Capítulo 11

Jake, hablando todavía de habladurías, salió del aparcamiento y se detuvo en Little Joe's a comprar unos perritos calientes, una cerveza y leche. La leche era para Priss. Por alguna razón había pedido leche en vez de coca-cola light.

Priss quería decirle que no estaba de humor para un picnic y mucho menos para lecciones, pero el olor de la comida le recordó que no había desayunado, y que el día anterior se había limitado a cenar galletas con mantequilla de cacahuete.

Se estaba debatiendo con qué mentira podría contarle, cuando Jake giró en redondo en medio de Burros Boulevard y salió de la ciudad a gran velocidad.

-¿Qué haces?

-Ojalá lo supiera.

Era el calor, pensaba Priss. O eso o Jake estaba pasando por una crisis. Sí, una crisis podía explicarlo todo, porque ella también estaba pasando por una.

Hasta que no pasaron por Buck's Texaco y Barbecue no supo hacia dónde se dirigían. Y se preguntó por qué.

-¿Pete está bien?

Fue lo primero que se le ocurrió, que Pete estaba enfermo y que necesitaba a alguien que lo cuidara, y recurría a ella porque había oído que atendía a los niños del hospital.

-Porque si está enfermo, yo soy muy buena con los niños, pero no creo que lo sea con los adultos.

Jake la miró a los ojos: ..

-Pete está bien. Está en Denton, volverá mañana. Unos kilómetros más adelante, Priss dijo:

-Creía que habías dicho que querías hablar conmigo.

-Si.

Medio kilómetro después, Priss añadió:

-¿Y?

-Supongo que Faith te habrá dicho que soy hijo ilegítimo.

Priss se quedó boquiabierta.

-Claro que no, cree que eres muy simpático.

Jake se rió y aunque Priss no sabía por qué, su risa le pareció el sonido más reconfortante que había oído en toda su vida.

-Ya no voy por ahí tirando del pelo a las jovencitas, si por simpático te refieres a eso. Lo que quiero decir es que mi padre no se casó ton mi madre.

Ni siquiera se le pasó por la cabeza.

Jake llevaba el brazo izquierdo apoyado en la ventanilla abierta y el derecho en el volante. Priss tenía que tocarlo, no podía evitarlo, y como tenía las manos ocupadas, apoyó la suya en el muslo de Jake.

-iOh, Jake! Lo siento mucho -dijo apretando con fuerza-. Los padres pueden estar muy bien, pero, para decirte la verdad, no siempre son como se supone que deben ser.

Mi padre quería un hijo, pero sólo me tuvo a 'mí y mi madre dijo que no estaba dispuesta a pasar- por aquella experiencia de nuevo.

Tener un niño, quiero decir, y el embarazo. Creo que enfermaba a menudo, y mi padre nunca fue muy paciente con la enfermedad.

De alguna forma, sin darse cuenta de cómo sucedió, Priss le habló de los problemas que había tenido con sus padres.

Jake le habló de su breve matrimonio, y de que desde que tenía quince años tenía deudas y había tenido que abandonar el colegio para cuidar de su madre y de la cuenta que pagaba en flores todos los meses para que sobre la tumba de su madre siempre hubiera flores frescas.

-Siempre le gustaron mucho las rosas, sobre todo las amarillas y rosas.

-Rosas de la paz -dijo Priss, y Jake la miró con asombro.

-Es el nombre de ese tipo de rosas. Una vez vi unas en el jardín botánico de Dallas. ¿Iba allí alguna vez?

-No lo sé -dijo Jake, y por su voz hueca, Priss sospechó que estaba pensando en todas lo que ya nunca sabría sobre su madre. Priss había sentido lo mismo muchas veces, desde que murieran sus padres yeso que ella no los quiso tanto como Jake a su madre.

-Siempre ocurre eso cuando es demasiado tarde, ¿verdad? Yo deseaba tener buen tipo y ser elegante -dijo Priss para que Jake se sintiera mejor-. Y todo por mi madre. En la familia de mi madre eran muy guapos. Yo creía que en Virginia todos eran guapos, pero mi madre decía que yo había salido a mi padre, que no era muy guapo.

Jake agarró el volante con fuerza, con tanta fuerza que le dolieron las manos. Estaba furioso con los padres de Priss porque no apreciaron a su hija y furioso con Priss porque se preocupara tanto por él.

Le sorprendía darse cuenta de' que en algunos sentidos no eran tan distintos. Los dos eran rebeldes, aunque él siempre habría pensado en sí mismo como en un solitario.

Lo primero que Priss notó al salir de la carretera principal era que el cartel de entrada a Bar Nothing tenía una mano de pintura, verde oscuro sobre amarillo. El nombre le seguía pareciendo un poco tonto, pero el cartel tenía un aspecto estupendo.

-¡Has puesto grava en la entrada! -exclamó.

Se dirigían a Ir casa a buena velocidad, lo bastante rápido como para que la grava saltara contra los guardabarros. Jake siempre conducía deprisa, como ella y entonces lo vio. Y se quedó boquiabierta. Se le puso colorada la nariz y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Jake, que la observaba con impaciencia para comprobar su reacción, empezó a maldecir.

-Dios, no me digas. Bandas de música, aviones, autobuses y casas amarillas, ¿no?

-Es muy bonita -dijo Priss agarrándole el brazo, y lo miró como si fuera Santa Claus y Clint Black al mismo tiempo-. Jake, ¿cómo lo sabías? ¿Por qué?

Y el cartel, y todo...

- Priss pensó que Jake se sonrojaba, pero debía estar confundida, porque los hombres no se sonrojan, y menos los hombres como Jake Spencer. Parpadeó, suspiró y derramó unas lágrimas. Luego se sonó la nariz con un pañuelo desechable.

-¿Te gusta? ¿No te parece demasiado llamativa?

Priss se echó a reír, derramando más lágrimas.

-Sinceramente, Jake, ¿crees que puede haber algo demasiado llamativo para mí? Me gustan las cosas llamativas, adoro las cosas llamativas.

La casa estaba pintada de amarillo huevo, con las contraventanas en verde oscuro. La puerta de entrada, el columpio y la mesa del porche estaban pintados de rojo.

-Creo que le hacen falta unas cuantas plantas, pero me han dicho que ahora no es buena época, así que las pondremos en invierno.

Jake aparcó bajo un tejado, para proteger la camioneta del sol. Permanecieron allí unos instantes, admirando la casa durante algunos minutos. Priss pensó que era digna de aparecer en una revista de decoración. .

¿De verdad te gusta? -le preguntó Jake con vacilación.

-Me gusta mucho.

-En el interior no he hecho mucho todavía -dijo Jake, abriendo la puerta de la camioneta y bajándose

Últimamente no le había dedicado mucho tiempo al potro rebelde, pero había trabajado mucho para terminar la casa. Y trabajar sobre una escalera era duro para unas, piernas tan castigadas como las suyas. Casi tan duro como montar en un rodeo.

En el interior se estaba muy fresco, gracias al aire acondicionado. El suelo seguía siendo gris y el mobiliario igual de triste, pero la sensación al entrar era completamente distinta, a Priss le transmitía optimismo. Por cada habitación que pasaba imaginaba muebles nuevos, la pintura de las paredes, trasladar esto, restaurar aquello. Imaginó una decoración en color salmón, pero luego, al pensar en Jake, le pareció mejor el verde manzana.

-Esa chimenea... -decía, cuando Jake la agarró del brazo y la llevó al vestíbulo.

-Luego, primero dime qué te parece el piso de arriba.

A Priss se le cortó la respiración y, a pesar del aire acondicionado, sintió calor.

El rellano de la escalera y los pasillos estaban tan desangelados como siempre, con los mismos suelos grises, sin cortinas. Jake, en vez de enseñarle la primera habitación, se dirigió a la última de la esquina, su dormitorio.

Apoyó la mano grande y callosa en el picaporte, pero vaciló un instante.

-Priss, nena. Puede que vaya demasiado deprisa, pero... yo... lo que quiero decir es que... si no quieres, lo único que tienes que hacer es decirlo y ahora mismo te llevo a la ciudad.

Estaba sudando. Se quitó el sombrero y lo apoyó sobre el pecho. Se había despeinado Y la marca del sombrero era visible en su frente. Tenía la mandíbula algo tensa, pero fue el brillo de sus ojos el que hizo que a Priss le palpitara el corazón.

-Jake, ¿quieres acostarte conmigo otra vez?

Mientras lo miraba, sus ojos grises se volvieron negros como la noche. Bajó el sombrero desde el pecho hasta ponerlo sobre el vaquero, el mejor que tenía, sólo algo menos gastado que el resto.

-Eso espero.

-De eso querías hablar conmigo?

-En parte, pero no es lo más importante.

Priss abrió mucho los ojos. Estaban el uno frente al otro, pero sin tocarse. Priss podía sentir el calor de su cuerpo, oler el fino aroma de su jabón y a heno y a caballo. .

-¿No?

-,-No. Escucha. He pensado todo lo que quería decirte, pero si sigues interrumpiéndome, me voy a liar -dijo Jake e hizo una mueca, como si la invitara a hablar por última vez antes de su declaración.

Priss tenía que hablar. Si Jake iba a decirle lo que sospechaba, tenía que decírselo, era lo más justo.

-Jake, antes de que digas algo más, tengo que decirte algo.

Una sombra de tristeza cruzó el rostro de Jake, pero desapareció tan rápidamente, que Priss pensó que tal vez era imaginación suya.

-Supongo que me he precipitado. Lo siento, te llevaré a la ciudad.

-No, espera. No te hago responsable, al menos no enteramente, pero Jake, voy a tener un niño.

Jake se quedó pálido.

-Un niño. ¿Vas a...? ¿Tú y ese maldito banco de esperma? -dijo de un modo casi incoherente.

Priss tomó su mano y la acarició entre las suyas, para que no se desmayara.

-No, no yo y el banco de esperma. Lo tenía pensado, pero resultó que no me hizo falta, porque...

-Porque...? -dijo Jake con una mirada penetrante.

-Bueno, porque 'ya lo estaba. Embarazada, quiero decir. Así que no tenía que... '

-Es mío -dijo Jake, tímidamente-. Vas a tener un hijo mío. . Priss asintió en silencio.

No podría haber dicho nada aunque su vida dependiera de ello.

-Por Judas Iscariote, voy a ser padre -dijo Jake sonriendo de oreja a oreja, pero su voz era grave, casi reverente-. Bueno, está bien, allá va -dijo después de un suspiro-: Antes de nada, quiero decirte que no ando mal de dinero, y menos después de las últimas ventas. Tenía pensado emplear parte en la ampliación del establo, pero si se te ocurre otra cosa, como, tal vez, una habitación para el niño, me parece muy bien. Lo segundo es que ya no bebo mucho, pero sí me gusta hacerlo de vez en cuando. Nunca he pegado a una mujer y nunca lo haré, y no creo en ir por ahí mariposeando una vez que has encontrado a la mujer de tu vida. Algunos piensan que es algo atrasado, pero para mí tiene mucho sentido.

Jake tenía un aspecto tímido y magnífico al mismo tiempo. Priss se derretía al verlo.

-¿Por dónde iba? Ah, sí. No voy a la iglesia, pero no me importaría ir si tú quieres.

-Jake...

-En cuanto a los niños. Nunca pensé en tener uno, así que no sé mucho de cómo ser padre, pero puedo aprender.

-Jake...

-Lo que intento decir es que, si vas a tener un niño, voy a ser el mejor maldito padre que ningún niño ha tenido. Lo que es más, aunque no puedas tenerlo o no vayas a tenerlo, me quiero casar contigo y podemos tener más.

-Jake.

Jake se aclaró la garganta Y volvió a ponerse el sombrero. .

-Bueno -dijo-, creo que ya he terminado.

-Oh, Jake -dijo Priss con un suspiro. Ella, que nunca lloraba, estaba llorando otra vez. Jake no había dicho una palabra de amor, pero no tenía por qué, Priss sabía reconocerlo en cuanto lo veía.

Jake abrió la puerta del dormitorio, y Priss se echó a reír, pero, incluso en esos momentos, no pudo evitar derramar unas lágrimas, que no eran más que una demostración de alegría.

-Supongo que debería haberte consultado antes de empezar -dijo Jake, y Priss sacudió la cabeza.

-Es maravilloso, maravilloso. Jake, es la habitación más bonita que he visto nunca, pero, ¿cómo sabías que iba a gustarme?

-Faith dijo rosa, Sue Ellen dijo que te gustaban las camas con dosel y que te gustaría 'tener un diván para tumbarte a leer por las tardes.

Las paredes eran de color fresa, el suelo estaba enmoquetado en un color rosado más oscuro. El diván era de terciopelo azul oscuro, haciendo juego con las cortinas y los muebles. Las ventanas tenían visillos de gasa y la enorme cama tenía dosel y estaba adornada con tela de encaje.

Era maravillosamente vistoso. Era la peor pesadilla de Nora Barrington y el sueño de Priss hecho realidad, sobre todo por el hombre alto y fuerte que estaba de pie en medio de la habitación, mirándola con incertidumbre.

-Si no te gusta, podemos devolverlo y elegir otro. Es precioso -dijo Priss con un suspiro-. Jake, me encanta. Cuánto te quiero.

No supieron quién de los dos hizo el primer movimiento. Priss dijo que le gustaban los colchones blandos, Jake que los de plumas, pero cuando se metieron en la cama, estaban desnudos y ninguno de los dos pensaba en la decoración.

-Dios, te he echado de menos -dijo Jake con un gruñido-. He ido a la ciudad una docena de veces, pero no me decidía a acercarme a tu casa.

-He tratado de olvidarte con todas mis fuerzas, pero cuanto más lo intentaba, más pensaba en ti.

-Tienes el cuerpo más hermoso del mundo –dijo Jake con reverencia, acariciándole los senos, algo más hinchados que antes por el embarazo. Luego le acarició el vientre, todavía liso del todo.

Ya seguirían hablando del niño, pensó Priss, pero no en aquellos momentos. Oh, Dios, no cuando Jake la acariciaba de aquel modo, haciéndole todas aquellas cosas con la lengua y las manos.

Cuando se arrodilló para devolverle las caricias, Jake la abrazó, agarrando las sábanas rosas con ambas manos. Y a partir de aquel momento, se perdió en un mundo, de sensaciones, incapaz de reconocerse a sí misma.

Jake la deseaba tanto que no podía esperar. Sosteniéndola con delicadeza la tumbó sobre la cama.

-Si te hago daño, dímelo -dijo Jake con voz grave. El fuego que ardía en sus ojos, se reflejaba en los de Priss.

-Jake, voy a tener un niño, pero no estoy inválida. Por fayor... -dijo Priss y 'se interrumpió al sentir que Jake la penetraba. Fue como si un rayo iluminara la habitación, luego cerró los ojos y dejó que todo transcurriera.

Y así fue. Y si la primera vez fue maravilloso, aquella no podía describirse con palabras. No había palabras para describir su sensación al sentir el empuje de Jake, con los dientes apretados, con los ojos cerrados y una expresión de exquisita agonía.

Con un agudo suspiro, Jake se estremeció. Luego, sin dejar de abrazarla, rodó sobre su espalda y se quedó dormido.

Priss permaneció despierta largo tiempo, pensando en lo que habían compartido. Si Jake no hubiera entrado aquel día en la boutique infantil, si ella no hubiera estado allí, o si él hubiera encontrado lo que estaba buscando y se hubiera marchado antes de tropezar con ella...

No. Dios no podía ser tan cruel.

Durmió un rato, sintiéndose segura en brazos de su amor. Era de noche cuando despertó. Jake ya estaba despierto.

-Supongo que nos hemos quedado dormidos -murmuró.

-Supongo -dijo Priss.

-Supongo que es mejor que no hagamos el amor otra vez. Contigo en ese estado, probablemente está bien con una vez al día, ¿no crees?

-Tomo vitaminas,

-Ah.

Con ánimo juguetón, Priss puso una pierna sobre las caderas de Jake.

-Creo que tú también, deberías tomar -dijo Priss. Se daba cuenta de que, por su respiración agitada y el aliento entrecortado, Jake no estaba tan relajado como pretendía.

¿Sabes? He estado pensando en Pete y Rosalie -dijo Priss.

El hecho de que fuera capaz de pensar en aquellos momentos, desconcertó a Jake.

-¿Sí? -dijo incorporándose, con la respiración todavía agitada.

-Quiero decir, ¿qué vamos a hacer si no se llevan bien?

Jake profirió un gruñido. Se daba cuenta de que la noche iba a ser muy larga.

-Supongo que podrán dividirse el territorio y no traspasar los límites -dijo-. Yo, por mi parte, ya he traspasado el mío.

Priss miró hacia los pies de la cama y comprobó el significado de aquellas palabras.

-No te he preguntado si te importa que yo... hum, me quede donde estoy -dijo, y se rió, colocándose sobre él-. Leí una vez un artículo que decía que...

Jake cerró los ojos y pidió al cielo paciencia.

-Tengo que enterarme de dónde has sacado todo ese material de lectura.

Priss se echó a reír y Jake también.

Luego, durante largo rato,- ninguno de los dos tuvo mucho que decir.

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