Capítulo 23

En el camino de regreso al coche, escuché hablando a papá y a uno de los hombres que había cargado el ataúd desde la iglesia. Papá hablaba mucho más alto de lo normal, así que pude suponer que quería que yo lo escuchara. Habían tomado la decisión de acabar con Kale. Corrupto, le dijo papá al hombre. Arruinado. Planearon desangrarlo y terminar con todo. Al parecer, finalmente habían encontrado un adecuado substituto sintético de su sangre. Ya no lo necesitaban.

Tenía que actuar rápido, pero no tenía ni idea de qué podría hacer. No había forma de que pudiera pasar las barreras de seguridad y llegar al noveno piso donde lo tenían encerrado.

—Tengo algunas cosas de las que encargarme en el trabajodijo papá en el camino de regreso a casaTe dejaré en casa para que te cambies. Un coche llegará en cuarenta minutos para llevarte a Denazen. Mercy te estará esperando para hacer otra ronda de preguntas. Un coche te llevará de vuelta a casa después de que ella termine.

— ¿Más preguntas?

Papá asintió.

—Sí. Mañana vas al trabajo de campo.

 

 

— ¿Cómo has estado, Dez?

Hoy, vestida con un pantalón de vestir a medida poco favorecedor del mismo color nauseabundo de la sopa de guisantes, Mercy se sentó frente a mí sorbiendo té de una pequeña taza de porcelana.

— ¿Encuentras las reglas de Denazen difíciles de seguir?

Me encogí de hombros.

—Nunca he sido muy rigurosa en cuanto a seguir las reglas.

—Eso he escuchado. —Asintió con la cabeza y me dedicó una sonrisa cómplice— ¿Entonces crees que ya lo entendiste todo?

—Estoy segura de que tengo mucho que aprender.

—Tengo una lista de preguntas específicas aquí, tal como lo solicitó tu padre.

Traté de no parecer preocupada, pero obviamente fallé.

— ¿Eso te inquieta?

— ¿Debería?

—Posiblemente.

Me incliné hacia atrás, tratando de relajarme y le di mi mejor sonrisa de ve a por ello.

—Averigüémoslo.

—Esta mañana fuiste al funeral de tu primodijo sin mostrar emoción— ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

Lo sabían.

—Hace algunos días.

— ¿Y dónde fue la última vez que lo viste?

Mierdamierdamierda.

—En el Panteón.

— ¿Panteón? ¿Qué estaban haciendo en el cementerio?

—No el cementerio, el Panteón. Es un lugar al que todos vamos a divertirnos.

Mercy asintió y garabateó algo en una hoja de papel.

— ¿Y de qué hablaron?

Tragué saliva.

—No de mucho.

Mercy dejó su bolígrafo a un lado y suspiró. Se puso de pie y se acercó al frente del escritorio.

—Vamos a tomarnos un descanso del interrogatorio por un minuto, ¿sí? Déjame explicarte un poco cómo funciona mi don.

Se inclinó hacia delante y colocó una tablilla sujetapapeles en mis manos. Puso sobre él el papel en el que había estado escribiendo y lo inclinó hacia arriba un poco.

Miré al sujetapapeles y reprimí un jadeo.

Mantén esto inclinado hacia arriba. La cámara no puede verlo así. Vamos a terminar esta sesión temprano. Encuéntrame en la sección B del estacionamiento. Soy de la gente de Ginger. Cuando te pida que leas, di lo siguiente: Mi nombre es Dez y soy una estudiante modelo de diecisiete años.

Dios no quiera que Ginger me diga que tiene gente dentro. Porque, ya saben, no me habría venido bien la ayuda, ni nada.

—Puedo ver si estás mintiendo sobre algocontinuóHe escrito una frase para ti, por favor léela en voz alta.

Dudé un momento antes de acceder.

—Mi nombre es Dez y soy una estudiante modelo de diecisiete años.

Sonrió.

— ¿Lo ves? Una mentira. Tu aura se volvió negra. Lo hace cuando mientes. Puedo verlo. —Me observó por un momento, toda sonrisasTambién puedo ver cuando escondes algo.

 

 

Espero en la sección B donde Mercy me dijo que la encontrara. Le dijo al empleado del cuarto piso, cuando me escoltó hacia el elevador, que había llamado y arreglado que mi transporte llegara más temprano. Todavía no sabía qué pensar, o si realmente debería confiar en ella. Esto fácilmente podría ser un truco o algún tipo de prueba, pero dado que se me estaba acabando el tiempo, decidí intentarlo.

Mercy no me hizo esperar mucho.

—Tengo autorización para el nivel nueve, donde mantienen a tu amigo. Tiene programado un último interrogatorio esta tarde. Esta será tu única oportunidad de llegar a él antes de que sea destruido.

—Woa, alto ahí, señora. Más despacio. —La miré, sintiendo nada más que desconfianza. Sólo porque dijera que estaba con Ginger no lo hacía verdad. Yo podría tirar algunos nombres también— ¿Cómo sé que todo esto no es más que una gran trampa? No es como que los de aquí en Denazen sean conocidos por jugar limpio. Les sigo el juego y, boom, lo siguiente que sé es que mi nueva dirección es en una de esas bonitas cajitas de vidrio.

—Tendrás que confiar en mí. No hay mucho tiempo. Tu padre sabe por qué estás aquí en verdad. Sabe sobre ti y 98.

—KaleespetéSu nombre es Kale, no 98. —Era estúpido, y frente a esta revelación, ridículo el insistir en un nombre, pero me molestaba— ¿Y cómo demonios es que él sabe algo?

Mercy se rió. Un sonido oscuro y áspero que venía desde las profundidades de su estómago.

—Tu padre tiene espías en todos lados.

— ¿Alguien se lo dijo? ¿Quién?

Los únicos que sabían lo que estaba haciendo eran Ginger y su gente, y Kale. ¿Podía ser que Ginger tuviera a un doble agente en sus filas?

Ella negó con la cabeza.

—No lo sé. Pero no importa. Él está encima de ti, así que debemos movernos rápido.

Crucé mis brazos, entrecerrando los ojos.

—Si eres una de la gente de Ginger, ¿por qué no puedes llevarle la lista tú?

—No me lo pidió.

¿Es en serio? Quería gritar. Esta gente era suficiente para hacer explotar mi cabeza.

Extendió su mano.

—No hay tiempo. ¡Deprisa!

— ¿Deprisa qué? ¿Tomar tu mano? Lo siento, ¿no repasamos esto el otro día? No eres mi tipo.

— ¡Imita, idiota!

Oh.

— ¡OH!Puedo ser un poco lenta a vecesEspera. Eso no va a funcionar. ¿No era que un coche iba a llevarme a casa? Si papá sabe lo que está pasando entonces estará al tanto de lo que estoy haciendo y dónde se supone que tengo que estar.

—Yo iré en tu lugar.

La miré fijo.

—Um, no te ofendas ni nada, pero además del hecho de que no me verían vistiéndome así ni muerta, eres un poco demasiado alta y mucho más vieja.

—Quiero decir que cambiemos lugarespuso los ojos en blanco y miró por encima de su hombroTú serás yo, entra y busca a 9es decir, a Kale. Y yo seré tú y me iré en el coche.

— ¿Quieres decir que imitemos las dos?Mi cerebro gritaba: ¡de ninguna manera!, y negué con la cabeza. Rick. Rasgaduras internas. Sangre. No. No de nuevoNo hay maneraMe matará.

Me agarró de los hombros y me sacudió.

—Esta es tu única oportunidad. Si no entras y lo sacas, está muerto.

Tenía razón. Esta era mi única salida. ¿Pero que dos personas imiten? Una sola ha sido casi imposible. ¿Cuáles eran las posibilidades de dos? Aun así, tenía que intentarlo. Por Kale. Y si funcionaba, si yo sobrevivía, tal vez no necesitaría que el Reaper sacara a mamá. Tal vez podría hacerlo yo misma.

Tomé sus manos y cerré mis ojos, concentrándome en lo que quería. El dolor surgió y un grito comenzó a formarse. Esta vez, sin embargo, no lo contuve. Manos húmedas cubrieron mi boca mientras las lágrimas caían por mis mejillas.

Y entonces me golpeó. Como un avión cayendo del cieloy luego transformándome. Se sintió como ser cortada a la mitad. Lentamente. Célula por célula.

— ¿Deznee? Dez, levántate.

Abrí mis ojos y via mí. Mercy. Mercy como yo. Wow. Alguien necesitaba broncearse un poco. La dejé ayudarme a ponerme de pie, aferrándome a su brazo como soporte. El dolor en mi cabeza rezumbada, casi ahogando sus palabras, y el suelo se sentía como si estuviera inclinándose hacia un lado, decidido a hacerme caer.

—Supongo que mentí. Sí me verían vestida así.

El barato material provocaba comezón en mis piernas y el saco era soso y demasiado apretado.

Mercy resopló y dio un paso atrás, tirando del dobladillo de mis shorts.

— ¿Tú? ¿Cómo crees que me siento yo? ¡Estos shorts son prácticamente indecentes! Me veo como una ramera.

Arreglármelas para mantenerme levantada sola era una lata, pero lo conseguí. Resoplé.

— ¿Estás drogada? Tengo unas piernas de morirse y un trasero espectacular. Sería una idiota de no lucirlos.

Un sedán negro llegó al estacionamiento.

—Hora del espectáculo. —Me deslizó su identificación de seguridadTodo lo que tienes que hacer es ir al noveno piso y decirles que vas a buscar a 98 para interrogarlo. Llévalo a mi oficina. Invéntate una excusa y sácalo afuera.

¿Inventarme una excusa? ¡Como si fuera así de sencillo!

— ¿Y entonces qué?

—Entonces, sugiero que los dos corran como si los estuviese persiguiendo el mismísimo demonio. No pasará mucho antes de que se den cuenta de que no estoy donde se supone que debo estar. Bueno, tú no estarás donde yo debería estar. —Se acercó al coche mientras este se detenía— ¿Hay algo que deba saber?

—Quédate en mi cuarto. No sé cuándo llegará papá a casa pero si llega antes que yo, ignóralo y pon el seguro en la puerta. Sácale el dedo si intenta entrar, o lo que sea.

Mercy se veía mortificada. Me extrañó el ver la expresión en mi propia cara. Yo no me mortificaba.

— ¿Sacarle el dedo?

—Hay una llave pegada a la parte de debajo del porche principal. Ten un buen viaje.

Saludé y la empujé hacia el coche. Ella se deslizó dentro y cerró la puerta. Tan pronto como el coche dejó el estacionamiento, lentamente comencé a regresar al edificio, milagrosamente sin desmayarme. No sabía cuánto tiempo tenía, así que perder el tiempo no era una opción, pero moverme más rápido que el arrastrarme era imposible. La imitación había minado toda mi energía. Lo único que me impedía desmayarme era pensar en Kale. Si no lo lograba, él estaría perdido.

Con mi pulso retumbando en mis oídos, pasé por la seguridad del primer piso hacia los elevadores blancos. Una vez adentro, deslicé la tarjeta de Mercy y le dije al elevador que me llevara al noveno piso. Medio había esperado sirenas y luces intermitentes. Alarmas resonantes y placas descendiendo desde el techo para atraparme en la cabina. Tal vez incluso esos rayos láser que ves en las películas, esos para alejar a los ladrones de joyas. Pero cuando la cabina comenzó su ascenso sin incidentes, respiré profundamente aliviada. Hasta ahora, todo bien.

Cuando las puertas se abrieron hacia las paredes rojas y el piso de concreto del nivel nueve, hice mi mejor representación de la tensa, con el trasero levantado, Mercy.

—Buenos días, Mercydijo una pequeña mujer desde detrás del escritorio principal.

Asentí, di la vuelta a la esquina y fui por el pasillo. Gracias a Dios que había estado antes aquí con papá porque si no estaría perdida. Probablemente alguien hubiera sospechado si Mercy pedía direcciones.

— ¿Quién será interrogado hoy, Merc?Preguntó el guardia al final del pasillo.

Giró su llave para abrir la puerta, flirteándole con una sonrisa. Tal vez Mercy no era tan frígida como yo creía. Le guiñé y le devolví la sonrisa. Él pareció sorprendido, pero feliz.

—Una última ronda para 98 antes de que caiga la cortinadije.

El hombre enarcó una ceja, pero me señaló que siguiera. Mierda. Necesitaba pensar como Mercy. Hablar como ella. Pensar pura palabrería aburrida.

—Enviaré a Jim por una petición para llevarlo abajo. Puedes encontrarte con él en tu oficina.

—Está bien. Esperaré aquí y bajaré con ellos. Quisiera un tiempo extra paraobservarlo.

Aparentemente era la frase apropiada. Empecé a caminar por el corredor lleno de jaulas de vidrio mientras el guardia levantaba el teléfono para llamar a alguien. Todos estaban sentados exactamente igual a como habían estado el otro día. Como si nunca se movieran. Todos en el mismo lugar, con las mismas expresiones en sus caras. Incluso las frazadas en sus literas parecían impasibles.

Todos excepto Kale.

Apretado contra la esquina de su celda, miraba fijo hacia delante. Cuando me paré frente al vidrio, ni siquiera pestañeó y me preocupó que quizás estuviese drogado. Estaba a punto de decir algo para hacerle saber que era yo, pero él habló.

—Le dije todo lo que tenía para decir. Más preguntas no cambiarán eso.

Al otro lado del pasillo, un hombre en uno de esos trajes de lunares atravesó la puerta. Y yo que quería advertirle a Kale.

—Siempre hay más preguntas que hacer, 98dije mientras el hombre se acercaba.

— ¿Nivel cinco?

—Sí. Mi oficina por favor.

El hombre abrió la puerta y tironeó de Kale. Su color parecía un poco mejor que la última vez que lo había visto, pero aun así se balanceaba sobre sus pies. Un poco más y con algo de suerte estaríamos a salvo.

De vuelta en la oficina de Mercy, el hombre depositó Kale en la silla y me entregó una pistola eléctrica.

—En caso de que intente algo con usted.

Asentí unas gracias silenciosas y esperé a que la puerta se cerrara detrás de él. Sabía que había cámaras en la oficina de Mercy, así que no podía simplemente ir y decirle a Kale qué estaba pasando. Podría haber escrito una nota, como Mercy había hecho conmigo, peo cualquiera que observara podría sospechar.

— ¿Eres consciente de que van a exterminarte, correcto?Pregunté.

Si cualquiera estaba escuchando, y apostaría mis botas Mudd favoritas a que era así, tenían que ver a Mercy haciendo lo suyo.

Kale no contestó.

— ¿Por qué huiste?

Silencio.

¿Qué haría Mercy? Trataría de conseguir alguna reacción y partiría de allí.

— ¿Te dijeron sobre la chica? Deznee, ¿verdad?

Eso consiguió una reacción. Su cabeza se levantó de golpe y sus ojos se entrecerraron.

— ¿Qué hay con ella?

—No le iría bien aquí en Denazen, ¿no te parece?

La cara de Kale palideció.

— ¿Qué?

—No te ves bien, 98. Creo que te beneficiarías de un poco de aire fresco.

¿Realmente dejarían que Mercy llevara a Kale afuera? ¿Sin supervisión?

— ¿Qué hay con Dez?

—Vamos a dar un paseo.

Se puso de pie, los músculos de su mandíbula tensos. Con los dedos moviéndose rápidamente, dio un paso hacia adelante.

— ¿Qué pasó con Dez?

Miré nerviosamente a la cámara en la esquina de la habitación. Kale parecía listo para atacarme. Mi imitación parecía estar a nivel molecular. Si Kale me atacaba mientras era Mercy, ¿me mataría? No era un riesgo que pudiera tomar. Tomando el teléfono, le dediqué mi (de Mercy) mirada de ni se te ocurra. Presioné el botón en el teléfono que decía recibidor principal, cinco.

Una áspera voz contestó.

— ¿Si?

—Soy Mercy. Me gustaría llevar a 98 afuera.

La voz al otro lado dudó.

— ¿Eso es aconsejable?

—Siento que conseguiremos más por su parte de ese modo. Ya ha estado fuera una vez. Ya sabe cómo es la libertad. Una probadita no hará daño.

— ¿Quisiera que le llevemos un suit[12]?

—Eso no será necesariole guiñé a KaleDeberá comportarse si quiere que le diga sobre la chica.

—Tu funeral. Sal cuando estés lista.

Colgué el teléfono.

—Ahora, pongamos algunas reglas. Te haré un favor al llevarte fuera al lindo aire fresco. Tómalo como un regalo de despedida. Regresarás ese favor portándote bien. Caminarás pacíficamente y no tocarás a nadie. Si te comportas y contestas a todas mis preguntas, Deznee no sufrirá ningún daño.

La cara de Kale cayó. Sus dedos de congelaron.

— ¿La tienen? ¿Está aquí?

—Está aquí y a salvo. Por ahora. Pero entiende, si algo me pasa a mí, o al algún otro miembro del personal estando fuera del edificio, si no regresamos, bueno, creo que conoces todas las formas en las que podemos hacer que tu amiga se sienta incómoda.

Odiaba torturarlo así, pero era lo único que se me ocurría para hacerlo cooperar.

Se quedó de pie, tomándose las manos inofensivamente al frente. El odio en sus ojos envió escalofríos a lo largo de mi columna vertebral. Tenía que recordarme a mí misma, repetidamente, que la mirada iba dirigida a Mercy, no a mí.

—Entendido.

Abrí la puerta y le señalé que se pusiera en movimiento. Mi corazón iba a mil, tenía que concentrarme en cada paso izquierda, derecha, izquierda, derecha para estar segura de no tropezar. La sangre golpeaba en mis oídos, y tuve que contener una sonrisa. El ímpetu no era como nada que hubiera sentido antes. Un salto en bungee en el Puente Westend justo afuera del pueblo, deslizarme en parachoques por la autopista a sesenta millas por hora, incluso entrar a la escuela a la fuerza y besarse en el escritorio del director, todo palidecía al lado de esto. Al lado de la emoción de estar con Kale, nada nunca ha golpeado mi sistema como esto.

Lo guié pasando el escritorio hacia el elevador.

Dentro y hasta el primer piso.

Fuera del elevador y fuera por la puerta delantera.

Era todo demasiado fácil.

En el momento que salimos del edificio y nos dio el sol, empezó. Una diminuta voz en la parte de atrás de mi cabeza que me decía que algo no estaba del todo bien. Como si me estuviera olvidando de algo, algo enorme, pero no ubicaba el qué.

Le señalé un juego de mesas de picnic a nuestra izquierda.

—Puedes sentarteun rápido vistazo por encima de mi hombro y pude ver al guardia de seguridad del primer piso observándonos.

—Escúchame con mucha atencióndije sentándome frente a élNos vamos a sentar aquí y charlar por unos minutos, luego vamos a dar un paseo a través del estacionamiento hacia la parte de atrás del edificio donde están los jardines. Después de eso, vamos a saltar la cerca y correr como si nos fuera la vida en ello.

Kale pestañeó varias veces.

—Estás sangrandodijo, entendiendo.

Me encogí y me pasé el pulgar por mi nariz. Diablos. ¿Alguien más lo había notado?

—Soy yo.

—Estás sangrandorepitió, estirándose hacia delante.

Me pasé la mano por debajo de la nariz. Por supuesto, mi mano volvió con una delgada línea roja.

Negando con la cabeza, dije.

Soy Mercy. Si alguien te ve tocarla van a sumar dos más dos bastante rápido.

Retiró su mano, con su sonrisa desapareciendo.

— ¿Estás bien?

— ¿Tú eres el que está encerrado en el infierno y preguntas si yo estoy bien?

—Tú eres la que está

Me sentía como si hubiera un ejército de hombres con martillos hidráulicos golpeando en mi cabeza y probablemente podría dormir como por un mes, pero el tener a Kale en frente de mí de alguna manera hacía que todo estuviera bien.

—Sangrando. Sí, lo sé. Estoy bien.

Sus labios se arrugaron y frunció el ceño.

—Lo saben todo. Ella me interrogó tan pronto como volví. No contesté, pero eso fue suficiente confirmación para ellos. Me preguntaron si sabías de tu madre. Lo siento.

Negué con la cabeza.

—Está bien. No había nada que hubieras podido hacer. Créelo o no, Mercy está de nuestro lado. Ella lo preparó. Cambiamos lugares. Está en mi casa, esperándonos.

— ¿De nuestro lado?

Asentí. Kale no estaba convencido, pero no podía culparlo. La idea de que alguien en Denazen pudiera querer ayudarnos tenía que ser irreal para él después de todo lo que ha vivido a sus manos.

—Muy bien, levántate lentamente, trata de verte triste o algo, y vamos a caminar hacia el jardín.

Los dos nos levantamos y empezamos a caminar, cada paso llevándonos más cerca de la libertad. Todo estaba yendo genialHasta que dimos vuelta la esquina y vimos a los dos guardias parados allí, esperando.

—Buenas tardes, Mercydijo el más alto de los dos. El otro sacó una pistola eléctrica. En su otra mano sostenía una gran sábana blanca.

—Buenas tardesdije suavemente, con la esperanza de que no esperaran que los llamara por sus nombres. Denazen no creía en etiquetas con nombres. Era realmente un inconveniente.

—Me temo que nos han ordenado llevar a 98 de nuevo adentro.

—Habremos terminado en unos minutostraté de sonar casual, pero fracasé.

—No puede esperarse metió el bajitoMuévase a un lado para que podamos someterlo.

Me volví hacia Kale, quien dio un paso atrás. La cerca, y el bosque, estaban a solo diez pasos detrás de los dos guardias. Diez pasos. Eso era todo lo que separaba a Kale de la libertad. Ahora que había probado la libertada, Kale no iba a dejar que algo tan pequeño como diez pasos se entrometieran en su camino.

Sin importar qué.

Pestañeé, y Kale arremetió.