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Del dicho al hecho
Albert Einstein pronunció sus últimas palabras mientras se encontraba postrado en el lecho de muerte. Sin embargo, la frase que pronunció la mente más preclara del siglo XX y padre de la Teoría de la Relatividad, no se conocerán jamás pues la enfermera que se hallaba a su lado en su residencia de Princeton (Nueva Jersey), el 18 de abril de 1955, día de su fallecimiento, no entendía el alemán.
La madrugada del 20 de marzo el científico Isaac Newton, descubridor de la ley de gravedad, fallecía tras haberse negado a recibir los auxilios de la Iglesia. Lo hacía consecuente con su aversión al dogma de la Trinidad que tanto había aborrecido en vida. Antes de morir predijo que en el año 2060 se terminaría el mundo. Newton había estudiado las profecías apocalípticas escritas en la antigüedad y su profecía se basaba en la lectura del libro del profeta Daniel.
Todos hemos escuchado alguna vez la frase «Decíamos ayer…» empleada para regresar a un tema o un asunto pendiente olvidado hace tiempo. Esta expresión se ha atribuido al agustino Fray Luis de León (1527-1591) encarcelado a instancias de un tribunal religioso entre el 27 de marzo de 1571 y el 7 de diciembre de 1576 en Valladolid por haber traducido libremente sin la autorización eclesiástica pertinente un texto del El Cantar de los Cantares, uno de los libros de la Biblia. En aquel tiempo el clérigo era profesor de Teología en la Universidad de Salamanca y el Concilio de Trento había prohibido la traducción de textos sagrados al idioma vulgar. En el fondo, la cuestión del encarcelamiento tenía más que ver con que Fray Luis mantenía permanentes disputas teológicas con sus colegas de profesión, especialmente con los frailes de la orden de Santo Domingo, de quién dependía la Inquisición. Aunque Fray Luis permaneció en la cárcel cinco años —de este periodo son sus versos Aquí la envidia y mentira/me tuvieron encerrado— finalmente fue absuelto y regresó a Salamanca para seguir impartiendo lecciones donde pronunció su célebre frase al iniciar las clases: «Dicebamus eterna die…» («Decíamos ayer…»). Lo incierto de la historia es que a lo largo de los siglos se pensó que Fray Luis pronunció estas palabras cuando retomó la clase que no pudo proseguir al día siguiente al ser detenido por la Inquisición pero en realidad las dijo en una clase diferente, pues al incorporarse a la universidad salmantina lo hizo como catedrático de Teología Eclesiástica.
En el Evangelio de San Mateo se puede leer la frase «Os los repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de un aguja, que un rico entre en el reino de los Cielos». Esta frase históricamente ha sido un error de traducción que se ha transmitido durante siglos. El error se debe a un traducción equivocada de San Jerónimo (347-420), uno de los cuatro doctores de la Iglesia, padre de las ciencias bíblicas y traductor de la Biblia al latín. El presbítero y ascético San Jerónimo interpretó la palabra kamelos (soga gruesa para amarrar los barcos en los muelles) por camello y desde ese momento la frase se quedó así sin que nadie nunca la haya corregido.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial Winston Churchill fue nombrado lord del Almirantazgo y tras la invasión nazi de Francia se convirtió en primer ministro. Formó un gobierno de coalición nacional y el 13 de mayo de 1939 en su primer discurso en la Cámara de los Comunes dejó para la historia una célebre frase en la que decía que al pueblo británico no le podía ofrecer nada más que «sangre, trabajo, sudor y lágrimas». Esa frase no era suya, la había tomado prestada de Giuseppe Garibaldi quién, en su intento de fundar una república secular y democrática en Italia, se dirigió hacia la Basília de San Pedro acompañado de cuatro mil partisanos a los que les prometió «hambre, frío, lucha y muerte».
Honoré de Balzac (1799-1850) está considerado el novelista francés más destacado de la primera mitad del siglo XIX. Junto con Flaubert fue el máximo representante de la novela realista. Escritor incansable, retrató a la perfección la sociedad francesa de su tiempo en el ciclo Comedia humana. El 18 de agosto de 1850 fallecía después de sufrir ocho largas horas de fiebres altas. Antes de suspirar exclamó: «¡En todo este tiempo me habría dado para escribir un libro!».
A las nueve de la mañana del 19 de mayo de 1556 la reina consorte de Inglaterra sube al cadalso de la Torre de Londres en plena refriega política y religiosa. Ana Bolena está acusada de alta traición y condenada a ser decapitada por presunto adulterio. Su esposo, Enrique VIII, no tiene conmiseración de ella pese a que la reina está embarazada. El verdugo toma con sus manos una espada traída de Calais especialmente para la ocasión. Ana, orgullosa, antes de perder la vida le dice a su verdugo: «No le voy a dar mucho trabajo. Mi cuello es muy fino».
Frank Kafka (1883-1924) padeció numerosas enfermedades a lo largo de su vida. En sus cartas hay una constante queja de las molestias que le producen los dolores de cabeza y el insomnio. En 1917 se le había diagnosticado tuberculosis lo que le obligaba a estar mucho tiempo postrado. Es en estos momentos de convalecencia cuando pudo dedicarse a escribir. A medida que iba avanzando la tuberculosis, asociada a la ingesta abusiva de leche sin pasteurizar, Kafka se iba sintiendo más débil y decidió ingresar en un sanatorio vienés. Las últimas semanas de vida se alimentaba de líquidos. El 3 de junio de 1924 unas horas antes de morir le dijo a su médico: «Máteme, sino será usted un asesino».
Simón Bolivar (1783-1830), el caudillo de la independencia hispanoamericana, era de origen vasco. Había nacido en una familia de la hidalguía criolla venezolana. La mayoría de sus logros militares no habían tenido el mismo éxito en la política por su tendencia a utilizar el poder de una manera dictatorial. Enfermo, al final de sus días se retiró a la localidad colombiana de Santa Marta hundido por no haber hecho realidad el sueño de una gran Hispanoamérica unida y frustrado por no haber conseguido aunar a todos los oligarcas en el logro soñado de la independencia. Poco antes de morir, mientras se hallaba tumbado en un hamaca, exclamó: «Los tres mayores necios de la historia son Cristo, el Quijote y yo… He arado en el mar».
El escritor, político y humanista Tomás Moro (1478-1535) fue canciller de Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII. Retrató en su obra Utopía la organización de la sociedad ideal. El 6 de julio de 1535 fue ejecutado por orden del rey al que se oponía en su intento de fundar la Iglesia Anglicana. Cuando subió al patíbulo, dirigiéndose al público que asistía a la ejecución pública, exclamó: «Soy un fiel servidor del rey, pero primero lo soy de Dios». Fue beatificado en 1866 por el Papa León XIII. El 19 de mayo de 1935, Pío XI lo proclamó santo de la Iglesia Católica. Es el patrón de los políticos y los gobernantes.
El origen de la popular expresión «Estoy sin blanca» se remonta al año 1386. En ese año el rey Juan de Castilla y León ordenó acuñar una moneda para conmemorar la victoria sobre las tropas del duque de Lancaster. La moneda, de plata y cobre, recibió el nombre de Blanca del Agnus Dei y presentaba un aspecto blanquecino. Con el tiempo la moneda fue perdiendo su valor y los castellanos utilizaron esta expresión para expresar que andaban escasos de dinero.
En la antigua Roma la palabra «cliente» se utilizaba para hacer referencia al que obedece mientras que en los tiempos actuales el sentido de la palabra ha cambiado. «Cliente» es el que debe ser servido.
El novelista, poeta, ensayista y escritor dramático Ramón María del Valle-Inclán (1886-1936) llevó una vida literaria y bohemia que le llevó a México en varias ocasiones. Al proclamarse la República española en 1931 regresó a España donde desempeñó varios cargos oficiales. Unas horas antes de morir exclamó: «España no está aquí, está en América. En México está la esencia más pura de España».
Al filósofo Sócrates (470 a. C.-399 a. C.), precursor de Platón y Aristóteles, le bastaba el don de la palabra para llamar la atención de sus seguidores. Fue partidario de no dejar nada escrito para que cada uno pudiera, libremente, desarrollar sus propias ideas. Sus obras las conocemos gracias a la pericia de Platón que tuvo a bien dejar por escrito sus diálogos. Sócrates era un provocador nato que fue condenado a muerte por impío y por corromper a la juventud. Se le condenó a beber cicuta. Una vez ingerido el mortal veneno, en su afán por polemizar dijo: «Critón [uno de los diálogos de Platón que versa sobre la justicia], debo un gallo a Asclepio. Por favor, no te olvides de pagarlo».
La palabra fornicar deriva del latín fornice, que significa curvatura inferior de un arco. Durante la época romana era costumbre que los servicios de las prostitutas se alquilaran bajo las bóvedas de los puentes de la ciudad y los callejones de los bajos fondos. Esta última costumbre ha seguido arraigada por los siglos de los siglos.
Leonardo da Vinci (1452-1519) está considerado como el hombre con más talento de la historia. Se desempeñó como arquitecto, pintor, inventor, escultor, ingeniero y músico. El 2 de mayo de 1519 se encontraba en el castillo francés de Clos-Lucé en Francia, propiedad de su amigo el rey Francisco I. Enfermo, el monarca sostenía su cabeza entre sus brazos poco tiempo antes de recibir la extremaunción. Antes de expirar, exclamó: «He ofendido a Dios y la humanidad porque mi trabajo no tuvo la calidad que debía haber tenido».
Lord Byron es uno de los poetas ideales del Romanticismo que vivió amargado durante muchos años por la separación de su esposa, la acusación de haber mantenido relaciones incestuosas con su hermanastra y las dudas que se cernieron sobre su estado mental. Entabló grandes discusiones literarias y se enroló en la rebelión griega contra los turcos, que le nombraron su comandante en jefe. En 1824 se encontraba en Missolonghi donde enfermó gravemente. Antes de morir, dijo a su asistente de guerra: «Me voy a dormir. Buenas noches». Ya nunca más despertó. Había muerto un mito.
A Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) se le considera un hombre integral por sus grandes dotes como novelista, poeta, geólogo, físico, historiador, arquitecto… inspirador del primer Romanticismo. El 22 de marzo de 1832 antes de morir en su residencia de Weimar, gritó: «Luz, más luz».
El 16 de octubre de 1793 unos segundos antes de morir guillotinada la reina María Antonieta pisa accidentalmente a su verdugo. Sus últimas palabras fueron: «Lo siento, le he pisado».
El 2 de julio de 1992 fallecía en Barcelona José Monge Cruz. Con aquella muerte se perdía al cantaor que había revolucionado el mundo del flamenco pero nacía el mito de Camarón de la Isla. Un cáncer de pulmón había dejado mella en el cuerpo de un hombre talentoso pero de vida no muy saludable. Sus últimas palabras iban dirigidas a su madre, doña Juana Cruz: «Omaíta, ¿qué es lo que tengo?».
Estados Unidos es un país formado a través de la emigración de millones de personas. Las cuatro lenguas más utilizadas para expresarse en el país son, por este orden, el inglés, el español (a punto de superar al inglés), el italiano y el «ameslan». Esta última lengua no pertenece a ninguna comunidad oriental o a una secta. Corresponde a la American Sing Language, la lengua que utilizan los mudos en Estados Unidos para relacionarse entre sí. Se calcula que lo hablan más de dos millones de personas en todo el país.
El poeta y dramaturgo gales Dylan Marlais Thomas (1914-1953) fue un niño precoz que a los 4 años, además de beberse su primer vaso de güisqui era capaz de recitar de memoria con una gran teatralidad el Ricardo III de Shakespeare. Hombre de excesos y bebedor empedernido, en 1953 ingresa en un hospital de Nueva York a consecuencia de una hemorragia cerebral tras haber permanecido en coma etílico en la habitación del Hotel Chelsea. Orgulloso de su proeza alcohólica, dijo a sus médicos horas antes de morir: «Me he bebido 18 vasos de güisqui. Es un absoluto récord. Es todo lo que he podido conseguir en 39 años».
Pese a sus orígenes humildes, su escasa formación intelectual y ser un fugitivo de la justicia, Pancho Villa (1878-1923) se convirtió en el líder de la revolución mexicana que logró derribar al régimen caudillista de Victoriano Huerta. Sus seguidores le conocían con el apodo de «El centauro del desierto». Vivió la vida con intensidad, entre exilios, huidas, golpes de Estado, asesinatos y maniobras para eliminar a quienes le hacían sombra. El 20 de julio de 1923 fue acribillado cuando se dirigía con su vehículo a una celebración familiar en Ciudad del Parral. Un periodista que se encontraba en el lugar de los hechos escuchó como Villa le decía: «¡Escriba que he dicho algo!».
La palabra testificar tiene un origen con ciertas connotaciones sexuales. Eso es así porque durante la época romana, ante la ausencia de un libro sobre el que jurar decir la verdad —en la actualidad este acto se realiza sobre la Biblia—, los ciudadanos de Roma tenían la costumbre de apretarse los testículos con la mano derecha.
En 1984 la Dirección General de Tráfico realizó un spot publicitario en el que fomentaba el uso responsable del automóvil. El anuncio lo protagonizaba el cantante ciego Steve Wonder que, sentado al volante de un coche, cantaba su exitoso tema I just called to say I love you al tiempo que recomendaba: «Si bebes, no conduzcas». El mensaje se popularizó de tal manera que todavía hoy, veinte años después, se sigue utilizando como advertencia entre las personas que deben regresar en vehículo a sus casas después de una noche de fiesta.
Groenlandia es, en realidad, un nombre engañoso urdido por el explorador vikingo Erik Thorvaldsson, más conocido como Erik el Rojo, para atraer colonos a la isla. En el año 982 el visionario vikingo noruego había emigrado a Islandia huyendo de su país natal debido a un asesinato cometido por su padre. En Islandia, Erik se vio envuelto en varios asesinatos que le supusieron un destierro de tres años. Huyendo de la justicia, navegó hacia el oeste donde descubrió una enorme isla desierta. Con el fin de atraer colonos para colonizarla, Erik decidió llamarla Gronland (tierra verde en danés). Pero cuando los primeros colonos arribaron a Groenlandia se encontraron con una tierra virgen, gélida y cubierta por una espesa capa de hielo y nieve. Sin embargo, la revista Sciencie ha publicado un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Alberta (Canadá) y de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) señalan que el ADN demuestra que entre 450 000 y 900 000 años atrás Groenlandia fue un paraíso verde (Greenland, en inglés) y que sus temperaturas fueron superiores a las actuales.
«Para aquel que ve una espada desenvainada sobre su impía cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no tendrán dulce sabor, y el canto de los pájaros, y los acordes de la cítara, no le devolverán el sueño, el dulce sueño que no desdeña las humildes viviendas de los campesinos ni una umbrosa ribera ni las enramadas de Tempe acariciada por los céfiros», este poema de Horacio publicado en Odas III presenta la leyenda de Damocles. También lo citaron Cicerón y Timeo de Tauromenio. La leyenda cuenta que Damocles era un cortesano al servicio de Dionisio II de Siracusa que vivió en el siglo IV a. C. Damocles envidiaba su vida placentera pero de manera hipócrita adulaba a su rey. En cierta ocasión el tirano monarca, con el fin de escarmentarle le propuso que le sustituyera. Organizó un banquete como nunca antes se había celebrado en la corte. Damocles ocupó el trono del soberano. Y al concluir el banquete miró hacia el techo. Sobre su trono pendía una afilada espada, sujeta por el cabello de crin de un caballo. La parte más afilada apuntaba su cabeza. Damocles comprendió que la vida es efímera, que detrás de una apariencia afortunada el peligro siempre acecha. Desde ese momento se acuñó la frase «La espada de Damocles».
La frase Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando fue una invención del franquismo. Se utilizó durante las clases de Formación del Espíritu Nacional cuando se explicaba historia de España. Al llegar a la lección sobre los Reyes Católicos se vinculaba el emblema de la Falange con el escudo y el lema de Isabel y Fernando. En realidad el lema personal de Fernando de Aragón era Tanto Monta… que hacía referencia al yugo y el nudo que aparecían en su escudo de armas.
El 2 de agosto de 1589 fallecía Enrique III de Francia, convirtiéndose Enrique de Navarra en heredero de la corona francesa, título que sólo reconocieron los hugonotes. Por su condición de protestante, Felipe II y el Papa, como cabezas visibles de la Liga Católica, se negaron a reconocerle como rey. El monarca español intervino en este asunto interno francés porque pretendía que su hija Isabel Clara Eugenia, nieta de Enrique III de Francia, ocupara el tono dejado por su abuelo. Como el calvinista Enrique de Navarra no pudo tomar París por la fuerza de las armas por su derrota ante las tropas españolas comandadas por Alejandro Farnesio, para ser coronado rey decidió convertirse al catolicismo. Lo hizo el 25 de julio de 1593. Fue una de las conversiones más partidistas e hipócritas de la historia como atestigua la frase que pronunció después de su bautismo: «París vatu bien une messe» («Paris bien vale una misa»).
Felipe II se mostraba muy orgulloso de La Grande y Felicísima Armada Española, el nombre que él dio a la flota que debía invadir Inglaterra durante la guerra anglo-española de 1585-1604. Pero lo que tenía que convertirse en una gran victoria devino en 1588 en una de las más tristes derrotas de la armada española. La gran aventura española se descompuso por una monumental tormenta en las tumultuosas aguas del Canal de la Mancha. Felipe II justificó la derrota con una sentencia que ha pasado a la historia: «He enviado a mis barcos para luchar contra los ingleses, no contra los elementos».
Juan Bautista Aznar (1860-1933) fue el último de los presidentes de gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. En un intento por mantener la monarquía frente al creciente republicanismo que invadía España decidió convocar elecciones municipales y a Cortes. El 12 de abril de 1931 se celebraron las elecciones municipales. Los partidos antimonárquicos habían triunfado en 41 capitales de provincia dejando claro que en los núcleos urbanos se había votado contra la Corona. El almirante Aznar presentó su dimisión y el 14 de abril proclamó la II República. Sus palabras no podían ser más claras: «España es el único país que se acuesta monárquico y se levanta republicano».
Aunque el general Franco logró mantenerse en el poder durante cuarenta años, siempre alardeó de sus grandes conocimientos sobre estrategia militar pero no de sus limitadas dotes para el análisis político. Durante la década de los cuarenta, recién finalizada la guerra civil, para atemperar las discusiones de sus ministros utilizaba este recurso de gran fineza política: «Haga como yo, no se meta en política».