3. Las manías especulativas
[1] John F. Muth, «Rational Expectations and the Theory of Price Movements», Econometrica, vol. 29 (Julio 1961), pp. 313-35. <<
[2] Harry G. Johnson, «Destabilizing Speculation: a General Equilibrium Approach», Journal of Political Economy, vol. 84 (Febrero de 1976), p. 101. <<
[3] Milton Friedman, «The Case for Flexible Exchange Rates», en Essays in Positive Economics (Chicago: University of Chicago Press, 1953). En una ocasión, Friedman se movió a una posición diferente: «la especulación desestabilizadora es una posibilidad teórica, pero no conozco ninguna evidencia empírica que haya tenido lugar incluso en un caso especial, y no digamos entonces como regla general». Milton Friedman, «Discussion» de C. P. Kindleberger, «The Case for Fixed Exchange Rates, 1969», en Federal Reserve Bank of Boston, The International Adjustment Mechanism (Boston: Federal Bank of Boston, 1979), pp. 114-15. <<
[4] Ver Fernand Braudel, The Structures of Everyday Life, vol. 1 de Civilization and Capitalism: the Limits of the Possible, trad. Siân Reynolds (Nueva York: Harper and Row, 1981), pp. 220, 221, 281, 315, 318, 335, etc. <<
[5] H. M. Hyndman, Commercial Crises of the Nineteenth Century (1892; 2.a ed. [1932], Nueva York: Augustus M. Kelley, 1967), p. 96. <<
[6] Walter Bagehot, Lombard Street: a Description of the Money Market (1873, Londres: John Murray, 1917), p. 18. <<
[7] Sir John Clapham, The Bank of England: a History (Cambridge: Cambridge University Press, 1945), vol. 2, p. 326. <<
[8] Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1776, Nueva York: Modern Library, 1937), pp. 703-4. <<
[9] Alfred Marshall, Money, Credit and Commerce (1923, Nueva York: Augustus M. Kelley, 1965), p. 305. <<
[10] Cada vez más teóricos económicos se alejan de la confianza inquebrantable del supuesto de que los actores del mercado sean uniformemente inteligentes, informados, y de pensamiento independiente, introduciendo conceptos como información asimétrica (diferentes conocimientos para diferentes actores), disonancia cognitiva (supresión inconsciente de información que falla al fijar visiones a priori), comportamiento gregario, procrastinación que impide actuar a tiempo, y más. Los interesados deberían consultar especialmente el trabajo de George Akerlof y Richard Thaler. Para estudios relevantes, ver Frederic S. Miskin, «Asymmetric Information and Financial Crises: a Historical Perspective», en R. Glenn Hubbard, ed., Financial Markets and Financial Crises (Chicago: University of Chicago Press, 1991), pp. 69-108; y Thomas Lux, «Herd Behavior, Bubbles and Crashes», Economic Journal, vol. 105 (julio 1995), pp. 881-96. <<
[11] Gustav LeBon, The Crowd: a Study of the Popular Mind (London: T. Fischer, Unwin, 1922). <<
[12] Charles Mackay, Memoirs of Extraordinary Delusions and the Madness of Crowds (1852, Boston: L. C. Page Co., 1932). <<
[13] John Carswell, The South Sea Bubble (Londres: Cresset Press, 1960), p. 161. <<
[14] David Cass y Karl Shell, «Do Sunspots Matter?». Journal of Political Economy, vol. 91, no. 2 (abril 1983), pp. 193-227. Este concepto de un acontecimiento completamente extraño se incluyó en la primera edición más o menos al azar. Desde 1983, sin embargo, las «sunspots» se han convertido en una palabra del arte de cubrir incertezas generales en contraposición a «fundamentos» de esa característica en las expectativas racionales. <<
[15] Irving Fisher, The Purchasing Power of Money: Its Determination and Relation to Credit, Interest and Crises, 2.a ed. (Nueva York: Macmillan, 1911), cap. 1; Knut Wicksell, Interest and Prices (Londres: Macmillan, 1936). <<
[16] Henrietta M. Larson, Jay Cooke, Private Banker (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1934). <<
[17] John Berry McFerrin, Caldwell and Company: a Southern Financial Empire (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 1939; reimpresión, Nashville: Vanderbilt Press, 1969). <<
[18] Peter Temin, Did Monetary Forces Cause the Great Depression? (Nueva York: W. W. Norton, 1976), pp. 90-3. <<
[19] Joan Edelman Spero, The Failure of the Franklin National Bank: Challenge to the International Banking System (Nueva York: Columbia University Press, 1980). <<
[20] Bagehot, Lombard Street, pp. 131-2. <<
[21] George W. Van Vleck, The Panic of 1857: an Analytical Study (Nueva York: Columbia University Press, 1953), p. 31. <<
[22] R. C. O. Matthews, A Study in Trade-Cycle History: Economic Fluctuations in Great Britain, 1832-1842 (Cambridge: Cambridge University Press, 1954), pp. 49, 110-11; y M. C. Reed, Investment in Railways in Britain: a Study in the Development of the Capital Market (Londres: Oxford University Press, 1976).
Las señoras y los clérigos —en la jerga americana, «viudas y huérfanos»— más bien pertenecen a una tercera etapa cuando los valores han madurado en el mercado. Los franceses llaman a tales inversiones «adecuadas para padres de familia». Charles Wilson, en Anglo-Dutch Commerce and Finance in the Eighteenth Century (Cambridge: Cambridge University Press, 1941), incluye una serie de variaciones en los grupos de inversores: en los Países Bajos, «solteros, viudas, oficiales de la marina y del ejército jubilados, magistrados, comerciantes retirados, párrocos y funcionarios de orfanatos» (p. 118); «cientos de otros comerciantes… así como miles de funcionarios, magistrados, viudas y huérfanos e instituciones benéficas» (p. 135); «viudas, párrocos, funcionarios de orfanatos, magistrados y funcionarios civiles» (p. 162); «aristócratas, burgueses ricos y funcionarios de Ámsterdam, viudas y solteras ricas» (p. 181); «solteros, teólogos, almirantes, funcionarios, comerciantes, especuladores profesionales, y las inevitables viudas y huérfanos» (p. 202). En la cita de Bagehot que constituye uno de los epígrafes de este libro, los propietarios del capital ciego que carecían de la sabiduría para invertir adecuadamente fueron descritos como «señoras tranquilas, clérigos rurales y avaros del país» y otra vez como «rectores, autores, abuelas». Ver Bagehot, «Essays on Edward Gibbon», citado en Theodore E. Burton, Financial Crises and Periods of Industrial and Commercial Depression (Nueva York: Appleton, 1902), pp. 321-2. En su ensayo sobre lord Brougham (1857), Bagehot cita su tema sobre la crisis de 1814: «El frenesí, no puedo llamarlo de otra manera… descendió hasta las personas de extracto más humilde, y los más rápidos fueron eliminados por su afán comercial… No solo empleados y obreros, sino también funcionarios de baja categoría, participaron con las pequeñas sumas que habían ahorrado para vejez y enfermedades… Los grandes especuladores quebraron; los de medio pelo se arrastraron a una precaria existencia, privados de todos los medios para continuar sus negocios ni en casa ni en el extranjero; los pobres embaucados perdieron sus reservas secretas y se fueron a la parroquia». (Norman St John-Stevas, ed., Bagehot’s Historical Essays [Nueva York: New York University Press, 1966], pp. 118-19). Otra expresión británica para los ingenuos e inocentes que fueron arrastrados en las últimas fases de la burbuja es «fruteros y sirvientas». Las categorías americanas de 1929 eran de «limpiadores y camareros», y una caracterización más moderna es «pintores de brocha gorda y chicas de oficina» (John Brooks, The Go-Go Years [Nueva York: Weybright and Talley, 1973, p. 305]). Los actuales inversores aficionados y mal aconsejados de EE. UU. son los médicos de éxito, los dentistas y los atletas profesionales.
<<[23] Max Wirth, Geschichte der Handelskrisen, 4.a ed.(1890, Nueva York: Burt Franklin, 1968), p. 480. <<
[24] Ilse Mintz, Deterioration in the Quality of Bonds Issued in the United States, 1920-1930 (Nueva York: National Bureau of Economic Research, 1951). <<
[25] Benjamin Stein, «The Day Los Angeles’s Bubble Burst», New York Times, 8 de diciembre de 1984. <<
[26] «For Investors, Condo Craze Ends: Once Hot Market Makes Do Without Speculators», Boston Globe, 14 de febrero de 1988. <<
[27] Homer Hoyt, One Hundred Years of Land Values in Chicago (Chicago: University of Chicago Press, 1933), p. 136. <<
[28] Johnson H. G., «Destabilizing Speculation», p. 101. <<
[29] Larry T. Wimmer, «The Gold Crisis of 1869: Stabilizing or Destabilizing Speculation under Floating Exchange Rates», Explorations in Economic History, 12 (1975), pp. 105-22. <<
[30] Christina Stead, House of All Nations (Nueva York: Knopf, 1938). <<
[31] Carswell, South Sea Bubble, pp. 131, 199. <<
[32] Ibíd., p. 120. <<
[33] Clapham, Bank of England, vol. 2, p. 20. Hyndman, socialista, atribuye sarcásticamente este ejemplo a la década de 1820: «Los desatinos más ridículos fueron cometidos por la clase que se suponía que operaría en el beneficio general. Se enviaron braseros a ciudades de los trópicos, y Sheffield envió patines para disfrutar del tiempo libre a lugares donde nunca habían visto el hielo. El mejor cristal y la porcelana más fina se envió sin empaquetar». (Ver H. M. Hyndman, Commercial Crises of the Nineteenth Century [1892; 2.a ed., 1932, Nueva York: Augustus M. Kelley, 1967], p. 39.). Clapham tiene razón y Hyndman se equivoca. La fuente para ambos es J. R. McCullough, y sus Principles of Political Economy, 2.a ed. (Edinburgo, 1830), en los que se refiere a 1810 y no a 1825. El anuncio de la formación de la Compañía de los Mares del Sur en mayo de 1711 produjo las expectativas de una fuerte demanda de productos británicos en América Latina, que proporcionaría «una solución triunfante al problema financiero [británico] y la necesidad de expansión para el apoyo de nuestra forma de vida». Los mercados en auge Booming se anticiparon en «Bahías de Colchester [un tipo de vestimenta], pañuelos de seda, medias de estambre, cera de lacre, especias, relojes de pared y de pulsera, queso Cheshire, encurtidos, escalas y balanzas para oro y plata» (ver Carswell, South Sea Bubble, p. 55). <<
[34] William Smart, Economic Annals of the Nineteenth Century (1911, Nueva York: Augustus M. Kelly, 1964), vol. 2, p. 292. <<
[35] Matthews, Trade-Cycle History, p. 25. <<
[36] D. Morier Evans, The History of the Commercial Crisis, 1857-1858, and the Stock Exchange Panic of 1859 (1859, Nueva York: Augustus M. Kelley, 1969), p. 102. <<
[37] Max Wirth, «The Crisis of 1890», Journal of Political Economy, vol. 1 (marzo de 1893), p. 230. <<
[38] P. L. Cottrell, Industrial Finance, 1830-1914: the Finance and Organization of English Manufacturing Industry (Londres: Methuen, 1980), p. 169. Cottrell señala que la reflotación de Guinness fue de 6 millones de libras, manejadas por Baring y rebasadas muchas veces. <<
[39] A. C. Pigou, Aspects of British Economic History, 1918-25 (Londres: Macmillan, 1948). <<
[40] J. S. Mill, Principles of Political Economy, with some of their Applications to Social Philosophy (1848; 7.a ed., Londres: Longmans, Green, 1929), p. 709. <<
[41] Maurice Lévy-Leboyer, Les banques européennes et l’industrialisation internationale dans la première moitié du XIXe siècle (París: Presses Universitaires de France, 1964), p. 715. <<
[42] Charles Wilson, Anglo-Dutch Commerce and Finance in the Eighteenth Century (Cambridge: Cambridge University Press, 1941), p. 25. Para una serie desde principios del s. XVII, ver J. G. Van Dillen, «The Bank of Ámsterdam», en History of the Principal Public Banks (The Hague: Martinus Nijhoff, 1934), p. 95. <<
[43] Para 1822 y 1824, ver Smart, Economic Annals, vol. 2, pp. 82, 215. Para 1888, ver W. Jett Lauck, The Causes of the Panic of 1893 (Boston: Houghton Mifflin, 1907), p. 39. <<
[44] A. Andréadès, History of the Bank of England (London: P. S. King, 1909), pp. 404-5, ver también p. 249. <<
[45] O. M. W. Sprague, History of Crises under the National Banking System (1910, Nueva York: Augustus M. Kelly, 1968), pp. 35-6. <<
[46] Great Britain, Parliamentary Papers (Monetary Policy, Commercial Distress), «Report of the Select Committee on the Operation of the Bank Acts and the Causes of the Recent Commercial Distress, 1857-59» (Shannon: Irish University Press, 1969), vol. 4; Consular report from Hamburg, no. 7, 27 January 1858, p. 438. <<
[47] Esta declaración aparece en cursiva en el libro ficcionalizado de Donald H. Dunn’s, Ponzi, the Boston Swindler (Nueva York: McGraw-Hill, 1975), p. 98. <<
[48] The Collected Works of Walter Bagehot, ed. Norman St. John Stevas (Londres: The Economist, 1978), vol. 11, p. 339. <<
[49] Wirth, Handelskrisen, p. 109. <<
[50] Wirth, «Crisis of 1890», pp. 222-4; Alfred Pose, La monnaie et ses institutions (París; Presses Universitaires de France, 1942), vol. 1, p. 215. Lauck calcula el costo de la operación de rescate en 25 millones de francos de los principales bancos y 100 millones de francos del Banco de Francia; ver Causes of the Panic of 1893, p. 57. <<
[51] Ronald I. McKinnon, Money and Capital in Economic Development (Washington, DC: Brookings Institution, 1973). <<
[52] Carlos F. Diaz-Alejandro, «Goodbye Financial Repression, Hello Financial Crash», Journal of Development Studies, vol. 18, no. 1 (sept-oct 1985), pp. 1-24. <<
[53] Ronald I. McKinnon y Donald J. Mathieson, «How to Manage a Repressed Economy», Essays in International Finance, no. 145 (Princeton, NJ: International Finance Section, Princeton University, 1981). <<
[54] Wirth, Handelskrisen, p. 519. Un evidente paralelo puede encontrarse en una gran exposición en Melbourne, Australia, para celebrar el centésimo aniversario del asentamiento europeo, que impulsó brevemente la economía de la ciudad. Ver Geoffrey Searle, The Rush To Be Rich: a History of the Colony of Victoria (Melbourne: Melbourne University Press, 1971), pp. 285-7. <<
[55] J. W. Beyen, Money in a Maelstrom (Nueva York: Macmillan, 1959), p. 45. <<
[56] La expresión es de Gerald Malynes en 1686, citado por Violet Barbour en su Capitalism in Ámsterdam in the 17th Century (Ann Arbor: University of Michigan Press, 1963), p. 74. <<
[57] William R. Scott, The Constitution and Finance of English, Scottish and Irish Joint-Stock Companies to 1720, 3 vols. (Londres: 1922), como resume J. A. Schumpeter en Business Cycles (Nueva York: McGraw-Hill, 1939), vol. 1, p. 250. <<
[58] Carswell, South Sea Bubble, p. 139. <<
[59] Hans Rosenberg, Die Weltwirtschaftskrise von 1857-59 (Stuttgart-Berlín: W. Kohlhammer, 1934), p. 114. <<
[60] David Divine, Indictment of Incompetence: Mutiny at Invergordon (Londres: Macdonald, 1970). <<
[61] C. P. Kindleberger, «The Economic Crisis of 1619 to 1623», Journal of Economic History, vol. 51, no. 1 (marzo 1991), pp. 149-75. <<
[62] Wirth, Handelskrisen, p. 92. <<
[63] Ibíd., p. 458. <<
[64] Bertrand Gille, La Banque et le crédit en France de 1815 à 1848 (París: Presses Universitaires de France, 1959), p. 175. <<
[65] Lévy-Leboyer, Banques européennes, p. 673. <<
[66] Gille, Banque et crédit, p. 304. <<
[67] Honoré de Balzac, César Birotteau (París: Livre de Poche, 1972), pp. 13-14. <<
[68] Leland H. Jenks, The Migration of British Capital to 1875 (Nueva York: Knopf, 1927), p. 34. <<
[69] Rosenberg, Weltwirtschaftskrise, pp. 50, 100-1. Ver también Stewart L. Weisman, Need and Greed: the Story of the Largest Ponzi Scheme in American History (Syracuse: University of Syracuse Press, 1999). <<
[*] James K. Glassman y Kevin A. Hassett, Dow 36,000: the New Strategy for Profiting from the Coming Rise in the Stock Market (Random House, 1999); David Elias, Dow 40,000: Strategies for Profiting from the Greatest Bull Market in History (McGraw-Hill, 1999); Charles W. Kadlec, Dow 100,000: Fact or Fiction (Prentice Hall, 1999). <<
[70] Carswell, South Sea Bubble, p. 171. <<
[71] Ibíd., pp. 140, 155. <<
[72] Ibíd., p. 159. <<
[73] Guy Chaussinand-Nogaret, Les financiers de Languedoc au XVIIIe siècle (París: S. E. V. P. E. N., 1970), p. 146. Este autor observó que los financieros eran mucho más realistas que John Law, estimulando la especulación (agiotage), pero manteniéndose al margen de la fiebre y arruinando el sistema mediante la conversión de sus billetes cuando juzgaron que el momento era más favorable. Ibíd., p. 129. <<
[74] Clapham, Bank of England, vol. 2, p. 239. <<
[75] T. S. Ashton, Economic Fluctuations in England, 1700-1800 (Oxford: Oxford University Press, Clarendon Press, 1959), p. 151. <<
[76] Ibíd., p. 127. <<
[77] Ver el artículo de Johannes van der Voort, De Westindische Plantage van 1720 tot 1795 (Eindhoven: De Witte, 1973), en Journal of Economic History, vol. 36 (junio 1976), p. 519. <<
[78] Wilson, Anglo-Dutch Commerce, pp. 169-87; Ashton, Economic Fluctuations, pp. 127-9; Clapham, Bank of England, vol. 1, 242-9; Martin G. Buist, At Spes non Fracta, Hope & Co., 1770-1815: Merchant Bankers and Diplomats at Work (The Hague: Martinus Nijhoff, 1974), pp. 21 y siguientes. <<
[79] Arthur D. Gayer, W. W. Rostow y Anna J. Schwartz, The Growth and Fluctuation of the British Economy, 1790-1850 (Oxford: Oxford University Press, Clarendon Press, 1953), vol. 1, p. 92. <<
[80] Ruth Benedict, Patterns of Culture (Boston: Houghton Mifflin, 1934). <<
[81] Ver Herman van der Wee, The Growth of the Ámsterdam Market and the European Economy (The Hague: Martinus Nijhoff, 1963), vol. 2, p. 202; J. A. van Houtte, «Anvers», en Amintore Fanfani, ed., Città Mercanti Dottrine nell’Economia Europea (Milan: A. Guiffre, 1964), p. 311; Simon Schama, The Embarrassment of Riches: an Interpretation of Dutch Culture of the Golden Age (Berkeley: University of California Press, 1988), pp. 347-50; Ernest Baasch, Holländische Wirtschaftsgeschichte (Jena: Gustav Fischer, 1927), p. 240, citando a Büsch. <<
[82] Schama, The Embarrassment of Riches, pp. 503, 505. <<
[83] Clément Juglar, Des crises commerciales et leur retour périodique en France, en Angleterre et aux États-Unis, 2.a ed. (1889, Nueva York: Augustus M. Kelley, 1967). <<
[84] Theodore E. Burton, Financial Crises and Periods of Industrial and Commercial Depression (Nueva York: D. Appleton, 1902), pp. 39-41. <<
[85] Los precios reales de las tierras de Australia pasaron de 100 en 1870 a 450 en 1895, cayeron a unos 360 antes de 1900, y luego despegaron de nuevo hasta 600 en 1905. Ver Kevin H. O’Rourke y Jeffrey G. Williamson, Globalization and History (Cambridge, Mass.: MIT Press, 1999), Figura 3.1. <<
[86] Francis W. Hirst, The Six Panics and Other Essays (Londres: Methuen, 1913), p. 2. <<
[87] Michel Chevalier, Lettres sur l’Amérique du Nord, 3.a ed. (Bruselas: Société belge du librairie, 1838), vol. 1, pp. 261-2. <<
[88] Ibíd., vol. 2, pp. 151 ff. <<
[89] Andréadès, Bank of England, p. 404. <<
[90] Louis Wolowski et al., Enquête sur les principes et les faits généraux qui régissent la circulation monétaire et fiduciaire (París: Imprimerie impériale, 1867), vol. 2, p. 398. <<
[91] Wilson, Anglo-Dutch Commerce, p. 77, citando a Isaac de Pinto en su Jeu d’Actions (s. XVIII). <<
[92] Fritz Stern, Gold and Iron: Bismarck, Bleichröder, and the Building of the German Empire (Londres: Allen & Unwin, 1977), p. 500, citando a Constantin Franz en 1872. <<
[93] Oskar Morgenstern, International Financial Transactions and Business Cycles (Princeton, NJ: Princeton University Press, 1959), p. 550. <<
[94] Robert Bigo, Les banques françaises au cours du XIXe siècle (París: Sirey, 1947), p. 262. <<
[95] Stead, House of All Nations, p. 233. <<
[96] Ibíd., p. 244. <<