Presentación de la colección
La primera separata de la Colección Biodiké: Hacia una Bioética del siglo XXI: Diálogo bioético es prologada por la Ilustrísima Dra. Victoria Camps, a quien otrora le pidiese me dedicara unas palabras para esta iniciativa.
Posteriormente, se hace una aproximación a lo que es bioética o cómo ha sido comprendido su desarrollo en estas últimas décadas y su aporte al corpus del conocimiento humano.
Es nuestro más alto deseo, entonces, que esta colección de separatas de bioética permitan introducir más rigor y más sentido común en las discusiones sobre bioética. La colección persigue despejar caminos para el diálogo bioético, labor que requiere del incremento de la heurística sobre los asuntos propios del desarrollo biotecnológico, si logramos erradicar malentendidos (conceptuales, metodológicos, ideológicos y culturales), entonces el consejo editorial se sentirá satisfecho de haber aportado algo a la elucidación de los posibles destinos que nos aguardan en esta nuestra cultura tecnológica del siglo XXI.
La portada de este número presenta la torre de Babel y es propicia para ilustrar la complejidad de este diálogo en la actualidad[1], sobre todo en una interdisciplina como la bioética, ante la imposición de la mentalidad técnica en la práctica ética, particularmente en lo que concierne a la vida humana. Por otro lado, esta mitológica estructura del ingenio humano y relato yahvista (Gén 1,1-9), explica el origen de la diversidad de los pueblos y de las lenguas. Esta Torre, a su vez, es la expresión del endurecimiento entre el discurso humanístico y científico, en cuanto es percibida como una forma de homologar o dispersar más la conceptualización de la vida, del ser humano, la naturaleza y la ciencia. Su reflexión puede llevar a un intento de retorno a la ley natural, lo que en cierta forma, permitiría fecundar mejor su percepción, comprensión y promoción del diálogo entre el ser humano en su finitud deseante y el porvenir de lo humano.
El nombre «biodiké», palabra compuesta por el término «bios» (vida), y el término «diké» (del griego que, como dikaiosiné, generalmente, se traduce por «justicia»). Originariamente este último término significaba camino o senda, aunque pronto se usó para designar a la diosa de la justicia[2]. Platón concibe la justicia en la polis como el ocupar cada individuo el lugar que le corresponde. Su contrario es la adikía. Para Aristóteles es una proporción. Y distingue entre justicia distributiva (división adecuada de los bienes, honores, etc.) y la justicia correctiva (Ética a Nicómaco, V, 4, 1130b-1131a). Para los epicúreos es una de las cuatro virtudes cardinales, cuyo fundamento es la naturaleza misma.
Diké es el término que usa Platón en la República cuando habla de la justicia. Se entiende que el hombre justo (dikaios) es aquel que se encarga de lo que le es propio encargarse y lo hace de la manera que le corresponde hacerlo, pues adapta su comportamiento al orden social y cumple por igual con sus obligaciones hacia los dioses y las demás personas.
Diké es una implacable enemiga de la violencia. Como diosa de la justicia divina le corresponde examinar todas las sentencias de su padre Zeus, proteger las empresas nobles de los hombres y perseguir a los malos para imponerles castigo. Se le representa empuñando una balanza, donde se pesan las acciones de los dioses y de los hombres. Cuenta el poeta Hesíodo, que Zeus sentaba a su diestra a Diké para que observara el comportamiento de los hombres. Ella encarnaba el derecho y el debido proceso ante todos los sujetos de una litis, pues el demandante exigía diké para que su pretensión sea atendida. El juez, por su parte, resolvía de acuerdo a la diké, mientras que el demandado recibía la acción de la diké al ser condenado o absuelto.
De esta manera, la misión del Diccionario Enciclopédico significará un camino que busca la protección y salvaguarda de la vida, constituyéndose en el medio promotor del comportamiento justo de los hombres con respecto a la vida.