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ACERCA DE LOS MOTIVOS PICTÓRICOS[304]
(1832)
DEJÁNDOME ya indiferente muchas cosas, todavía me aflijo frecuentemente hoy en día cuando veo el talento y el esfuerzo del artista plástico empleados en motivos poco propicios y repulsivos; por ello de vez en cuando no puedo abstenerme de indicar alguno que sea ventajoso…
Una representación tan tierna como sencilla nos la ofrecería aquella virgen madura pero siempre joven Thisbe, que escucha a través de la pared. Sería digno de alabanza aquel que supiera representar la expresión del rostro y la hermosura de una muchacha en flor y enamorada a la que se le susurra al oído el momento y el lugar de una cita.
Pero, pasando a lo más sagrado de todo, no conozco en todo el Evangelio un motivo más noble y expresivo que Cristo sobre las aguas yendo en ayuda de Pedro cuando éste se estaba ahogando[305]. Nunca se ha representado tanta identidad entre la naturaleza divina y humana del Salvador, realmente no se ha expresado mejor y con menos medios todo el sentido de la religión cristiana. Lo sobrenatural que va en ayuda de lo natural de una forma sobrenatural y natural a la vez, que, por ello, despierta el instantáneo reconocimiento del navegante y pescador de que el Hijo de Dios está en su presencia, ha sido muy raras veces pintado. Y la mayor de las ventajas para el pintor actual es que Rafael no lo ha tratado de hacer, pues luchar contra él es tan peligroso como contra Panuel (Génesis, 32)[306].