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SCHRÖDINGER Y SU ECUACIÓN

El entrelazamiento no es un sino más bien el rasgo característico de la mecánica cuántica.

ERWIN SCHRÖDINGER

Erwin Schrödinger nació en una casa situada en el centro de Viena, en 1887, en el seno de una familia acomodada. Hijo único, fue mimado por varias tías, una de las cuales le enseñó a hablar y leer inglés antes incluso de que dominara su alemán nativo. Siendo adolescente empezó a escribir un diario, una práctica que mantuvo durante toda su vida. Desde temprana edad mostró un saludable escepticismo y tendió a cuestionar cosas que la gente presentaba como hechos. Estos dos hábitos serían muy útiles en la vida de un científico que haría una de las contribuciones más importantes a la nueva teoría cuántica. El cuestionar lo que tomamos como verdad a partir de nuestra vida cotidiana es esencial al tratar el mundo de lo muy pequeño. Y por otra parte los cuadernos de notas de Schrödinger serían cruciales en su desarrollo de la ecuación de ondas.

A los once años, Erwin ingresó en el gymnasium situado cerca de su casa. Además de matemáticas y ciencia, allí se enseñaba a los estudiantes la lengua y cultura griegas, latín y las obras clásicas de la antigüedad, que incluían a Ovidio, Tito Livio, Cicerón y Homero. A Erwin le encantaban las matemáticas y la física, y sobresalía en ellas, resolviendo problemas con una prontitud y facilidad que admiraban a sus compañeros. Pero también le gustaban la poesía alemana y la lógica de la gramática, tanto antigua como moderna. Esta lógica, en matemáticas y en estudios humanísticos, modeló su pensamiento y lo preparó para los rigores de la universidad.

Erwin adoraba el senderismo, el montañismo, el teatro y las chicas guapas, unas diversiones que marcarían su comportamiento durante toda su vida. De joven trabajaba duramente en la escuela, pero también se divertía «duramente». Pasaba muchos días caminando por las montañas, leyendo matemáticas y cortejando a la hermana de su mejor amigo, una belleza morena llamada Lotte Rella.[7.1]

En 1906 Schrödinger se matriculó en la Universidad de Viena —una de las más antiguas de Europa, fundada en 1365— en la carrera de física. La física tenía una larga tradición en esa universidad. Algunos de los grandes cerebros que habían trabajado allí y se jubilaron en la época en que entró Schrödinger fueron Ludwig Boltzmann, que propuso la teoría atómica, y Ernst Mach, el teórico cuyo trabajo inspiró en cierta manera a Einstein. Schrödinger fue estudiante de Franz Exner, y realizó trabajos en física experimental, parte de ellos relacionados con la radiactividad. La Universidad de Viena era un centro importante para el estudio de la radiactividad. Marie Curie recibió en París, del departamento de física vienés, alguna de las muestras de material radiactivo que le sirvieron para llevar a cabo sus descubrimientos.

Schrödinger era admirado por sus compañeros de estudios por su brillantez en física y en matemáticas. Sus amigos siempre le requerían para que les ayudara con las matemáticas. Uno de los cursos que siguió en la universidad fue el de ecuaciones diferenciales, en el que destacó. Como probaría el destino, esta habilidad especial resultó inestimable para su carrera: le ayudó a resolver el mayor problema científico de su vida y a establecer su nombre como un pionero de la mecánica cuántica.

Pero la vida de Schrödinger como estudiante en la universidad de una Viena en el cenit de su gloria imperial tuvo diversas facetas. Conservaba sus dotes atléticas y era más sociable que nunca: hizo buenos amigos con los que pasaba su tiempo libre practicando el senderismo y escalando. En cierta ocasión, en los Alpes, pasó toda una noche cuidando a un amigo que se había roto una pierna en una escalada. Cuando finalmente llevaron a su amigo al hospital, se pasó el resto del día esquiando.

En 1910, Schrödinger escribió su tesis doctoral en física, que se titulaba Sobre la conducción de la electricidad en la superficie de aislantes en aire húmedo. Era éste un problema que tenía algunas implicaciones en el estudio de la radiactividad, pero no era un trabajo de brillante erudición. Schrödinger no había considerado ciertos factores que tendría que haber conocido y su análisis no era completo ni ingenioso. No obstante, ese trabajo fue suficiente para obtener el doctorado, y después de su graduación pasó un año como voluntario en la artillería de montaña. Seguidamente, regresó a la universidad para trabajar como ayudante en un laboratorio de física. Entre tanto, trabajaba en el artículo requerido para su habilitación como docente (llamado un Habilitationschrift), que le permitiría tener ciertas ganancias como tutor privado (profesor particular) en la universidad. Su artículo, «Sobre la teoría cinética del magnetismo», era un intento teórico de explicar las propiedades magnéticas de ciertos compuestos, y tampoco era de una calidad excepcional, pero satisfacía los requisitos y le permitió trabajar en la universidad. Había comenzado su carrera académica.

Un poco después, Schrödinger, con algo más de veinte años, conoció a otra joven de la que se encaprichó. Su nombre era Felice Krauss, y su familia pertenecía a la capa inferior de la nobleza austríaca. Entablaron una relación y se consideraron prometidos a pesar de las fuertes objeciones de los padres de ella. La madre de Felice, especialmente, estaba decidida a no permitir que su hija se casara con alguien de la clase trabajadora, alguien que —pensaba ella— nunca podría mantener apropiadamente a su hija con un sueldo universitario. Desesperado, Erwin consideró la posibilidad de abandonar la universidad y trabajar para su padre, que era propietario de una fábrica. Pero el padre no quería saber nada de eso, y con la presión creciente de la madre de Felice, los dos amantes pusieron fin a su compromiso informal. Felice se casó algún tiempo después, pero siempre permaneció cerca de Erwin. Esto fue también un patrón recurrente en la vida de Schrödinger: dondequiera que estuviera, incluso después de casado, siempre había «amiguitas» no demasiado lejos.

Schrödinger prosiguió sus estudios acerca de la radiactividad en el laboratorio de la Universidad de Viena. En 1912, su colega Victor Hess ascendió hasta los cinco mil metros en un globo equipado de instrumentos para medir la radiación. Deseaba resolver el problema de por qué se detectaba radiación no sólo cerca del suelo, donde los depósitos de radio y uranio eran su fuente, sino también en el aire. Arriba en su globo, para su sorpresa Hess descubrió que la radiación era de hecho tres veces superior a la que había a nivel del suelo. Así pues, Hess había descubierto la radiación cósmica, por lo que más tarde recibiría el premio Nobel. Schrödinger, que participaba en experimentos relacionados con la radiación de fondo a nivel del suelo, viajó por toda Austria con sus propios detectores de radiación. De paso, este viaje le permitió gozar de sus queridas salidas al aire libre y hacer nuevos amigos. En 1913 estaba tomando medidas de radiación al aire libre en el área donde pasaba las vacaciones una familia a la que había conocido en Viena. Con la familia estaba una linda jovencita, Annemarie («Anny») Bertel. El científico de veintiséis años y la joven de dieciséis se sintieron atraídos mutuamente y, tras sucesivos encuentros, desarrollaron en los años siguientes una relación amorosa que acabó en matrimonio. Anny permaneció fiel a Schrödinger durante toda su vida, tolerando incluso sus constantes relaciones con otras mujeres.

En 1914, Schrödinger volvió a alistarse en la artillería de campaña para luchar en el frente italiano durante la primera guerra mundial. Incluso en el campo de batalla, continuaba trabajando en problemas de física y publicaba artículos en revistas profesionales. Hasta entonces, ninguno de sus artículos había sido excepcional, pero los temas eran interesantes. Empleó mucho tiempo investigando sobre la teoría del color, e hizo contribuciones al conocimiento de la luz de diferentes longitudes de onda. En uno de esos experimentos sobre color cuando todavía estaba en la Universidad de Viena, Erwin descubrió que su propia visión en color era deficiente.

En 1917 Schrödinger escribió su primer artículo sobre teoría cuántica, acerca del calor específico atómico y molecular. La labor de investigación que comportaba ese artículo le hizo prestar atención al trabajo de Planck, Einstein y Bohr. Cuando acabó la guerra, Schrödinger no sólo había abordado la teoría cuántica, sino también la teoría de la relatividad de Einstein. Ya se había situado, pues, en la frontera de la física teórica.

En los años posteriores a la guerra, Schrödinger enseñó en las universidades de Viena, Jena, Breslau, Stuttgart y Zúrich. En 1920, en Viena, Erwin se casó con Anny Bertel. La aportación de ella era superior a su sueldo, lo que le hacía sentirse incómodo, apremiándole a buscar empleo en otras universidades europeas. Por medio de Anny, conoció a Hansi Bauer, quien más tarde se convertiría en una de sus amantes de toda la vida.

En Stuttgart, en 1921, Schrödinger empezó una labor muy seria para entender y desarrollar la teoría cuántica. Bohr y Einstein, que no eran mucho mayores que él, ya habían realizado sus contribuciones a dicha teoría cuando eran veinteañeros. Schrödinger era más viejo y aún no había realizado un hallazgo científico importante. Concentró sus esfuerzos en modelar las líneas espectrales de los átomos alcalinos.

A finales de 1921, Schrödinger fue elegido para una codiciada plaza de catedrático de física teórica en la Universidad de Zúrich. Ese año publicó su primer artículo importante en el área cuántica, acerca de las órbitas cuantizadas de un electrón, basado en el trabajo anterior de Bohr. Sin embargo, poco después de su llegada a Zúrich se le diagnosticó una enfermedad pulmonar y los médicos le ordenaron reposo en un lugar elevado. Los Schrödinger se decidieron por el pueblo de Arosa en los Alpes, no lejos de Davos, a una altura de dos mil metros. Tras su restablecimiento, volvieron a Zúrich, y allí, en 1922, Schrödinger dio su primera clase en la universidad. Durante 1923 y 1924, su investigación se centró en la teoría espectral, la luz, la teoría atómica y la naturaleza periódica de los elementos. En 1924, a los treinta y siete años, fue invitado a participar en el congreso Solvay de Bruselas, donde se reunían los mayores cerebros de la física, incluidos Einstein y Bohr. Él estuvo allí casi como un observador externo, puesto que no había publicado ningún trabajo llamativo.

La teoría cuántica tenía aún mucho camino por recorrer y Schrödinger buscaba, desesperadamente un tema en el campo cuántico en el que pudiera sobresalir. Tenía al tiempo en su contra, y si algo no sucedía pronto, estaría condenado a la oscuridad, la mediocridad y el olvido, y a permanecer siempre al borde del camino mientras otros hacían historia científica. En 1924, Peter Debye, de la Universidad de Zúrich, le pidió que informara acerca de la tesis de De Broglie sobre la naturaleza ondulatoria de las partículas en un seminario desarrollado en la universidad. Schrödinger leyó el artículo, comenzó a meditar sobre las ideas del mismo y decidió desarrollarlas. Trabajó sobre las ideas de De Broglie a lo largo de un año sin llegar a realizar ningún progreso significativo.

Unos días antes de la Navidad de 1925, Erwin salió hacia los Alpes, para residir en la Villa Herwig en Arosa, donde había pasado junto a Annie varios meses mientras se recuperaba unos años antes. Esta vez fue sin su esposa. Por su correspondencia sabemos que había quedado en reunirse en la villa con una de sus antiguas amigas de Viena, que permaneció con él allí hasta los primeros días de 1926. El biógrafo de Schrödinger, Walter Moore, construye todo un misterio acerca de quién pudo ser esa amiga.[7.2] ¿Podría haber sido Lotte, Felice, Hansi o alguna de sus otras amigas? En cualquier caso, según el físico matemático Hermann Weyl, los encuentros eróticos de Schrödinger con la misteriosa dama produjeron la explosión energética necesaria para dar su gran paso adelante en la teoría cuántica. En las vacaciones de Navidad en los Alpes con su amante secreta, Schrödinger formuló la actualmente famosa ecuación que lleva su nombre, la ecuación de Schrödinger, una ecuación diferencial que proporciona la regla matemática para describir el comportamiento estadístico de las partículas en el micromundo de la mecánica cuántica.

Las ecuaciones diferenciales son ecuaciones matemáticas que formulan una relación entre una cantidad y sus derivadas, esto es, entre una cantidad y su «ritmo» o tasa de cambio. La velocidad, por ejemplo, es la derivada (el ritmo de cambio) de la posición. Si uno se mueve a cien kilómetros por hora, su posición cambia a un ritmo de cien km/h. La aceleración es el ritmo de cambio de la velocidad (cuando uno acelera, está aumentando la velocidad de su coche); entonces la aceleración es la derivada segunda de la posición, puesto que es el ritmo de cambio del ritmo de cambio de la posición. Una ecuación en la que aparece como una variable la posición, así como la velocidad, es una ecuación diferencial. Una ecuación que relaciona la posición con la velocidad y la aceleración es una ecuación diferencial de segundo orden.

Cuando Schrödinger empezó a abordar el problema de deducir una ecuación que gobernase el comportamiento cuántico de una partícula pequeña como el electrón, ya se conocía un buen número de ecuaciones diferenciales de la física clásica. Era conocida, por ejemplo, la ecuación que rige la propagación del calor en un metal. También se conocían las ecuaciones que gobiernan las ondas clásicas, por ejemplo, las ondas en una cuerda vibrante y las ondas sonoras. Al haber seguido cursos de ecuaciones diferenciales, Schrödinger estaba bien enterado de estos desarrollos. Su tarea era encontrar una ecuación que describiera la propagación de las ondas de las partículas, las ondas que De Broglie había asociado con ellas. Schrödinger hizo suposiciones razonables acerca de la forma que esa ecuación debía tener, basándose en la conocida ecuación de ondas clásica. Lo que tenía que determinar era si usaría la primera o la segunda derivada de la onda con respecto a la posición y, asimismo, si usaría la primera o la segunda derivada de la onda con respecto al tiempo. El avance significativo lo dio cuando descubrió que la ecuación apropiada es de primer orden con respecto al tiempo y de segundo orden con respecto a la posición.

Hψ = Eψ

Ésta es la ecuación de Schrödinger independiente del tiempo, expresada en la forma simbólica más simple. El símbolo ψ representa la función de onda de una partícula. Esa es la «onda piloto» de De Broglie de una partícula. Pero aquí ya no es un ente hipotético, sino más bien una función que podemos estudiar y analizar mediante la ecuación de Schrödinger. El símbolo H se refiere a un operador, el cual se representa mediante una fórmula apropiada que dice lo que hay que hacer con la función de onda: calcular una derivada y también multiplicar por ciertas constantes, entre ellas la constante de Planck, h. El operador H opera sobre la función de onda, y el resultado, en el segundo miembro de la ecuación, es un nivel de energía, E, multiplicado por la función de onda.

La ecuación de Schrödinger se ha aplicado con éxito a muy diversas situaciones en física cuántica. Lo que hace el físico es escribir dicha ecuación, aplicada a un caso particular, por ejemplo, una partícula en una caja microscópica, o un electrón situado en un campo potencial, o el átomo de hidrógeno. En cada caso, el físico resuelve la ecuación de Schrödinger y obtiene una solución; las soluciones de dicha ecuación son ondas.

Las ondas se representan usualmente en física mediante funciones trigonométricas, con frecuencia las funciones seno y coseno, cuya gráfica se parece a la representación de una onda. (Los físicos también usan otras funciones, como las exponenciales). La figura siguiente es una onda sinusoidal típica.

Al resolver la ecuación de Schrödinger, un físico encontrará una solución que expresa la función de onda de una forma como: ψ = A sen (nπx/L). (Ésta es la solución para una partícula en una caja rígida. El término «sen» se refiere a la función seno —de tipo ondulatorio— y las otras letras en la ecuación son constantes salvo una variable, x. Pero aquí el elemento esencial es la función seno).

Con esta ecuación de ondas, Schrödinger llevó la mecánica a un nivel muy elevado. Los científicos ahora pueden «manejar» una función de onda concreta, que a veces puede expresarse en términos específicos, como en el ejemplo anterior, para describir partículas o fotones. Esto condujo a la teoría cuántica a un punto donde varios de sus aspectos más importantes son evidentes. Dos de ellos son la probabilidad y la superposición.

Cuando tratamos con sistemas cuánticos —cada uno con una función de onda asociada ψ—, no estamos considerando elementos conocidos con precisión. Una partícula cuántica puede describirse sólo por sus probabilidades, nunca en términos exactos. Estas probabilidades vienen determinadas por la función de onda, ψ. La interpretación en función de probabilidades («probabilista») de la mecánica cuántica fue sugerida por Max Born, aunque Einstein la conocía primero.[7.3] La probabilidad de que una partícula se encuentre en un lugar determinado es igual al cuadrado de la amplitud de la función de onda en ese lugar:

Probabilidad = |ψ|2

Ésta es una fórmula extremadamente importante en teoría cuántica. Representa, en muchos sentidos, la esencia de lo que nos puede proporcionar dicha teoría. En física clásica, podemos, en principio, medir, determinar y predecir con total certeza la posición y la velocidad de un objeto que se mueve. Esta característica de la física clásica (a escala macroscópica) es lo que nos permite enviar una nave espacial a la Luna, así como conducir un coche y cosas por el estilo. En el mundo de lo muy pequeño (microscópico), no poseemos esa capacidad de predecir los movimientos de objetos particulares. Nuestras predicciones son sólo de naturaleza estadística. Podemos determinar dónde estará una partícula (si se actualiza el observable posición) sólo en términos de probabilidades de diferentes resultados (o, de manera equivalente, qué proporción de una gran cantidad de partículas estará en un lugar específico). La ecuación de Schrödinger nos permite hacer tales predicciones estadísticas. Como se demostraría matemáticamente unas décadas después, una probabilidad es lo máximo que podemos obtener de la mecánica cuántica. No existen aquí magnitudes físicas ocultas cuyo conocimiento reduzca la incertidumbre. Por su misma naturaleza, la teoría cuántica es probabilista.

Las probabilidades vienen dadas por una distribución de probabilidad, que en el caso de la teoría cuántica se especifica como el cuadrado de la amplitud de la función de onda. Predecir los resultados de los sucesos cuánticos es diferente a predecir, por ejemplo, el movimiento de un coche, donde si se conocen la posición y la velocidad inicial se puede saber su posición después de cierto tiempo viajando a una velocidad dada, cuando el tiempo y la velocidad puedan medirse con mucha precisión. Si se viaja durante dos horas a 100 km/h, se estará a 200 km de donde se ha partido. Esto no sucede así en el mundo cuántico. Lo mejor que puede hacerse es predecir los resultados en términos de probabilidades. La situación, por consiguiente, es similar a tirar dos dados. En cada uno de ellos existe una probabilidad de 1/6 de que salga un número dado. Los dos dados son independientes, de modo que la probabilidad de que salgan dos seis es el producto de las probabilidades de que salga un seis en cada uno de ellos, es decir, 1/6 1/6 = 1/36. La probabilidad de obtener un total de doce entre los dos dados es entonces de 1/36. La probabilidad más alta para la suma de los puntos de los dos dados se da cuando ésta vale siete, y es de 1/6. La distribución de probabilidad para dicha suma puede verse en la siguiente figura (a).

El cuadrado de la amplitud de la función de onda, ψ, es frecuentemente una distribución en forma de campana, tal y como muestra la figura (b).

La distribución de la figura (a) nos da la probabilidad de encontrar la partícula en cualquier rango de valores dado del eje horizontal, siendo esa probabilidad el área bajo la curva entre los extremos del segmento horizontal correspondiente a dicho rango de valores.

El segundo elemento esencial de la teoría cuántica desvelado por la ecuación de Schrödinger es el principio de superposición. Las ondas pueden superponerse entre sí siempre. La razón de ello es que la curva del seno y la del coseno para varios parámetros pueden añadirse la una a la otra. Esto constituye el principio del análisis de Fourier, inventado por el gran matemático francés Joseph B. J. Fourier (1768-1830) y publicado en su libro Théorie analytique de la chaleur (Teoría analítica del calor) en 1822. Fourier aplicó su teoría a la propagación del calor, como sugiere el título de su libro. Demostró que funciones matemáticas muy diversas pueden expresarse como sumas de muchas funciones seno y coseno.

En mecánica cuántica, como las soluciones de la ecuación de Schrödinger son ondas, las sumas de estas ondas son también soluciones de la ecuación. (La suma de varias soluciones de la ecuación de Schrödinger es también una solución debido a la propiedad de linealidad). Esto sugiere, por ejemplo, que el electrón también puede encontrarse en un estado que es superposición de otros estados; y ello sucede porque una solución de la ecuación de Schrödinger para el electrón sería alguna onda sinusoidal y entonces una suma de tales ondas podría ser también una solución.

La superposición de ondas explica el fenómeno de una interferencia. En el experimento de Young de la doble rendija, las ondas interfieren entre sí: esto es, las líneas brillantes en la pantalla son regiones donde las ondas provenientes de las dos rendijas se suman para reforzarse entre sí, mientras que las rayas negras son regiones donde se sustraen, haciendo que la luz sea más débil o esté ausente del todo.

La superposición es uno de los principios más importantes de la mecánica cuántica. Lo extraño de la mecánica cuántica se revela en todo su esplendor cuando una partícula se superpone consigo misma. En el experimento de Young, cuando la luz es tan débil que se emite fotón a fotón, aún encontramos el patrón de interferencia en la pantalla. (El patrón lo producen muchos fotones, no uno, aunque lleguen a la pantalla uno a uno). La explicación de este fenómeno es que el fotón no escoge pasar por una rendija o por la otra, sino que escoge pasar por ambas a la vez, esto es, por una rendija y por la otra. La partícula atraviesa ambas rendijas y entonces interfiere consigo misma, como hacen dos ondas al superponerse.

Cuando un sistema contiene más de una partícula, el principio de superposición da lugar al fenómeno del entrelazamiento. Ahora no es una partícula que interfiere consigo misma, sino un sistema que interfiere consigo mismo: un sistema entrelazado. Sorprendentemente, el mismo Schrödinger se dio cuenta de que las partículas o los fotones que se producen mediante un proceso que los liga entre sí estarán entrelazados, y de hecho fue él quien acuñó el término de «entrelazamiento», en su alemán nativo y en inglés. Schrödinger descubrió la posibilidad del entrelazamiento en 1926, cuando realizó su trabajo pionero sobre la nueva mecánica cuántica, pero usó por primera vez la palabra «entrelazamiento» en 1935, en su discusión del artículo de Einstein, Podolsky y Rosen.

Según Horne, Shimony y Zeilinger, Schrödinger advirtió en una serie de artículos de 1926 que el estado cuántico de un sistema de n partículas puede ser un estado entrelazado.[7.4] Schrödinger escribió:

Hemos llamado repetidamente la atención sobre el hecho de que la función ψ no puede, y no debe, ser interpretada directamente en función del espacio tridimensional —por mucho que el problema de un solo electrón tienda a confundirnos en este punto— porque es en general una función en el espacio de configuración, no en el espacio real.[7.5]

De acuerdo con Horne, Shimony y Zeilinger, Schrödinger comprendía, por tanto, que la función de onda en el espacio de configuración no puede ser factorizada, lo cual es una característica del entrelazamiento. Nueve años más tarde, dio su nombre actual a este fenómeno. Y lo definía como sigue:

Cuando dos sistemas, de los que conocemos sus estados por su respectiva representación, entran en interacción física temporal debido a fuerzas conocidas entre ellos y tras un tiempo de influencia mutua se separan otra vez, entonces ya no pueden describirse como antes, esto es, dotando a cada uno de ellos de una representación propia. Yo no llamaría esto un sino el rasgo característico de la mecánica cuántica.[7.6]

En 1927, Schrödinger fue nombrado para suceder a Max Planck como catedrático en la Universidad de Berlín y en 1929 fue además elegido miembro de la Academia Prusiana de Ciencias. Después, en mayo de 1933, abandonó su plaza disgustado tras haber sido elegido Hitler canciller de Alemania y se exilió a Oxford. En 1933, se le otorgó el premio Nobel por sus grandes hallazgos en física. Compartió ese premio con el físico inglés Paul Dirac, que hizo asimismo grandes contribuciones a la teoría cuántica y predijo la existencia de la antimateria basándose en consideraciones puramente teóricas.

Schrödinger regresó a Austria y ocupó una cátedra en la Universidad de Graz. Pero cuando los nazis se apoderaron de Austria en 1938, escapó de nuevo a Oxford. Volvió a Europa por un año y enseñó en Gante, pero como la guerra se hacía más intensa partió a Dublín, donde fue catedrático de física teórica hasta 1956. Cuando vivía en el exilio en Irlanda, en 1944, se involucró en otro lío extramatrimonial. Tenía entonces cincuenta y siete años y se «entrelazó» con una joven casada, Sheila May Greene. Le escribió versos, asistió a las representaciones en las que ella actuaba y prohijó a su hija pequeña. Su esposa, Anny, le ofreció el divorcio para que pudiera casarse con Sheila, pero Erwin lo rehusó. La relación sentimental concluyó, y David, el esposo de Sheila, crió a la niña a pesar de que Sheila y él se separaron después. En 1956, Erwin regresó finalmente a Viena. Murió allí en 1961, con su mujer, Annie, a su lado.