Notas

[1] Dora Dymant (1898-1952) fue el último amor de Kafka, la única mujer que convivió con él (en Berlín, antes de la internación final en el sanatorio de Kierling) y la que lo sostuvo en brazos cuando murió. <<

[2] Kiku significa crisantemo en japonés. <<

[3] Reproducida en el periódico en lengua inglesa Japan Times del 15 de marzo de 1931. <<

[4] Cio-cio significa mariposa en japonés. <<

[5] La versión del episodio que da Belasco en sus Memorias es bastante menos sentimental: «¿Cómo negociar con un impulsivo peninsular deshecho en llanto que en ese preciso momento tenía mi cuello entre sus poderosas zarpas?», dice. Vale aclarar que Belasco demoró nueve largos meses, luego de aquel encuentro, para dar su autorización firmada. <<

[6] De hecho, el dúo convertiría en británico a Pinkerton, para el fallido estreno de La Scala en 1904. <<

[7] Para el título de su ópera, Puccini italianizó el madame. <<

[8] La hoy clásica «Addio, fiorito asil». <<

[9] Si la historia relatada por Jennie Correll en su conferencia era cierta, y Loti se había apropiado de un relato que circulaba de boca en boca por el vecindario de Higashi Yamate, al litigar a Long hubiera tenido que reconocer que no se había casado nunca con una mousmé, ni protagonizado los hechos que relataba en su Chrysanthème. <<

[10] A la cual responde Puccini desde Milán: «Si eso va bien, y hay trabajo también para mí, yo abandonaría todo y te seguiría. Si puedes ahorrar algo, envíamelo. O enriquécete tú, al menos. Yo no tengo esperanzas de ello». <<

[11] Por entonces capitán de navío. <<

[12] En la calle Manuel Obarrio 2991. <<

[13] Por esas fechas De Marco había publicado una biografía insólitamente vívida sobre el almirante Brown y los marinos de aquella época. <<

[14] Gaijin significa literalmente «perro pálido» en japonés y es el modo en que se denominaba a los occidentales en la isla. <<

[15] Iniciativa que, justo es decirlo, no había sido mía sino del diagramador del suplemento y de los jóvenes igualmente modernos que teníamos escribiendo en la sección, quienes me melonearon sin respiro hasta que me rendí a lo evidente. <<

[16] Además de jurisconsulto, periodista, explorador, profesor universitario, político e infatigable promotor de la ciencia, Zeballos tenía una buena cantidad de tierras. A los veinticinco años, en pocas semanas y por pedido expreso del general Roca, había escrito el libro La Conquista de Quince Mil Leguas, para convencer al Congreso de la necesidad de solventar la Campaña al Desierto, cosa que lamentablemente logró: el resultado fue una matanza ignominiosa de indios y un reparto igual de bochornoso de las tierras «conquistadas», entre ellas las que recibió Zeballos. <<

[17] Incluyendo mujeres, una absoluta novedad para la época. <<

[18] Mitre había dicho en la prensa argentina, al declarar la guerra: «Dentro de tres días en los cuarteles, dentro de quince en campaña y dentro de tres meses en Asunción». <<

[19] El marqués de Caxias fue nombrado duque después de la Guerra del Paraguay. <<

[20] Por decisión de García Ramos, que lo quería supervisando sus campos en el futuro. <<

[21] Aumentar la velocidad del buque de diez a trece nudos, darle quince pies más de eslora, reubicar las embarcaciones auxiliares de cubierta y la distribución y cantidad de bombas de incendio. <<

[22] Los chilenos perdieron doscientas mil libras esterlinas en la operación: prefirieron asumir la pérdida antes que enturbiar las relaciones que tenían con Inglaterra. <<

[23] Según el almirante, iniciada por Rusia al azuzar la animosidad china hacia Japón. <<

[24] Había más carteles en ruso que en inglés u otro idioma occidental por las calles de Nagasaki. La hotelería de la ciudad vivía de las familias de oficiales y funcionarios de Port Arthur, Vladivostok y Manchuria que llegaban continuamente. <<

[25] El episodio es relatado por un camarada de armas del almirante, el entonces capitán de fragata José Moneta, que en el año 1903 estaba recorriendo la frontera entre Rusia y China. Enterado el Zar de que este argentino había tomado una notable cantidad de fotos de la región (el pasatiempo de Moneta era la fotografía), lo convocó a San Petersburgo y, cuando se inició el conflicto, permaneció allí como observador de la guerra del lado ruso. <<

[26] Según Akita, el almirante mandó a fundir el anillo y, con lo que le dieron por el oro, hizo una de sus tantas contribuciones a la Asociación Argentino-Japonesa. Y el anillo se rompió después de Hiroshima, no después de Nagasaki. <<

[27] El almirante mandó construir los primeros submarinos de la Armada argentina. <<

[28] Una de las cosas que más le gustaba repetir a mi abuelo Carlos Forn, cada vez que tenía oportunidad, era que su apellido no tenía nada de inglés y nada de ilustre: forn de pá («horno de pan») es lo que solían decir los carteles identificatorios de las panaderías en Catalunya. <<

[29] Los socios mayoritarios de la empresa Vasena eran británicos. <<

[30] Emitida recién el día 15 de enero. <<

[31] Paz también era ahijado del general Roca. No era eso lo único que compartía con el almirante: además tenían en común el gusto por la lírica y las veladas en el Teatro Colón (recordemos que Paz había sido el anfitrión de Puccini durante la visita de éste a la Argentina). <<

[32] La confianza entre ambos se remontaba al año 1913, cuando Lisandro de la Torre retó a duelo a Yrigoyen, y Alvear aceptó ser uno de los padrinos del desafiado. <<

[33] Una anécdota sobre la relación entre ambos: durante todo su mandato, Alvear mantuvo una garçonnière en la calle Rodríguez Peña, donde entretenía a los amigos con personal que le enviaba una conocida madama de la época. Hasta allí llevó una noche a Justo, para conocerlo mejor. En determinado momento de la velada, cuando el voluminoso Marcelo estaba desparramado en una chaise longue, con el chaleco abierto y los cordones de los zapatos desatados, su ministro de Guerra dejó la silla que ocupaba en un rincón y se arrodilló para atárselos, mereciendo el ofuscado comentario: «Déjese de chambonadas y aprenda a divertirse, che». <<

[34] Tanto Uriburu como Justo eran una década más jóvenes que el almirante. <<

[35] El día del golpe, Perón iba subido al estribo del auto que hizo entrar a Uriburu en Casa Rosada. <<

[36] En cada hogar gorila se han contado hasta el hartazgo episodios semejantes a éste de «resistencia al régimen». Es sugestivo señalar que muchos de los niños que escucharon estos relatos se sumarían, a principios de los años 70, a las filas de la Juventud Peronista. Y buena parte de ellos pasaría a engrosar las listas de los desaparecidos por la dictadura. <<

[37] Una práctica común a varias colectividades de inmigrantes generada por la dificultad de sus miembros para conseguir préstamos de los bancos. <<

[38] Había nacido el 25 de enero de 1900. <<

[39] Carlos Forn estaba tibiamente enmascarado bajo el nombre Galo Pujol. El mío era igual de transparente: Iván Pujol. <<

[40] No he hablado de mi madre, lo sé. Debería decir, para empezar, que a ella siempre le había parecido más bien excesivo aquel culto al almirante. Según ella, en toda familia (sin ir más lejos en la suya) había por lo menos un puñado de personajes así. Mi madre siempre lamentó en silencio la hegemonía que tuvo el lado de mi padre por encima del de ella en nuestro mundo familiar. Pero después de quedar viuda del hombre que había amado con locura toda su vida, todo lo relacionado con él adquirió estatuto sagrado. Creo que ese culto a la ausencia de mi padre fue lo que la mantuvo inalterable a lo largo de los dieciséis años siguientes. Pero el susto que le dio mi internación, la idea de perder un hijo, le echó todos esos años encima de golpe. Cuando salí del hospital, se me hizo cuesta arriba contemplar cada una de sus vacilaciones (las de su vista, las de su asma, las de sus crecientes dificultades al caminar por las calles de Buenos Aires). Era un tormento verla, y sospecho que también para ella era un tormento verme. Sólo voy a agregar que, siete años después, sigue ahí, aún más vieja; pero todavía entera, disfrutando de manera épica a su única nieta cada vez que la vemos, cuando vamos a visitarla a Buenos Aires o cuando Emilio la trae a la costa por unos días. En cuanto al almirante, sigue considerando un despropósito dedicarle tanta atención, de la naturaleza que sea. <<

[41] Misteriosamente llamada Forn Hermanos, aunque el único Forn era mi abuelo, al principio, y después mi viejo. <<

[42] Fue una decisión estratégica: pensamos que el apellido del almirante ejercería un efecto mayor que un apellido que exigiera toda una explicación genealógica. <<

[43] Pocos hábitos míos sacaban tanto de quicio a Gustavo. Se crispaba como una monja de clausura cada vez que yo pronunciaba esa palabra en su presencia, aunque fuese para quejarme de ese viento puto que soplaba en la playa o del puto celular que no tenía señal. Gustavo era capaz de aventurarse sin pensarlo dos veces en un basural lleno de perros cimarrones (los cachivaches que encontraba reaparecían irreconocibles después como piezas exquisitas de decoración en las cabañas) o ponerse a purgar él solo un pozo ciego, pero bastaba que yo dijera puto en su presencia para que se estremeciera de consternación. Yo hubiera jurado que a Emilio no le molestaba en absoluto esa costumbre mía, hasta que se lo pregunté expresamente. Me contestó que no había habido vez que me oyera que no le irritara. <<

[44] Nivel de bilis en sangre. <<

[45] En su primera novela, The sun also rises, infamemente traducida al castellano con el título Fiesta. <<

[46] La primera oficina consular del Japón en Buenos Aires abrió sus puertas en 1913, cuando el total de la colectividad nipona en nuestro país no llegaba aún al millar de personas. <<

[47] El Pabellón que Supera las Nubes, torre octogonal de doce pisos enteramente dedicados al entretenimiento, era visible desde todo rincón del vecindario. En ese sitio se construyó la estación de subterráneo de Asakusa, luego de que el terremoto de 1923 volteara el edificio a la altura del octavo piso. <<

[48] Una mezcla de relator y maestro de ceremonias muy histriónico. <<

[49] Rossi abandonó el Japón luego de que su mayor esfuerzo, la puesta de La flauta mágica de Mozart, en 1919, mereciera un recibimiento «más que injusto» de público y crítica, según declaró a la prensa antes de partir intempestivamente de regreso a Italia. <<

[50] Modernos, y luego marxistas, según el argot de Tokio de la época. <<

[51] Poco habría de durar el nuevo aspecto de la ciudad: los bombardeos aliados de 1945 la dejaron en un estado aun peor que el que tenía después del terremoto de 1923. <<

[52] También Pilniak terminaría en prisión, pero en territorio soviético, y con menos suerte que Noboru: murió en un gulag siberiano en 1937, adonde fue sentenciado por desviacionismo ideológico (una acusación habitual durante las primeras purgas stalinistas), a causa de su libro Caoba, escrito a su regreso de aquella gira proselitista por el mundo que inició en Japón en 1922. En el primero de los cinco cuentos de ese libro, figura la frase más famosa de toda su obra, donde anticipa el final que tendría su vida: «Que sean otros quienes juzguen, no yo. Mi trabajo se reduce a meditar sobre las cosas. En particular, cómo pueden convertirse en relatos». <<

[53] Literalmente, conversión. <<

[54] María Domecq le preguntó al viejo Noboru si cuando envió aquella carta al almirante desde Nagoya (fechada en octubre de 1950) contemplaba la posibilidad de emigrar a la Argentina. Él contestó que no. Ella le preguntó por qué la había escrito, entonces. «Porque era lo que correspondía», contestó él. La carta estaba escrita desde antes, según Noboru, pero recién en 1950 llegaron a Tokio los primeros representantes de la Asociación Argentino-Japonesa. <<

[55] También conseguiría permiso para usar la laptop de María Domecq, además de sonsacarle unas cuantas habilidades cibernéticas. <<

[56] Nikkei (o «segunda generación») es el modo en que se denomina a los hijos de japoneses nacidos en el extranjero. A Yoshi le divertía decir que él no era ni nissei ni sansei (tercera generación) sino Não sei o simplemente Cansei. <<