Capítulo 4
Cuando tú eres el banco: bonos
En este capítulo
Qué son los bonos y su importancia en una cartera de inversión
Riesgos de invertir en bonos
Estrategias de inversión en renta fija
“El dinero lo ganan quienes con paciencia y fina observación
van detrás de los que lo pierden.”
BENITO PÉREZ GALDÓS
Los bonos son, con diferencia, la parte más importante en la cartera de un inversor particular. Aunque tu perfil inversor sea “arriesgado” y te pirres por la bolsa, la renta fija debe ser el núcleo de tu cartera por varios motivos:
Proporciona ingresos recurrentes.
Da soporte en el largo plazo a tu estrategia de inversión.
Reduce el riesgo de la cartera.
Una parte de tu cartera en bonos a más corto plazo te dará liquidez cuando la precises.
Para hacerte una idea de la importancia de la renta fija piensa que, en los países desarrollados, más del 80 % del volumen total negociado en los mercados financieros corresponde a la renta fija.
Dentro de esta clase de activos he incluido una categoría que tiene autonomía por sí misma: la liquidez.
Aunque te pueda sonar extraño, en la distinción clásica entre clases de activos siempre se han diferenciado tres:
Liquidez.
Renta fija.
Renta variable.
Con el fin de simplificar el proceso de aprendizaje, la parte correspondiente a la liquidez está incluida en este capítulo en la parte final de productos de renta fija como un apartado más de renta fija que son los “mercados monetarios”.
Bonos
Un bono es un instrumento financiero de renta fija que emiten los gobiernos y las empresas y que representan préstamos que estas entidades reciben de los inversores.
Buena parte de los inversores particulares pensáis (perdón, piensan ) que los bonos son la categoría amable de la inversión. Para muchos, son esos activos con los que siempre se gana. Al fin y al cabo por algo se le llama “renta fija”. Y como la renta fija apenas tiene riesgos, vas y pones tu dinero en un fondo de renta fija que no sabes del todo bien en qué invierte ¡es renta fija, caramba! Y un buen día te encuentras con que una parte eran bonos convertibles, otra parte eran cédulas hipotecarias de una caja de ahorros que ya no existe y otra parte eran unos títulos con nombres muy raros que, sin saber por qué, han perdido valor: uno se apellidaba deuda subordinada y otro, el más malote, se llamaba participaciones preferentes... ¡Qué cosas tiene la renta fija!
El emisor que nos ha vendido el bono coge nuestro dinero prestado y su compromiso es que al cabo de un tiempo (cuando vence el préstamo) nos devolverá el dinero y, además, nos pagará unos intereses por el préstamo que le hemos hecho.
La forma fácil de entender qué es un bono es verlo como lo que es: un préstamo. Lo que ocurre es que en este caso el que hace el papel del banco eres tú. Tú le dejas dinero al Estado español cuando compras un Bono del Estado, tú le dejas dinero a Telefónica cuando compras un pagaré de esa compañía o se lo dejas a Japón cuando en tu fondo de inversión hay un bono emitido por ese país.
Mi nombre es Bond
Es importante no liarse con los nombres. Recuerdo mis inicios en el mundo financiero, cuando buscaba las diferencias entre “obligación” y “bono” (en inglés, bond) y no encontraba más respuesta que las diferencias de vencimiento. ¿Y por qué demonios tendrán que ponerle nombres distintos a algo que es lo mismo?
Para ahorrarte el quebradero de cabeza que pasé yo, voy a aclarar algunas cuestiones terminológicas, y no las pases por alto, porque en esta clase de activos es muy importante. Tan importante como llamarse James, siempre y cuando te apellides Bond, ¡claro!
Renta fija (o fixed income) es la denominación general de los bonos, y ya los hemos definido: son un instrumento financiero que emiten los gobiernos y las empresas para financiarse.
Dentro de la renta fija existen algunas pequeñas diferencias, que básicamente vienen dadas por el plazo al que se ha emitido esa renta fija. Lo veremos más adelante, cuando analicemos los distintos productos de renta fija, pero ya te adelanto que una Letra del Tesoro es un préstamo que se le hace al Estado español a corto plazo, un Bono del Estado es lo mismo a medio plazo y una Obligación del Estado lo mismo de lo mismo pero a largo plazo. Un pagaré sería el equivalente a la Letra del Tesoro pero para una empresa privada, un T-Note sería un bono a cinco, diez o treinta años en Estados Unidos, un Buoni del Tesoro Poliennali lo mismo pero en Italia y un Schätze un bono alemán con vencimientos a dos o tres años. Y así puedo seguir dándote nombres de lo más variopinto y acabar complicándote la vida.
Para evitar problemas vamos a utilizar siempre la denominación “bono”. Si no perdemos de vista lo importante, el proceso inversor te será más fácil, porque más allá de los nombres que veas tienes que ir siempre a las características básicas del activo en el que inviertes. Lo llamen como lo llamen, será un préstamo que tú haces al emisor. Un producto de renta fija, un bono.
Pero cada regla tiene su excepción y en este caso es la renta fija especial: las obligaciones convertibles y las participaciones preferentes. Son activos que, dentro de la renta fija, tienen características diferenciales de las que te hablaré en el apartado “Deuda pública y renta fija privada”.
Cuán fija es la renta fija
Antes de entrar en el meollo de la renta fija, es conveniente que sepas cuáles son los componentes de un bono:
Principal: es el importe que invertimos en el bono, el préstamo que le hacemos al emisor. También se le llama nominal, valor facial o valor par. En un Bono del Estado, el nominal son 1.000 euros, y en la mayoría de bonos emitidos por empresas privadas el nominal va de 25.000 a 50.000 euros (aunque también hay bonos de 100.000 euros de nominal).
Cupón: es el interés que paga el bono. En Europa, en general, se paga un cupón anual, pero en los bonos estadounidenses se suele pagar cada semestre, dos veces al año (a esta forma de pagar el cupón se le llama semianual). El cupón puede ser fijo (la forma más habitual) o variable. Un cupón fijo es el que paga, por ejemplo, el 5 % anual y un cupón variable sería el que pagara el Euribor +1,50 %, lo que quiere decir que cada año se revisa el Euribor y se le añade un diferencial (spread) del 1,50 %. Si el Euribor es del 2 %, el cupón que saldría sería del 3,50 % (1,50 % + 2,00 %).
Vencimiento: momento en el que el emisor nos tiene que devolver el dinero.
Los elementos que conforman un bono no cambian durante la vida de este. El bono varía su precio en el mercado todos los días, pero no cambian el vencimiento, el cupón ni el nominal. Lo que sí varía de forma continua es la rentabilidad que ofrece el bono en el mercado, que es lo que te explico a continuación.
La casa de los líos: relación rentabilidad-precio
Igual que buena parte de los inversores particulares consideran los bonos como una forma de invertir segura que proporciona ingresos fijos y predecibles, los gestores de carteras profesionales no piensan igual. Estos invierten en bonos de forma parecida a como invierten en acciones: centran su atención en generar ganancias a través de las variaciones del precio del bono y no por la rentabilidad del cupón que, aunque es importante, es una segunda vía de rentabilidad. En este punto del capítulo quizá te cueste entender esto, pero cuando acabes el capítulo entero, vuelve a leerlo y seguro que lo comprendes.
Cómo cotizan los bonos en el mercado: precio excupón y cupón corrido
Vamos a ver cómo se expresan los bonos en el mercado y cómo podemos valorar el precio de un bono. A partir de aquí entenderás la enrevesada relación entre rentabilidad y precio, que es la clave del asunto. No va a doler, te lo prometo. Es el cálculo de una simple TIR (Tasa Interna de Rentabilidad) y si quieres recordar la fórmula la encontrarás en el capítulo 2. Aunque, si te soy sincero, ni siquiera será necesario que recuerdes cómo calcular la TIR porque te la facilitará tu propio banco cuando te ofrezca bonos. Lo indispensable es que sepas interpretarla y eso sí que está totalmente a tu alcance.
Para ver cómo se expresa el precio de un bono en el mercado debemos tener claros dos conceptos clave:
Cupón corrido.
Precio excupón.
El cupón corrido es la parte del cupón devengada y no pagada en una determinada fecha entre dos cupones. Es decir, imagina que tienes un bono en tu cartera que quieres vender y han transcurrido 220 días desde el último cupón que cobraste. Como es normal, no vas a renunciar a los intereses que te corresponden, que son esos 220 días sobre los 365 que tiene un año. ¿Y cómo calculas la parte que te corresponde? Pues, aplicando una proporcionalidad simple, el cálculo sería 220/365 (los días transcurridos entre los días que tiene un año) multiplicado por el tipo de interés del bono. Supón que el bono paga un 5 % anual, el cálculo quedaría así: 5 % x 220/365= 3,01 %. Es decir, del 5 % que paga el bono cada año, a ti te toca un 3,01 % de los intereses por los días que has sido propietario del mismo.
En el mercado, los bonos se expresan en base 100 y siempre con dos decimales, donde el 100,00 % es el valor nominal del bono. Si un bono con un nominal de 1.000 euros está valorado al 105,00 %, su valor de mercado son 1.050 euros (el 105 % de 1.000). Si en otro momento ese mismo bono está valorado al 98,00 %, su valor será de 980 euros (98 % de 1.000).
Los precios de los bonos publicados en el mercado son excupón, es decir, el precio de cotización. Si buscas el precio de un bono en cualquier publicación o mercado oficial, verás que te dan los precios sin el cupón corrido. Si quieres comprar un bono tendrás que pagar por él el precio excupón y además el cupón corrido. Es decir que:
Precio de compra del bono = precio de cotización (o precio excupón) + cupón corrido
Supón que el bono anterior, donde el cupón corrido era del 3,01 %, cotiza al 103,87 % y queremos comprarlo. ¿Cuánto tendremos que pagar por él?
Precio de compra del bono = 103,87 + 3,01 = 106,88 %
Lo que significa que, por cada 100 euros de nominal, pagaremos 106,88 %; si el bono es de 1.000 euros de nominal, pagaremos 1.068,80 euros.
Como la vida misma
A continuación te presento un cuadro con los precios de cotización de diversos productos de renta fija. No te preocupes por las siglas ISIN y BME, te las explico en el siguiente apartado.
Vamos a interpretar la tabla que acabamos de ver:
Lo primero que verás es que agrupan los bonos por su naturaleza. Empiezan con “bonos” (BS), siguen con “bonos convertibles” (BC), luego “cédulas hipotecarias” (CH), y así sigue hasta la categoría final de “titulización de activos” (BTN). Ponga el nombre que ponga, y antes de que te líes, recuerda la clave: todo son bonos, algunos con características especiales, pero la esencia siempre es la misma, títulos de deuda.
Luego viene el nombre del emisor: Bankia, Tesoro Público, Audasa... Como ves, esto no tiene mucho misterio.
Al lado del nombre, todavía en la primera columna, pone dos cosas: el cupón de la emisión y el vencimiento; 4,850 03/2018 significa que esa emisión tiene un cupón fijo del 4,850 % y vence en marzo de 2018. En los casos que el cupón no es fijo pone VBLE, es decir, “variable”, y ya sabemos qué significa: el cupón va indexado a una referencia, que normalmente es el Euribor, al que se añade un diferencial (Euribor + 3,00 %, por ejemplo). En cuanto al vencimiento, en algunos casos no hay vencimiento y pone “perpetua”, que significa que esa deuda no tiene vencimiento.
Verás que, en algunos casos, al lado del emisor pone “Sb” así, en minúsculas, que casi no se ve. Ojo con esa “Sb”; significa subordinada y así, de entrada, no es bueno. En el apartado “Los últimos serán los primeros o al revés: la prelación de créditos”, más adelante en este capítulo, verás por qué.
Luego pone el código ISIN de cada emisión (segunda columna, te lo explico en el próximo apartado), el volumen negociado en la sesión (tercera columna) y el precio medio (última columna). Quiero que centres tu atención en este último dato, en el precio medio. Los bonos fluctúan todos los días, como la bolsa, sus precios suben y bajan y puedes ganar y perder. Fíjate, por ejemplo, en una de las emisiones de Eroski que he resaltado, que cotiza al 40,30 % de su valor de emisión. Quien compró al 100 % cuando esa emisión salió al mercado está perdiendo casi un 60 % de lo invertido. Esto no es una tontería, en renta fija se puede perder ¡y a veces mucho! En este caso, la mezcla de un título perpetuo y subordinado con una compañía cuya salud financiera puede estar en entredicho, como Eroski, da como resultado un precio de mercado del 40,30 %. (Por si te lo estás preguntando, Eroski pertenece a la Cooperativa Mondragón, cuya enseña, Fagor Electrodomésticos, presentó concurso de acreedores en noviembre de 2013.)
Y vuelvo a la terminología de la renta fija. A esta emisión de deuda Eroski le puso el nombre de “Aportaciones Financieras Subordinadas”, y así constan en el folleto de emisión. Pero pongan el nombre que pongan nosotros sabemos que son... bonos.
ISIN no es un dios egipcio, ni BME es un grupo de música
De la lista anterior me ha quedado pendiente explicarte qué es el BME y el ISIN. Voy a aclarártelo.
BME renta fija es el mercado español más importante para la renta fija privada (la emitida por empresas). No es importante que conozcas todos los mercados de renta fija del mundo, ¡para nada! El único concepto que quiero que te quede claro es que la renta fija, al igual que la bolsa, cotiza. Y cotiza todos los días, de modo que los bonos pueden subir y bajar de valor. Hay activos con una liquidez brutal (como la deuda pública), con cambios constantes en el precio, y hay muchos bonos de empresas pequeñas que pueden pasar varios días sin cruzar una sola operación.
Si te has fijado, habrás visto que al lado de cada bono consta un código. Se trata del código ISIN, que tiene la misma función que la matrícula de tu coche: identificar de forma inequívoca cada activo financiero que cotiza en el mundo. Cada emisión de deuda, cada acción, cada fondo de inversión tiene un ISIN que permite identificar rápidamente el activo del que se trata sin posibilidad de error. ISIN significa International Securities Identification Number, que así, escrito en inglés, mola mucho, pero no es más que el “número de identificación internacional de títulos”
Rentabilidad de un bono: relación inversa rentabilidad-precio
Ahora te voy a pedir un favor, y no te quejes mucho, que el que sale ganando eres tú: te voy a pedir que prestes especial atención a lo que te voy a explicar ahora porque, si entiendes esto (y estoy seguro de que vas a hacerlo), sabrás bastante más de renta fija que algunos de los profesionales que deberían asesorarte. Si has comprendido cuáles son los elementos de un bono y recuerdas el significado de la TIR (sino, revisa el capítulo 2), esto es pan comido, y no te engaño.
Supón que tienes un bono a tres años, de nominal 100 euros, que paga el 5 % anual. Lo compramos a su emisión, esto es, al 100 %. Supón también que te quedas el bono hasta su vencimiento, ¿qué rentabilidad te dará? Fácil: el 5 %. Si compras al 100 % con una rentabilidad del 5 % y te lo quedas hasta su vencimiento, no tienes que hacer números. Vamos a verlo matemáticamente. La rentabilidad de un bono se calcula con la TIR:
Para que lo entiendas perfectamente te diré que:
P = es el precio del bono.
C = es el cupón que paga el bono cada año, en este caso, 5 euros (5 % de 100 euros nominales).
M = es el montante o principal, los 100 euros que hemos invertido y que nos devolverá al vencimiento.
r = TIR o tasa de rentabilidad, que es lo que queremos calcular.
En este caso no hay secretos, despejando nos da r = 5 %. (Si te quita el sueño saber cómo se despeja la r, vuelve al capítulo 2.)
Si compras un bono y lo mantienes hasta su vencimiento, la renta fija es fija y es cuando una inversión es previsible. Insisto: la clave para que la renta fija sea fija es comprar y mantener el bono hasta su vencimiento. Si compras un bono a su emisión, al 100 %, y lo mantienes hasta el vencimiento, la rentabilidad será el cupón que ofrece el bono.
¿Hasta aquí vas bien? Porque voy complicar un poquito la cosa. Imagina que tienes un bono de nominal 100 euros en tu cartera, con un cupón anual del 3 %; lo que significa que cada año te paga 3 euros. Es un bono al que le quedan cinco años para su vencimiento. Tú lo compraste para no correr riesgos y con la idea de mantenerlo hasta su vencimiento, pero te ha surgido una urgencia (así es la vida, tú haces planes y ella te los va cambiando) y necesitas vender el bono, no tienes opción. Lo malo es que los tipos han subido muchísimo y la rentabilidad que pide el mercado a los bonos como el tuyo es del 7 %. Ahora no vamos a calcular rentabilidades, ya nos las sabemos, las dicta el mercado y el mercado nos dice que para comprarnos este activo le tenemos que dar un 7 % de rentabilidad. Ahora lo que vamos a hacer es averiguar cómo valora el mercado nuestro bono, vamos a calcular el precio, la P, retomando la fórmula anterior:
Si despejamos la P (recuerda que te lo enseñé en el capítulo 2, si tienes dudas consúltalo) vemos que el mercado valora nuestro bono al 83,60 %. Vaya, eso sí que es un problema porque pagaste 100 euros y ahora vale 83,60 euros. Pierdes 16,40 euros de tu inversión. Al tener que volver al mercado antes de lo previsto, y con el cambio de los tipos de interés, tu inversión en renta fija ha sido ruinosa. ¿Ves como la renta fija puede no ser tan fija?
Piensa sin fórmulas ni líos matemáticos: ¿cómo puedes conseguir vender algo que te costó 100 y da un 3 % anual, cuando ahora eso está dando un 7 % anual? Pues solo hay una manera: como el 3 %, el cupón, es fijo y el 7 % te lo impone el mercado, tendrás que jugar con el nominal, o sea, vender por menos de lo que costó.
Cuando sube la rentabilidad que se pide al bono, el precio del bono baja. Cuando la rentabilidad baja, el precio sube.
Después de estos ejemplos espero que no olvides que la renta fija no es fija y que el valor de los bonos puede sufrir pérdidas muy importantes si cambian las condiciones del mercado.
Pares o nones
Para conocer la rentabilidad de un bono siempre debes fijarte en la TIR. Una forma intuitiva de saber si un bono está a la par (al 100 % de su valor), por encima de la par (el bono ha subido por encima del 100 % de su valor) o por debajo de la par (el bono ha caído por debajo del 100 % de su valor) es comparar la rentabilidad que se le pide al bono (la TIR) y el cupón del bono. Veámoslo con un ejemplo:
Supongamos que tienes un bono a cinco años con un cupón del 4 % anual. Vamos a ver qué valoraciones daría el mercado (precio del bono) si los tipos de interés suben y el mercado pide mayores rentabilidades. Hagamos la prueba con una rentabilidad (recuerda, la TIR) del 6 y del 10 % y veamos qué ocurre cuando los tipos bajan y el mercado pide rentabilidades del 2 %.
El mismo producto, un bono que paga el 4 % anual con un vencimiento a cinco años, puede cambiar su valor de forma sustancial en función de la rentabilidad que exija el mercado. Si nos pide una rentabilidad del 10 %, mi bono se valora en poco más de un 77 %, y si tengo que venderlo, pierdo el 23 %. Por el contrario, si la rentabilidad que pide el mercado baja al 1 %, nuestro bono subiría más de un 14 %. No te vuelvo a decir lo de que si la renta fija es fija o que acabarás odiándome... ¿Queda claro, entonces?
1. Si la rentabilidad del bono es igual al cupón del bono, el bono vale el 100 % Está a la par.
2. Si la rentabilidad que pide el mercado es mayor que el cupón que paga el bono, el bono vale menos del 100 %. Está bajo la par.
3. Si la rentabilidad que pide el mercado es menor que el cupón del bono, el bono vale más del 100 %. Está sobre la par.
Cuanto más se acerque un bono a su vencimiento, más se acerca el precio del bono al 100 % de su valor.
Los riesgos de invertir en bonos
Como ya has visto, los bonos tienen riesgos, y si no te queda otra que vender un bono en el mercado antes de su vencimiento, puedes perder dinero, a veces bastante. Simplificando al máximo, podemos concretar los riesgos que conllevan los bonos en dos:
Riesgo de mercado.
Riesgo de crédito.
Empezaremos por el que ya has visto:
Riesgo de mercado
Cuando los tipos de interés del mercado cambian, el precio de tu bono también lo hace. Entonces, ¿de qué depende que un bono tenga más o menos riesgo de mercado? (también llamado riesgo de tipo de interés):
Del vencimiento.
De la frecuencia.
Del tamaño del cupón.
Para ver cómo afecta la fecha de vencimiento a la rentabilidad del cupón, vamos a comparar tres bonos, uno a dos años, otro a diez y otro a treinta años, todos ellos con un cupón del 4 %. Analicemos qué pasaría si la rentabilidad que exige el mercado es del 6 %.
Como puedes ver en la tabla, a vencimiento más largo, mayor riesgo. Bonos con el mismo cupón, el 4 %, ante una subida de los tipos de interés del 2 %, tienen caídas muy distintas en su valoración en función del plazo que les queda de vida. El bono a corto plazo cae un 3,67 % pero el bono a treinta años cae más de un 27 %.
Cuanto mayor es el vencimiento de un bono, más volátil es y mayor riesgo conlleva. Por el contrario, cuanto más cercano sea el vencimiento, menor volatilidad tiene el bono.
Si nos fijamos ahora en la frecuencia (la periodicidad con la que se liquidan los cupones) y el tamaño de los cupones (el volumen del cupón: un cupón del 7 % tiene mayor tamaño que uno del 2,5 %), podemos extraer unas conclusiones similares:
A mayor frecuencia y mayor tamaño del cupón, menos volátil es el bono.
Cómo valorar el riesgo de mercado de un bono: duración
Ahora ya sabes que a mayor plazo de vencimiento, más riesgo, y a mayor frecuencia y tamaño del cupón, menos riesgo de mercado. Pero ¿cómo lo controlamos? Pues a través de la duración (duration).
La duración mide la volatilidad de un bono, el riesgo de mercado del bono teniendo en cuenta todos los factores de los que te he hablado en el apartado anterior: tiempo hasta vencimiento, frecuencia de pago de cupones y tamaño del cupón. No voy a molestarte con más fórmulas matemáticas porque, como inversor particular, no tendrás que calcular la duración por tu cuenta, siempre te la darán. Lo que debes saber, como en el caso de la TIR, es interpretarla.
Tomemos un bono a diez años con cupón del 5 % TIR del 4,75 % y una duración de 8,25. Si la TIR del bono pasa al 5,75 %, es decir sube un 1 %, el precio del bono bajará un 8,25 % aproximadamente. Si, en vez de subir, la TIR bajase al 3,75 % pasaría lo contrario, el precio del bono subiría un 8,25 % aproximadamente.
En el párrafo anterior hemos visto la duración de un bono, pero la duración de una cartera de renta fija es la suma ponderada de la duración de los bonos de esa cartera. Cuando invirtamos en un fondo de inversión de renta fija siempre nos indicarán la duración promedio del fondo.
Veámoslo con el ejemplo real del Pimco Global Fund E en marzo de 2014: vencimiento efectivo 6,29 / duración efectiva 4,44. El fondo nos indica que el vencimiento medio de la cartera es de 6,29 años pero que la duración de esa cartera es de 4,44 años. Si la TIR sube un punto, ¿qué hará el fondo? Ya lo sabes, ¿no? Pues bajará un 4,44 %. Cuidado, porque es habitual que haya desajustes y que no coincida al céntimo, pero lo importante es saber en qué dirección se moverá la rentabilidad si se producen cambios en la TIR y en qué cuantía aproximada. Y eso es lo que nos da la duración.
Si consultas textos técnicos verás que hablan de “duración modificada” y de “convexidad”. A no ser que tengas un especial interés por las ecuaciones, no te compliques la vida, con lo que te he explicado hasta aquí tienes más que suficiente.
Riesgo de crédito
Al principio del capítulo explicábamos que los bonos no dejan de ser un préstamo que le hacemos a alguien, bien a un gobierno o institución pública, bien a una empresa privada. Y los préstamos tienen un pequeño problema: que quizá no te los devuelven.
Hacerse rico con bonos impagados
En la bolsa es muy conocida la figura del especulador húngaro André Kostolany. Sus enseñanzas sobre cómo especular en bolsa siguen aplicándose hoy en día, ya que son un dechado de sentido común y agudeza mental. Lo que buena parte de sus seguidores no sabe es que Kostolany era un firme seguidor de los bonos de empresas en dificultades, y parte de su fortuna la hizo con esa estrategia: compraba bonos muy baratos de empresas en dificultades (y que, por lo tanto, habían bajado mucho de precio) y los vendía cuando la empresa se recuperaba.
Una de las mejores operaciones en toda su carrera como especulador la hizo con bonos impagados. Kostolany compró bonos emitidos por la Rusia zarista que, con el cambio de régimen, fueron impagados. Decidió acumular una buena cantidad de estos bonos a precios irrisorios. Un día, gracias a una serie de acuerdos internacionales, Rusia decidió pagar parte de estos bonos. Según el propio Kostolany, esta operación le produjo una rentabilidad del 6.000 %. Los bonos zaristas que él compró a 5 francos franceses los fue vendiendo a medida que subían de precio, hasta que al final de la operación llegaron a valer 20.000 francos franceses cada uno.
Cuando un bono se impaga se dice que ese emisor está en default, es decir, no va a pagarte el cupón ni el principal (el nominal del bono). Hay situaciones de todo tipo, puede ser que se pague el cupón pero no el principal o que no se pague todo el principal pero sí una parte. Pero no pierdas la esperanza, en general estos bonos no pierden todo su valor y es habitual ver bonos en default cotizando a un precio del 10 al 40 %, ya que es posible que mejore la situación del emisor y esos bonos ganen valor.
Rating
A priori no sabemos si un emisor de renta fija nos va a pagar o no, pero tenemos una herramienta transparente y muy potente que nos ayudará a tomar las decisiones: el rating.
El rating es una calificación crediticia sobre la solvencia de una emisión de bonos que nos indica la capacidad de pago de ese emisor. Existen pocas agencias en el mundo pero seguro que te suenan las más conocidas: Standard & Poors (S&P), Moodys y Fitch. Los ratings asignan un código a cada emisión que indica qué opinión tiene la agencia de rating de esos bonos en el momento de su emisión.
Y ahora cualquier autor típico te pondría el cuadro entero con los ratings de esas agencias y la descripción de cada categoría de riesgo... pero no soy un autor típico. Me interesa más que te quedes con las ideas importantes. La descripción detallada del rating no te servirá de nada, ni memorizarás los distintos tipos de ratings y la definición de cada nivel (yo no lo he hecho, y trabajo en esto)... Que una emisión sea AA o A, ¿qué más te da? A cambio te voy a regalar la regla de oro que yo sigo:
Divide el rating en dos categorías (y media): “grado de inversión” (investment grade), que engloba los ratings desde la triple A (AAA) hasta la triple B (BBB), y “grado de especulación” (non investment grade), que incluye desde la doble (BB) hasta el rating más bajo, que suele ser la D de default. La media categoría es la BB y puntualmente la B, que dan forma a una categoría de inversión propia como son los bonos de alto rendimiento (High Yield).
Los rating que van hasta la BBB son inversión, ningún problema, pero por debajo de BB y B entramos en la categoría especulativa.
Si tienes especial interés por conocer el rating con detalle, encontrarás toda la información que necesitas en www.standardandpoors.com, www.fitchratings.es o www.moodys.com. Todas tienen página en español donde describen su metodología, escala de ratings, etc.
Los últimos serán los primeros o al revés: la prelación de créditos
Como ya sabes, el rating da una calificación crediticia a cada emisor de deuda. Además, se la da a cada emisión de deuda que hace el mismo emisor y, aunque suene extraño, puede haber diferencias. Te lo explico: una gran empresa puede emitir deuda de todo tipo y es posible y nada raro que a una emisión de bonos ordinaria (bonos sénior) le den mejor rating que a una emisión de deuda subordinada. ¿Por qué esa diferencia si el emisor es el mismo? Por la prelación de créditos.
Un mismo emisor puede emitir deuda con distinto riesgo. La prelación de créditos nos indica en qué orden debe pagar un deudor a sus acreedores. Los primeros que tienen derecho a cobrar son los acreedores comunes que posean bonos ordinarios o deuda sénior, después están los poseedores de bonos subordinados o deuda júnior y el último escalón es para las participaciones preferentes, que solo están por delante de los accionistas.
Y te preguntarás: ¿quién compra entonces deuda subordinada y participaciones preferentes? Pues quien busca mayor rentabilidad. Cuando al lado de un bono veas secured, es deuda sénior, y cuando veas unsecured es deuda subordinada, que paga más a cambio de una menor garantía de cobro. En caso de default, los tenedores de deuda subordinada empezarán a recuperar su capital cuando los bonistas sénior hayan cobrado el ciento por ciento de su inversión. Y las preferentes todavía tienen una rentabilidad más alta que la deuda subordinada, van por detrás en el orden de prelación y, además, no tienen vencimiento.
Productos de renta fija
Hay varias formas de analizar los distintos productos de renta fija que ofrece el mercado. Te voy a echar una mano y te lo voy a separar en dos grandes bloques: un enfoque de mercado monetario frente al mercado de deuda y otro de deuda pública frente a la renta fija privada.
Mercados monetarios y mercados de deuda
Los mercados monetarios (money markets) son los que negocian bonos a corto plazo. Por regla general, se considera que la barrera está en vencimientos máximos de 18 meses. Cuando los títulos de deuda se emiten por primera vez estamos en un mercado primario o de emisión y el mercado en el que se negocian los títulos ya emitidos es el mercado secundario. Los productos por excelencia del mercado monetario son las Letras del Tesoro (deuda pública) y los pagarés de empresa (renta fija privada). A los pagarés de empresa también se les llama papel comercial (commercial paper).
El mercado monetario, junto con las cuentas corrientes y los depósitos a plazo fijo de los bancos, forma una categoría propia de activos denominada liquidez o efectivo, que se considera la clase de activos de menor riesgo y es donde debes aparcar el dinero hasta que encuentres buenas oportunidades de inversión a largo plazo. Pero ten cuidado, porque bajo riesgo no quiere decir riesgo cero. Un pagaré de una empresa privada que presente default no se pagará, aunque su vencimiento esté a dos meses.
En tu cartera siempre tiene que haber una buena parte invertida en liquidez. Hace falta dinero para imprevistos y también para aprovecharse de las buenas oportunidades.
Por otro lado, en los mercados de deuda se negocian bonos cuyo vencimiento es superior a 18 meses. Mueven ingentes cantidades de dinero todos los días y es donde se negocia tanto la renta fija pública (bonos y obligaciones del Estado) como la renta fija privada (bonos corporativos o corporate bonds). En los informes de gestión de las gestoras de fondos es habitual que, cuando se refieran a bonos corporativos, utilicen la denominación “crédito” con frases del tipo “hemos incrementado nuestra exposición al crédito ya que prevemos una mejora de los spreads respecto de la deuda pública”. Si puede hacerse difícil, ¡por qué lo van a hacer fácil!
Deuda pública y renta fija privada
La deuda pública está compuesta por los valores que emite el Estado. En el caso de España, lo es la que emite el gobierno, las comunidades autónomas y otros organismos públicos. Estos valores son:
Letras del Tesoro: activos emitidos a un máximo de 18 meses (mercado monetario). Se emiten al descuento, es decir, si compras una letra del Tesoro pagarás una cantidad inferior a su valor nominal y, al vencimiento, te pagarán el nominal de la letra. Esto quiere decir que, para invertir en una letra del Tesoro a un año de nominal 1.000 euros, pagas 975 euros. Se emiten letras del Tesoro a tres, seis, nueve y doce meses y, ocasionalmente, a dieciocho meses.
Bonos y Obligaciones del Estado: son valores que emite el Tesoro a un plazo superior a los dos años. Actualmente, se emiten bonos a tres y cinco años y obligaciones a diez, quince, treinta y cincuenta años. Te lo aseguro, bonos y obligaciones son lo mismo.
Comunidades autónomas y otros organismos públicos. Los fondos de inversión de renta fija española suelen tener deuda autonómica. Puedes encontrar deuda de Cataluña, Madrid o Andalucía, entre otras. Como inversor, tienes la ventaja de que la rentabilidad es más alta y tienen la garantía del Estado. Existen otros organismos públicos que también pueden emitir deuda, que van desde ayuntamientos a agencias oficiales, como el Instituto de Crédito Oficial (ICO), que también cuentan con la garantía del Estado.
Como cualquier activo financiero, se puede comprar deuda pública a través de cualquier banco, pero en el caso de la deuda pública española se pueden tramitar operaciones de compra por medio del Banco de España, a través de las cuentas directas de deuda del Estado.
En cuanto a los bonos emitidos por las empresas privadas, la renta fija privada, existen, sin ser muy exhaustivos, las siguientes clases:
Pagarés de empresa: igual que las letras del Tesoro, se emiten al descuento. A este tipo de bonos se les llama “cupón cero” porque no pagan cupones. La rentabilidad es la diferencia entre el precio de compra y el valor nominal del pagaré.
Bonos: ya sabes lo que son, ¿verdad? Pero vamos a ponerle algo de picante al guiso para que tengas muy claro en qué inviertes tu dinero cuando compras bonos privados y empiezas a ver denominaciones extrañas en tu cartera de renta fija.
• Bonos sénior y bonos júnior: haz un poco de memoria porque has leído sobre ello en el apartado anterior. Si te lo has saltado, echa un ojo a “Los últimos serán los primeros o al revés: la prelación de créditos”, donde verás las diferencias entre un bono simple (sénior o secured) y un bono subordinado (júnior o unsecured).
• Bonos a tipo fijo y a tipo variable. A los bonos con cupón variable también se les llama FRN o Floating Rate Notes. No dejes que el nombre te apabulle, si inviertes en un FRN lo haces en un bono con cupón variable y, como a veces las traducciones del inglés no son demasiado precisas, en ocasiones verás que tu bono tiene un “cupón flotante”. Existe una clase de bonos parecidos a los FRN que están indexados directamente a la inflación. Los países con mayor tradición en este tipo de bonos son Estados Unidos con sus Tips, Francia con los OATi e Inglaterra con los Gilts. En 2014, Italia y España lanzaron sus primeras emisiones de este tipo de bonos con gran aceptación por parte del mercado.
• ABS, MBS y CDO. No son nuevos dispositivos para los coches, aunque lo parezcan por cómo suenan. ABS significa Asset Backed Securities y son bonos que tienen incorporadas garantías reales, como, por ejemplo, las cuentas a cobrar del emisor del bono. Los MBS (Mortgage Backed Securities) son lo mismo pero con hipotecas. En cuanto a los CDO (Collaterized Debt Obligations), ya no creo que los encuentres en tu cartera de renta fija porque fueron uno de los detonantes de la burbuja crediticia de la crisis de 2008, pero, por si acaso ahí lo tienes, que el saber no ocupa lugar. Es un producto muy complejo y si lo ves pasar delante de ti, huye.
• Bonos de alta rentabilidad o High Yield. Quizá te sea más familiar su nombre feo, “bonos basura” (junk bonds). Son unos bonos cuyo rating no es de grado de inversión, sino de especulación (¿recuerdas la regla de oro?). Estos bonos han sido calificados con BB+ o inferior. Si prestas atención y los compras en el momento oportuno, pueden ser una excelente opción. A las empresas que tienen una trayectoria larga y consolidada que caen en esta categoría se les llama “ángeles caídos” (fallen angels) y a las nuevas empresas (start up) que en sus inicios están en esta categoría pero apuntan a un futuro de éxito se les llama “estrellas ascendentes” (rising stars). ¿Qué te da miedo, lo de bono basura? En el momento de escribir estas líneas, bancos de la importancia del Banco Popular o del Sabadell o grandes marcas automovilísticas como Fiat o Peugeot son High Yield.
• Obligaciones convertibles. Es un bono que, a su vencimiento, da el derecho a cambiarlo por acciones del emisor. Por ejemplo, un bono convertible de Peugeot dará derecho, cuando venza, a convertirlo en acciones de la empresa y pasar así de bonista a accionista. En general, si el precio de las acciones ofrecidas es inferior al precio de mercado se realiza la conversión; si la situación es la contraria, no interesa. Cuando se trata de obligaciones convertibles, la empresa tiene que emitir acciones nuevas, pero si son obligaciones canjeables, el canje se hace sobre acciones viejas que están en la autocartera del emisor.
Hasta aquí te he hablado de las obligaciones convertibles que podríamos llamar “de toda la vida”. Desde no hace mucho, se han popularizado las convertibles de “obligada conversión” que implicaban que, te gustase o no, tenías que convertir tus bonos en acciones. Ojo con eso. Un conocido banco lanzó una emisión de convertibles de obligada conversión que acabó con pérdidas muy elevadas entre los bonistas (del orden del 70 %). El asunto fue tan grave que hasta la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) intervino para sancionar al banco por esa emisión.
• Cédulas hipotecarias. Son títulos que solo emiten las entidades de crédito y llevan como garantía asociada la cartera de préstamos hipotecarios de la entidad. Hasta el crac inmobiliario, en España se consideraban activos muy seguros. No te confundas, siguen siéndolo, porque recuerda que la garantía hipotecaria es adicional, tu primera garantía es la solvencia del emisor.
• Participaciones preferentes. ¡Por fin! Confiesa que esperabas este momento. Pues no voy a retrasarlo más. Las preferentes son un híbrido entre la renta fija y la renta variable. No son acciones, ya que no tienen algunas de sus características fundamentales (derechos políticos y de suscripción preferente), y tampoco equivalen a los bonos, pues en caso de impago están por detrás de todos los bonistas y solo por delante de los accionistas.
Las preferentes, a diferencia de la mayor parte de los bonos, no tienen vencimiento. Son perpetuas. Sobre el papel, duran toda la vida. Es habitual que el emisor se reserve una opción de amortización a partir de los cinco años, pero presta atención: el emisor es el que tiene la opción de cancelar, no tú.
El pago del cupón de las preferentes está sujeto a que el emisor obtenga suficientes beneficios. Si no hay beneficios, no hay cupones.
Y llegó el lío de las preferentes
Me imagino que, con todo lo que se ha hablado de ellas, es posible que ahora esperes un alegato contra las preferentes, y puede que te decepcione con lo que diré a continuación. Las preferentes no son un mal activo en sí mismas. Son un tipo de activo en el que se asume más riesgo a cambio de una rentabilidad más alta (la única gran verdad de las finanzas) y, además, te diré que los profesionales operan de forma frecuente con preferentes. Sin ir más lejos, en el cuadro anterior de cotizaciones hay un apartado de preferentes y no se ven grandes dramas en cuanto a valoración, prácticamente están todas a la par (al 100 % de su valor nominal) o muy cercanas. Si tomas como ejemplo la que está peor valorada, Popular ISIN ES0170412003 (poniendo el ISIN en Google accederás al producto en cuestión) verás que, durante los cinco primeros años de emisión, ha dado un cupón del 6,75 % y que luego paga un Euribor + 1,50 % con un tipo mínimo del 4,00 %. Pues qué quieres que te diga, ¡no está nada mal! Si tienes en cuenta que los depósitos están por debajo del 1,00 % (agosto de 2014), tener acceso a un cupón del 4 % anual y que, además en este caso, te lo paguen de forma trimestral... pero claro, eso será siempre y cuando el Popular obtenga beneficios.
Entonces, ¿cuál ha sido el problema con las preferentes en España? Pues seguramente un caso de mala comercialización. Se emitieron preferentes porque permitían reforzar el balance de las entidades financieras y, seguramente, la consigna fue que a todo bicho viviente que respirase y pasase por la oficina se le colocaran preferentes. Y si no respiraba, también. Si además le añades una remuneración muy atractiva de inicio (muy superior a los depósitos y a la deuda publica) y la confianza que te inspira un señor bien vestido detrás de un ordenador en una acogedora mesa de un banco (que no es que sea un mal tipo, es que, seguramente, no tenía muy claro qué narices era una preferente), se forma una bomba financiera. Pero luego ocurrió que algunas cajas de ahorros, que también son empresas, no lo olvides, quebraron y no pudieron hacer frente a sus compromisos financieros...
Consejos de inversión en renta fija para Dummies
Este apartado es fruto de mi experiencia, tanto de mis aciertos como de mis errores, y me gustaría que te ahorrara algún que otro disgusto o que te aclarara alguna duda:
1. La renta fija es la clase de activos más difícil de gestionar. Se puede perder y mucho, y a eso añádele que el aparato matemático para comprender los mecanismos que mueven el mercado de bonos es complejo (vale, si has estudiado la carrera de matemáticas o alguna cosa parecida te carcajearás con estas fórmulas, pero a la mayoría de mortales nos cuesta bastante pillarlo).
2. Para que la renta fija sea fija de verdad solo hay un camino: comprar y mantener hasta el vencimiento (buy and hold). Y, por supuesto, que el emisor pague.
3. La deuda pública es el activo más seguro que puedes comprar. Por algo se considera el activo libre de riesgo. Aún puedes reducir más tu riesgo comprando deuda de los emisores más solventes como son Alemania, Estados Unidos o Suiza (aunque en estos últimos casos tendrás riesgo de divisa. Esto significa que al comprar un bono en una divisa distinta del euro la fluctuación entre divisas puede aumentar o disminuir la propia rentabilidad del bono).
4. Una de las grandes decepciones del inversor particular cuando invierte en un fondo de inversión de renta fija es ver cómo pierde dinero. Recuerda que un fondo de inversión no “invierte” en renta fija, en el sentido tradicional de comprar y mantener hasta el vencimiento, sino que “gestiona” renta fija de forma activa a través de las diversas estrategias que diseñan los profesionales. Estas estrategias pueden llegar a ser tan complejas como la actuación sobre la duración de la cartera, la curva de tipos o las diferencias de crédito, entre otros. Algunas estrategias son tan extremas que llegan a buscar una duración negativa. (Se puede construir con derivados, yo no llegaré a esos extremos en este libro pero, por muchas ganas que tengas de probarlo, ni se te ocurra ir a ver a Venancio, el director de tu sucursal, a pedirle una “cartera de renta fija con duración negativa” porque el hombre pedirá la prejubilación y si no puede prejubilarse, se cambiará de sucursal.)
5. ¿Otro buen consejo? Invertir “a lo Kostolany” en empresas medio buenas: compra bonos con descuento (bajo la par, por debajo del 100 % de su nominal) que ofrezcan una buena rentabilidad (TIR) y mantenlos hasta el vencimiento.
6. Si te metes en bonos de alto rendimiento (High Yield) hazlo a través de fondos de inversión y no te olvides de diversificar.
Hasta aquí este capítulo dedicado al primer tipo de activos, los bonos, que son los que encontrarás en cualquier fondo de renta fija. En el siguiente entraremos en el ámbito de las estrellas de la fiesta, las acciones, y su sala de baile, la bolsa.