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Jura supuso, y con razón, que su marido estaba utilizando la habitación que había sido de Thal como propia, pero cuando ella abrió la puerta, él la miró, sorprendido.
—¿Por qué has venido? — preguntó él con brusquedad. — Porque ordenaste que lo hiciera — dijo ella pacientemente— . Tus hombres ingleses me sacaron insolentemente de los cuarteles femeninos junto con mis pertenencias y me trajeron hasta aquí. Imaginé que debía asumir las obligaciones de mi condición de reina... en tanto lo sea — añadió por lo bajo.
Ella miró detenidamente.
—Supongo que debo tenerte aquí — dijo él con resignación— . Ve a sentarte allá y permanece en silencio. — El volvió a la mesa, ante la que había estado sentado y sobre la cual había gran cantidad de libros y papeles enrollados.
Jura se preguntó si habría traído los libros consigo o si pertenecían a la magra y poco usada biblioteca de Thal.
No tenía intención de obedecerle, de modo que se colocó detrás de él, mirando por encima del hombro de Rowan.
El se volvió
—¿Qué haces? — dijo.
—Miro — dijo ella y luego señaló con la cabeza el mapa que él sostenía entre sus manos— . Eso no es así. La frontera de los vatell se encuentra más al norte. Thal se apoderó de una buena parte de las tierras cuando yo era niña. Mi padre murió en la batalla. — Jura se dirigió luego hasta la cama, se sentó en el borde y comenzó a quitarse las ligas que sostenían sus botas.
Rowan la miró.
—¿Qué sabes tú de fronteras? — Aparentemente, más que tú.
El se puso de pie, tomó el mapa y lo colocó sobre la ama, detrás de ella.
—Dime de qué forma han cambiado las cosas. Este mapa fue trazado por Feilan hace más de veinte años. ¿A quién más mató mi padre para tomar sus tierras?
Jura se quitó las botas y movió los dedos de los pies.
— Thal hizo lo que debía hacer. La mitad de la tierra de los vatell se encuentra en las montañas, donde el suelo es árido y solían invadir a los iriales para robar su trigo.
—y mi padre puso fin a las invasiones — dijo Rowan, pensativamente— . ¿Cómo se las arreglaron los vatell durante ese invierno?
—No muy bien — dijo Jura— . ¿Tu intención es odiar todo cuanto hacemos?
Rowan la miró, asombrado.
—¿Cómo puedo odiar a mi propio pueblo? Ten, muéstrame cuáles son las nuevas fronteras.
Ella se inclinó y señaló con el dedo los límites del pequeño territorio vatell.
—Son gente razonable — dijo ella— , no como los zernas o los ulten. Los vatell...
—Sí, lo sé — dijo él con impaciencia— . Ahora dime dónde se encuentran los campos sembrados de los iriales.
—Ya que lo sabes todo, ¿cómo es que no sabes eso?
El señaló un punto en el mapa.
—Si no han cambiado de sitio, los sembradíos se hallan aquí. Están protegidos por tres ríos y custodiados a intervalos regulares por guardias iriales. Se siembra cebada, trigo y centeno. Sobre esta llanura se crían ovejas. Los caballos que poseen son descendientes de los que fueron robados a los fearen y, aún hoy, los jóvenes iriales invaden los campos fearen por las noches. Cruzan territorio vatell aquí, donde hay un espeso bosque y luego toman este sendero estrecho hasta llegar a...
—¿Cómo lo sabes? — preguntó Jura.
—Mientras los otros niños corrían detrás de una pelota en el jardín, yo me ocultaba con el anciano Feilan para aprender el idioma ulten.
—¿ Ulten? — preguntó Jura— . Nadie habla ese incomprensible idioma gutural que ellos usan. No es un idioma; son gruñidos y gemidos.
Rowan se acostó sobre la cama, apoyando la cabeza sobre la mano.
—Puede que suene así, pero es una forma de lanconiano. Por ejemplo, para vosotros, la palabra mujer
se dice telna; ellos dicen te'na. Es una manera más rápida de decir lo mismo.
Jura encogió las piernas, sentándose sobre ellas. — Una manera más perezosa. Son personas
holgazanas y viscosas. Todas las tribus odian a los ulten.
—Razón de más para Cruzar las tribus. Los ulten permanecen en sus montañas y se reproducen entre ellos, hasta que sus cerebros se idiotizan.
—Otra razón para que tu plan no funcione –dijo Jura— . ¿Quién quema casarse con una mujer ulten?
Rowan la miró con expresión divertida.
—Un hombre zerna — dijo. .
Jura rió y se estiró sobre la cama. El mapa estaba entre ambos.
—Durante el Honorium tuve pesadillas en las que vencía Mealla — dijo Rowan— . El problema que se me presenta cuando pienso en el casamiento de unas tribus con otras es ¿quién querrá casarse con las mujeres zerna? ¿Son todas como Mealla y como las otras mujeres que participaron en el Honorium?
Jura se incorporó, apoyándose sobre un codo. — Quizás a los hombres fearen les agraden las mujeres zernas. Ellos son pequeños, bajos y delgados y Thal siempre decía que les molestaba ser así. Tal vez las mujeres zernas sean atractivas para los fearen. Sus hijos serían más corpulentos.
Rowan sonrió y también se apoyó sobre un codo. — ¿ y los poilen? ¿Quién se casará con ellos? — Eso no es sencillo — dijo Jura, pensativamente— . Los poilen creen que el pensamiento es más importante que la comida o el placer.
—Entonces deberíamos darles algunas mujeres fearen. Ellas lograrían interesarlos en placeres más terrenales y menos literarios.
Jura lo observaba. Era muy apuesto y la luz de las velas que iluminaba la habitación hacía brillar sus cabellos dorados. Sintió el impulso de tocarlos y levantó su mano.
Pero Rowan se levantó abruptamente de la cama. — Puedes dormir allí — dijo, señalando un asiento esculpido en el muro de piedra. Jura no cabría en él.
Jura comenzó a protestar, era absurdo que durmieran separados, pero luego pensó que quizá fuera mejor. No deseaba cobrarle afecto, pues él moriría pronto. Y sería mejor que no hubiese un hijo de él que reclamase el trono. Jura no sabía si podría negárselo a su hijo, pues tendría derecho a él. No, así era mejor. Continuaría siendo una . doncella hasta que enviudase, luego Geralt sería rey y ella se casaría con Daire y tendría muchos niños.
Jura se incorporó.
—¿Dijiste que viajaríamos mañana?
El estaba de espaldas a ella.
—Sí; saldremos rumbo a la tierra de los vatell, pero primero nos detendremos en los pueblos iriales para reunir hombres y mujeres.
—¿Para qué? — preguntó ella, quitándose los pantalones.
El se volvió hacia ella.
—Para que se casen con... — se interrumpió al ver el cuerpo semidesnudo de Jura. Volvió a darle la espalda— . Vete a la cama — dijo con voz profunda— . Cúbrete.
Jura sonrió y se cubrió con las pieles de oveja que había sobre el asiento de piedra. Lo contempló mientras él se desvestía sin mirarla. Rowan se quitó las botas y ella vio sus pantorrillas grandes y cubiertas de vello rubio. Luego se quitó la túnica y Jura vio ese cuerpo grande y musculoso que le había hecho perder el sentido en varias ocasiones.
Jura tuvo la sensación de que sus propios músculos se ponían tensos y su respiración se tomaba lenta y profunda.
Sin mirada, él apagó la vela que estaba junto a la cama y la habitación se sumió en tinieblas.
—Rowan — murmuró ella en la oscuridad, llamándolo por su nombre por primera vez.
—No me hables — dijo él en voz alta— . Y dime "inglés". No me llames por mi nombre.
Jura apretó las mandíbulas y maldijo al estúpido extranjero. Su mal carácter y su irracionalidad lo llevarían a una muerte segura en menos de una semana. Tanto mejor, pensó Jura. Lanconia estaría mucho mejor sin él.
Se acostó boca abajo y pensó en Daire. Sería agradable ser virgen en su noche de bodas con Daire.
—_Levántate.
Jura se dió vuelta lentamente en la cama. Aún no había amanecido. Rowan estaba de pie, a unos tres metros de distancia, ya vestido y mirándola con furia.
—¿ Todos los iriales son tan perezosos como tú?, dijo él secamente— . Los carros ya se han reunido abajo.
_¿Son todos los ingleses tan malhumorados como tú? ,respondió ella. estirándose.
Ella miró fijamente y pareció palidecer.
—Toma tus cosas y baja — dijo y salió de la habitación. Jura reunió rápidamente sus escasas ropas y armas. En el patio del castillo había caballos corveteando y hombres que gritaban. Geralt. vestido de negro y montado sobre un caballo negro, daba órdenes a los hombres. Daire estaba a un lado sobre su caballo y junto a él se hallaba Cilean.
Jura sonrió al ver a su amiga, pero Cilean volvió la cabeza. La sonrisa de Jura se desvaneció. Luego tomó el pan y el vino aguado que le ofreció un criado.
Rowan estaba en medio de los hombres, montado sobre su caballo y listo para partir. Jura se vio obligada a reconocer que parecía capaz de organizar una expedición y, aparentemente, los hombres aceptaban su liderazgo.
Había carros llenos de alimentos. En uno de ellos, Jura vio a Lora y a Phillip, sentados junto al conductor.
—Jura — exclamó el niño. Sonriendo, ella fue hacia él. — Buenos días — dijo ella, ofreciéndole un trozo de pan. — ¿Los guerreros lanconianos comen pan? — preguntó él solemnemente.
—Siempre — dijo ella, también solemnemente y se volvió hacia Lora para sonreírle, pero la inglesa levantó la nariz en el aire y miró hacia otro lado. Jura fue hacia donde estaba su caballo y cabalgó junto a Xante.
Tardaron un día en llegar a los pueblos mas dispersos por la tierra de los iriales había otros más pequeños, pero estos estaban habitados por campesinos, la clase social más baja, integrada por personas que reñían entre sí y cuyas reyertas familiares databan de siglos atrás. Esa gente no sabía si eran iriales o vatell o ingleses.
Pero, a treinta kilómetros de la ciudad amurallada de Escalon vivía la población irial más importante. Los guardianes o guardianas escogían sus parejas entre esas personas. Los guardianes se escogían allí, y, después de su entrenamiento, eran enviados de regreso a su pueblo para custodiarlo y proteger a los iriales de las invasiones. En esos pocos kilómetros cuadrados existía la única paz que conocían los iriales. Allí los niños jugaban, las mujeres cantaban y se recolectaban las cosechas. Se hilaban telas, se bordaban vestimentas, y los enfermos y ancianos eran atendidos y consolados. Miles de guardianes iriales habían muerto para proteger ese sitio.
Durante la mayor parte del viaje Jura, cabalgó junto a Xante, pero cuando oyó que el pequeño Phillip se quejaba, fue hacia el carro.
—¿Deseas galopar conmigo? — preguntó al niño, mirando a Lora para solicitar su permiso.
Lora parecía luchar consigo misma. Volvió la cabeza y asintió con un breve gesto.
Phillip prácticamente saltó en brazos de Jura y ella lo instaló en la montura, delante de ella. Durante el resto del viaje le contó historias de los antiguos dioses de Lanconia, dioses que luchaban y reñían, dioses que tenían más personalidad que el dios cristiano Jesús, que apenas hablaba con su madre.
—¿Por qué tienes contigo al niño? — le preguntó Geralt enfadado al acercarse a ella— . ¿Los ingleses te han conquistado?
—Es un niño dijo Jura.
—Los niños se convierten en hombres.
Ella lo miró, fastidiada.
—No constituye una amenaza para ti. No pretende arrebatarte el trono.
Geralt miró al niño con hostilidad y se alejó. — No me agrada — dijo Phillip en voz baja. — Sí, te agrada. Será rey de Lanconia y será un rey excelente.
—Mi tío Rowan es el rey y es el mejor.
—Ya veremos.
Los viajeros llegaron al pueblo por la noche. Los carros debieron atravesar un río, junto con los caballos y pasajeros.
Los habitantes del pueblo salieron a recibidos con antorchas. Deseaban conocer al inglés que decía se rey.
Muchos parientes de Jura corrieron a saludada. Su posición se había tomado muy importante desde que ganara el Honorium y se casara con el rey.
—¿Cómo es él? — murmuraron— . ¿Aún no han engendrado un niño? ¿Es tan apuesto como Daire? ¿Es tan fuerte como Thal?
Las preguntas se interrumpieron cuando Rowan apareció detrás de ella. Jura vio que algunas de sus primas lo miraban embelesadas. Hubo suspiros colectivos.
Jura les sonrió y hasta experimentó cierto orgullo.
Luego sonrió a Rowan.
—¿Puedo presentarte a mi familia? — dijo cortésmente. Luego, la tía de Jura los condujo hasta una habitación de su casa. Era un dormitorio pequeño, en el que sólo había una cama. Rowan estaba muy callado.
—¿Estás fatigado a causa del viaje? — preguntó ella.
—No — dijo él en voz baja— . Te agradezco que te hayas ocupado de Phillip. Creo que el niño ha comenzado a adorarte.
—Es un niño agradable y está ansioso por aprender.
Quizá sea más lanconiano de lo que creí. — Rowan se sentó en el borde de la cama y se desató las botas. Parecía preocupado. Ella deseaba preguntarle por qué, pero no lo hizo. Era mejor mantener las distancias respecto a ese hombre, que sólo era su marido temporalmente.
—Imagino que no dormiremos juntos — dijo ella. — ¿Qué? No, supongo que no. Hay unas pieles. Haré mi cama en el suelo. Ocupa tú la cama.
Jura frunció el ceño, se quitó las botas y los pantalones y se metió en la cama grande y vacía. Permaneció despierta mientras Rowan se instalaba en el suelo, sobre las pieles. La atmósfera era tensa y no podía dormir.
—La luna está muy brillante — murmuró ella. Rowan no respondió y ella pensó que quizá se había
dormido.
—Jura — dijo él suavemente.
—Sí — dijo ella, en el mismo tono de voz.
—¿Alguna vez tienes dudas acerca de ti misma? ¿Te sucede que sabes que estás en lo cierto, pero íntimamente abrigas una duda?
—Sí — dijo ella— . Me ha ocurrido.
El no dijo nada más y, después de unos minutos, ella escuchó su respiración lenta y acompasada. Se había dormido. Durante largo rato, estuvo pensando intrigada, qué habría querido decir, pero no halló la respuesta.
A la mañana siguiente, los iriales despertaron muy temprano. Deseaban ver a amigos y parientes a los que no habían visto en mucho tiempo y deseaban conocer a ese inglés que decía ser su rey.
Jura contempló a Rowan cuando pasaba entre la multitud, y vio cómo se iluminaban los rostros de la gente cuando él les hablaba en su propio idioma. No se parecía al hombre malhumorado que ella conocía, sino un hombre inteligente, sereno, que sabía imponer su presencia.
—Es endemoniadamente lisonjero — dijo Geralt a Jura— . Cuida de no perder la cabeza. Alguien deberá mantener la sensatez cuando este loco nos lleve a la guerra.
Jura bebía sidra caliente.
—No desea la guerra sino la paz.
—Una cosa es lo que se desea y otra la que se obtiene. Si entramos en territorio vatell, prepárate para luchar. Brita se alegrará de poder matarlo, ya que su padre mató a su esposo.
—Quizá también Brita esté harta de guerra –dijo Jura— . Quizá desee ver nuevamente a su hijo.
Geralt estaba estupefacto.
—¿Estás traicionando a tu país por ese inglés?
—No, por supuesto que no. Jamás podrá unir a las tribus, pero hay que dejarle que lo intente. ¿Quién lo apoyará? Quiere que los iriales y los vatell se casen entre ellos. ¿Qué irial consentirá? Lo detendrán antes de comenzar.
Xante, que estaba cerca de ellos y había oído la conversación, dijo a jura:
—Míralo. La gente que lo rodea lo mira con adoración. Lo apoyarán. Silencio. Va a hablar.
Jura contempló a Rowan con interés cuando él trepó a una banqueta y comenzó a hablar. Durante toda la mañana había oído comentarios sobre las puertas de Saint Helen; sabían que Rowan las había abierto. Pero también vio expresiones escépticas en sus rostros. No aceptarían a este hombre sólo en virtud de una antigua leyenda.
La voz de Rowan y su lanconiano perfectamente pronunciado ejercieron un efecto hipnótico sobre la gente. Se hizo un gran silencio para escucharlo. Nadie tosía, ni se movía; hasta los niños callaban.
Rowan habló de un país en el que reinara la paz y la tranquilidad, donde hombres y mujeres pudiesen galopar grandes distancias sin temor a ser atacados por otras tribus. Habló de construir buenos caminos. Del intercambio entre las tribus. Los iriales podrían cambiar sus telas tejidas por las joyas de los vatell o los caballos de los fearen. Habló de poner fin a la muerte de hombres jóvenes, invasores que robaban a otras tribus. Describió elocuentemente a los iriales viajando seguros por los territorios de los vatell y los fearen, hasta llegar a las tierras de los poilen, que podrían transmitirles sus vastos conocimientos sobre hierbas y medicina. Algunas personas se emocionaron hasta las lágrimas cuando mencionó las muertes que hubieran podido evitarse si hubieran contado con las medicinas de los poilen.
—Nos apoderaremos de las medicinas de los poilen — dijo Geralt, pero calló al ver que la gente lo miraba con disgusto.
Rowan dijo que la única manera de llevar a cabo esos planes era logrando la unidad de las tribus.
—Lucharemos — — dijo Geralt.
La gente lo siseó y miró luego a Rowan, que aguardaba a que se hiciera nuevamente el silencio.
—Los lanconianos deben unirse — — dijo Rowan suavemente y todos se inclinaron hacia adelante para oír sus palabras.
Explicó sus planes de unir a las tribus a través de los matrimonios y, antes de que nadie pudiera hacer preguntas, pidió voluntarios: hombres y mujeres jóvenes y valientes, dispuestos no a morir sino a vivir por su tribu. Sonrió y preguntó quiénes eran las almas nobles, dispuestas a sacrificado todo para casarse con esos altos, hermosos, jóvenes y sanos vatell.
Jura y Geralt fueron prácticamente arrollados por la estampida de jóvenes que corrieron para ofrecerse. Jura estaba anonadada por el poder de persuasión de Rowan.
Geralt, en cambio, se adelantó para colocarse frente a la multitud.
—¿Enviarán a sus hijos a la muerte? — gritó— . Este inglés no conoce nuestros hábitos. Los conducirá a la muerte. Los vaten destruirán a los iriales.
Jura vio con horror cómo los tres caballeros de Rowan atacaban y hacían caer a Geralt al suelo. Jura reaccionó de inmediato, como Xante y otros dos guardianes.
Jura tomó a Neile de los cabellos y apuntó con su cuchillo a la garganta del joven.
—Suéltalo — dijo, apretando el cuchillo contra su piel hasta que un hilo de sangre corrió por su cuello. Neile soltó a Geralt y se incorporó. El otro caballero también soltó a Geralt.
La multitud los contemplaba.
Furioso, Rowan bajó de la banqueta y dijo a Jura.
—Suéltalo.
—Atacó a mi hermano — dijo Jura— . Debería cortarle el cuello, Neile, abatido por una mujer, estaba demasiado humillado y no dijo nada.
Watelin obligó a Xante a quitarle las manos de encima.
—Sus palabras fueron las de un traidor.
Rowan tomó el antebrazo de Jura y la obligó a liberar a Neile. Luego la llevó hacia un rincón donde pudieran hablar en privado.
—¿Por qué? — preguntó— . ¿Por qué arruinaste mi discurso? La gente me escuchaba. Eres mi mujer, deberías apoyarme, y sin embargo, me creas dificultades.
—¿Yo? — dijo ella— . Tus hombres atacaron a mi hermano, ¿Acaso podía yo permanecer indiferente y permitir que le hicieran daño?
—Soy tu rey. El que me ataca es un traidor — dijo él con paciencia.
—¿Traidor? — dijo ella, asombrada— . En Lanconia es necesario ganarse el derecho al trono. Thal te designó su sucesor, pero podemos destronarte. No somos como tus estúpidos ingleses que aceptan al hijo del rey aunque sea un idiota. Geralt tiene derecho a opinar, como cualquier otro hombre, pero más aún, ya que es tan hijo de Thal como tú. Además, estaba en lo cierto.
—Los iriales están dispuestos a seguirme — dijo Rowan— , ¿Es que tú y tu hermano no deseáis que tenga éxito? ¿Es eso? Si fracaso y no logro unir las tribus, tal vez el pueblo desee que tu belicoso hermano ocupe el trono. ¿Por eso labran mi ruina?
—Eres un tonto ostentoso y represor — gritó ella— . Todos desean que tengas éxito, pero quienes vivimos aquí sabemos que no puede hacerse. Los iriales te escuchan y tú pronuncias bellos discursos. Hasta yo hubiera deseado casarme con un vatell al oírte, pero si te presentas ante Brita con esos jóvenes, ella se frotará las manos y los matará a todos. Le encantaría debilitar a los iriales y quitarles sus tierras. Necesita nuestras cosechas.
—Entonces iré solo a verla — dijo Rowan— . Hablaré con Brita a solas.
—y ella te convertirá en su rehén y deberemos pagar un rescate muy alto por ti.
Rowan se inclinó hacia adelante, Su rostros estaban muy juntos.
—Entonces no pagues el rescate. Si me toman cautivo, considera que no he ganado el derecho al trono.
—¿ Y permitir que un vatell retenga a nuestro rey?— gritó Jura— . Los destruiremos por haremos ofendido, Les...
Se interrumpió porque Rowan la besó. No encontró mejor manera de hacerla callar, y ella le devolvió el beso con toda la pasión contenida en su ira.
Ella tomó de la nuca y la besó profunda y apasionadamente.
—No luches en contra de mí, Jura — dijo a su oído— .Sé mi esposa. Apóyame.
Ella se apartó de él.
—Si ser tu esposa significa contemplar pasivamente cómo llevas a mi gente a la muerte, prefiero morir.
Rowan se irguió.
—Mi padre me encomendó una tarea y debo llevada a cabo. Puede que tú creas que la guerra es el único medio para resolver este problema, pero existen otros. Sólo ruego que estos iriales tengan un mejor matrimonio que el mío. — Se volvió para marcharse.
—No — dijo ella, tomándolo del brazo— . Te lo ruego, no lo hagas. La gente confía en ti. Vi cómo te miraban y sé que te seguirán. No los conduzcas a la muerte.
—Sólo deseo que me ruegues una cosa. Fuera de eso, eres mi mujer. Debes consolarme cuando vuelvo de las batallas, ocuparte de mi alimento y quizás, algún día, darme hijos. No gobernaré de acuerdo con el consejo de una mujer. — Se marchó.
Jura permaneció allí durante unos instantes y trató de serenarse. Alguien debía detener a ese hombre. Sabía que la gente lo seguiría, pues habían reaccionado ante él tal como lo hiciera ella, aquel primer día junto al río. Entonces, ella lo hubiera seguido si él se lo hubiese pedido, pero ahora estaba lúcida y no se dejaba cegar por su belleza.
Debía hacer algo para impedir que él siguiese adelante con sus planes. Se dispuso a marcharse pero alguien interceptó su paso.
—Cilean — dijo ella, incrédula.
—Sí — dijo Cilean— . ¿Podemos hablar?
Jura oyó el ruido de la multitud y deseó con impaciencia unirse a ella. Quizá pudiera impedir que siguieran a Rowan. — ¿Aún lo odias? — preguntó Cilean.
Jura estaba enfurecida.
—creí que pensabas que lo deseaba para mí y que había traicionado a mi amiga para obtenerlo. — Estaba equivocada — dijo Cilean— . Estaba celosa. Su tono de voz tranquilizó a Jura.
—¿Celosa? ¿Lo amas?
—Sí — dijo Cilean— . Lo he amado desde que lo vi por primera vez. Tiene buen corazón, Jura. Es generoso y considerado y está dispuesto a arriesgarlo todo para unir a las tribus. Sabe que pueden matarlo.
—y a permitir que maten a varios centenares de iriales — dijo Jura— . Cuando Brita los ataque, sus nobles propósitos no les salvarán la vida.
—Quizás ella no lo haga. Quizá Dios ayudará al rey Rowan como lo hizo cuando abrió las puertas de la ciudad.
—¿Qué? — dijo Jura— . Dios no protege a los malos gobernantes. Los mata y mata a sus seguidores. Cilean, no es posible que estés tan obnubilada. No puedes creer que Brita vaya a permitir que trescientos iriales crucen sus fronteras y que les dé la bienvenida... excepto con flechas.
—Iré con él— dijo Cilean— . Oí que te decía que iría solo. Iré con éL Sabes que fui cautiva de los vatell durante tres años y conozco la manera de llegar hasta la ciudad de Brita a través del bosque.
—Te matarán — murmuró Jura.
—Es un riesgo que debo correr, porque él está en lo cierto. Y además, tratará de hacerla vaya yo con él o no. Deberías haberlo visto durante el viaje a Escalan. Se acercó a esos tres jóvenes remas, como si Dios lo hubiera cubierto con una capa protectora. Y enfrentó a Brocain sin custodia y le exigió que le entregara a su hijo mayor. Y Brocain le obedeció. Jura, debiste verlo.
Jura meneó la cabeza.
—Lo veo a diario y veo que no trata de aprender nuestras costumbres, pero trata de imponemos las suyas.
—No es verdad. Sabe nuestro idioma, conoce nuestra historia. Se viste como nosotros y...
—Viste las ropas que mi madre cosió para Thal Cilean se acercó a Jura.
—Jura, por favor, escúchame. Dale una oportunidad. Quizás pueda unir a las tribus. Piénsalo. Piensa en lo hermoso que sería poder viajar sin custodia. El sugiere que, en lugar de robar, establezcamos un intercambio comercial. — Bajó la voz— . Y piensa que podríamos comerciar con otros países. Podríamos vestir ropas de seda, como su hermana Lora.
—Esa...
—Jura, por favor — rogó Cilean.
—¿ Qué puedo hacer para ayudarlo? Puede bailar con Brita si lo desea. Pero no quiero que lleve a mi gente a la muerte.
—Ven con nosotros.
—¿Qué? — gritó Jura— . ¿Deseas que me entrometa en asuntos ajenos y que sacrifique mi vida por el sueño de un inglés loco que ni siquiera me agrada?
—Sí — dijo Cilean— . Es nuestra única oportunidad. Si logramos que Brita hable a solas con él, creo que ella lo escuchará. Creo que él es capaz de persuadir a cualquiera.
Jura se apoyó contra el muro de piedra. Si lo acompañaba, seguramente moriría. Nadie podía ir a la ciudad de Brita para apresar a la reina vatell; sería capturado y torturado.
Pero, ¿y si tenían éxito? ¿Si el destino permitía que convencieran a Brita para que escuchase a ese rey tan persuasivo? ¿Podría Rowan convencerla para que enviase a sus jóvenes hombres y mujeres a casarse con los iriales?
—Piensa qué fuertes seríamos — dijo Cilean— . Si uniésemos tan sólo a los iriales y los vatell, seríamos mucho más fuertes que cualquier otra tribu.
—No se lo digas a Geralt — dijo Jura, con la sensación de que estaba siendo desleal a su hermano— . ¿Has hablado con el inglés? ¿Quiénes irían, además de nosotros tres?
—Daire, naturalmente — dijo Cilean— . Brita no ha visto a su hijo desde que era un niño. No le hará daño.
—A menos que considere que es más irial que vaten. ¿Quién más?
—Creo que es suficiente — dijo Cilean— . No queremos ser muchos. Si somos pocos, todo será más tranquilo.
Bien, ¿se lo decimos a Rowan? Siempre que podamos alejarlo de las mujeres, claro está. Quizá sea mejor que no esté casada con él; los celos me enloquecerían.
Jura miró a Rowan. El sol hacía brillar sus cabellos. Estaba rodeado por jóvenes bonitas que, aparentemente, no podían resistir la tentación de tocar a ese rey rubio. Rowan tenía ese aspecto inocente que adoptan los hombres cuando desean parecer indefensos para lograr cuanto de
sean de una mujer.
—¿Celosa de un hato de chiquillas tontas? — murmuró Jura por lo bajo— . Hace falta más que eso para despertar mis celos. Ven, le diremos cuál es nuestro plan (nuestro último plan sobre la tierra) antes de que comience a hablar nuevamente y persuada a cientos de madres para que abandonen a sus hijos y lo acompañen.
La mirada de Rowan se tomó Oscura.
—La tierra se abrirá y devolverá a los muertos –dijo en voz baja— . Lloverá sangre del cielo. Los árboles se secarán y se tomarán negros. Las piedras se convertirán en blandos panes antes de que yo entre a hurtadillas en el campamento de Brita, acompañado por dos mujeres y el ex-amante de mi esposa.
Jura miró a Cilean como diciendo "Te lo advertí."
—Rowan, por favor — dijo Cilean— , escúchame. Conozco el camino del bosque. Daire es el hijo de Brita y Jura es fuerte y ágil y...
—Una mujer — gritó él. Se hallaban en el interior de la casa de la tía de Jura, alejados de los curiosos— . ¿Es que vosotros los lanconianos no sabéis qué diferencia hay entre hombres y mujeres? Una mujer no puede combatir.
—Fui muy eficiente cuando combatí por ti –dijo Jura.
—Mide tus palabras — dijo él y luego miró nuevamente a Cilean— . Llevaré a mis propios hombres. Los conozco y sé que me obedecerán. Nos trazarás un mapa. Daire puede acompañamos, siempre que no me ataque a traición.
—¿Acusas a Daire de...? — dijo Jura, pero Cilean la interrumpió.
—No trazaré ningún mapa. Lo que sé está en mi mente. La única oportunidad que tienes de que Brita te escuche es que se reúna contigo en secreto. Sólo yo puedo llevarte hasta ella. Daire irá porque ella es su madre.
—Pero mi mujer permanecerá aquí — dijo Rowan rotundamente.
—No — dijo Cilean— . Jura irá conmigo. Así como tú trabajas bien con tus hombres, Jura y yo trabajamos bien juntas.
Jura, que estaba sentada en una banqueta, apoyó la espalda contra el muro. Sabía quién ganaría la discusión,
Cilean poseía algo que Rowan necesitaba y Ci1ean no es. taba dispuesta a dárselo gratuitamente.