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¿Había subestimado a los Puros porque sus barbudos esbirros pertenecían al estrato más necio de la humanidad? ¿Acaso eran los dirigentes «puros» tan astutos como para planearlo todo fría y calculadamente con el fin de destruir a sus enemigos a varios niveles? ¿Querían conseguir más que la muerte de sus enemigos?
¿Habían socavado incluso la Alianza de los Conscientes? Entre algunos calígrafos religiosos y conservadores de la organización, y también en el Consejo de Sabios, había detectado indudable simpatía por las opiniones de los Puros, pero no podía hablar abiertamente con ellos porque los límites entre religiosos conservadores y fanáticos eran difusos. ¿Tendrían que ver también con la oposición a él que estalló en la Alianza precisamente cuando necesitaba la solidaridad de todos?
¿Habrían raptado a Nura para deshonrarlo? ¿Acaso el papel del mujeriego Abbani había consistido únicamente en encargarle cartas que se pudieran leer como si él fuese el proxeneta de su propia esposa?
¿Había matado a la persona equivocada?
¿Por qué el propietario del café testimonió en su contra? Quizá lo habían extorsionado con testigos que habrían podido llevarlo a la cárcel por homosexual... Para los hermanos y los abogados de Abbani no habría sido difícil averiguar que Alma estaba relacionada con el crimen. Abbani había trasladado hacía poco su escondite a casa de su cuarta esposa.
Pero ¿por qué Karam lo había instigado contra Abbani? ¿Todo por aquella sobrina gorda como una matrona? Difícil de creer. ¿Se habría planeado el crimen como castigo por el gran apoyo que Abbani había dado a la escuela de caligrafía? ¿O Karam necesitaba deshacerse de Abbani antes de que éste pudiera decirle a Hamid la verdad sobre las cartas de amor?
¿Acaso no lo había visitado de pronto su vecino Nagib, un tacaño orfebre que normalmente nunca pisaba su estudio, para insinuar que gente distinguida le había encargado preguntarle si estaba dispuesto a mantener una conversación con Nassri y su gerente Taufiq para aclarar las cosas? Furioso, Hamid echó a aquel individuo y le dijo que siguiera sin poner los pies en su estudio, como tenía por costumbre.
¿Cómo podía haber conocido Karam aquel intento de mediación? Le había prevenido de antemano contra el orfebre, diciéndole que era un cristiano infiel y varias veces cornudo. Nagib Rihan tenía casi sesenta años y se había casado con una veinteañera que por aquel entonces era cantante de tercera clase.
Si Abbani no había sido amante de Nura, ¿por qué tenía que morir?
¿Lo habían convertido los acontecimientos en un instrumento para destruir la Alianza?
Hamid se quedó petrificado ante esta idea, y sacudió con fuerza la cabeza, no para negar sino para librarse de aquel pensamiento letal.
No tenía respuesta para aquellas preguntas.