ESCENA I
ENRIQUETA.-Sobre el casamiento que mi madre pretende, es sobre lo que he querido señor, hablaros cara a cara. Y he creído, preocupada por el trastorno de esta casa, que podría haceros entrar en razones. Sé que con mi mano pensáis que aporte una dote con bienes considerables; mas el dinero, al que tantas gentes vemos hacer caso, tiene para un verdadero filósofo escasos atractivos; y el desprecio de los bienes y de las grandezas frívolas no debe brillar solamente en vuestras palabras.
TRISSOTIN.-Precisamente, no es ese detalle lo que me encanta en vos; y vuestros hechizos, vuestros ojos dulces y penetrantes, vuestra gracia y vuestro aire, son los bienes, las riquezas que han atraído siempre mis anhelos y mis ternuras; de lo que estoy enamorado solamente es de esos inefables tesoros.