INTRODUCCIÓN

Este libro es la continuación y conclusión de Las aventuras del sargento Lamb. El Diario y las Memorias del propio Lamb, escritos en forma harto inconexa, publicados en Dublín en 1809 y 1811, respectivamente, vienen a ser el esqueleto de la narración, hallándose el cuerpo hecho a base de una gran cantidad de crónicas contemporáneas de procedencia británica, americana, francesa y alemana. Ningún evento de importancia histórica ha sido inventado ni desvirtuado. Ha habido exceso más que escasez de material documental; por lo pronto, no menos de tres oficiales del regimiento de Lamb, el Veintitrés o Reales Fusileros Galeses, llevaban sendos diarios de la guerra de la Independencia: los capitanes Julian y de Saumarez y el coronel Mackenzie.

En 1809 Lamb presentó un memorial, a la consideración del duque de York, solicitando una pensión de veterano de guerra. La petición concluye así:

El remitente, ahora de edad avanzada, solicita humildemente de Vuestra Alteza Real que lo recomiende para la concesión de una pensión militar, que haría más llevaderos sus postreros años y sería recibida con suma gratitud como una recompensa por las muchas veces que ha arriesgado su vida al servicio de Su Majestad.

En cuanto a la verdad de esos hechos, se remite muy humildemente al testimonio del general H. Calvert y del coronel Mackenzie.

El coronel Mackenzie (el que llevó el diario) había sido ayudante del Veintitrés en Boston y teniente ayudante general en Nueva York. Lamb se le había presentado en esta última ciudad cuando, en 1782, se refugió allí huyendo por segunda vez del cautiverio. En cuanto al general Sir Harry Calvert, Lamb, como sargento experimentado, le había ayudado en 1779 en Nueva York a dar sus primeros pasos militares con el grado de teniente segundo. Era a la sazón ayudante general del ejército y cuidó inmediatamente de que se concediera a Lamb una pensión diaria de un chelín —renta generosa para aquellos tiempos—, dispensándole del requisito de ir a Chelsea a documentar su identidad. El motivo oficial de la recompensa, qué consta en los libros del hospital, reza: «agotado».

No figura en el registro del hospital ninguna anotación relativa a la muerte de Lamb. Sin embargo, de una referencia que a él hace el reverendo padre W. B. Lumley en una memoria de la Iglesia metodista de Irlanda de mediados de la época victoriana se desprende que «agotado» se refería sólo a la capacidad de Lamb para continuar su vida de soldado. En efecto, quince años más tarde vivía aún y trabajaba duro, a los setenta años de edad. «El maestro más conocido de la Escuela Diurna de Whitefriar Street fue Mr. Roger Lamb, quien durante casi cuarenta años la dirigió con gran lealtad y con gran beneficio para los muchachos confiados a su cuidado. El nieto de aquel hombre bueno es ahora el elocuente y erudito doctor Chadwick, deán de Armagh.»

Una descendiente, Miss E. Chadwick, de Armagh, ha buscado gentilmente entre los papeles de la familia por si encontraba un retrato u otra referencia a Roger Lamb, pero sin resultado.

La historia de Lamb ha impresionado en varios aspectos mi fibra emotiva. Mi bisabuelo y mi abuelo paternos, posiblemente hasta mi padre —si Lamb vivió aún algunos años más después de su retiro—, residían en Dublín en la época de Lamb. Los almirantes Samuel y Thomas Graves, que sucesivamente comandaron la flota británica en aguas americanas, eran primos de mi bisabuelo, quien a su vez era jefe de policía en Dublín y se suscribió al Diario de Lamb antes de su publicación. (La muy conocida familia de los Graves en Massachusetts, descendiente de Thomas Graves de Hatfield, la ciudad junto al río Connecticut por la que pasó Lamb en calidad de prisionero, está entroncada con la rama irlandesa, a la cual se halló «opuesta fratricidamente» en la guerra de la Independencia.) Mas el vínculo principal que me une al sargento es la circunstancia de que yo, como él, he tenido el honor de servir en el regimiento de los Reales Fusileros Galeses en una guerra larga y cruenta, encontrando sus características como regimiento y sus costumbres del día de San David felizmente tal como eran en los días de Lamb.

R. G.

Galmpton-Brixham, Devon, 1940.