Cuarenta y cuatro
Ayer mi madre envió a un mensajero a la comisaría con muestras, para el coronel y para mí, de las nuevas camisetas y tops que ha diseñado. El motivo es idéntico en los dos casos: debajo de la leyenda principal en letras color escarlata intenso —El club de los Veteranos—, y el texto debajo en cursivas negras: Vergas de hierro. Contrató a un dibujante profesional para que creara una caricatura convincente de la lascivia de los mayores: encorvado pero musculoso, calvo pero con el vello pubico brotándole desde la barbilla, la lengua colgando. El coronel mandó a buscarme para preguntarme qué pensaba de aquello. Con lealtad filial (léase: una infancia de lavados de cerebro implacables y chantaje emocional de lo más ruin) me obliga a opinar que se trata de la obra de un genio.
El coronel coge la camiseta con las dos manos y me la pone encima. Tengo que aguantarla con las manos mientras él retrocede unos pasos.
—¿A los farangs les va esto? Es tan… tan… fea.
—Ellos son así. Si les ofreces un club para hombres típico tailandés, se sienten intimidados.
—¿En serio? —Se queda confuso un momento, atrapado en una psicología extraña—. ¿No es importante que algunos dientes realmente tengan este aspecto?
—Ésa es la cuestión. Hace que se sientan más seguros.
Asiente con la cabeza lentamente para mostrar que lo entiende, o al menos que lo acepta.
—Por cierto, tu madre y yo vamos a darte un diez por ciento de las acciones del negocio. Quiere que participes en calidad de familiar, y yo sé ver las ventajas que tendrá el hecho de que no nos juzgues con dureza cada vez que atravieses una de tus fases devotas.
—Me temo que no puedo aceptar. Ganar dinero utilizando a las mujeres de esta forma está expresamente prohibido por el Buda.
—También lo está fumar hierba. En cualquier caso, te lo ordeno. Y desobedecer la orden de un superior también está proscrito por el Camino de las Ocho Etapas. —Entonces, acepto.
Bajo la camiseta y la doblo sobre la mesa. El coronel la desdobla para echarle otro vistazo y luego, convencido, aunque desafiado estéticamente, el coronel asiente con la cabeza y me deja marchar. Después de todo, madre es la que hizo el curso del Wall Street Journal por Internet. Cuando llego a la puerta, me llama.
—Lo siento, se me olvidó decírtelo. Hace un par de días, llegó este fax de la embajada de Estados Unidos. Es uno de esos perfiles estúpidos que hacen en Quantico. Pedí que lo tradujeran al tailandés, pero es la misma mierda de siempre. Cosas que se podrían saber pensando un poco.
Busco una esquina tranquila de la comisaría. El perfil sólo tiene tres páginas y me sorprende la carencia de jerga técnica.
Informe del Departamento de Perfiles Criminales, Oficina Federal de Investigación, Quantico, Virginia
Categoría del documento: Confidencial, para su distribución sólo entre las partes interesadas (se da permiso para compartir este informe con la Policía Real tailandesa) Asunto: Fatima, también Ussiri Thanya, un transexual que se sometió a una operación de cambio de sexo cuando rondaba los treinta, nació y se crió en Tailandia. Padre, un soldado afroamericano sin identificar (probablemente un recluta de la guerra del Vietnam); madre, una prostituta de origen tribal del noroeste de Tailandia, miembro de una comunidad grande de karen que habita las zonas fronterizas. Según la tradición tailandesa, se cree que el sujeto fue criado por su abuela en las tierras tribales de la frontera con Myanmar, mientras su madre seguía trabajando de prostituta en Bangkok…
Como ha dicho Vikorn, el informe no contiene nada que uno no hubiera podido deducir por sí mismo. Salto al último párrafo.
Salvo para aquellos que toda su vida han anhelado profunda y personalmente cambiar de sexo, es probable que los efectos a largo plazo de la extirpación quirúrgica de los genitales resulten en una devastación psicológica atroz.
Sospechamos que la reacción del sujeto de asesinar a Bradley de una forma elaborada, sádica e inteligente se corresponde absolutamente con lo que esperábamos. Sin embargo, es muy improbable que el sujeto haya saciado su ira. Convirtió a Bradley en una figura salvadora, el único ser humano que se diferenciaba bastante de los demás hasta el punto de ser básicamente benevolente. Por él, sacrificó las únicas posesiones a las que al parecer el mundo daba valor: sus genitales. Al traicionarla Bradley, lo más probable es que se volviera incapaz de confiar en nada y en nadie. Si hasta la fecha su comportamiento (excepto en el asesinato de Bradley) ha sido relativamente normal, creemos que sólo actúa de memoria, o que tiene en mente algún plan que debe de ser esencialmente sociopático. La necesidad de hacer al mundo lo que el mundo le ha hecho a ella será irresistible.