CAPÍTULO 8

Jack O’Malley, popularmente conocido como padre O’Malley, observó cómo la española se alejaba pedaleando.

—¿Quién era esa chica?

Se giró al escuchar la voz de Stephen, su sobrino.

—Es una turista española, pero hay algo en ella…

Había sentido su poder oculto. Mucho. Demasiado.

—Me ha preguntado por Muckross House —explicó al final.

—¿Se dirige hacia allí?

—Eso me temo.

—Bueno, yo no me preocuparía demasiado. Si intenta traspasar la puerta de la biblioteca, Murphy la detendrá.

El padre O’Malley asintió y esbozó una breve sonrisa al recordar al hombrecillo que custodiaba el lugar. Sí, sin duda Murphy era un hueso duro de roer. Aun así…

—Creo que será mejor que la mantengamos vigilada.

—¿Quieres que me ocupe yo?

Jack miró con orgullo a su sobrino y asintió.

Stephen siempre estaba dispuesto a colaborar. Tenía la esperanza de que fuera elegido por la diosa Danu como su sucesor, como Guardián para dirigir a los milesianos que vivían en Irlanda.

De sus tres nietos, él era el único que parecía adecuado para ello.

Sean, el mayor de los tres hermanos, nunca había mostrado el más mínimo interés por desarrollar sus poderes mágicos. Había estudiado cocina hasta convertirse en uno de los más prestigiosos chefs del país. Ahora era dueño de The Black Irish Sheep, considerado por muchos el mejor restaurante de la ciudad.

Heather, la pequeña, no poseía la fortaleza necesaria para hacerlo. Tenía una naturaleza muy dulce y había crecido demasiado protegida por Sean. Además, no se podía obviar que la muchacha era una bastarda, fruto de una infidelidad de su madre con un fomoriano. Eso la condenaba.

Para los milesianos, la mezcla de sangre con los danianos era un honor, pero un mestizaje con un fomoriano era la causa de ser rechazado por muchos.

Así pues, la única opción que el padre O’Malley consideraba posible era Stephen, aunque a veces le entraban dudas.

El muchacho se parecía mucho a su padre, Kevin. No solo por su aspecto físico, alto, moreno y de ojos azules, como la mayoría de los O’Malley, incluido Sean. Era trabajador y estaba entregado a su comunidad, pero también era ambicioso e impulsivo.

El padre O’Malley había adorado a su hermano hasta el punto de no ser consciente de sus defectos y debilidades. Tal vez, si no hubiese obviado ciertas cosas, los acontecimientos que habían destrozado a la familia O’Malley no se hubiesen producido. Y, por ello, se sentía culpable.

Solo esperaba no estar cometiendo el mismo error con Stephen.