Grettir en la granja de Thorhall
Frank Norris
(1870 - 1902)
Frank Norris está considerado como uno de los grandes escritores norteamericanos naturalistas del siglo XIX —junto a Stephen Crane (1871 - 1900) y Hamlin Garland (1860 - 1940)—, cuyas bases estéticas e ideológicas consisten en renunciar voluntariamente a la relación de fuerzas conocimiento/diversión, para hacer pasar todo el conocimiento por el cedazo de lo real, profundizando así en la psicología y en la entraña espiritual de los personajes. Durante mucho tiempo, y en especial a través de su obra más emblemática, McTeague (1899), Norris ha sido equiparado con el áspero naturalismo literario francés, sin prestar demasiada atención a su tendencia al simbolismo y a cierta truculencia al estilo american gothic. Por ejemplo, los impulsos bestiales de McTeague, concentrados en el oro y el deseo sexual, son descritos como un animal con los morros retorcidos, los colmillos brillantes, horrible, monstruoso, irresistible, impulsos que empujarán al protagonista a cometer dos asesinatos, uno de ellos el de Trina, su esposa. La muerte del pérfido McTeague tendrá lugar en un espacio tan fatídico y, al mismo tiempo, tan norteamericano, tan ligado al western, como el Valle de la Muerte: después de golpear a su compinche hasta arrebatarle prácticamente la vida, éste, en su último aliento, se encadena a McTeague, condenando al asesino a una muerte agónica junto al cadáver de su víctima. Con un material así no es extraño que el genial realizador austríaco Erich von Stroheim (1885 - 1957), en 1924, adaptara a la gran pantalla la novela de Frank Norris en una de las grandes obras maestras del cine de todos los tiempos, Avaricia (Greed).
A pesar de su tendencia al naturalismo —¿al realismo?—, Frank Norris publicó en el Everybody’s Magazine, en el número de abril de 1903, una de las historias de vampiros más fascinantes de la literatura estadounidense. «Grettir en la granja de Thorhall» se inspira abiertamente en «La Saga de Grettir el Fuerte», un poema anónimo escrito a principios del siglo XIV, que se erige, por su incuestionable belleza épica, en una de las joyas de la tradición literaria nórdico-medieval. A pesar de su redacción en tiempos de una Islandia cristiana, «La Saga de Grettir» alude a un fondo de tradiciones bárbaras y fábulas fantásticas más primitivo, palpable en su atmósfera y contexto paganos difícilmente ignorables. Norris se basa principalmente en el combate entre el héroe Grettir y el no-muerto Glámr, un pérfido pastor que se negó a ayunar en la víspera de Navidad. Al día siguiente encontraron su cuerpo sin vida en las montañas hinchado como un buey y azul como la muerte —los no-muertos nórdicos, conocidos como Haugbuio o Draugr, están tiznados de «azul oscuro como la muerte» (hel-blar) o son tremendamente pálidos (na-folr)—; no se sabe quién o qué lo mató, pero convertido en un Draugr, Glámr empezó a atormentar a sus vecinos tras el crepúsculo y a matar su ganado rompiéndoles el cuello y todos y cada uno de los huesos de su cuerpo. Una noche, Grettir lo esperó y combatió con él, empuñando un Sax, una espada corta de un solo filo extraída de la tumba de Kárr, después de luchar contra el desencarnado espectro de Kárr… Tras un espantoso enfrentamiento, Grettir mató al Draugr Glámr, no sin que antes un rayo de luna iluminara los terribles ojos del no-muerto; Grettir los vio y desde entonces tuvo miedo a la oscuridad…
Las desoladas, fantasmagóricas y hostiles estepas heladas de Islandia son el telúrico y atmosférico marco donde se desarrolla «Grettir en la granja de Thorhall» —calificada por el estudioso Sam Moskowitz (1920 - 1997) como una obra maestra del arte de lo sobrenatural—, en cuyo tramo final evoca, no casualmente, el desenlace de Frankenstein (1819), de Mary W. Shelley, novela que figuraba entre las predilectas de Frank Norris. A pesar de no ser un escritor vinculado al género fantástico, aparte de «Grettir en la granja de Thorhall» también escribió «El barco que vio un fantasma» (The Ship That Saw a Ghost) y The Ghost in the Crosstrees, ambas publicadas en el libro de relatos A Deal in Wheat and Other Stories of the New and Old West (1903).
Hijo de un comerciante en joyas y una célebre actriz, en 1887 Frank Norris se trasladó a París para estudiar arte. Allí inició su carrera literaria con novelas románticas, pero abandonó este género al descubrir el naturalismo francés cultivado y definido por Émile Zola. De regreso a los Estados Unidos en 1889, frecuentó las universidades de California (1890 - 94) y Harvard (1894 - 95), donde bajo la dirección del profesor L. E. Gates escribió Vandover and the Brute —novela que no se publicó hasta 1914, doce años después de la muerte del autor— y sobre la cual la prominente escritora y ensayista texana Emily Dorothy Scarborough (1878 - 1935) dijo en su libro The Supernatural in Modern English Fiction (1917) que era «la más revolucionaria historia de licantropía; un estudio sobre un alma degenerada…». Al terminar sus estudios, Norris trabajó varios años como corresponsal en el extranjero. En 1899 apareció McTeague, novela iniciada en Harvard, que le distinguió como uno de los primeros naturalistas norteamericanos. Todavía mayor éxito alcanzaron The Octopus (1901) y The Pit (1903), que formaban parte de una incompleta trilogía que, con el título genérico de The Epic of the Wheat, narraba la confrontación de intereses de los cultivadores de trigo de California y del incipiente ferrocarril. A su muerte, a los 32 años de edad, estaba considerado como uno de los autores norteamericanos más importantes de su generación.