7. Discografía

ADVERTENCIA:

«La siguiente película informativa está clasifica como COLECCIÓN RUBÍ. De no encontrarse en posesión de estas dos acreditaciones, COLECCIÓN y RUBÍ, abandone el auditorio y persónese inmediatamente ante el oficial de seguridad de la proyección. La divulgación a personas no autorizadas es un delito federal castigado con una sanción de hasta diez mil dólares o una pena de cárcel de hasta veinte años. Tienen treinta segundos para despejar el auditorio e informar al oficial de seguridad».

VOZ EN OFF:

«Océano: la última frontera».

«Durante doce años, desde el trascendental día en el que descubrimos que habíamos sido trasplantados a este mundo plano, nos enfrentamos a la inmensidad de un océano que continúa hasta donde se pierde la vista. Enfrentándonos además a la posibilidad de que el comunismo acabe propagándose a nuevos continentes inexplorados, nos hemos comprometido con una estrategia de exploración y contención».

IMAGEN:

Un cohete Atlas se eleva lentamente sobre la plataforma de lanzamiento, disparando un reguero de llamas de su cola… se eleva por encima de la torre de lanzamiento y desaparece en el cielo.

CORTE A:

Una cámara montada sobre la nariz del cohete, apuntando hacia atrás a lo largo de su flanco. La Tierra se queda atrás, desenfocada en la distancia azul. Lentamente, el cielo tras el cohete se va oscureciendo, pero la Tierra sigue ocupando gran parte de la visión del objetivo. Cae el anillo del motor de la primera fase, dejando el motor principal ardiendo con una llama de color azul pálido: ahora es reconocible el contorno de la costa californiana. Ahora Norteamérica se reduce visiblemente. Finalmente un perfil distinto, extraño, aparece ante la vista, como un sistema de cifrado en una extraña secuencia de comandos. El impulsor sale ardiendo y queda atrás, y la cámara derribada captura la luz del sol que se refleja en la superficie de la fase superior del cohete Centauro al prender el motor, empujándolo más alto y más rápido.

VOZ EN OFF:

«No tenemos escapatoria».

CORTE A:

Un meteorito cruza arañando el vacío cuenco azul del cielo; desacelerando, desplegando paracaídas.

VOZ EN OFF:

«En 1962, este cohete hubiera consumido una carga útil de dos toneladas para todo el trayecto hasta el espacio exterior. Eso era cuando vivíamos en nuestro planeta, una esfera achatada. La vida en un disco resulta distinta: mientras que la atracción gravitatoria en cualquier lugar de la superficie es constante, nos vemos incapaces de salir de ella. De hecho, todo lo que lancemos hacia arriba volverá a caer. Ni siquiera un cohete nuclear puede escapar a ello: según el científico del JPL Dan Alderson, para abandonar el disco de Magallanes sería necesaria una velocidad de escape de más de 2500 kilómetros por segundo. Esto se debe a que la masa de este disco es muchas veces mayor que el de una estrella; en realidad, tiene una masa cincuenta mil veces superior a nuestro propio Sol».

«¿Qué es lo que impide que colapse en una esfera? Nadie lo sabe. Los físicos especulan que la misma quinta fuerza que impulsó la expansión temprana del universo —se refieren a ello como “quinta esencia”— ha sido aprovechada por los creadores del disco. Pero la cruda verdad es, nadie está seguro de ello. Tampoco entendemos cómo llegamos aquí, cómo en un abrir y cerrar de ojos, algo fuera de toda comprensión, pelara los continentes y océanos de la Tierra, como una piel de uva, para a continuación verterlos sobre este extraño disco».

CORTE A:

Un mapa. Los continentes de la Tierra desplegados: Las Américas a un lado, Europa, Asia y África al este. Más allá de la cadena de islas de Indonesia, Australia y Nueva Zelanda se aferran solitarias al borde del abismo que es el océano.

El mapa hace un barrido lateral hacia la derecha: Aparecen extraños continentes nuevos, con sus costas irregulares, que entran deslizándose en el campo visual. Son enormes. Algunos incluso más grandes que Asia y África juntas, pero la mayoría son más pequeños.

VOZ EN OFF:

El Movimiento cambió la geopolítica para siempre. Aunque preservamos la topografía superficial de nuestros continentes, debajo de la discontinuidad de Mohorovicik (bajo la corteza superficial) y en el profundo lecho marino, varios fragmentos de un material desconocido fueron introducidos a modo de separadores. Las distancias entre puntos separados por las profundidades del océano cambiaron inevitablemente, pero éste no fue a nuestro favor. Después del Movimiento, el balance de poder táctico se mantuvo casi igual que antes. La trayectoria de nuestros misiles, que estaban diseñados estratégicamente para cubrir grandes vuelos circulares (ya que pasaban por encima de la capa polar y bajaban hasta el Imperio Comunista) fue distorsionada y extendida, de manera que los objetivos enemigos quedaron fuera de su alcance. Aunque nuestros bombarderos tripulados aún podían llegar hasta Moscú reabasteciéndose durante el vuelo, los cambios en el mapa los hubieran obligado a atravesar miles de kilómetros de espacio aéreo hostil. El Movimiento hizo que toda nuestra planificación estratégica quedara obsoleta. Si los británicos hubiesen estado dispuestos a mantenerse firmes, quizás hubiésemos prevalecido, pero mirando atrás, lo que nos tocó a nosotros, también le tocó a los soviéticos, y es difícil condenar a los británicos por negarse a absorber al completo la fuerza del inevitable bombardeo soviético.

En retrospectiva, la única razón que evitó que todo esto terminara en un completo desastre para nosotros fue el hecho de que los soviéticos se encontraban en el mismo caos que nosotros. Pero ahora el fantasma del comunismo domina Europa occidental: Las naciones de la Unión Europea, supuestamente independientes, están tan esclavizadas por Moscú como los estados pertenecientes al Pacto de Varsovia. Lo único que nos ofrece un poco de tracción geopolítica sobre el continente rojo es el estado de emergencia británico, y debemos presumir que también ellos se verán obligados a llegar a un acuerdo con la Unión Soviética.

CORTE A:

Un avión plateado con alas delta en pleno vuelo. Estas alas, cortas, su morro puntiagudo, y la escasez de ventanas, indican que el avión no lleva tripulación. Lo impulsa un único gran motor en la cola, con un tubo de escape que brilla al rojo vivo. Debajo, sus residuos, imposibles de detectar, se dispersan al tiempo que, desde nuestro punto de vista, un caza remonta sobre su armazón para obtener una visión clara del fuselaje.

VOZ EN OFF:

El disco es inmenso. Tan enorme que desafía la cordura. Algunos estiman que su superficie es superior a la de mil millones de Tierras. La exploración con medios tradicionales es inútil, de ahí el despliegue de aviones NP-101 Perséfone teledirigidos, como el que aquí vemos en un vuelo de prueba sobre un F-42 continental. El NP-101 es un derivado del misil nuclear D-SLAM Plutón utilizado para labores de reconocimiento. El misil es el esqueleto de la fuerza de disuasión que empleamos a partir de El Movimiento. El NP-101 es más lento que el D-SLAM, pero mucho más fiable. El D-SLAM está diseñado para misiones de ataque cortas dentro del territorio soviético, el NP-101 está diseñado para misiones de larga duración que pueden abarcar todo el mapa. En una práctica promedio, el NP-101 vuela a tres veces la velocidad del sonido durante casi un mes. Viajando ochenta mil kilómetros por día, puede penetrar millones de kilómetros en territorio desconocido antes de girar y regresar a la base. Está equipado con cámaras de reconocimiento de gran mapeado que graban dos imágenes cada mil segundos, y su sofisticado ordenador digital es capaz de recoger toda la variada información que capta a través de su conjunto de sensores, lo que nos permite reconstruir una imagen precisa de partes remotas del disco. Alcanzarlas con nuestras naves nos tomaría años, o incluso décadas. Con una resolución capaz de detallar cada milla náutica, el programa NP-101 ha sido un éxito rotundo. Nos ha permitido trazar mapas de nuevos territorios que nos tomaría años alcanzar en persona.

Al final de la misión, el NP-101 deja caer su última cápsula de película y se aleja volando hacia el centro de un océano deshabitado para soltar los residuos de su reactor nuclear de manera segura, lejos de casa.

CORTE A:

Una diana. El centro es un círculo negro con una estrella dentro; alrededor hay un platillo circular, del mismo tamaño que un vinilo de 45 rpm.

VOZ EN OFF:

Esto es un mapa del disco. Éste es el área que hemos explorado hasta la fecha, usando el programa NP-101.

(Un punto apenas más grande que un grano de arena se ilumina sobre la superficie del disco exterior).

Ese punto de luz tiene un radio de un millón de kilómetros, cinco veces la distancia que solía separar la Tierra de la Luna (para atravesar el radio del disco, un NP-101 tendría que viajar en modo Mach Tres durante casi diez años). No estamos totalmente seguros de dónde se ubica exactamente el punto sobre la superficie del disco. Nuestro cohete especial más avanzado, el Nova-Orion bloque dos, es apenas capaz de levantarse dos grados por encima del plano del disco. Éste es el nivel de conocimiento de los alrededores, extraído de las cámaras de rastreo continental del Proyecto Orión:

(Un área de tres centímetros alrededor del primer punto de luz se ilumina en color rosa-salmón, sobre la superficie del disco exterior).

Claro que, a una altitud de cientos de miles de kilómetros, ninguna cámara es capaz de discernir señales de infiltración comunista en nuevos continentes; a lo sumo puede encontrar transmisiones de radio o hacer un análisis espectroscópico de los gases atmosféricos en tierras distantes, para buscar gases característicos del desarrollo industrial, como los clorofluorocarbonos y óxidos de nitrógeno.

Esto nos hace vulnerables a sorpresas desagradables. Nuestro análisis estratégico a largo plazo indica que, casi con toda seguridad, no estamos solos en el disco. Además de los comunistas, debemos considerar la posibilidad que, quien quiera que construyera esta estructura monstruosa, sin duda una de las maravillas del universo, también podría vivir aquí. Debemos reflexionar sobre sus intenciones al traernos a este lugar. También están las culturas aborígenes descubiertas en los continentes F-29 y F-364, ambas puestas en cuarentena. Si algunas de las masas de tierra contienen habitantes aborígenes, debemos especular que también han sido transportados al disco, de la misma manera en que lo fuimos nosotros, con algún propósito que desconocemos. Es posible que sean genuinos habitantes de la edad de piedra, o los supervivientes de una civilización avanzada incapaz de sobrevivir la transición a este entorno. ¿Cuál es la probabilidad de que exista una o más civilizaciones alienígenas más grandes y avanzadas que la nuestra? ¿Los reconoceríamos si los viésemos? Ahora que los otros mundos están tan cerca que es posible alcanzarlos con una lancha bien equipada, sin hablar de las posibilidades de exploración con naves impulsadas por fuerza nuclear, ¿cómo podemos estimar las probabilidades de encontrarnos con hombrecitos verdes hostiles? Astrónomos como Carl Sagan y Daniel Drake estiman que la probabilidad es alta… Tan alta, de hecho, que creen que hay numerosas civilizaciones con esas características en el espacio.

No estamos solos. Sólo podemos especular las razones de haber sido traídos aquí por los abductores, pero podemos estar seguros de que encontrarnos con una civilización alienígena avanzada y hostil es sólo cuestión de tiempo. Esta cinta informativa continuará con una visión general de nuestras preparaciones estratégicas para el primer contacto, los posibles escenarios en los que creemos que esta contingencia puede ocurrir, utilizando a la Unión Soviética como un ejemplo de superpotencia ideológicamente hostil…