XX
Un resto de razón le dice que esto es una locura, pero sabe que sólo hubo un culpable real de todo lo ocurrido: su padre. Había tirado de la cuerda más de lo debido, y ahí están las consecuencias. Ahora las ratas y los caranchos se van a hacer un festín con lo quede. Es una pena, pero se lo tenía merecido.
Vuelve al auto y tiene un último pensamiento dedicado al muerto: «Que se joda por hijo de puta».
Después se dirige a la casa, ordena todo lo mejor que puede, se pega un baño, se viste y enciende el televisor. Se asoma y mira en la habitación de al lado.
Todo parece estar en orden.