inconsciente colectivo de los peñarandinos, que no olvidan la mayor catástrofe que ha vivido su municipio en toda su Historia.

 

 

 

Esa memoria todavía permanece en el lugar de los desastrosos hechos, como reverberación de un acontecimiento que nunca debe caer en el abandono.

 

Paseando por la zona actual de la Estación de Peñaranda, donde se situaba el almacén de “El Polvorín”, ese sentimiento de desolación aún perdura.

Sientes como si algo o alguien te estuviera observando, como si estuvieras siendo perseguido por una mirada que está buscando explicaciones a lo que sucedío esa mañana dominical de julio de 1939.

 

Esa sensación negativa que he sentido al dar un rodeo nocturno por la zona, incluso con ganas de vomitar debido a los dolores de cabeza, no se la recomiendo a nadie. Y eso que yo no soy propenso a sentir cosas que la mayoría no puede sentir; al contrario, yo pertenezco a ese montón.

 

Puede llamarse sugestión o desbordamiento al conocer la historia de lo sucedido en ese preciso lugar donde me encontraba. Quiero pensar que fue eso, me sentiría mucho más tranquilo.

 

Pero, en mi opinión, no queda más remedio que aceptar que esa zona donde se produjo la explosión en cadena de todo el material armamentístico ha quedado de alguna manera impregnado por la gran cantidad de destrozos y, sobre todo, de vidas que se llevó consigo. Vidas que, aunque nunca volverán a ella, parecen haberse aferrado al lugar con tal fuerza debido a los lazos que los unen a él, que la sensación que se tiene es que nunca se fueron, sino que permanecen allí buscando el porqué de cómo la vida puede dar un vuelco en cualquier momento.

 

 

 

  1. LAS LEYENDAS DE LA TORRE DEL CLAVERO.

 

 

En la plaza de Coloón, con esa estatua del mismo señalando a América, no mu lejos de la Casa de las Conchas, una torre destaca sobre las demás casas por su gran altura y por su belleza: es la torre del Clavero.

 

 

Muy poco se sabe de su historia, de su constructor y de sus funciones en la sociedad salmantina.

 

A juzgar por sus características arquitectónicas, pertenece al siglo XV, por su estilo plateresco viéndose ya ese carácter renacentista.

Su disposición hace pensar que pudiera tratarse de una fortaleza militar en un principio, y posteriormente una cárcel de la ciudad.

 

La teoría más extendida es que la torre del Clavero pertenecería a Francisco de Sotomayor, noble castellano que acabaría formando parte del Consejo de Hacienda del emperador Carlos I de España y V de Alemania. Fue conde de Belalcázar (Córdoba) donde existe una torre similar a la de Salamanca.  Como noble del emperador, éste lo nombró Clavero de la Orden de Alcántara, de donde recibiría el nombre el torreón.

 

Esta teoría convive con la de que, en sus dependencias, viviría el llavero de la ciudad cuya función era abrir y cerrar las puertas de acceso y salida de una Salamanca amurallada. Esta teoría tiene un gran apoyo en la figura de Jacinto Vázquez de Parga, que en su “Reseña geográfico-histórica de Salamanca” prácticamente da a conocer la vida cotidiana del llavero de Salamanca en la torre.

 

Pero la torre del Clavero es conocida por sus leyendas donde los protagonistas principales son el miedo y el terror, basadas siempre en la intrahistoria de la Guerra de los Bandos.

 

La historia del Fantasma Negro es muy popular entre los salmantinos. Según cuentan, se trataría de una entidad que tenía como misión de vigilar la Torre del Clavero, así como de acabar con la vida de todo aquel que se identificara con el bando de María la Brava y que fuera llevado hasta su puesto de vigilancia. El Fantasma Negro degollaría a sus víctimas y las colgaría en lo alto de la torre del Clavero. Dejando de lado la leyenda ¿Podría ser este Fantasma Negro un ejemplo de que vivía un llavero en la ciudad?¿O posiblemente era una cárcel al servicio del bando de los Manzano, o sea, de los contrarios a María la Brava.

 

 

La leyenda oscura no queda aquí. Leyendo a Matilde Cherner, escritora salmantina del siglo XIX y que escribía bajo el pseudónimo de “Rafael Luna” me topé con un artículo donde habla de la Torre del Clavero de Salamanca, relacionándola con una historia de mediados del siglo XV con triste final, como todo lo vinculado a la Guerra de los Bandos.

 

La historia contada por Matilde Cherner habla de dos enamorados llamados Ramiro y Leonor, que pertenecen a bandos distintos y, por lo tanto, su amor era más que prohibido.

Cuando el padre de Leonor se entera de que su hija está insinuándose con un joven que es enemigo de los principios de su familia, no duda en salir en busca de finalizar ese amor por la vía rápida.

 

Esta búsqueda acaba pronto, sorprendiendo a la pareja in fraganti en la torre del Clavero. El padre de Leonor no duda en empuñar a su espada para acabar con su hija, que había mancillado el honor de su familia al estar con Ramiro. Leonor es atravesada por la espada de su padre, a lo que Ramiro, no encontrando sentido a su vida sin su amada, se lanza encima del padre de Leonor, no tardando éste en atravesar su arma al joven.

Estos enamorados estarían condenados a vagar por la torre en busca de comprensión a un amor que, por circunstancias políticas de la época, era censurado.

 

La torre del Clavero está plagada de historias siniestras y oscuras que giran en torno a ella. Puede que sean falsas o que tengan cierto poso de realidad, no se sabe. Pero de lo que estoy seguro es que, en el momento de incorporarse al viejo torreón, uno piensa en la posible salida de ese Fantasma Negro que aún mantendría su misión de vigilancia, o las almas de aquellos que fueron degollados por esta entidad. También se pasaría por la mente aquellos prisioneros que vieron acabar su vida en esta cárcel como castigo inmortal; o a esa pareja formada por Leonor y Ramiro, que buscan desde sus asesinatos un escondite en alguna parte de la Torre del Clavero para mostrar su mutuo amor lejos de los prejuicios del padre de Leonor.

 

 

 

  1. LAS ALMAS DE LA ALBERCA.

 

 

“Fieles, cristianos, acordémonos de las almas benditas del Purgatorio con un Padrenuestro y un Avemaría por el amor de Dios. Otro Padrenuestro y otro Avemaría por los que están en pecado mortal para que su Majestad Divina los saque de tan miserable estado”.

Esta plegaria retumba el crepúsculo de La Alberca, al sur de la provincia de Salamanca. Una espeluznante comitiva de mujeres ataviadas con velos y ropajes negros, se pasea cada viernes cantando el mensaje a modo de profecía cuando el sol desaparece y da entrada a la oscuridad de la noche.

 

La Alberca, como buena tierra tradicional y ancestral, guarda sus costumbres desde tiempos inmemoriales, llegando maravillosamente hasta la actualidad cual tradición que nunca debe morir.

 

Declarado Monumento Artístico Nacional en 1940, muchas de sus casas tienen misteriosas plegarias y hornacinas en sus puertas con vírgenes, santos y velas como si quisieran salvar su alma de algo malo que va a ocurrir. Asimismo, en muchos rincones del pueblo, unas misteriosas calaveras o huesos adornan las calles.

 

Pero, ¿qué son estas macabras representaciones?¿qué fines tienen estas siniestras tradiciones de La Alberca?

 

La oscura compaña, nunca mejor dicho, finaliza su trayecto en un osario situado en la zona de la Iglesia-catedral de La Alberca, haciendo como guías a esas almas hacia su nuevo acometido.

 

 

Esta tradición se remonta al siglo XVI, época en la que se se consideraba en aquella zona que en el momento del ocaso las ánimas de los fallecidos recobrarían la vida, al más puro estilo becqueriano con su historia del Monte de las Ánimas de Soria que se da en más partes de la España Mágica.

 

Esas almas en pena, comienzan a recorrer las calles del pueblo en busca de volver a la vida, aunque solamente sea en mitad de la noche, sin importar el terror que pueda causar en los vecinos de La Alberca.

 

Los albercanos, en ese miedo ancestral a la muerte, temen a esas ánimas en busca de respuestas, haciendo todo lo posible para cumplir con las demandas de esos espíritus errantes que en un tiempo no muy lejano vivieron en carne y hueso en la localidad salmantina.

 

 

Los abuelos cantan a sus nietos esas nanas y romances populares como temas religiosos implorando salvación y perdón de los pecados, transmitiendo de esta forma de generación en generación unas historias que nunca desaparecerán.

 

Con el fin de evitar las visitas de los espíritus a sus casas, los albercanos colocan imágenes de vírgenes y santos rodeados de velas encendidas a diario en hornacinas de las entradas de las casas.

 

La figura de la moza de ánimas, esa mujer que a diario recuerda esa salida de los muertos a la vida con la correspondiente plegaria y su campana, es fundamental para advertir a los habitantes albercanos de que la noche se acerca, y por tanto, las correrías de la muerte también.

 

Según los habitantes de La Alberca, esta tradición de la moza de ánimas debe de cumplirse a rajatabla como una acción cotidiana, ya que no sólo advierte de las ánimas, sino que elimina cualquier mal augurio que pueda producirse si la mujer no sale con su campana a cantar las plegarias y rezos.

 

Los vecinos cuentan asustados que en una ocasión la moza de ánimas no pudo salir a pasearse con sus cantos por las calles del municipio porque no se encontraba en condiciones de salud para realizar la actividad rutinaria. Esa noche y, aunque no hacía viento alguno, la pesada campana de la iglesia-catedral de La Alberca se descolgó y se precipitó al vacío causando algunos destrozos en la zona.

 

Más escalofriante es lo que narran los más ancianos del pueblo salmantino, diciendo que hace muchísimo tiempo, la moza de ánimas falleció inexplicablemente y esa noche no podría haber ningún cántico ni plegaria a las almas.

Misteriosamente, durante el ocaso, por las calles se escucharon las plegarias cotidianas de esa moza de ánimas que había muerto durante el día, encargándose su espíritu lo que la vida le había privado de hacer esa jornada.

 

 

José Luis Puerto, escritor y poeta nacido en La Alberca, se encarga de recoger en su producción literaria todas las historias del pueblo, así como las relacionadas con las almas que se pasean por la noche.

 

El poeta trata en uno de sus romances albercanos que en un crepúsculo la moza de ánimas no salió a causa de una fuerte nevada en el lugar. Esa misma noche, la mujer fue empujada por algo por las escaleras que hizo que nunca más se le ocurriese no salir a la calle a rezar por los muertos.

 

Como se demuestra, la tradición debe de ser seguida a día, por la cuenta que trae  a los albercanos.

La muerte está muy arraigada no solamente en La Alberca, sino en poblaciones cercanas como en Mogarraz, donde también existe una mujer que se pasea por las calles en las puestas de sol implorando piedad a las entidades de los fallecidos. O en San Martín del Castañar, donde el cementerio se encuentra rodeado por una muralla de castillo para evitar así que las almas en pena de los fallecidos allí enterrados se escaparan del hogar donde les ha tocado vivir tras dejar la vida misma.

 

Los pueblos del sur representan lo único que queda de esa Salamanca Ancestral, donde se veneraba y temía a los muertos a la vez.

Un pueblo sin tradiciones está abocado a desaparecer, y en La Alberca parece que esa unión con el Más Allá hace al pueblo eternamente inmortal.

 

 

 

 

          LA SALAMANCA FANTÁSTICA

 

 

El Hombre, en su búsqueda incansable por esclarecer todo lo que lo rodea, ha interpretado lo desconocido a través de vías donde la fantasía posee un papel fundamental. En ese camino incesante hacia la Verdad, se han utilizado símbolos, criaturas mágicas e incluso personajes históricos mezclados con la fantasía para solucionar algunos interrogantes que atormentaban a un ser humano que se encontraba inmiscuido en un mundo desconocido y extranjero a sus conocimientos.

Por ejemplo, se ha intentado explicar los fenómenos metereológicos con seres mágicos o elementales de la Naturaleza que la gobiernan y la rigen a través de esos poderes sobrenaturales que poseen y que alteran de alguna forma el mundo.

 

También se ha mitificado o idolatrado a símbolos o figuras como imágenes en la Tierra de esas fantásticas divinidades a la que el ser humano debía todo, hasta su propia existencia. O también se ha creado una vida llena de fantasía a personajes por su elevada cultura y por sus experimentos que lo situaban a la altura de esos magos imposibles que relatan los textos medievales, cuyos poderes mágicos podían hacer todo lo inimaginable.

Pero no hay que olvidar las palabras de Walt Disney, cuando le preguntaban por sus creaciones animadas: “Cuando hacemos fantasía, no debemos perder de vista a la realidad”. Y nunca dejaremos de lado a esa realidad fantástica.

 

 

 

 

  1. TORRES VILLARROEL, EL ÚLTIMO ALQUIMISTA DE

                                    SALAMANCA.

 

 

Uno de los grandes personajes de la Ciencia y de la Literatura de nuestro país, va a caballo entre la realidad histórica y la fantasía. Para algunos era un adelantado a su tiempo, así lo demostraban sus prácticas; para la gran mayoría, Diego de Torres Villarroel era un nigromante, un mago Merlín salmantino, el último alquimista que ha dado España y que nació en tierras charras.

 

Sus expectativas de unir lo ortodoxo con lo mágico fueron una constante en su vida: fue astrológo, interpretador de sueños, amante del mundo de los duendes y seres mágicos, destructor de mitos, científico a su manera... Torres Villarroel fue, es y será un personaje único.

 

Diego de Torres Villarroel nació en 1694 en Salamanca. Hijo de un librero, creció entre libros y lectura. Inconformista y amante de los libros, de joven leía todo lo que encontraba en el trabajo de su padre, pasando horas y horas a la luz de una vela en busca del conocimiento que se adquiere de las páginas de éstos.

Además de leer tratados ortodoxos, también caían en sus manos escritos que hablaban de artes mágicas prohibidas, que calarían tan hondo en su persona que determinarán su futuro.

 

 

Aunque iba a clase, a menudo huía de ella, prefiriendo ser un autodidacta y seguir empapándose de los saberes recogidos en la librería de su padre, por muy heterodoxos que fuesen innumerables tratados y escritos que allí se almacenaban.

 

Su leyenda comienza cuando se va a Portugal, donde potencia esas artes prohibidas, realizando actividades de adivinación, astrología, alquimista, estudiante de medicina, ermitaño, etc.

A su vuelta a Salamanca ya era conocido en la ciudad por su vasta cultura y por sus extrañas dedicaciones. Lo admiraban, pues creían que era un mago a la altura de esos cuentos y libros de fantasía.

 

Tal fue su cultura que ingresó como catedrático de Matemáticas en la prestigiosa Universidad de Salamanca. Siguiendo la tradición estudiantil, antes de ingresar se debe guardar una noche en vela en la capilla de Santa Bárbara de la Catedral Vieja de Salamanca donde, rodeado por unos sillares, se encuentra la sepultura del obispo Juan Lucero. El conocimiento, según la tradición, se alcanzaba si se ponían los pies sobre la sepultura del obispo, cumpliendo con ella a la perfección Diego de Torres Villarroel.

 

Ya como catedrático, su fama alcanzaría orden nacional. Aparte de matemáticas, impartía enseñanzas de filosofía natural así como otras ramas de conocimiento, causando que muchos estudiantes se agolpaban en sus clases única y exclusivamente para aprender algo que no sabían, aunque no fuera sus estudios normales.

 

Torres Villarroel también destacará por su producción literaria, que no deja indiferente a nadie que se sumerge entre su obra.

 

Dentro de su alargada creación literaria, donde destaca el análisis de ciencias ocultas, el estudio de los seres mágicos que marcaban la mitología del país, sus preguntas sobre vida en otros mundos,etc. Pero si algún escrito que merece ser mencionado son esos almanaques donde aprecen profecías realizadas por el mismo Torres Villarroel y en las que vaticinaba muchos acontecimientos que acontecerían en un futuro próximo y lejano. Todos escritos bajo un misterioso pseudónimo de “El Gran Piscator de Salamanca”.

 

En esas profecías, algunas se cumplieron como él puntualizaba: en el Almanaque de 1724 acertó la muerte del rey francés Luis I; vaticinó el motín de Esquilache en 1766, que le costó ser expedientado desde Madrid; y también profetizó la llegada de la Revolución Francesa a través de una serendipia que daba como resultado 1790, en pleno movimiento revolucionario francés.

 

 

La Inquisición puso sus ojos en él, que lo observaba con lupa, buscando el momento clave para inculparlo de algún delito que acabase con su figura. Pero lo cierto es que su popularidad en ningún momento se vio en peligro, siendo cada día más ilustre y más respetado.

 

Obsesionado con adquirir mayor saber sobre cualquier tema, Torres se embarcaría en un viaje alrededor de Europa para entrar en contacto con las corrientes científicas existentes. Muestra de estos viajes son los tres globos terráqueos que hay en la Biblioteca de la Universidad de Salamanca que consiguió durante su periplo por ciudades europeas como París o sus negocios en Amsterdam y que son la fiel demostración de que la Tierra sería redonda.

 

También se interesó por lo que era inexplicable, siendo en mi opinión uno de los pioneros en la investigación del misterio. Un ejemplo claro es el suceso que le llevó a Madrid, donde fue avisado por una asustada condesa de Arcos que veía que en su palacete de la calle Fuencarral sucedían fenómenos al más puro estilo “poltergeist”. Bajo la supuesta existencia de un duende que atormentaba a la familia de la condesa de Arcos, el salmantino se traslada a la capital para ver qué hay de cierto y qué no, quedando sorprendido por la realidad de los hechos desconocidos que allí ocurrían al haberlos vivido en primera persona.

Ante la imposibilidad de dar en la tecla y atemorizado, la condesa de Arcos que haría caso a lo que dictase el erudito salmantino, acabó decidiendo mudarse de aquel palacete encantado por seres fantásticos...

 

Diego de Torres Villarroel escribe “El correo del otro mundo” donde presagia que va a morir inminentemente por una extraña visita de una persona demacrada en mitad de la noche que le hace entrega de unas misteriosas cartas. ¿Sería la Muerte que lo había ya visitado?

 

Tras su muerte en 1770, en torno a la figura de Torres Villarroel se había creado un personaje con doble cara: una ortodoxa y otra mágica. Fue mitificado en vida, como si se tratara de un mago de esas fábulas medievales cuyos conocimientos hubieran alcanzado el sentido de la vida.

 

 

  1. EL VERRACO DEL TORMES Y EL LAZARILLO.

 

 

He de reconocer que cada vez que paso por el Puente Romano de la ciudad, siento la inevitable de girar la cabeza y contemplar una estatua de piedra que se encuentra sobre un alto pedestal, en el cual me he subido varias veces para tocarla.

 

Os preguntaréis cuál es la razón de que un chaval de 18 años se suba a un pedestal para ver de cerca a la estatua y sentarse junto a ella para contemplar el río Tormes desde ella. Yo tampoco lo sé. De hecho, si lo supiese no dedicaría estas líneas al Verraco del Tormes.

 

 

Me siento agusto, como si el silencio lo oyera o el tiempo se parara únicamente para mí. Y apuesto a que esa sensación tan agradable la crea esa estatua abandonada a su suerte al fin del Puente Romano.

 

Pero lo cierto es que el Verraco del Tormes tiene su historia, y muchos lo vinculan con ese toro que aparece en el “Lazarillo del Tormes”.

Obra ilustre de la literatura española y antecedente de la picaresca, Lázaro tiene que sobrevivir en una sociedad hostil y para ello tiene que luchar contra las adversidades que le van apareciendo durante su vida, importando solamente a Lázaro su propia supervivencia; y entre otros marcos, la historia comienza desarrollándose en Salamanca, ciudad de nacimiento del protagonista.

 

El primer episodio de “El Lazarillo del Tormes” relata la etapa en el que Lázaro es el criado de un ciego que no se fía de nada ni de nadie.

Con el ciego, Lázaro aprende la picardía necesaria para no ser un ingenuo, asistiendo a la conversión de un niño con personalidad madura gracias a las adversidades. Y el desencadenante de ese abrir de ojos tan repentino se debe a un acto que le obligó a hacer el ciego al joven. Le dijo el ciego a Lázaro que arrimara su cabeza a una estatua de piedra que representaba a un toro. Éste, haciendo gala de ninguna maldad, sigue las instrucciones de su amo. Al acercar su cuerpo a la cabeza del toro de piedra, el ciego le da un bofetón en su cara, que hace que choque violentamente contra la estatua de piedra.

¿Sería este toro de piedra el Verraco expuesto en el Puente Romano? Los salmantinos piensan que sí, apoyándose en la realidad histórica de la figura zoomorfa.

 

La estatua, como su propio nombre indica es un verraco. Los verracos son esculturas realizadas por los vettones, pueblo prerromano que se asentaba en la zona hacia el siglo V  antes de Cristo. Existen multitud de ellos a lo largo de los territorios vettones, siendo los más conocidos los Toros de Guisando, en  la provincia de Ávila.

 

El significado de los verracos no está muy claro, pero no se situaban en lugares al azar, sino que existía una premeditación muy estudiada en el momento de la colocación de las figuras zoomorfas.

 

Los estudiosos se decantan por la teoría de que los verracos marcaban zonas destinadas a la ganadería, donde la cabaña bovina podría alimentarse, por ejemplo.

 

Otros inconformistas, entre los que me encuentro yo, vamos más allá, pensando que su colocación exacta atiende a unas connotaciones mágicas, como si fueran elementos protectores donde residía la divinidad. Eran elementos atropopaicos que velaban y defendían al ganado.

Debido al panteísmo o idea de idolatrar a toda la naturaleza que poseían los cultos célticos, los verracos pueden ser una representación sagrada de esos dioses de la naturaleza o un símbolo que consiguiera la aceptación de éstos, que colmarían de favores naturales en forma de fertilidad y buena producción.

 

También hay que citar el significado funerario de los verracos, pues muchos de ellos aparecen situados en necrópolis o tienen una especie de urna donde se depositarían las cenizas del difunto. Pero estos verracos ya no pertenecerían a la etapa prerromana, sino que serían creados ya en época de dominio romano.

 

En cuanto al Verraco del Tormes, se tiene constancia de su existencia desde hace muchos siglos, citándose en el Fuero de Salamanca.

 

El escritor español del siglo XVI Juan de Horozco y Covarrubias en su obra “Emblemas morales” habla de la situación del Verraco en la orilla del Tormes simbolizando un río caudaloso que ayude a las buenas cosechas. El escritor dice que el Verraco sería un toro construido por los romanos en el Puente Romano, y con el sonido de las aguas del Tormes parecía que la estatua del animal bramara fuertemente.

 

 

El Verraco permaneció donde los romanos lo construirían hasta el 10 de octubre de 1834, cuando en el periódico madrileño “Siglo Pintoresco” publica un artículo en el que relata la noticia de que el Gobernador Civil de Salamanca Don José María Cambronero mandaba tirar al río la estatua porque, según su parecer, era un símbolo colocado por Carlos I de España y V de Alemania para mostrar su superioridad tras la Guerra de las Comunidades, a pesar de que estudiosos de la época le repitieron varias veces que la imagen fue realizada muchísimo antes de lo que decía el Gobernador Civil.

 

El 17 de junio de 1867, como recoge “La Provincia” la Comisión de Monumentos de Salamanca rescata al Verraco del río Tormes y lo envía al Museo Provincial. La misión de recuperación no fue fácil, llegando a deteriorar la estatua de piedra, que a partir de entonces muestra una grieta en la mitad del cuerpo del animal.

 

En 1954 y en conmemoración del IV centenario de la publicación de “El Lazarillo del Tormes”, el Verraco es trasladado a su lugar de origen del Puente Romano, para finalmente colocarlo en 1993 en la entrada de éste, donde en la actualidad podemos disfrutar de él, sobre todo yo y mi circunstancia.

 

 

  1. EL DUENDE APEDREADOR DE SALAMANCA.

 

Los seres mágicos están muy arraigados en la mitología aparente en cada uno de los rincones de España. Cuando se daba un fenómeno incomprensible, entraba en juego uno de esos duendes que velan por las leyes de la Naturaleza.

Si en Asturias ocurrían cosas extrañas en una casa, como objetos cambiados de sitio, la culpa era del trasgu, un  burlón duendecillo de gorro rojo con un agujero en una mano que se divertía volviendo loco a los habitantes de las casas. Si en Galicia se provocaba de repente una fuerte tormenta, era porque había entrado en acción el nubeiro, personaje que no duda en lanzar rayos si es molestado.

 

En Salamanca también tenemos constancia de historias de estos seres mitológicos o elementales de la Naturaleza donde realizan sus travesuras, maldades o ayudas a las personas.

 

En la obra “Duendes. Guía de los seres mágicos de España” de Jesús Callejo y Carlos Canales, donde hacen un magnífico recorrido por los diferentes seres mágicos de toda la Piel de Toro así como su posible explicación, mencionan una historia relatada por Antonio de Torquemada sobre un trasgo apedreador en Salamanca.

 

Antonio de Torquemada, nacido en Astorga en el siglo XVI, cuenta en su “Jardín de flores curiosas” a Luis y Bernardo ( esta obra está escrita a modo de diálogo) que él mismo a la edad de 10 años cuando estudiaba en Salamanca fue testigo de la historia de una presencia de un trasgo, que lo define como un demonio familiar y doméstico que vive en las casas, no abandonándolas nunca.

 

Según Antonio de Torquemada, en Salamanca vivía una anciana viuda rodeada de cinco  jóvenes mujeres de buena pose que la servían. Desde que estaba viuda, la casa comenzó a ser conocida por la ciudad debido a la existencia de un trasgo en ella, que hacía que del techo de la casa cayeran piedras, eso sí, sin dañar de ninguna manera a las personas que allí había.

Para saber la veracidad ó no de lo que se contaba de la casa de la anciana viuda, el corregidor reunió a más de veinte hombres para conocer los fenómenos extraños de la lluvia de piedras que caía del techo. La comitiva al mando de él y de un alguacil recorrió todas las estancias de la casa portando un hacha, buscando en cualquier rincón a alguna persona que estuviera escondida para gastar las bromas.

Al no encontrar a nadie, el corregidor dijo a la viuda que aquellas piedras serían tiradas por amantes que se traerían sus sirvientas a esa casa mientras ella no se daba cuenta, ante la confundida atención de la anciana.

Cuando la comitiva de investigación del corregidor bajaba las escaleras para abandonar la casa, una lluvia de piedras comenzó a caer sobre sus cabezas, sin que ninguna les hiciera el mínimo daño.

Al ver que el fenómeno se repetía, el alguacil tiró una piedra y dijo: “Si eres un trasgo o un demonio familiar devuélveme esta piedra aquí mismo”. De repente, la piedra que arrojó el alguacil fue lanzada al lugar donde éste se encontraba.

Sorprendidos abandonaron la casa a toda prisa, no sin avisar al cura de Torresmenudas, pueblo del norte de la provincia salmantina, para que limpiara aquella casa de los demonios que la habitaban. Tras realizar la limpieza el cura de Torresmenudas, las lluvias de piedras cesaron en el domicilio salmantino.

 

Tras contar Antonio de Torquemada su experiencia sobre el trasgo apedreador de Salamanca, Luis afirmó sus palabras argumentando los sucesos que ocurrieron a aquellos que no creyeron en la existencia de este trasgo.

Comenzó relatando el terror que vivió un joven que no creía en el caso, que esa misma noche del día en que negó al trasgo, tuvo la sensación de que su cama estaba siendo pasto de unas llamas de fuego que no sabía de donde provenían. También habló de dos caballeros que, no creyendo en la lluvia de piedras provocada por el duende, acudieron acompañados por un clérigo a contemplar la fenomenología en primera persona. Finalmente acaba diciendo que, mientras un cura realizaba un exorcismo a una endemoniada, la poseída dijo que el demonio que la rondaba era el mismo que arrojaba las piedras del techo de esa casa de la viuda de Salamanca.

 

El caso del trasgo apedreador de Salamanca es muy curioso y en estos tiempos modernos, los entendidos en parapsicología dirían que se trataba de un episodio de poltergeist, donde la causa paranormal actúa con gran virulencia y provoca aportes, esto es, la materialización y desmaterialización de objetos que no se encuentran en la sala; en este caso serían esas piedras que aparecen en la casa sin estar en ella.

 

No deja de ser curioso cómo aquel hombre de siglos no muy lejanos intentaban explicar todo aquello que traspasaba los límites de lo racional con criaturas y seres fantásticos a los que atribuían toda clase de hechos prodigiosos que, aún hoy, siguen siendo un verdadero misterio para el Hombre.

 

 

  1. EL GALLO DE LA CATEDRAL DE SALAMANCA.

 

 

En el conjunto arquitéctonico más imponente de la ciudad de Salamanca, además del ya nombrado astronauta existen otras representaciones a modo de ornamento que, por su singularidad, reciben el mérito de ser nombrados.

 

En lo más alto de una torre de la Catedral de Salamanca, se encuentra un curioso animal que observa toda la ciudad con las mejores vistas que puede haber para ello.

 

Muchas historias han surgido alrededor de la figura de la copa de la Torre del Gallo, que recibe el nombre por el animal . Es normal, pues parece insólito que un edificio de gran envergadura y vital importancia llamado a ser la joya de Salamanca fuera coronado en la parte más alta de una torre del  colosal edificio religioso por un gallo.

 

La mayoría pensará que el gallo es la típica veleta que en días donde el viento hace mella, hace que se sepa a qué dirección va el agente atmosférico. Pero en realidad, esa explicación sería muy simple para dar utilidad al animal de la Torre del Gallo.

 

En estos casos hay que ir más allá, y acudir a la tradición cristiana primitiva, donde esa percepción iconoclasta de la realidad a través de símbolos sencillos era una constante. Y ese simbolismo queda patente en la representación del gallo.

 

El gallo es el animal que gracias a su canto, anuncia la llegada tanto del día como de la noche, permaneciendo gallardo ante todas las gallinas con las que vive.

La simbología cristiana no pasa por alto la cualidad que diferencia al gallo, al que usará la nueva religión como un signo inequívoco para la representación cristológica. El gallo, en un sentido de referencia a Cristo, sería el que anuncia la resurrección, la llegada de ese nuevo día en el que el mundo entero cambiaría por completo.

 

Pero la mitificación del gallo no comienza con el cristianismo, sino que viene de mucho antes como si fuera una aportación más de antiguas civilizaciones y culturas a la religión cristiana. Siempre se ha considerado a este animal como el artífice de la superación de la oscuridad y de las tinieblas de la noche, anunciando con su canto el nuevo día con la llegada del sol que acabaría con su potente luz con la oscuridad nocturna.

 

Como en la Antigüedad clásica era considerado como una divinidad que simbolizaba la fertilidad y la curación, quedando patente en figuras como los dioses Príapo en Grecia o Esculapio en Roma.

En la Europa cristiana hacía referencia a la superioridad y, por ello, este animal culmina muchas obras arquitectónicas religiosas o decoran infinidad de capiteles.

 

También hay que acudir al hermetismo que dan los alquimistas, que identifican al Gallo con el Mercurio, uno de los componentes principales para alcanzar esa Piedra Filosofal y, por consiguiente,  la transmutación del oro y la consecución de la vida eterna.

Esto también podría ser una clara explicación a la colocación del Gallo como remate de las torres de edificios religiosos levantados en la Edad Media, ya que muchos de estas construcciones eran planificadas y decoradas con símbolos por maestros cuyos conocimientos iban más allá de lo establecido. Estos conocimientos solamente estarían al alcance de unos pocos, aunque estarían expuestos para todos los ciudadanos, que nada más interpretaban por encima ese significado oculto.

 

De este modo, ya sea un signo religioso con un sentido cristológico o una clave para los iniciados, muchas catedrales e iglesias fueron rematadas por la figura del Gallo en la Europa medieval, sobre todo en etapas del Románico y el Gótico, y raramente en la época del Renacimiento. Esta colocación del Gallo en lo alto estaría de una forma específica, atendiendo a un mensaje claro y rotundo para que todos los ciudadanos que lo viesen tuvieran acceso a él o, por lo menos, a su alcance para intentar interpretar su simbología.

 

 

     

El gallo de la Catedral de Salamanca, además, se dice que es un símbolo que designa la superioridad. Algunos ven la prueba en el tejado donde se encuentra la figura del ave, cuyas tejas parecen las escamas que tenían las armaduras de los caballeros cristianos de la época.

De hecho, la Torre del Gallo fue construida por Jerónimo de Perigord, primer obispo de la diócesis de Salamanca tras restaurar el cristianismo tras el dominio musulmán en la ciudad. Jerónimo de Perigord fue un monje guerrero, es decir, un caballero perteneciente a los Templarios, que según la leyenda luchó contra los musulmanes al lado del Cid Campeador para recuperar plazas como Valencia. Esto último no está muy confirmado, pero esa dualidad de guerrero y obispo puede ser una prueba clave para conocer el significado del Gallo de la Catedral de Salamanca, que como hemos visto va mucho más allá de ser una simple veleta que marca la dirección del viento en un tiempo determinado.

 

El Gallo de la Catedral, junto a la rana de la Universidad que analizaremos en el capítulo siguiente, son  los dos símbolos principales del conocido como “bestiario salmantino”, conjunto de criaturas y seres mágicos que han servido para crear una mitología propia donde la mezcla de la realidad y la fantasía crean una mezcla especial cuya única beneficiada es la ciudad charra.

 

 

 

                             5. LA RANA DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA.

 

 

 

La Universidad de Salamanca es uno de los monumentos esenciales que se debe visitar obligatoriamente en una ruta turística por la ciudad.

Pero muchos de los visitantes del complejo que forma la Universidad salmantina  pasan por la plaza, donde la fachada universitaria es observada incesantemente por el monumento conmemorativo de  Fray Luis de León recordando sus clases en el centro y esos momentos que han pasado a la Historia, para ver o por lo menos intentar visualizar, al estudiante más famoso que tiene la Universidad de Salamanca.

 

Miles de personas cada año buscan desesperadamente la rana que se encuentra posada encima de una calavera, en busca de conseguir la fortuna que supuestamente da la visualización del anfibio en la fachada universitaria. La tradición que dice que el que es capaz de encontrar a la huidiza rana en la fachada aprobará los estudios de ese año es inmortal y muy conocida entre todos los salmantinos.

 

Yo no seré el que desvele el divertido misterio de la situación exacta de la calavera donde está la rana , con el propósito de que los visitantes hagan el esfuerzo de encontrarla o que pregunten a los salmantinos más información de su localización. Lo que si os contaré es su fantástica interpretación, significado o lo que intenta mostrar a los observadores más despiertos a la Verdad. Y también os daré mi recomendación a los que han visto la rana: aunque hayáis descubierto su colocación en la fachada, estudiad mucho, que así no necesitaréis la fortuna que supuestamente da la rana...

 

La rana fue tallada paralelamente a la creación de la fachada de la Universidad en el siglo XVI. Si bien no se sabe con exactitud el significado de su aparición como ornamento del conjunto educativo, existen multitud de teorías para arrojar luz sobre la interpretación del anfibio y me atrevo a decir que del habitante más popular de Salamanca.

 

Algunos estudiosos ven a la rana como un símbolo de la muerte, y así se podría explicar su colocación encima de una calavera.

Esto hace remontarnos hasta la civilización egipcia, que veía a la rana como un animal que anunciaba la muerte, quedando esta comparación en esa plaga que menciona la Biblia que sufrió Egipto y donde no faltaba la presencia de ranas y sapos, como lo refleja el texto sagrado de los cristianos.

También anunciaba sequías del río Nilo, razón de ser del Antiguo Egipto, y que vendría acompañado de malas cosechas que influiría negativamente en la población.

 

La rana siempre ha sido relacionada con la brujería. ¿Quién nunca ha visto en dibujos animados o en películas que la típica bruja echa a su marmita a una rana para realizar sus malvadas pociones?

La realidad es que esta imagen viene desde la Edad Media, cuando este animal era visto como el propio Diablo y que sólo traía malas premoniciones.

Pero no todo el mundo veía a la rana como un sinónimo de la maldad en la Tierra, ni mucho menos. Es aquí donde vuelven a aparecer los alquimistas y los iniciados, que consideraban a la rana como el ejemplo de sus prácticas. Del modo que la rana realizaba su metamorfosis particular transformándose de pez en anfibio, el alquimista veía identificada su actividad donde los componentes alquímicos se convertían en esa ansiada transmutación.

 

Volviendo a la rana de Salamanca, los investigadores entre los que destacó Luis Cortés Vázquez, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca durante el siglo pasado, coincidían en que la rana era un símbolo de tentación y que serviría su localización en la fachada universitaria como una advertencia de los peligros de lujuria que siempre acechan al Hombre.

 

Aquí se vuelve a relacionar a la rana con la maldad en la Tierra, pero esta teoría posee muchos detractores, puesto que en la parte trasera de la fachada de la Universidad de Salamanca existen todos los símbolos alegóricos a la tentación y a ese lado oscuro que tiene el ser humano. ¿Por qué la rana no estaría situada con las demás representaciones de ese Hombre pecaminoso?

 

 

A la incógnita de su significado se unió la publicación en 2010 por Benjamín García Hernández, catedrático de Filología Latina de la Universidad Autónoma de Madrid, de su obra titulada “El desafío de la rana de Salamanca: cuando la rana críe pelo”.

En esta obra, el catedrático de la universidad madrileña da a conocer otra teoría que añade más misterio en la explicación de la significación de la rana de Salamanca.

Con su libro viene a demostrar en un modo irónico que la rana fue tallada sobre una calavera para negar la resurrección a los muertos, comparando la representación con el famoso proverbio de “cuando las ranas críen pelo”.

Con la colocación de la rana encima de la cabeza de la calavera,  en esta última no podría crecer pelo, es decir, no se podría volver a la vida debido a la rana.

También añade que el proverbio tiene raíces sefardíes tras estudiar su procedencia detenidamente, por lo que la rana habría sido realizada por un judío converso de la familia de los saduceos, que negaban la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo. Con esa creación en la fachada de la Universidad de Salamanca burlaría a la Inquisición, y diría a los observadores desde el Patio de la estatua de Fray Luis de León que conseguirían la resurrección “cuando las ranas críen pelo”.

 

Pero, ¿la rana es un símbolo de buena suerte o de oscuros mensajes? Es una pregunta retórica que no tiene respuesta. Lo que si sé que es uno de los grandes atractivos que tiene la ciudad de Salamanca que congrega a curiosos de todas partes para conseguir esos aprobados en los exámenes, que tantas horas de estudio deben dedicarse. No les culpo de ninguna manera por ello, porque la fantasía mueve montañas y seca océanos enteros.

 

 

 

 

                            6. EL LAGARTO DE SANTIAGO DE LA PUEBLA.

 

 

En muchos recintos religiosos de España tienen en sus grandes muros unos adornos que no deberían de estar ahí, por la extrañeza que causa tanto al turista como al feligrés. No se sabe bien si es una forma de advertencia al que acude a la iglesia o catedral correspondiente para denotar el respeto que merece el estar en un lugar sagrado, o si es una representación directa del Maligno vencido por el poder ilimitado de Dios; pero, a medida que viajamos por la Piel de Toro, nos encontramos que ejemplares de cocodrilos y caimanes son exhibidos en multitud de conjuntos religiosos como si de un trofeo se tratara.

 

El caimán (o lagarto gigante como era conocido entre la gente que desconocía a este animal) siempre se ha equiparado con una bestia sin escrúpulos a la altura del Diablo. El miedo ancestral a lo desconocido, y más si se trataba de feroces bestias procedentes de paraísos exóticos de la colonización de América, se instalaba en aquellas localidades que no estaban acostumbradas a ver esas especies por su territorio.

 

Con el descubrimiento de América, se había encontrado un continente inexplorado en su totalidad, por lo que tras la penetración y colonización posterior en él, muchas sorpresas depararon a aquellos que se adentraron en un Nuevo Mundo. Además de tribus y civilizaciones avanzadas, los colonizadores españoles se encontraron con nuevas plantas, que serían introducidas más tarde en España como cultivos, nuevas materias primas y, cómo no, una fauna nunca antes vista en ningún rincón de Europa y que se veía como especies exóticas. Y entre esos animales estaban los caimanes, que fueron traídos a España desde el otro lado del lado del Atlántico como exvotos. Unos ya vinieron sin vida, para dar mayor heroicidad al colonizador; otros viajaron hasta la Península, para causar en muchas poblaciones el terror, como así lo reflejan muchas historias y leyendas.

 

En la provinicia de Cáceres, existe un pueblo llamado Calzadilla, que es conocido popularmente como el pueblo de “Lagartos” por una leyenda que gira en torno a la figura de uno de esos caimanes provenientes de América. Se cuenta que entre los siglos XVII Y XVIII una de esas feroces bestias merodeaba por los alrededores de Calzadilla, alimentándose de los rebaños de ovejas y que no dudaba en atacar a los humanos si su hambre no era saciada. Un día, un pastor se topó con él y cuando iba a ser atacado por el lagarto gigante, y al implorar desesperadamente al Cristo de la Agonía, un milagro ocurrió: su vara de pastor se transformó en un mosquetón, con el que pudo dar muerte al caimán. El caimán se encuentra disecado en la iglesia del Cristo de la Agonía de Calzadilla y una estatua conmemorativa recuerda aquel suceso. No se han encontrado documentos de tal batalla del Hombre contra la bestia a causa que los documentos de los archivos del pueblo fueron quemados durante la Guerra de la Independencia por las tropas napoleónicas, pasando la leyenda de padres a hijos para que nunca se olvidara el porqué de que haya un cuerpo incorrupto en la ermita de Calzadilla un caimán.

 

Es curioso, pero las historias de estos animales abundan más en lugares que dieron nacimiento a grandes conquistadores y colonizadores como fueron Extremadura, Andalucía, Canarias,etc. En Córdoba, en el santuario de la Fuensanta se puede observar un cuerpo disecado de otro cocodrilo junto a una mandíbula de una ballena y un caparazón de una tortuga, con muchas leyendas que se cuentan de ellos. En la catedral de Sevilla, nada más salir al Patio de los Naranjos, un caimán vigila la entrada al patio interior.

Muchas ciudades y pequeños municipios guardan ese viejo recuerdo de la victoria ante la  criatura extraña como un exvoto al servicio de Dios. Y en la provincia de Salamanca, en el pueblo de Santiago de la Puebla, otro cuerpo de uno de esos lagartos gigantes nos avisan de que allí hay una historia que merece ser contada, donde la protagonista  es la bestia desconocida.

 

Los vecinos más jóvenes de Santiago de la Puebla siempre han sido amedrentados por los mayores con la figura de ese imponente ser que se asemeja a los fantásticos dragones. Si el niño no se portaba correctamente, el mayor le decía que ese gran lagarto se encargaría de que se comportase. Pero la realidad es que el animal expuesto no tiene su principal peligro, ya que permanece con la cabeza arrancada.

 

La historia del lagarto de Santiago de la Puebla nos hace remontarnos entre los últimos años del siglo XV y los primeros años del siglo XVI, cuando se había comenzado la colonización de América. Según cuentan, este caimán fue capturado durante la llegada a las orillas del río Orinoco desde el tercer viaje de Colón a América en 1498, como regalo para Toribio Gómez de Santiago,  jurista natural de Santiago de la Puebla y que pertenecía al Consejo Real de los Reyes Católicos.

 

El lagarto campaba a sus anchas por el río Margañán, que atraviesa el pueblo. Su presencia incontrolada tan cerca del pueblo y sus actos cuando tenía hambre, causaban pavor en Santiago de la Puebla, pues en cualquier momento podía atacar a los vecinos. Y ese ataque no tardó en llegar.

 

Una inocente niña de Santiago de la Puebla se acercó un día a las orillas del río  Margañán junto a los demás jóvenes para jugar, sin dar por cierto el revuelo que corría entre los mayores, que hablaban de las andanzas de aquel animal por aquellas aguas. Mientras estaban jugando en la orilla, el caimán salió del agua y provocó que los niños salieran despavoridos. Todos menos la inocente niña que, paralizada por el miedo, fue presa fácil para el animal gigante, engulléndola fácilmente.

 

 

Los vecinos del pueblo, viendo lo que contaban sus hijos de lo sucedido en el río, salieron en busca del lagarto para darle caza y acabar con él. Al encontrarlo en la orilla tomando el sol, los vecinos lo asaltaron y le abrieron la tripa para intentar salvar a la niña que se había tragado. Para evitar que siguiera atemorizando a la población y que atacara a los más pequeños, el animal fue decapitado después de haber recibido un fuerte garrotazo en ella. Ésta es la explicación de que no tenga cabeza.

 

El cuerpo del caimán fue disecado y llevado como exvoto a la iglesia de Santiago de la Puebla, donde hoy es exhibido en la entrada para recordar lo sucedido y para servir como   aviso para todos aquellos pecadores de que estaban accediendo a un recinto sagrado.

 

El lagarto de Santiago de la Puebla, así como todos los que podemos encontrar a lo largo y ancho de España, entremezcla ese agradecimiento por una ayuda concedida por el favor divino y la victoria de las fuerzas del Bien a la Bestia malvada. Y sin olvidar nunca a la figura del dragón, fantástico ser mitológico del cual es inevitable establecer una relación de parentesco con estos lagartos gigantes.

 

 

 

                          LA SALAMANCA MILAGRERA

 

 

 

La fe es un don que brota de la esperanza en la existencia del amor de Dios. Esa fe, movida por una serie de creencias, hace que el Hombre crea en circunstancias anómalas que muchos consideran como auténticos prodigios y milagros procedentes directamente de ese superior que ha hecho al ser humano la maravilla de la Creación.

 

El ser humano desde tiempo inmemoriales ha tenido que creer en prodigios y fenómenos para sentirse agusto y acabar con todo aquello que sobrepasaba sus conocimientos de una forma clara.

 

Se sabe que las creencias pueden determinar los comportamientos de las personas. Por mucho que una persona intente decir a algún creyente que tales prodigios divinos no son tales y que puedes demostrarlo con fuentes históricas y científicas, esa persona creyente nunca saldrá de su ferviente convicción de que aquello es algo que un ser humano no puede realizar. Y ahí es cuando entra de lleno la figura de Dios y la capacidad que el Hombre le ha dado de todopoderoso y ser supremo.

 

Las creencias, ya sean milagros, apariciones de la Virgen, mensajes angelicales, regalos divinos,etc, han marcado en muchas ocasiones el porvenir de la especie humana, incidiendo directamente en las decisiones de una sociedad necesitada de creer en algo ya sea por motivos evasivos o por ese sentimiento de inferioridad ante alguna entidad omnipotente que rige nuestro destino.

 

Apariciones marianas han sido la excusa necesaria para levantar edificios religiosos de gran calado o ermitas locales que recuerden que ahí se apareció la Virgen, añadiendo un lugar más a esa geografía mariana, si ya es de por sí sola enorme en España.

 

Milagros y prodigios realizados por personajes que aparentemente han sido elegidos para  llevar a cabo esos actos sobrenaturales, han provocado que esos elegidos hayan sido divinizados en vida y posteriormente elevados a la santidad por poseer unos poderes que solamente estarían al alcance de Dios.

 

Todas las anteriores muestras de esa existencia de Dios en la Tierra, han intentado ser utilizadas por el Hombre para determinar grandes acontecimientos de la Historia que marcarán a un pueblo.

Por ejemplo, en la batalla de Puente Milvio, el emperador romano Constantino vio en el cielo en medio de una ensoñación unas cruces que interpretó como señales de Dios; fue la señal que recibió para dar libertad de culto a los cristianos, tan perseguidos en el Imperio romano. O en la batalla de Ourique, germen de la creación del reino de Portugal, donde antes de la contienda Alfonso Enríquez ( que más tarde sería Alfonso I de Portugal) vio una señal, otra vez en el cielo, que interpretó como Cristo rodeado de ángeles que le ayudaban en la batalla. Tras la victoria en Ourique y la creación de Portugal, tuvo muchos enfrentamientos con la Santa Sede respecto a su coronación como Alfonso I de Portugal, ya que el nuevo monarca decía que no necesitaba de la aprobación de la Iglesia porque había sido elegido directamente por el Hijo de Dios.

 

Y la creencia en hechos milagrosos no sólo es un fenómeno que reside en el pueblo llano o en las clases más desfavorecidos, sino que nobles e incluso reyes han sido testigos de maravillas. Alfonso X el Sabio decía que había visto a la Virgen, que le besó la mano; o Jaime I el Conquistador, que junto a Raimundo de Peñafort, tuvo una visita celestial de la Virgen.

 

Queda demostrado que el Hombre, sumergido en toda clase de creencias, es capaz de atribuir muestras divinas en la Tierra, creando una geografía milagrera llena de todo lo relacionado con supuestos ejemplos celestiales.

Y en esa geografía milagrera encontramos una provincia llamada Salamanca.

 

 

                     1. LOS MILAGROS DE SAN JUAN DE SAHAGÚN.   

 

 

Si bien hablaba antes de esas personas canonizadas por la población en vida, en Salalamanca hay un sujeto que encaja a la perfección con este tipo de personas amada por toda una sociedad, ya sea alta o del pueblo llano.

 

Existen muchas historias de personajes bíblicos o santos que toman partido por un bando determinado en una guerra para servir de motivación a los soldados y minar la moral del enemigo, que ve que el otro bando está siendo ayudado por una fuerza colosal que traspasa barreras. Esa ayuda celestial en una guerra queda muy explicada en el uso de la figura del Apóstol Santiago por los núcleos cristianos de la Península Ibérica que iniciaron la Reconquista de una España dominada por los musulmanes. Bajo el nombre de Santiago Matamoros, los reconquistadores utilizaron a este personaje para incentivar el espíritu cristiano de recuperar lo que consideraban suyo, así como de acabar en una cruzada contra el musulmán.

 

 

 

Pero este sujeto no se decanta por un bando alguno aun viviendo la guerra en primera persona, al contrario. Se posiciona en una actitud mediadora con el único propósito de dar por finalizada una contienda sin sentido.

El sujeto, más conocido como Juan de Sahagún, supo ver que los extremos eran malos conduciendo al fanatismo que acabarían en violencia. Al ver lo que conllevaban los extremos, se situó en ese término medio que Aristóteles definía como la excelencia.

 

Juan de Sahagún nació en el pueblo de Sahagún (León) el 24 de junio de 1430, bajo el nombre de pila de Juan González del Castrillo. Era el mayor de siete hermanos nacidos en el seno de una familia acomodada.

 

Tras educarse en el Monasterio de San Benito en Sahagún y realizar un breve paso por Burgos, donde demostró ser una excelente persona, se traslada a Salamanca.

En Salamanca estudia Teología en la Universidad mientras se une a la orden agustina de la ciudad llevando a cabo servicios que satisfagan a la comunidad religiosa.

 

Su inmensa cultura y el grado de humildad y amabilidad que atesoraba lo hicieron convertirse en una referencia en Salamanca. Toda la ciudad admiraba a Juan de Sahagún también por los milagros que se decía que realizaba, que más tarde mencionaremos.

 

Su fama aumentó cuando se interpuso en mitad de la Guerra de los Bandos que asolaba a Salamanca, para intentar acabar con ella. Consiguió a través de sus predicaciones que los dos bandos enfrentados acabaran con las hostilidades, firmando un tratado de paz conocido como el Acta de la Concordia el 30 de septiembre de 1476, en la que empezará a llamarse Casa de la Concordia, en la calle San Pablo.

 

Al conseguir el fin de la Guerra de los Bandos, uno se puede imaginar el grado de popularidad que alcanzó Juan de Sahagún, considerado como un héroe y una persona tocada por la gracia de Dios en vida.

 

Juan de Sahagún fallecería el 11 de junio de 1479. Se dice que fue envenenado por la amante del comendador, que vio como éste la abandonaba al escuchar uno de los sermones de religioso, aunque esto no está comprobado. Su muerte causó la mayor pena entre los salmantinos, que veían al clérigo con un halo de santidad después de haber restaurado la calma en la ciudad a través de la humildad y el entendimiento. Sus restos se encuentran principalmente en la Catedral Nueva de Salamanca, aunque algunas reliquias fueron trasladadas a Sahagún, su lugar de nacimiento.

 

Fue beatificado y finalmente canonizado en 1691 por el papa Alejandro VIII, que no pasó por alto los milagros que se contaban de él.

 

En su juventud al servicio de la orden de los agustinos, se cuenta que multiplicó el vino cuando se gastó en una comida, ante el asombro de sus hermanos religiosos, que veían que al pasar el vino por sus manos nunca se gastaba.

 

Los milagros más conocidos atribuidos a San Juan de Sahagún son conmemorados y recordados con el nombre de las calles de Salamanca donde sucedieron: la calle del Pozo Amarillo y la calle del Tentenecio.

 

En la actual calle del Pozo Amarillo existía un pozo que abastecía de agua a esa zona de la ciudad. La leyenda cuenta que un niño se precipitó accidentalmente a las aguas del pozo en el año 1475. San Juan de Sahagún, enterado de que un niño se había caído al pozo, estiró la cíngula de su sotana al fin de que el jovenzuelo se agarrara a ella y pudiera subir. Pero era insuficiente, ya que el pozo era lo demasiado profundo como para que la sotana del religioso no llegara a las manos del niño. Al ver que no llegaba su cíngula,  el santo hizo prodigiosamente que el agua del pozo aumentara hasta la superficie arrastrando al niño hasta que su madre pudo cogerlo incrédula con sus propias manos.

 

 

En la calle del Tentenecio se recuerda uno de los milagros más sonados del santo. San Juan de Sahagún se encontraba paseando en las calles aledañas de la Catedral Vieja cuando fue alertado por una muchedumbre que gritaba de miedo. Un toro bravo se había escapado de su lugar habitual, desatando el pánico en las calles salmantinas.  Al encontrarse con el morlaco en una cuesta, el religioso gritó fuertemente “¡Tente, necio!”, que hizo que se deteniese bruscamente el animal, convirtiéndose en dócil y manso.

No sé si en realidad el toro se paró a causa de las palabras de Juan de Sahagún, o si fue porque la cuesta que había tenido que subir el res es digna de mencionar, pero la cuesta a raíz de los hechos se llamó Tentenecio...

 

 

Antes de morir, los salmantinos decían que Juan de Sahagún había liberado a la ciudad del tifus que tanto perjudicó al país.

 

Ese joven que partió un día desde Sahagún y se convirtió posteriormente en uno de los habitantes más famosos que ha tenido Salamanca, ha quedado marcado a fuego en el inconsciente salmantino, debido a los prodigios que se contaba sobre su persona y por dar por finalizada un conflicto que agotó a los salmantinos como fue la Guerra de los Bandos.

 

 

      2. LOS MILAGROS DE LAS VÍRGENES ENCONTRADAS, ¿VÍRGENES  

           NEGRAS?

 

En la primera parte de nuestro viaje por los misterios que encierra Salamanca dedicaba un apartado para desmenuzar la historia de la Virgen de la Peña de Francia y a dar conocer el profundo misterio que guardan las Vírgenes Negras que poseen las mismas características alrededor de todos los lugares donde han aparecido o se han encontrado.

 

Las Vírgenes Negras tienen un significado esóterico, que no quepa ninguna duda. Pero han sido mutiladas en innumerables ocasiones, consideradas de poco valor y siendo víctimas de actos de puro desconocimiento. Muchas de ellas desaparecieron en guerras religiosas, por los incendios provocados en el siglo XVIII con las revoluciones obreras o por la incontrolada venta a particulares que las adquieren como un burdo adorno.

La mayoría de las Vírgenes Negras han sido repintadas con colores con el paso del tiempo, porque se pensaba que el tono negruzco era un desgaste provocado por la antigüedad o, directamente, se conocía el significado de ellas y debía ser destruido ese conocimiento.

 

Pero, a pesar de las restauraciones o mutilaciones que hayan sufrido las Vírgenes Negras,  siguen teniendo un carácter esotérico, iniciático. Y ese sentido oculto todavía se conserva en los milagros y leyendas que se atribuyen a estas efigies en la tradición, que siempre juega a favor en estos casos de abandono por la verdadera condición humana.

 

El mayor investigador sobre el misterio de las Vírgenes negras es Jacques Huynen con su ensayo “El enigma de las Vírgenes Negras”. En España también se ha hablado de ha realizado un recorrido por las egifies negras más famosas del país de la mano de Miguel Ballbé y “Las vírgenes negras y morenas en España”. Estos investigadores son unos pioneros, ya que los investigadores apenas han investigado sobre el porqué de estas estatuas religiosas y su tono negruzco.

 

Huynen estudia las grandes semejanzas que existen entre todas estas vírgenes de la Europa Occidental, aunque no las considera idénticas, ya que cada una responde a un fin diferente. Para él, el producto de estas efigies sería la propia civilización iniciática medieval, que vivió una gran etapa de esplendor en cuanto a conocimiento gracias a órdenes religiosas como los benedictinos, cluniacenses, cistercienses y finalmente la Orden del Temple (los Templarios).

 

También el investigador francés habla de unos pasos que se cumplen a la perfección en el instante del descubrimiento de una de estas Vírgenes.

Las Vírgenes Negras aparecen milagrosamente siempre en algún enclave con un alto grado de teluricidad, lugares de poder, como pueden ser montes, bosques, cuevas o manantiales. Casi siempre son encontradas o rescatadas por gentes del pueblo llano y pastores, que ven una extraña luminaria que emana desde el enclave de poder, que provoca que los testigos se acerquen al lugar y se topen con el hallazgo de una Virgen. Al convencerse de que eso es un milagro, los pastores acuden a los clérigos para trasladar a la imagen mariana encontrada, pero la estatua se resiste a abandonar su lugar de aparición, volviendo misteriosamente y por sí sola al lugar del hallazgo o haciéndose más pesada en el acto del traslado al santuario. Esto es interpretado como un milagro más, que será objeto de devoción de una manera distinta a las veneraciones que se llevan a cabo con otras imágenes de la Virgen.

También hay que citar que la tradición cuenta que estas estatuas negras eran realizadas por San Lucas, aunque el Evangelista no las tallaba sino que las pintaba en cuadros.

 

Estos parámetros se cumplen en España minuciosamente, aunque las diferencias de las Vírgenes Negras españolas y francesas son muy diferentes en cuanto a tamaño y dimensiones se refiere, a excepción de las encontradas en Cataluña, como la de Montserrat, las del Valle del Boi, Solsona, Torreciudad...

Por ejemplo, la Virgen de Montserrat fue hallada en la Santa Cueva en el año 880 y se resistía a su traslado a Manresa. O la Virgen madrileña de Atocha, fuente de muchos milagros, se dice que esculpida por el mismísimo San Lucas y que se encontró incrustada en un árbol de un campo no lejano a la capital de Madrid.

 

En Salamanca se han encontrado tallas de vírgenes que si bien no son negras en la actualidad, pudieron serlo en un pasado según mi opinión. El porqué de mi insinuación se basa en el estricto cumplimiento de las características propuestas por Huynen.

 

La Virgen de los Caballeros que se venera en el pueblo de Villavieja de Yeltes, recuerda su milagrosa aparición. El territorio perteneció a los Caballeros Templarios durante la Reconquista hasta la desaparición de la orden. Según cuenta la tradición, en un día en que unos templarios se encontraban cazando en los alrededores de Villavieja de Yeltes son cegados prácticamente por una luz que procedía de una sima. Los Templarios se acercaron a la sima para ver qué provocaba esa emanación luminosa y se encontraron con una imagen de la Virgen mayestática con un brazo levantado en señal de bendición.

Tras el sorprendente hallazgo por los Templarios, tan relacionados con el enigma de las Vírgenes Negras por sus conocimientos esotéricos, trasladaron la talla mariana al pueblo. Pero en el camino se encuentran con unos pastores que al ver que los caballeros portaban una Virgen que habían encontrado en una sima, entraron en discusión con ellos porque pensaban que la estatua de la Virgen les pertenecía. En ese momento notan cómo la Virgen los observa atentamente, mirada que los miembros de la discusión ven como una señal. La discusión acaba en concordia y deciden levantar una ermita allí mismo.

En agosto, en la localidad de Villavieja de Yeltes se celebra una singular procesión de la Virgen de los Caballeros, realizada por la noche con la oscuridad similar a la que posee el negro tono de las Vírgenes, y entre velas, que siempre acompañaban a su alrededor a las Vírgenes Negras en los santuarios, y de ahí que se diga que son ngeras por el humo de los cirros.

 

 

 

La Virgen de los Caballeros en Villavieja de Yeltes es un ejemplo claro, pero no el único. La Virgen de El Cueto es la patrona de los ganaderos en Salamanca gracias a una leyenda y un milagro que trae consigo. La imagen, según la leyenda, fue encontrada por un padre y un hijo mientras estaban en el campo vigilando a las vacas que tenían. El hijo del vaquero comienza a tener sed por el calor, pero había el problema de que el agua se había agotado. De repente, del suelo comienza a brotar agua procedente de un manantial, acompañado por la imagen de la Virgen. Como milagro que fue, en ese emplazamiento se erigió la ermita de Nuestra Señora de El Cueto, en Campo Charro.

 

También podemos mencionar la devoción que despierta la Virgen de Valdejimena, en la frontera de Salamanca con Ávila. En ella se cuenta que un vaquero llamado Juan Zaleos se topó con una imagen de la Virgen incrustada en una encina al perseguir a uno de sus toros, que condujo al vaquero hasta el árbol.

Tras el hallazgo, Juan Zaleos llamó a las autoridades del pueblo para que vieran el milagro de esa aparición y para demostrar que no había sido producto de una imaginaria visión.

Las autoridades trasladan a la imagen de la Virgen hasta el Santuario donde hasta día de hoy se guarda  y se saca en procesión en los primeros días de mayo entre ramos y flores, ante el enorme júbilo que desata.

 

 

Al haber realizado este corto pero provechoso recorrido por las Vírgenes encontradas de Salamanca, ya entendéis esa suposición que realizo. Las características de las historias, leyendas y milagros atribuidos a estas tallas de la Virgen, así como las dimensiones y forma, me hacen pensar muy fuertemente en que son Vírgenes Negras y que fueron repintadas para ocultar la negrura de la talla o restauradas por el paso del tiempo. Empero ese sentimiento mágico que las delata es esas tradiciones de leyendas y milagros que siguen y seguirán causando especial devoción en los peregrinos, que son los que hacen que el viejo simbolismo de estas estatuas de vírgenes permanezcan vivas.

 

 

 

                 3. APARICIÓN MARIANA DE NAVASFRÍAS, ¿ REAL O FRAUDE?

 

 

Un lugar que supuestamente es elegido por la Virgen para aparecerse y mandar su peculiar al mensaje a la población, créanlo o no, es una fuente inagotable de ingresos de todo tipo.

Ese enclave exacto donde la Madre de Dios ha escogido para dar “muestra de su existencia” tiene una evolución clara. Nada más ser vista por alguna persona, normalmente pastores o campesinos, toda la localidad comienza a tener a tener visiones con los correspondientes mensajes lanzados directamente desde la figura de la Virgen. De la locura local suscitada desde un principio por una única visión, la noticia salta a los medios de comunicación regionales, que hacen que atraiga a peregrinos a nivel provincial. Tras la llegada de gente de toda la provincia, ese fenómeno de masas adquiere carácter nacional debido a que se ha transformado en una noticia que debe conocer todo el país.

Tras estar todo un país con los ojos fijados en un pueblo concreto donde la Virgen ha hablado, comienzan a interesarse los extranjeros. Al cobrar un sentido más internacional es inevitable que entre en juego la Iglesia, que nota que es un tema que concierne a la máxima institución religiosa.

Llegados al punto que la Iglesia toma cartas en el asunto para juzgar la realidad o no del fenómeno, comienza la agonía o la definitiva fama del lugar para ser añadido a la geografía mariana. Si la Iglesia da como veraz la aparición ese pueblo será conocido mundialmente y se llenará de peregrinos de todas las partes del mundo. En cambio, en la

 

otra cara de la moneda aparece un no por respuesta, que desembocará que el lugar sea desprestigiado y en muchos casos silenciado a la fuerza si la movilización mariana no cesa en su empeño.

 

Es normal que muchos enclaves se hayan querido situar a la altura de Fátima o Lourdes. Una aparición de la Virgen y su aceptación por la Iglesia da muchísimo dinero, debido al turismo y todo lo que gira en torno a él. Queda lamentable, sí, pero es una realidad. Realidad que supera en la mayoría a los supuestos fenómenos de apariciones marianas.

 

En España tenemos algunos casos muy famosos en todo el mundo donde el tema de debate es la Virgen y sus mensajes a determinados visionarios. Para los más fervientes creyentes es una señal inequívoca de la presencia de la Virgen entre nosotros; para los menos creyentes, es un fenómeno de masas creado por un hecho de dudosa veracidad. Lo cierto que existen muchos lugares que colmaron durante un tiempo las portadas de diarios como Garabandal, Ezquioga o El Escorial.

 

Y la provincia de Salamanca también su rama mariana que no es muy conocido, pero que es singular por su pequeño alcance gracias a la rápida intervención de un clérigo ilustrado  que sabía perfectamente del negocio que perseguía una aparición mariana.

 

Nada más acabar la Guerra Civil en 1939, comenzaba la etapa de posguerra, muy dura en todo Salamanca y, cómo no, en Navasfrías.

Navasfrías, como pueblo que era, sufrió como todas las localidades de pequeño tamaño la fase de mayor hambruna de España en el siglo XX.

 

En Navasfrías había un cura llamado Matías García, que no era un clérigo cualquiera. A diferencia de la mayoría de los religiosos, adoptó una postura escéptica ante sucesos como las apariciones marianas en la localidad portuguesa de Fátima. Lo ocurrido en ese pequeño pueblo portugués estaba muy reciente, ya que el peregrinaje para visitar un lugar donde la Virgen se había presentado se contaba por muchos miles.

Matías García combinaba su función de cura con la de escribir poemas y canciones populares, que firmaba con el seudónimo de “Azabeño”. Sus creaciones líricas trataban sobre las tradiciones existentes en diferentes puntos de la provincia salmantina y su transmisión de generación en generación. Esta actividad hizo que Matías García “Azabeño” no cayera en supersticiones y falsas creencias sin antes realizar un pormenorizada investigación del asunto. Y ese detallado análisis se vio puesto a prueba en la posguerra.

 

 

Un día de esos veranos calurosos que de vez en cuando sacuden a Salamanca, Matías García fue visitado por un exaltado pastor que hablaba atropelladamente. Su agitado mensaje: su hija había visto a la Virgen mientras él guardaba a las ovejas.

 

El taciturno cura constestó al sorprendido pastor que diera de comer y beber más a menudo a su hija para evitar que tuviera  alucinaciones.

 

 

El pastor, no convencido en las palabras de Matías García, hizo correr el rumor por toda Navasfrías de que su hija era el receptor de mensajes procedentes de Nuestra Señora. Como el proceso anteriormente enumerado, pronto los vecinos de Navasfrías comenzaron a decir que ellos también presenciaban a la Virgen, añadiendo que las visiones venían acompañadas de estigmas y de comportamientos extraños e imposibles, propios de un estado de éxtasis al más puro estilo de Santa Teresa de Jesús.

Incluso en medio de ese caluroso verano, un día de viento hizo que los vecinos dijeran que aquello no era otra cosa que el soplo de la Virgen que venía a ayudar al pueblo elegido para transmitir sus profecías.

 

Matías García, sorprendido por la rápida difusión, siguió fiel a su teoría y no movió un ápice en su explicación, que ahora había tomado un tono irónico, pues ya no sólo tenía que comer la hija del pastor, sino todo el pueblo de Navasfrías.

 

El cura tomó cartas en el asunto para que aquello no transcendiera más allá de las fronteras del pueblo, por lo que empezó a desacreditar las apariciones de Navasfrías. Si no habían tomado en serio a Ezquioga, donde la Virgen anunciaba a dos hermanos en 1931 que en 1936 iba a ocurrir una guerra entre hermanos (Guerra Civil) cumpliéndose la profecía y trayendo a miles de devotos en pocos días, iban a tomar en serio a un pueblo que se estaba inventado las apariciones marianas.

 

 

Al final y ante la presión de “Azabeño”, los habitantes de Navasfrías reconocieron que era una estrategia para seguir el camino de Fátima, con el objetivo de atraer gran afluencia de turismo y peregrinos que pusieran al pueblo en el mapa y que aplacara los graves estragos que estaba provocando el hambre de la posguerra en la mayoría de las familias españolas.

 

 

          4.  LOS INCENDIOS DE LA IGLESIA DE SAN MIGUEL  ARCÁNGEL 

              EN PEÑARANDA DE BRACAMONTE  Y SANTA TERESA DE JESÚS.

 

 

Ya hemos viajado antes a Peñaranda de Bracamonte por un hecho catastrófico, pero tenemos que volver a esta localidad para hablar de una leyenda que tiene una relación directa con ese desastre y que viene desde mucho tiempo atrás, como maldición que nunca desaparece y con la que tenían que vivir los peñarandinos a sus espaldas.

 

Si hay un templo religioso que destaca sobre las demás casas de Peñaranda ésa es la iglesia de San Miguel Arcángel. Construida sobre un antiguo templo románico, fue edificada a mediados del siglo XVI y finalizado en el año 1590, bajo el mecenazgo de don Gaspar de Bracamonte, que había traído de Italia las nuevas corrientes arquitectónicas renacentistas, que se plasmaron en la construcción de la iglesia, con esa búsqueda de la perfección a través del equilibrio y la proporción.

 

 

 

Su interior fue decorado por todo tipo de ornamentos religiosos, añadiendo las sillerías y los retablos que tan de moda estaban en la época del Renacimiento y más si cabe en el Barroco. Destaca la decoración que corrió a cargo de Esteban de Rueda, que realizó esculturas con temática religiosa como la entrega de la casulla de la Virgen a San Ildefonso o los Desposorios de la Virgen, que sobresalían en el retablo.

 

La iglesia de San Miguel Arcángel pasaría sin pena ni gloria en Salamanca, de no ser porque arrastra una leyenda negra desde casi el momento de su construcción. Leyenda negra que desgraciadamente se ha ido cumpliendo con el paso del tiempo, y que tiene como protagonista a Santa Teresa de Jesús, una de las protagonistas de grandes milagros, pero en este caso sacó a relucir un lado rencoroso que no era el habitual en su forma de ser.

 

El personaje de Santa Teresa siempre ha ido a caballo entre la santidad y el mal. Para muchos era una santa en vida, pero para otros era una hereje sin escrúpulos. Y esto segundo pensaría la priora de la iglesia de las Carmelitas, que a la petición de conseguir cobijo de Teresa de Ávila, ésta se negó rotundamente.

Ante la negativa de las Carmelitas, a Santa Teresa no le quedó más remedio que ir pidiendo alojamiento por las casas de Peñaranda de Bracamonte, que también se negaban a satisfacer las necesidades de la beata.

 

Cansada, Santa Teresa de Jesús entró en cólera llena de rencor por aquellos vecinos que tan mal la estaban tratando sin que ella los hubiera perjudicado de ninguna forma. Entonces decidió cobrarse su venganza contra los peñarandinos en forma de lanzamiento de una maldición, que haría que más tarde los habitantes de Peñaranda se arrepintiera de no haber hecho caso en sus pretensiones a la santa: Peñaranda y sus vecinos serían testigos de tres incendios en el edificio que más les ilusionaba, o sea, la iglesia de San Miguel Arcángel, que en esa época todavía estaba construyéndose.

 

La maldición de Santa Teresa tardó tres siglos en comenzar, pero tristemente comenzó.

 

El 16 de agosto de 1883 cayó sobre la iglesia un rayo que la destruyó parcialmente, debido a que su tejado y muchos de sus elementos arquitectónicos eran de madera.

 

El segundo incendio fue el ya comentado incendio de “El Polvorín” nada más acabar la Guerra Civil el 9 de julio de 1939, que arrasó la mitad del pueblo de Peñaranda y supuso la muerte de una centena de vecinos. Ese día, el interior de la iglesia de San Miguel Arcángel estaba repleto de practicantes ya que se estaba celebrando misa, por lo que a los daños materiales se sumaron los daños personales.

 

 

El tercer y último incendio de grandes proporciones vivido por la iglesia fue el ocurrido en la noche del 7 al 8 de agosto de 1971. Un incendio surgido en la iglesia de San Miguel Arcángel del cual no se saben las causas en su totalidad, marcó un antes y un después en la historia local del pueblo, reviviendo viejos fantasmas. Todo el interior del templo religioso fue pasto de las llamas. El retablo y sus estatuas, los sillares y los frescos

 

desaparecieron completamente a causa del fuego. Los vecinos intentaron salvar las creaciones artísticas que identificaban a Peñaranda, pero el ejercicio fue en valde. No se pudo recuperar nada, excepto el Cristo de la Cama, al que se le han otorgado varios milagros.

 

Este cristo estaba en la desaparecida ermita que se encontraba en la entrada del pueblo, que fue arrasada durante la invasión francesa. Se cuenta que, cuando iba a ser expoliada, los caballos de los franceses se negaban a entrar a destrozar la ermita porque el Cristo lo impedía. Finalmente el Cristo de la Cama pudo ser salvado de la primera destrucción y posteriormente fue trasladado a San Miguel Arcángel, donde se salvó de las llamas de 1971.

Vecinos cuentan que en la noche del incendio de agosto de 1971, cayó un escombro en la cabeza de las personas que estaban socorriendo al cristo, y al portar al cristo milagroso no les ocurrió nada. Al menos una ínfima alegría en ese desgraciado suceso.

Este suceso me recuerda mucho por su gran similitud al ocurrido en un incendio sucedido  la madrugada del 20 de septiembre de 1993 en la localidad almeriense de Dalías, que bien investiga Alberto Cerezuela en su obra “Almería. Secretos y misterios”, donde tras acabar unas fiestas muy importantes, el techo de la iglesia de Santa María de Ambrox se hundió pasto de las llamas. Los devotos entraron a salvar del incendio al Cristo de la Luz, y tras sacarlo de la quema, los salvadores decían que encima de sus cabezas cayó una parte del techo y milagrosamente no les mató. Véase la similitud en todos estos casos.

 

 

Los tres incendios golpearon de lleno a la iglesia de San Miguel Arcángel, como anunció en su mal de ojo Santa Teresa de Jesús que, haciendo uso de sus poderes sobrenaturales, los utilizó de muy mala forma para los peñarandinos, que han pagado duramente la ofensa realizada a la santa hace más de cuatro siglos, pero sobre todo la más perjudicada ha sido la iglesia de San Miguel Arcángel que por aquel entonces todavía se estaban construyendo.

 

 

 

 

 

 

 

                                    5. LOS CRISTOS MILAGROSOS DE SALAMANCA.

 

 

Ya hemos contado el caso del Cristo de la Cama de Peñaranda de Bracamonte, pero no es de extrañar de ningún modo que esa historia se repita alrededor de toda España y , por lo tanto, en Salamanca.

En la provincia no es el único caso el de Peñaranda, pues cristos hay muchos , por lo que también tiene que existir alguna historia más relacionada con cristos que tiene  la virtud de poder hacer milagros.

 

Es curioso pero, como los hallazgos de las estatuas de las Virgen seguían un  proceso determinado de pasos a seguir en el momento del descubrimiento y creación de la  leyenda, los cristos milagrosos también prestan atención a una serie de circunstancias   con parecidos más que razonables.

 

 

El cristo milagroso, como su propio nombre indica, realiza prodigios que no se salen de una raya marcada.

Su forma de hallazgo puede ser distinta: en lugares costeros, el cristo aparece  en  una caja en una especie de barca en el mar durante un día de fuerte temporal; en el interior pueden aparecer o bien en algún enclave considerado de poder por antiguos cultos paganos ( como las Vírgenes), o en algún templo cristiano que esconde al cristo por miedo a ser profanado por los musulmanes y después es reencontrado por los reconquistadores cristianos tras emanar éste una potentosa luz (los conocidos como Cristos de la Luz).

 

No es extraño ver en los cristos atributos humanos para dar mayor realismo a la imagen. Muchos cristos llevan incorporado pelos de personas que han fallecido, uñas naturales tanto en pies como en manos o piel muerta de personas. En la actualidad dan bastante grima, pero en siglos no muy pasados era tradición  añadir a los cristos de madera estos complementos para que “el Hijo de Dios cobrase vida”.

 

En cuanto a la producción de milagros, los cristos milagrosos los realizan en momentos de crisis moral, en mitad de una disputa o en ocasiones drámaticas donde los beneficiados del milagro sufren de algún problema físico como pueden ser los paralíticos o los ciegos. La mayoría de los casos de milagro por las imágenes se dan en conflictos como la Reconquista contra los musulmanes o la invasión francesa que provocó la Guerra de la Independencia (1808-1814) y durante las desamortizaciones. En la invasión francesa serviría para moralizar a los campesinos y poner del lado español a Dios en la guerra, que siempre es un aliciente. En las desamortizaciones del siglo XIX, los milagros sirven para mostrar la negativa de Dios ante los actos que suponían la expropiación de los bienes eclesiásticos por parte del Estado, que recuerda facilmente a la frase de “Dar al César lo que es del César; dar a Dios lo que es de Dios”.

 

 

Salamanca tiene multitud de cristos milagrosos que cumplen a raja tabla los caminos analizados.

 

El Cristo de las Cabrera se encuentra en una ermita a apenas tres kilómetros de Las Veguillas. Fue hallado por un pastor y su hijo, que lo encontraron en una encina de las dehesas que rodean a Las Veguillas. Por su tamaño considerable, el pastor recurrió para su traslado al pueblo un carro movido por mulas.

En el camino al pueblo, vio que las mulas de carga se quedaron paradas. El Cristo de la Cabrera había aumentado misteriosamente su peso e impedía que los animales tiraran del carro donde iba por su desmedido peso.

El pastor vio esto como una señal proveniente directamente del Señor, por lo que contó la experiencia milagrosa del Cristo a las autoridades, que no tardaron en levantar una pequeña ermita en el lugar exacto donde se había descubierto por el humilde vecino de Las Veguillas para albergar a la imagen del cristo crucificado. El rechazo a ser trasladado se ha repetido en varias ocasiones, por lo que a día de hoy el Cristo de la Cabrera sigue en el lugar exacto de su aparición en el santuario levantado en su honor.

 

 

El siguiente suceso tiene lugar en la misteriosa Alberca, donde tienen especial veneración al Cristo del Sudor, del que se dice que sudó y sangró enigmáticamente en el siglo XVII ante una peregrina libre de pecados con problemas de visión que se dirigía a la sierra de Francia en una peregrinación con el fin de intentar placar esa pérdida de visión que tan insoportable le hacía la vida.

 

 

Y no podíamos abandonar este corto pero provechoso viaje por los cristos milagrosos más reseñables de Salamanca sin acudir al interior de la Catedral Nueva de la capital donde en el Cristo de las Batallas da nombre a una capilla dedicada a este Cristo.

El Cristo de las Batallas es una imagen románica de la que se cuenta que fue encontraba por el obispo guerrero Jerónimo de Perigord, que acompañaba al Cid en sus derroteros y correrías por los territorios musulmanes en época de Reconquista. Según la leyenda, encontraron al Cristo de las Batallas tras derrotar a las musulmanes en una mezquita que anteriormente había sido un templo visigodo, al ser advertidos por una extraña luminaria que indicaba el lugar donde estaba escondida la imagen. La historia del Cristo de las Batallas de la Catedral de Salamanca es muy parecida a la de la Mezquita de la Luz de Toledo, donde el Cid acompañado del rey Alfonso VI al tomar la ciudad se encuentran una imagen acompañada por un fuerte resplandor que ayuda en su descubrimiento. A partir de ahí se llevaba a todas las batallas. También tiene su milagro, en el que salva a un albañil llamado Alonso Paz , que fue alcanzado por el desprendimiento de una piedra de la bóveda de la Catedral de unos 65 kilos de peso. Tras estar inconsciente durante horas, el albañil despertó gracias a su fuerte devoción al Cristo de las Batallas. La piedra desprendida está expuesta no muy lejos del cristo y el hueco que dejó en la bóveda todavía se conserva. También se realizó un fresco en el que un hombre vuelve a la vida para recordar el milagro.

Los milagros no sabe bien si son creados por las imágenes en su inmensa inteligencia o por los creyentes que necesitan ese halo milagrero para poder sobrepasar los problemas cotidianos, como instrumento de evasión o de necesidad de creer en algo. Como diría el escritor británico Gilbert Keith Chesterton, “Lo más sorprendente de los milagros es que ocurren”. La frase lo dice todo.

 

 

 

                              LA SALAMANCA RELICARIA

 

 

Allá por la Edad Media, la devoción a todo personaje relacionado con el catolicismo llegó a unos límites tan exagerados y desorbitados que no se dudaron en despedazar los restos de santos y personajes clave del cristianismo, aunque sus cuerpos nunca se encontraran o no se hubiera demostrado su existencia: las llamadas reliquias.

 

Alrededor de toda la Europa católica comenzó a existir un auténtico mercado y un trajín de reliquias, atentiendo a la necesidad de los hombres a tener muestras tangibles y materiales de la existencia de enlaces divinos en la Tierra.

Movidos por esa devoción, las reliquias se multiplicaron por millares en un auténtico mercado que fabricaba  y distribuía esos objetos o restos sagrados con un fuerte negocio económico.

 

En esa necesidad de la población en  aferrar sus creencias y su fe cristiana, se levantaron templos religiosos única y exclusivamente para albergar determinadas reliquias y así facilitar el culto a los devotos de éstas, que las veneraban con gran fervor, propio de la Edad Media.

Además la posesión de ciertas reliquias daban cierto prestigio a aquellas catedrales, iglesias y ermitas que tuvieran la fortuna de darlas cobijo, pues las peregrinaciones a estos lugares causaba gran furor y animaba a más gente a acudir en masa a presenciar y adorar a las reliquias. Tampoco hay que olvidar que a muchas reliquias se les atribuyen milagros y prodigios que no hacían más que aumentar el fervor que desetaban.

 

Y la devoción por las reliquias, por muy insólitas que fueran, no se limitaban a las clases populares, sino que entendía de posición social. Grandes reyes y príncipes se interesaron por poseer la mayor colección de reliquias posibles para así demostrar su gran compromiso con la religión.

Felipe II, uno de los reyes más famosos de la Historia, en su propósito de convertirse en el paladín del catolicismo, mandó traer de todas partes de su vasto Imperio todo tipo de reliquias con el fin de crear la mayor colección de enseres y huesos pertenecientes a santos que nunca se había visto. No se sabe muy bien esa obsesión por las reliquias de Felipe II, si eran para intentar mitigar sus fuertes dolores que le provocaba la enfermedad que padecía o, por el contrario, servían como demostración de su defensa a ultranza del catolicismo del Imperio español  frente a los reinos protestantes. Lo que si se sabe es que todas esas reliquias acumuladas durante su reinado, más de 7000,  se conservan en El Escorial, su construcción más insigne.

 

Es bien sabido que las propiedades curativas atribuidas a las reliquias serían un motivo más que suficiente para acudir en masa a esos santuarios donde estaban expuestas al público. Esa capacidad prodigiosa de sanar y condición de milagrera, la reliquia llegó hasta a potenciar núcleos urbanos o rurales que estaban abandonados a su suerte y que aparecían en los mapas sin pena ni gloria, como una población corriente que no destacaba por nada.

 

El mercado que suscitó las reliquias provocó que muchos comerciantes sacaran beneficio ilegalmente, ya que se vendían incluso de santos inexistentes, de Jesús, de la Virgen María... incluso de un rayo de la Estrella de Belén que se conserva en El Vaticano.

 

Pero no voy a centrarme en ese escándalo del tráfico de reliquias, sino lo que significó para aquel hombre medieval que veía a Dios por todas partes. Nos centraremos en las reliquias más curiosas que se pueden encontrar en toda Salamanca así como las historias que llevan consigo muchas de ellas, que vienen a sacar a colación ese deseo de avivar con objetos materiales esa ejemplaridad santa tomada como modelo a imitar.

 

 

 

               1. EL “LIGNUM CRUCIS” DE LA COFRADÍA DE LA VERA CRUZ

 

 

“Si juntaramos todos los trozos de la cruz se podría cargar un navío de alta borda”. Sabia pero exagerada respuesta que daba Calvino, referencia del protestantismo y que no aceptaba el culto exagerado a las reliquias.

 

En realidad la frase de Calvino no responde a la investigación fehaciente que realizó el arquitecto francés Charles Rohault de Fleury, que publicó en 1870 “Les instruments de la passion” donde contaba, según él, todos los lignum crucis (las conocidas astillas de la cruz donde murió Jesucristo) apenas llegarían a un tercio del tamaño de la cruz donde murió el Nazareno.

 

El lignum crucis, como se refleja, es una de las reliquias más repartidas por toda la cristiandad. Multitud de astillas supuestamente pertenecientes a la cruz de Cristo son expuestas con reliquias. Pero cabe añadir que la duda nace en cuanto se ve que cada astilla es de un tipo de árbol diferente; y la cruz donde murió Jesús no estaría hecha por maderas de distintos árboles. O por lo menos eso pienso...

 

Dejando de lado un instante la veracidad o no de todos los lignum crucis que existen alrededor del mundo, que queda claro que mucho tiene que ver ese mercado incontrolado de reliquias para satisfacer el deseo de los más fervientes devotos, analizaremos que en realidad el lignum crucis y las propiedades curativas que atribuirían los más creyentes, está muy relacionado con la influencia de otras religiosas y de los cultos tildados de paganos.

Muchos de vosotros han oído el decir popular de “tocar madera” que para los supersticiosos daría fortuna ese acto en diversas actividades. El acto de tocar madera en un contexto cristiano viene a recordar el momento después de acabar las misas, donde el párroco de la iglesia se paseaba por los bancos para que los feligreses pudieran tocar y besar la reliquia. Pero esta tradición más que cristiana, es cristianizada.

 

Se sabe que en el panteísmo de los celtas, presentaban especial devoción a los árboles, que eran considerados como sagrados. Los árboles serían para los celtas la morada o el hogar de esos dioses protectores, por lo que no es de extrañar que a cada clase de árbol se le atribuyera un dios, que sería el que viviría entre sus ramas y raíces. La creencia céltica de la sacralización del árbol se asemeja mucho a la religión de los parsis, rama del zoroastrismo, situada en el oeste de la India. A pesar de la distancia, los cultos son muy similares, y de las culturas anteriores bebió directamente el cristianismo, que incluyó en su tradición de una forma específica para que encajase en el credo.

 

El origen de la veneración del lignum crucis tiene su leyenda, que para conocerlo hay que remontarse hasta el siglo III cuando la emperatriz Elena, madre del emperador Constantino el Grande que legalizó el cristianismo en el Imperio romano, viajó a Jerusalén en busca de los restos de Jesús. Se cuenta que Elena era cristiana, y que sus creencias influyeron en la decisión de su hijo en permitir una religión que era perseguida.

En el viaje a Jerusalén, el ejército que llevaba consigo descubrió mediante una excavación el sepulcro donde estaba enterrado Jesucristo ( el Santo Sepulcro) y dentro de él había los trozos partidos de la cruz. Esta leyenda es de dudosa veracidad, pues la emperatriz Elena era  muy dada a exagerar y a distorsionar la realidad, pero indudablemente caló muy hondo en los años posteriores del cristianismo.

 

Otros han querido ver el origen de esta reliquia en los Templarios, traída por la Orden del Temple durante las campañas militares en Tierra Santa, englobándose en esos misteriosos tesoros que descubrieron en donde se situaría el Templo de Salomón como mencionan las tradiciones medievales. Éste pudo ser el inicio de la expansión del lignum crucis por España, ya que la presencia templaria fue muy notable en toda la Península Ibérica.

 

La reliquia de los trozos de la cruz donde murió Jesús está muy arraigada en España. Encontramos, por ejemplo, el lignum crucis de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) que escuchando el estudio realizado en 1958 por el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias Agrarias de Madrid, la reliquia pertenecería a un ciprés mediterráneo situado en la zona de Palestina y que tendría dos mil años de antigüedad. También la reliquia cántabra, traída por Santo Toribio hasta la Liébana, es considerada como el mayor lignum crucis que existe, esto es, el trozo de la cruz más grande de la cristiandad.

 

Otra madera que trae especial devoción es la de Caravaca de la Cruz (Murcia), con una historia de Templarios a sus espaldas. No sé si se habrán dado cuenta pero donde hay Templarios, hay misterio.

 

Las iglesias y hermandades que reciben el apelativo de la Vera Cruz es porque tienen o han tenido entre sus pertenecias al menos una supuesta astilla de la Cruz de Cristo. Y aquí llegamos a Salamanca, de la mano de la Cofradía de la Vera Cruz, que en sus procesiones durante la Semana Santa saca a relucir por las calles su más preciado tesoro que guarda.

 

El lignum crucis de la Cofradía de la Vera Cruz es muy pequeño, y queda incrustado en la intersección de la cruz que porta la estatua del Nazareno durante la procesión de Semana Santa.

Cuando no es sacada en procesión, las astillas son guardadas en un relicario fabricado por el platero de la ciudad salmantina Pedro Benítez en el año 1675, que se encuentra en la iglesia de la Vera Cruz de Salamanca a los ojos del público.

 

 

La historia legendaria de la reliquia de la Vera Cruz salmantina habla de que procede de Jerusalén. Volvemos a entrar en el origen que relaciona el hallazgo por parte de los Templarios de las reliquias más preciadas por el cristianismo, entre la que se encuentra la Cruz donde murió Jesús.  Tras volver de Tierra Santa, los caballeros del Temple traerían algunos trozos de la cruz a la Península, que se encontraba en período de la Reconquista, donde llega a Salamanca esta reliquia, como tantos otros lignum crucis que se encuentran disperos en Castilla. El lignum crucis estaría en manos de los franciscanos de la ciudad hasta que fray Juan de San Antonio la trasladó en el siglo XVIII a la iglesia recién construida que llevaría el nombre de la Vera Cruz, para decir que dicha reliquia se encuentra en el templo.

 

Los franciscanos han sido los propietarios del lignum crucis, que llevan ostentando en sus procesiones desde 1506, siendo el paso más conocido de Salamanca. Cabe mencionar el privilegio real de ser la única cofradía de salir en procesión concedido por del rey Felipe II, ya nombrado por su obsesión de coleccionar todo tipo de reliquias. ¿Se interesó el monarca por la cofradía gracias a que ésta poseyera una reliquia como el lignum crucis?

 

Como el lignum crucis de Salamanca, existen multitud en toda España, todos peleados en decir que el suyo es el verdadero. Esta lucha de prestigio choca también con otros países, que dicen tener la verdadera cruz de Cristo. En Roma, la basílica de la Santa Croce dice tener los verdaderos trozos de la cruz. Curiosa lucha entre las miles de astillas que pululan por toda Europa y que dicen que han visto morir al personaje más importante de la Historia. Y Salamanca puede presumir de entrar en esa lucha.

 

 

 

                       2. LA SÁBANA SANTA DE LAS AGUSTINAS DE SALAMANCA.

 

 

¿Realidad? ¿Un fraude típico del mercado de reliquias medieval? ¿Una auténtica fotografía realizada al milímetro ni más ni menos que en la Edad Media?

Estas preguntas son habituales cuando se asalta el tema de uno de los grandes misterios que encierra nuestra Historia y que tiene como escenario la catedral de Turín. En ella existe una capilla que resulta diferente a las demás. Esto se nota en el primer momento que atraviesas la colosal fachada para adentrarte en el recinto sagrado con el único fin de saber más sobre ese eterno enigma que espero que algún día ceda en su empeño de ocultar la verdad que guarda entre sus telas.

No fue complicado saber el lugar donde encontrar el motivo de nuestra visita: al final del todo, en la zona del presbiterio, una enorme cola de curiosos se creaba ante nosotros cuyo final no se veía ante la multitud de personas que formaban tal escena. Yo ya tenía experiencia ante estos casos de lugares abarrotados por piadosos peregrinos en busca de saciar esas ganas de tener delante de sus ojos lo que considerarían como una verdadera proeza que solamente está alcance de una naturaleza divina. La larga espera para presenciar cara a cara a “la Moreneta” en Montserrat me sirvió de entrenamiento, con la excepción de un punto muy importante: en la Virgen Negra de Montserrat sabía lo que buscaba y lo que me iba a encontrar; en este caso, no.

Empero del asombro ante las nuevas realidades también se vive. Quería experimentar esa sensación de haber descubierto algo fascinante. ¡ Y vaya si lo experimenté!

Tras una hora y media larga tuve ante mí una imagen que nunca olvidaré. Admiré de rodillas el artífice de muchos quebraderos de cabeza en investigadores que dieron por fracasados sus estudios. Ante mí tenía un simple relicario de madera similar a un ataúd donde se guardaba la mayor reliquia que existe para los devotos cristianos. Una persona normal se preguntaría qué tiene de grandioso ver un ataúd de madera que no posee decoración alguna. Yo pensaba lo mismo hasta que alzé la mirada y vi que la capilla estaba presidida por un trozo de tela. Pero no un trozo de tela cualquiera,no. En él había plasmada una cara. Ese preciso instante nunca lo olvidaré, puesto que lo que sentí nadie lo creería.

Lo único que puedo contar es que la hora y media de larga cola mereció la pena para arrodillarme ante la Sábana Santa y realizarme a mí mismo una pregunta que espero que algún día de mi vida pueda contestármela: ¿Quién es ese Hombre?

 

La Sábana Santa, sea de quién sea, ya es maravillosa de por sí. Pero España, que aúna un sinfín de prodigios en sus tierras, no podía quedarse atrás sin poseer objetos de tal calibre.

En Nuestra Piel de Toro encontraremos más de 20 sábanas santas, ya sean mantos o paños que reflejan una figura o imagen de alguien. Algunas, con el tiempo, desaparecieron a causa de las páginas negras de nuestra Historia; otras, permanecen impasibles ante el paso del tiempo, dando esa esencia particular que merece España y que la hace más Mágica aún.

Se tiene por auténtica a la Sábana Santa de Turín, pero en España se tiene, la que se considera como una parte de la anterior. Esta porción de la Síndone es el Santo Sudario que podemos encontrar en la Catedral de Oviedo, concretamente en la Cámara. Se cuenta que su llegada a Oviedo no fue corto ni fácil. De Jerusalén pasó por el norte de África hasta llegar a  Cartagena, donde fue llevada a Sevilla para más tarde trasladarla a Toledo. Más tarde, con la llegada de los musulmanes a la Península, se escondió en Monsacro (Asturias) para acabar finalmente en Oviedo. El Santo Sudario viajó dentro del Arca Santa junto a multitud de reliquias nombradas en “Breve sumario de las Santas Reliquias que en la Cámara Santa de Oviedo se veneran”, y que hoy en día se pueden visitar en la mencionada sala de la catedral ovetense.

 

El Santo Sudario ha sido experimento de muchas investigaciones científicas con el fin de arrojar luz sobre su autenticidad en relación con la Sábana Santa de Turín.

El iniciador de estas investigaciones fue Giulio Ricci, presidente del Centro Romano de Sindonología y miembro de la curia vaticana. Según esta investigación existe una compatiblidad entre los Sudarios de Turín y de Oviedo, argumentando el los dos lienzos poseen sangre del mismo tipo, y por lo tanto, cubrieron al mismo Hombre.                           En 1979 y a petición de Ricci, un palinólogo suizo llamado Max Frei fue el encargado de crear un informe pericial entre las dos Síndones. Frei descubrió que los lienzos de Oviedo y de Turín existen restos de polen que es típico de Palestina. También encontró restos palinólogos en el Sudario de Oviedo procedentes del norte de África, lugar en el que estuvo el Arca Santa antes de entrar a España. En 1985 el doctor Baima Bollone realizó una investigación fotográfica de diferentes maneras, de donde procede la famosa foto en negativo del rostro  del Hombre al que cubrió las Sábanas Santas.

En 1987 el Centro Español de Sindonología presidido por Guillermo Heras crea un grupo de investigación para conocer más sobre la autenticidad del Santo Sudario de Oviedo. Es en 1989 cuando obtienen el permiso de lanzarse a la aventura en busca de nuevas pruebas. Tras un año investigando en Oviedo, dieron sus conclusiones en las III Jornadas de la Sábana Santa celebradas en Valencia en 1990. Dictaminaron que el grupo sanguíneo del Sudario de Oviedo era el AB; el lienzo presentaba altos niveles de haber sido contaminado, pero no quiere decir que sea un motivo de fraude; estuvo colocado en la cabeza de un hombre adulto y éste tenía el pelo y la barba larga. En la zona suboccipital presenta heridas de un objeto punzante, la nariz la tiene reventada y desviada a la derecha. El cuerpo presentaría un edema pulmonar debido ya que muchas manchas del lienzo dan positivo al respecto. El Hombre estaba muerto cuando fue envuelto en la Sábana…

El Santo Sudario de Oviedo es el ejemplo más significativo de la Sábana Santa que supuestamente cubrió el cuerpo de Jesucristo antes de su resurrección en España, pero como he dicho antes más de 20 sábanas santas se reparten por todo el país. La mayoría son copias de la original y han estado en contacto directo con la “real” de Turín, por lo que a muchas de estas reliquias tienen fama de milagreras.

Y una de esa veintena de sábanas santas se encuentra en Salamanca, concretamente en el Convento de las Agustinas, construido en el siglo XVII frente al palacio de Monterrey. Poco después de su construcción, el convento recibió la reliquia de la Sábana Santa en el año 1665, siendo una copia de la Síndone de Turín.

Algunos dicen que esta Sábana Santa conservada en Salamanca tiene la bendición directa de la italiana, ya que según las hermanas del convento, el manto de lino estuvo en contacto directo con la Sábana de Turín. También cuentan hechos milagrosos como que se puso el manto encima de la Sábana Santa de Turín durante el día y se dejó toda la noche en esa posición. A la mañana siguiente en el manto blanco aparecía el mismo cuerpo marcado que el de la Sábana Santa de Turín, por lo que la réplica se habría hecho producto de un hecho prodigioso al alcance de Dios únicamente.

Hay que decir que el milagro de una sábana santa así como la bendición de ella se repite en todos los lugares en los que se posee una réplica de la reliquia, como en el convento de  Santa Catalina de Siena en Valladolid, con un milagro similar; o en el pueblo madrileño de Torres de la Alameda, que dicen ser los únicos en tener la bendición directa de su síndone al haber sido tocada por la de Turín.

Mi opinión es que la Sábana de Salamanca tiene su origen en el desmesurado mercado de reliquias, persiguiendo el fin de que el convento recién inaugurado adquiriera rápidamente prestigio y comenzara a ser conocido con especial devoción. Y qué mejor que ganar popularidad que con una copia exacta de la reliquia más famosa que se ha encontrado, como es la Sábana Santa.

 

Es una teoría más que plausible, ya que las grandes reliquias como el Santo Grial, la Mesa de Salomón o el Arca de la Alianza, no se han hallado. Solamente se ha descubierto la Sábana Santa, que sin entrar en detalles sobre su autenticidad, es la única gran reliquia que ha aparecido.

Y el prestigio que buscaban las agustinas de Salamanca lo consiguieron ya que la Sábana Santa salmantina es la más conocida de la ciudad junto a la Vera Cruz que en el capítulo anterior analizábamos.

La reliquia en cuestión no la pudimos observar detenidamente puesto que en el momento de visitar la iglesia agustina, ésta se encontraba solitaria sin que  ninguna hermana que perteneciera a la orden y que estuviera ligada a aquel templo pudiera atenderme. Curioso misterio el de una iglesia vacía sin ningún creyente y menos sin ningún miembro relacionado con el templo, estando en pleno centro de la ciudad...

 

 

  1. LOS RESTOS DE SANTA TERESA DE JESÚS EN ALBA DE TORMES.

 

Este año 2015 se cumple el V Centenario de una de las personajes más conocidas de la Historia de España y que ha tenido influencia en innumerables lugares del mundo. ¿Quién nunca ha visto “El Éxtasis de Santa Teresa” de Bernini o ha escuchado alguna historia relacionada con esa religiosa de Ávila?

La figura de Santa Teresa de Jesús y todo lo que gira en torno a ella es algo maravilloso. Su mística la permitía entrar en contacto con lo divino, superando ese bucle que separa lo superior a lo que no  lo es.

Nacida en Ávila el 28 de marzo de 1515 con el nombre de Teresa Cepeda y Ahumada  siempre tuvo relación con lo sobrenatural, estando en contacto directo con Dios, como así lo reflejan sus escritos en las famosas “Cartas” que escribió y que la describen tanto en su personalidad como en todo lo relacionado a sus visiones, que fueron objeto de investigación ya en su época.

De fuerte carácter, fue conocida por su fuerte poder de convicción a todo aquel que dudaba sobre su persona y más sobre lo que de ella se contaba. Así fue ganándose poco a poco a la gente y aumentando su fama a medida que pasaban los años.

Santa Teresa de Jesús tuvo también muchos enemigos, que la veían como una estafadora o como una alumbrada producto de sus herejías. Una de las grandes enemigas que tuvo fue la princesa de Éboli, que guardaba ciertas sospechas sobre la mística. Estas sospechas iniciadas por la princesa de Éboli y por la denuncia de una monja sevillana que no estaba contenta con el trato recibido por parte de la orden a la que pertenecía Santa Teresa, la Inquisición tomó cartas sobre el asunto y comenzó a investigar a la santa en busca de información en sus “Cartas” que podrían ser considerados de herejía. Consciente de que su vida iba a ser vigilada, Santa Teresa encriptó sus escritos para hacer prácticamente imposible su lectura a aquellos que no supieran descifrar el mensaje codificado en ese lenguaje convenido.

La realidad es que la figura de Santa Teresa de Jesús siempre fue a caballo entre lo divino y lo demoníaco. En sus visiones tenía encuentros con seres de todo tipo. Tan pronto veía seres de luz procedentes del Cielo y al Niño Jesús como el Infierno con seres y figuras oscuras que atormentaban a la visionaria.  Las visiones oscuras bien podían ser una prueba más que suficiente para que la Inquisición la procesara por ser una mujer herética, y ella era consciente de ella.

Santa Teresa de Ávila fue tomada por sus contemporáneos como una santa en vida, aunque hay que decir que durante su vida no realizó grandes milagros merecedores de ser nombrados. Lo que destaca de su figura son los famosos mensajes que recibía de Dios y sus tan representados éxtasis.  Cuando tenía el momento de oración, su cuerpo comenzaba a elevarse del suelo en una levitación sobrenatural que sus hermanas religiosas no comprendían. De hecho, cuando comenzaba a levitar, éstas la sujetaban ya que Teresa no se daba cuenta cuando flotaba en el aire de lo concentrada que se encontraba en entrar en contacto con Dios mediante la oración.

El contacto más famoso que tuvo Santa Teresa de Jesús con la divinidad fue ese éxtasis en el cual se le apareció un ángel portando un arco, que lanzó una flecha con fuego y se la clavó a la religiosa en el corazón. Representa la Transverberación, es decir, la unión íntima con Dios, en el que el corazón es alcanzado por una flecha de fuego. Esta unión mística con Dios fue conseguida por muy pocos, y la santa cuenta esta experiencia en su autobiografía “Libro de la Vida”.

Este éxtasis ha sido estudiado detenidamente por investigadores, que veían en la reliquia del corazón de Santa Teresa, que se conserva en Alba de Tormes, una prueba clave para demostrar si verdaderamente tenía un contacto con Dios y había atravesado un ángel con una flecha su corazón, ya que debía que tener un agujero en él, o si se tratara de una dolencia cardíaca.  El médico gallego Roberto Nóvoa Santos, reputado por la modernización de la Medicina, analizó el afibrado corazón de Santa Teresa para arrojar luz sobre un misterio que llevaba siglos en tela de juicio. Sus análisis dieron como resultado que Santa Teresa tenía problemas cardíacos y que falleció a causa de un infarto de miocardio.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, provincia de Salamanca, encontrándose su sepulcro en la iglesia de la Anunciación. Tras su muerte, pronto comenzaron a surgir rumores sobre que su cuerpo no se estaba descomponiendo, sino que  desprendía un perfume agradable. Esto condujo a que, 10 meses después, las autoridades exhumaran el cadáver y vieron qu estaba incorrupto. En este momento, su cuerpo es despedazado y entra en juego el mercado de las reliquias. Sus reliquias corrieron por Europa y algunas se quedaron en España.  La mano izquierda fue a Lisboa; el pie derecho y la mandíbula superior fue enviada a Roma; un dedo a la iglesia de Nuestra Señora de Loreto en París; y la clavícula acabó en Bruselas.

Francisco Franco tuvo en su poder la mano derecha durante todo su mandato. La consiguió al ser recuperada del bando republicano, que la había expoliado de la iglesia de la Merced de Ronda (Málaga). Franco llevaba a todas partes su reliquia más preciada y creó una especie de santuario en su hogar para rezar ante la mano derecha de Santa Teresa. A su muerte, la reliquia fue devuelta a Ronda.

En Alba de Tormes, además del sepulcro, se conserva el corazón  y el brazo izquierdo de Santa Teresa.

Pronto comenzaron las peregrinaciones al pueblo de Salamanca, atraídos por las reliquias de Teresa de Ávila. Los milagros no tardaron en llegar: se decía que las mujeres pedían por su fertilidad y en poco tiempo quedaban embarazadas; y también las curaciones provocadas por las reliquias comenzaron a correr la voz, que hacía que acudieran mayor cantidad de peregrinaciones. Fue canonizada en 1622 por el papa Gregorio XV.

Santa Teresa de Jesús no fue una mística más del Siglo de Oro español, sino que ha pasado a la Historia y será recordada para siempre por todo lo que se cuenta sobre ella. Y en la salmantina Alba de Tormes agradecen que su vecina más ilustre sea ella, la religiosa que tenía contacto directo con Dios y que tuvo una unión íntima con Él, como si fuera elegida a conciencia para albergar un aura mesiánica, que hoy sigue siendo renombrada aunque hayan pasado 500 años desde su nacimiento.

 

 

 

 

 

  1. LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS PASTORES DE LEDESMA.

 

Muchas reliquias, como ha quedado demostrado, tienen en las leyendas vinculadas a su descubrimiento a la Orden del Temple. Esta orden de religiosos con dotes de guerreros encontrarían una destacada cantidad de tesoros durante la campaña de recuperar Tierra Santa. No es de extrañar en estas circunstancias que muchas historias medievales giren en torno a los Templarios, siempre rodeados de cierto halo de misterio.

Y una de esas enigmáticas leyendas de Templarios y sus hallazgos de reliquias pertenecientes a personajes bíblicos no pasa desapercibida en el municipio salmantino de Ledesma.

Ledesma tiene el honor de guardar unas reliquias curiosas e inusuales, con sus entresijos misteriosos. Estas reliquias no pertenecen a Jesús de Nazaret o la Virgen María, ni a ningún santo al que se le asocian milagros de gran calibre. Los restos pertenecerían nada más y nada menos que a los Pastores de Belén que acudieron los primeros a visitar al Hijo de Dios recién nacido; fueron los primeros testigos en ver al Mesías que cambiaría la suerte del pueblo de Israel y reconduciría la Historia de la Humanidad.

Haciendo caso a la tradición cristiana y a los textos bíblicos, los pastores serían tres y recibirían el nombre de Isacio, Jacobo y Josefo. Los tres pastores realizaban turnos para vigilar a sus rebaños y esa noche permanecían en una gruta de un valle al este de Belén cuando fueron testigos de la aparición de un ángel que les comunicaba directamente a ellos que había nacido el Hijo de Dios que traería la Salvación al Hombre y que estaba en un pesebre dentro de un establo de Belén. Los pastores siguieron las indicaciones de aquel ángel celestial  y fueron en busca de aquel Niño Jesús, que finalmente encuentran rodeado de María y José en el citado pesebre.

Estos pastores, siempre haciendo caso a la tradición, murieron vírgenes un día de Navidad. Con el paso del tiempo en la gruta donde se les apareció el ángel se convirtió en un santuario, hoy día llamado la Gruta de los Pastores. Personajes como Pietro Diácono (monje benedictino del siglo XII) o san Jerónimo hablaban ya de la existencia de un recinto sagrado al que acudían peregrinos. El obispo franco Arculfo fue más allá, diciendo que en uno de sus viajes a Belén pudo ver que en la Gruta de los Pastores se rendía culto a los restos de tres pastores situados en tres sepulcros, que serían los pastores que visitaron a Jesús en su nacimiento.

La Gruta de los Pastores fue destuida con la invasión musulmana, aunque con la toma de Tierra Santa en 1099 por las tropas cristianas se volvió a tratar como un lugar de culto, ya que según las Escrituras allí se había aparecido un ángel a los primeros testigos que vieron al Hijo de Dios. El santuario se conserva hasta nuestros días con una forma de tienda de campaña que recuerda a los improvisados refugios que hacían los pastores para pasar la noche.

Pero la tranquilidad en la Gruta de los Pastores duró poco. Con el temor de la llegada de Saladino para recuperar Tierra Santa para los musulmanes, se decidió tomar todas las reliquias y tesoros que pudieran ser profanados por las tropas de Saladino. Y aquí entran en juego los Templarios, que son los encargados de dar refugio de las reliquias y tesoros religiosos haciendo que éstos fueran llevados a Europa. Y uno de esos Caballeros Templarios debía ser originario de Ledesma, que puso a buen recaudo las reliquias de los Santos Pastores tan venerados en aquella gruta de Belén en su pueblo natal.

Algo de realidad histórica tiene, porque existen documentos fehacientes que corroboran la historia de las reliquias de los Santos Pastores de Ledesma. Francisco Zato Gómez, presbítero y natural de la villa de Ledesma, cita en sus “Apuntaciones sobre las reliquias de los Santos Pastores de Belén que se encuentran en nuestra villa” escritas en 1723 dedicadas al conde de Ledesma,  se hace eco de que personajes como el obispo e historiador lombardo Liutprando de Cremona o el arcipreste de Santa Justa Julián Pérez, hablan de la existencia de las reliquias de los Santos Pastores situadas en Ledesma. También habla que las reliquias de los Santos Pastores fueron tan conocidas que el papa Inocencio XI concedió indulgencias plenarias a la iglesia de San Pedro de Ledesma donde se custodiaban las reliquias. Esta iglesia desapareció en 1728 y sobre sus restos se construirá en 1857 la nueva iglesia de San Pedro y San Fernando.

Pero muchos ven lo que aparentan, pocos lo que son. Algo así decía Maquiavelo en momentos así, donde se parece a ver llegado a la verdad sin haberse metido de lleno en una leyenda que se torna en misterio a medida que se analiza paso a paso los indicios.

Leyendo una entrevista de Ángel Pozo al cura de Ledesma Casimiro Muñoz, que ha investigado a fondo las reliquias y su procedencia, el religioso apunta que en realidad no hay prueba alguna de que sean los Pastores de Belén, y considera que los argumentos que recoge Francisco Zato Gómez serían cronicones del siglo XVI que no se basan una realidad histórica.

El cura de Ledesma se refiere a una obra del cronista español Gil González Dávila y su obra “Historia de las Antigüedades de la ciudad de Salamanca” en el que se menciona que dos pastorcillos que sacaban a su ganado por los alrededores de Ledesma. En el momento de la muerte de los dos en el mismo día, las campanas de la iglesia de San Pedro tocaron a muerto misteriosamente sin la fuerza de ninguna persona. Al acudir los vecinos de Ledesma a ver que había ocurrido, se encontraron los cuerpos de los dos pastores en la ermita de Santa Elena. Viéndose como un milagro, los vecinos tomaron los cuerpos y sus enseres como reliquias.

Así se muestra que se han entremezclado dos historias aparentemente similares, pero a la vez tan distantes en cuanto a veracidad.

Parece misterio resuelto, pero una nota encontrada dentro del cofre impide su desmitificación.

Las reliquias desaparecieron cuando en 1728 desapareció la iglesia de San Pedro, pero en  noviembre de 1965 apareció en un muro un extraño cofre que contenía los restos que serían la prueba irrefutable de la existencia de las reliquias de los dos pastores que hicieron sonar las campanas inexplicablemente. Pero al abrir el cofre, había una nota que dataría del siglo XIX en el que se dice que en ese arca yacen los cuerpos de Isacio, Josefo y Jacobo, Santos Pastores de Belén que vieron a Cristo Dios nada más nacer.  ¿Quién puso esa nota dentro del cofre? ¿A quién pertenecen esas reliquias de los pastores? ¿ Son los Santos Pastores de Belén ó los misteriosos pastores milagreros de Ledesma? Me curo en salud y denominaré a las incógnitas reliquias como las de los Santos Pastores de Ledesma.

 

  1. LAS RELIQUIAS DE LA CATEDRAL.

 

Es bien sabido que un lugar donde más reliquias se pueden visitar tiene que ser grande, importante y famoso. Y el lugar que cumple con los requisitos en Salamanca es la Catedral.

La Catedral guarda entre sus paredes grandes misterios y enigmas, muchos de ellos ya desmenuzados en capítulos anteriores. Pero es imposible hablar de la Catedral si no es en todo su conjunto, que daría para un libro.

Todo edificio construido por esos canteros que a la vez estaban asociados con grupos de iniciados, tiene símbolos secretos que pasan desaparcebidos a los ojos de cualquier persona que conozca el mensaje secreto que estas agrupaciones tenían y protegían “bajo llave” a la perfección. Y la Catedral, levantada por esos canteros, no es una excepción.

En el interior del gran templo religioso de Salamanca podemos asombrarnos con sus incógnitas si se sabe observar como es debido, en un conato de revelación del que no hay marcha atrás. Al fin y al cabo, ese es el sentimiento que persigue cualquier interesado en levantar una catedra, el sentimiento de estar en un sitio de grandeza espiritual que empeñezca al visitante. Esto se consigue también en los lugares de poder, y muchos son los estudiosos que dicen que las dos Catedrales ( en realidad son dos, pero me refiero a ella en su conjunto) están situadas en un emplazamiento concreto de grandes energías telúricas, donde ya se han asentado construcciones destacadas de otras civilizaciones a lo largo del tiempo. Queda patente que esa sensación de ir más allá en este concreto lugar fue percibida por las civilizaciones antiguas que se asentaron en Salamanca, y los hombres medievales no iban a ser menos.

La Virgen de la Vega ( procedente según la tradición desde Constantinopla) los obispos alquimistas que están enterrados, milagros, la curiosa escalada del mariquelo, refugio antiaéreo durante la Guerra Civil que protegió al general Franco...

Misterios en la Catedral, muchos. Los secretos que guardan, como he dicho líneas arriba, son incontables. Cada rincón de ella tiene algo que contar, ya sea una historia digna de mencionar o una leyenda que muy pocos conocen. Es lo normal en el monumento principal de Salamanca.

Pero si en algo destaca la Catedral de Salamanca es por la posesión de todo tipo de reliquias pertenecientes a personajes bíblicos y santos con varios milagros a la espalda. Las reliquias se conservan en la Sacristía, en brillantes relicarios platerescos.

 

Las más queridas por los salmantinos son las de los santos San Juan de Sahagún y Santo Tomás de Villanueva. A San Juan de Sahagún ya lo hemos abordado en el apartado de milagros, pero en Santo Tomás de Villanueva no.  Tomás de Villanueva fue un fraile agustino que llegó a ser prior de muchos lugares de España como Burgos, Andalucía, Castilla o arzobispo de Valencia. Muchos son los milagros que realizó según los creyentes, por lo que es adorado por los devotos que acuden a la Capilla Mayor pare ver sus restos.

Ya en la Sacristía destacan supuestas reliquias de Santiago, que recuerdan al acalorado debate que se tiene en Santiago de Compostela sobre si los restos que se encontraron en Galicia pertenecían al Apóstol o a  Prisciliano, obispo hispano sentenciado por herejía.

Otra reliquia de la Sacristía es la de San Pedro, el primer papa de la Iglesia y que murió en una cruz invertida en donde hoy se encuentra el templete de San Pietro in Montorio, en Roma. Existen varias leyendas que hablan de las reliquias de San Pedro en España, donde destacan la del monasterio de San Pere de Rodas en Girona, que se cuenta que fue el refugio de los restos del santo cuando Roma estaba siendo saqueada.

Existen más reliquias como las de San Lorenzo, tan codiciadas en El Escorial, o de los Santos Inocentes, que podían haber cogido a cualquier niño menor de dos años que falleciera en la ciudad de Salamanca. También hay un brazo-relicario que perteneció a San Jorge, famoso por derrotar a un dragón y que está muy arraigado en Barcelona, tanto el santo como el dragón. O la cabeza-relicario de plata que tiene el cráneo de Santa Úrsula, una de las once mil vírgenes martirizadas en Colonias tras negarse a los apetitos sexuales del líder de los hunos Atila, en su penetración en Alemania. No hay que olvidar tampoco que al lado del relicario de Santa Úrsula hay un lignum crucis parecido al que hemos analizado con anterioridad con el motivo del que se guarda en la iglesia salmantina de la Vera Cruz.

 

 

Pero si hay unas reliquias que me llaman poderosamente la atención de la Sacristía de la Catedral de Salamanca es las relacionadas con María Magdalena, la mujer más enigmática de la Biblia y protagonista de los mitos más contemporáneos que hablan de su  matrimonio con Jesús y de su descendencia. Se cuenta  en una leyenda medieval francesa que tras la crucifixión de Jesús, María Magdalena huyó de Jerusalén hasta arribar a la costa de un pueblo de la Provenza francesa, con una hija llamada Sara que es de especial devoción por el pueblo gitano. Sara, hija de Jesús y La Magdalena, se emparentó con los merovingios, dinastía de los primeros reyes franceses, que llevarían la sangre directamente de Jesús y que serían sus descendientes. Yo no entro en tan polémico tema en el que me posiciono de una manera fuertemente escéptica, pero el libro de Dan Brown del “Código da Vinci” reavivó un debate que se tenía por olvidado para dar paso a múltiples teorías, a cual más descabellada. Fuera lo que fuese, Salamanca y su catedral dicen poseer algunos restos de María Magdalena como preciadas reliquias.