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SIMPLE IMITACIÓN DE LA NATURALEZA, MANIERA, ESTILO[64]

(1789)

QUIZÁS no sea irrelevante mostrar exactamente lo que queremos decir con estas palabras que tan frecuentemente utilizamos. Pues, aunque los escritores han hecho uso de las mismas durante mucho tiempo y aunque parece que han sido definidas en trabajos teóricos, cada cual las utiliza la mayoría de las veces a su manera y las piensa, con mayor o menor precisión, conforme a cómo ha comprendido el concepto que ha de ser expresado mediante éstas.

Simple imitación de la naturaleza

Pensemos en un artista al que se le presupone un talento natural. Éste, después de haber ejercitado su ojo y su mano con muestras de láminas, se dirige hacia objetos de la naturaleza y copia sus formas con exactitud y conciencia, y trabaja con veracidad y diligencia, comenzando y acabando siempre frente a ella. Este artista será siempre de valía, pues sería imposible que no fuera increíblemente veraz, ni que sus trabajos no fueran seguros, poderosos y ricos.

Si se piensa más detenidamente en estas condiciones, es fácil ver que sólo pueden ser tratados de esta manera una naturaleza y unos objetos agradables, pero limitados.

Estos objetos deben ser fácilmente y en todo momento accesibles, cómodamente estudiados y tranquilamente copiados; el alma que se ocupa de este trabajo ha de estar tranquila y recogida y sentirse satisfecha con un placer moderado.

Este tipo de imitación sería llevada a cabo por hombres tranquilos, honestos y limitados a partir de las llamadas naturalezas muertas, sin embargo no excluye un alto grado de perfección.

Maniera

Pero habitualmente esta forma de proceder se le hace al hombre demasiado tímida e insuficiente. Él ve una armonía entre objetos que sólo puede reunir en una imagen sacrificando lo particular. Le aburre dibujar como si pronunciara lo que hay delante de él al pie de la letra e inventa su propio método, crea su propia lengua para expresar a su modo lo que ha aprehendido su alma, para dar su propia forma característica a un objeto que ha repetido frecuentemente, sin tener presente la naturaleza cada vez que la reproduce o sin haberla retenido de forma muy vívida.

Entonces ésta se convierte en una lengua en la que el espíritu del hablante se expresa y se define directamente. Y al igual que las opiniones acerca de los temas morales se forman y agrupan de forma diferente en la mente de cada persona que puede pensar por sí misma, todo artista de este tipo verá, captará y copiará el mundo de diferente modo: tomará sus fenómenos con un talante más circunspecto o superficial y lo reproducirá con mayor gravedad o ligereza.

Apreciamos que esta forma de imitación es más apropiada para objetos que contienen un buen número de elementos subordinados constituyendo un gran todo. Éstos deben ser sacrificados en aras de la expresión general del gran objeto, por ejemplo en paisajes donde el todo se pierde si permanecemos tímidamente ceñidos a los detalles más que atreviéndonos a hacernos una idea de la totalidad.

Estilo

Supongamos que el arte consigue, por medio de la imitación de la naturaleza y con esfuerzo, crearse un lenguaje propio. Supongamos que, con un exacto y profundo estudio de los objetos, llega a conocer cada vez con más seguridad las cualidades de las cosas y la forma en la que subsisten, de tal manera que reconoce la serie completa de las cosas y sabe unir entre sí e imitar las diferentes formas características. En este caso, el arte llega al grado más alto que puede obtener: el estilo. El grado en el que el arte se puede equiparar a las más nobles empresas humanas.

Al igual que la simple imitación depende de una existencia tranquila y de un entorno agradable, y la maniera tiene facilidad para agrupar apariencias superficiales, el estilo se apoya en las bases más profundas del conocimiento de la esencia de las cosas, en la medida en que la podemos reconocer en formas visibles y tangibles.

El desarrollo de lo que se ha dicho arriba exigiría volúmenes enteros y ya se puede encontrar algo acerca de ello en libros, sin embargo el puro concepto hay que estudiarlo en la naturaleza y las obras de arte. Añadiremos aquí unas cuantas observaciones, y siempre que hablemos de artes plásticas tendremos oportunidad de recordar estas páginas.

Es fácil ver que estos tres modos de producir obras de arte, presentados aquí por separado, están relacionados con precisión entre sí, y que cada uno de ellos puede derivar con facilidad en otro.

La imitación de objetos fácilmente aprehensibles —tomemos por ejemplo las flores y las frutas— puede llegar a un alto grado. Es natural, que uno que pinte rosas pronto empiece a reconocer y distinguir las más frescas y las más bellas y las escogerá entre los millares de ellas que les ofrece el verano. Por ello entra en juego aquí una elección aunque el artista se haya hecho un concepto general de la belleza de la rosa. Él se interesa por formas aprehensibles; todo depende de definir las diferentes texturas y el color de la superficie. El aterciopelado melocotón, la finamente empolvada ciruela, la tersa manzana, la brillante cereza, la resplandeciente rosa, los variados claveles, los coloridos tulipanes; quiere tenerlos a todos en su perfección, en flor y en su madurez cuando esté frente a ellos pintándolos en la tranquilidad de su estudio. Él sabrá darles la luz adecuada; su ojo se ha habituado a la armonía de los brillantes colores que parecen reflejarse en ellos. Todos los años estará en disposición de renovar los mismos objetos y con la tranquila y atenta imitación de su simple ser reconoce y capta las cualidades, sin necesidad de un laborioso proceso de abstracción. Así surgieron las maravillosas obras de un Huysum y una Rachel Ruysch[65]; ambos trascendieron lo posible. Es claro que un artista tal será más grande y más resuelto si a su talento añade ser un instruido botánico, si de la raíz para arriba reconoce la influencia de las diferentes partes en la salud y el crecimiento de las plantas, si observa el sucesivo desarrollo de las hojas, las flores, los órganos sexuales, los frutos y de la nueva simiente y reflexiona sobre los mismos. Entonces no sólo demostrará su gusto en la elección del motivo, sino que nos asombrará e instruirá por una correcta representación de las cualidades. En este sentido se podría decir que ha creado estilo. Por otra parte es fácil ver cómo un maestro de este tipo, si no es muy escrupuloso y celoso en su atención, podría caer en la maniera.

La imitación simple trabaja como si se encontrara en el antepatio del estilo. Cuanto más fiel, puro y cuidadoso sea su acceso a la obra, más serenamente percibirá lo que vea. Cuanto más deliberadamente lo imite, más habituada esté a pensar en éste, es decir, cuanto más compare lo similar y haga diferir lo distinto, cuanto más capacitada esté para incluir objetos singulares bajo conceptos generales, más digna se hará de cruzar el umbral del santuario.

Si contemplamos con más detenimiento la maniera, vemos que en su sentido más noble y en el sentido más puro de la palabra es un término medio entre la imitación simple y el estilo. Cuanto más se aproxime con su sencillo método a la simple imitación, cuanto, por otra parte, más ávidamente quiera captar lo característico de los objetos y expresarlo claramente, cuanto más aúne a ambos mediante una pura, viva y activa individualidad, más noble, grande y respetable será. Si un artista similar desatiende permanecer junto a la naturaleza y reflexionar sobre ella, se alejará de los fundamentos del arte y su maniera se irá haciendo más y más vacua e insignificante, en la medida en que se aleje de la imitación simple y el estilo.

No tenemos que repetir aquí que entendemos el término maniera en un sentido noble y respetable, por ello no pensamos que tengan motivo de queja los artistas cuyo trabajo cae según nuestra opinión en ésta. Tan sólo nos interesa concederle al término estilo los mayores honores, para que podamos disponer de una expresión que caracterice el grado más alto al que ha llegado y puede llegar el arte. Ya sólo reconocer este grado es toda una bendición y discutir con entendidos acerca del mismo un raro placer que tendremos algunas ocasiones de estimular en el futuro.