Capítulo 11

Liam

Entro en el garaje y me adentro por una de las paredes ocultas, cuando llego a mi cuarto tiro la gorra y las gafas sobre la cama y me paseo incomodo por la habitación. Me siento asfixiado, agobiado, inquieto, atrapado…Miro la bola de Elen y me acuerdo de la estupidez que casi he cometido, casi la he besado. Esto no está bien. Me paso la mano por el pelo, cansado.

Me siento en la silla de mi cuarto y me quedo mirando a la bola con la mente en blanco y a su vez recordando mientras la muevo, a Elen, sus ojos plateados brillan en mis recuerdos al igual que la purpurina que se mueve libre por el agua de la bola. Libre y a la vez atrapada, pues está encerrada en la bola…

¿Qué me pasa? Se cual es mi deber, sabía cual sería mi camino, nunca me ha gustado, pero ya me he resignado y he tratado de sacarle el mejor partido a la situación, hace tiempo que aprendí la lección, por dejarme guiar por lo que creía querer…

Pues no es la primera vez que miro a mí alrededor y siento que estoy encerrado en una cárcel de oro, pero esta vez es como si las paredes hubieran encogido. Y no sé si al estar con Elen solo trato de buscar un respiro, o de verdad estoy empezando a sentir…

Tocan a la puerta y decido callar y que piensen que no estoy no tengo ganas de enfrentarme a nadie ahora mismo, pero mi padre parece al poco por el umbral de esta y me observa serio.

- ¿No pensabas contestar?-Lo observo, nos parecemos mucho y sé que cuando envejezca ese será mi aspecto, su pelo ya esta cano por los años, pero sus ojos verdes, siguen brillando con gran intensidad.

- No.

- No es forma de contestar a tu padre.

- Me es lo mismo.

- Vaya, el joven ha tenido un mal día.

- No creo que le importe.

- Tienes razón no me importa, a menos que interfiera a los planes de esta noche.

Los ojos verdes de mi padre se encuentran con los míos y hablo antes de pensar.

- No voy a prometerme a Bianca -Digo antes incluso de haber reparado en que eso es lo que en el fondo me asfixia.

- Si no es ella es otra, no puedes escapar de esto.

- Otra que sea de vuestra elección.

- Si. Y no creo que deba volver a recordarte que eres el último descendiente de nuestra familia, si no heredas tú el reino, se perderá conmigo el reinado. Liam eres lo suficiente mayor como para saber cuál es tu camino, pero te comprendo, cuando yo tuve que elegir a tu madre me revelaba contra todos, al final he aprendido a quererla.

- Dormís cada uno en un lado del castillo, nunca os habéis amado.

- Te tuvimos a ti, algo bueno salió de nuestro matrimonio.

Pese a lo duro que siempre ha sido mi padre con sus normas, siempre lo he admirado y querido. Se perfectamente que si yo no reinara, si algo me pasara antes de tener un heredero, el reino se perdería, esto acabaría con mi padre. Por eso aun siento más este enorme peso sobre los hombros, no hay salida, nunca la ha habido, mi tío si la tuvo, el renuncio al reino y fue mi padre el que ocupo gustoso su lugar. Pero yo no tengo hermano en quien delegar.

- Bianca es una buena joven, de buena cuna y muy bonita.

¿Para qué retrasar lo inevitable? Ella será tu esposa. Ya has tenido tiempo para conocerla un poco más.

Sonrió irónicamente, pues unos pocos días juntos no me hacen conocerla más. ¿Pero qué más da?

- Vosotros ya teníais este matrimonio acordado. ¿De qué sirve que yo acepte gustoso este matrimonio? Ya me lo has dicho por teléfono, venga o no venga el anuncio oficial de que estamos prometidos, todo seguiría hacia delante como tu esperas.

Mi padre me mira y yo le aguanto la mirada.

- No es la primera vez que tenemos esta conversación, ni la primera vez que te escapas de casa. Pero recuerda que la ultima vez volviste-Mi padre mira mi mano y ve la bola de cristal-, No sé quién te habrá dado esa bola, pero tal vez no sea tan diferente esa joven a la ultima por la que te planteaste dejarlo todo y por la que te fugaste hasta descubrir que ella solo iba tras tu dinero y corona.

Al menos con Bianca sabes que ella tiene casi tanto dinero como nosotros, y que el título de su padre ya le da suficiente reconocimiento. Al menos sabes que ella al igual que tu, acepta los mandatos de su padre, aunque parece que a la joven le agradas.

Miro la bola y recuerdo lo que dice mi padre, hace unos cuatro años, conocí en mi primer año de universidad, a una joven que me cautivó, cuando le propuse irnos lejos ella aceptó, hasta que le dije al poco tiempo, que había dicho a mis padres que renunciaba al trono. Por aquel entonces me creí enamorado. Y ella me miro horrorizada y entro en cólera, al descubrir que si me quedaba con ella, era siendo Liam y no el príncipe Liam. Volví a casa y mis padres no dijeron nada, pero sé que ellos intuían que esto pasaría, pero quisieron que yo mismo viera como era la vida.

Pero Elen…ni tan siquiera sé que siento por ella, solo que cuando estoy a su lado me siento vivo y feliz. Muy feliz. Me gusta su risa, me gusta como cuenta las cosas, y la forma que tiene de agradar los ojos cuando cree que ha dicho algo mal, como se sonroja haciendo que sus pecas se marquen más…pero ¿Esto es amor? No lo sé. Pero de serlo, da igual, pues vivimos en mundos diferentes como ella bien me recuerda muchas veces. Recuerdo la cara de Elen cuando me dio la bola, la ilusión que vi en sus ojos y el cariño que brilló en ellos, pero luego me asaltó la duda, una vez más me vi a mí mirando a Mónica y creyendo que de verdad sentía algo por mí.

Me levanto y me paseo inquieto. Con Mónica no supe ver lo que tramaba, hasta que fue muy tarde. Pero Elen no es así, lo sé.

De todos modos poco importa.

Miro por la ventana y veo el reino.

- Tus antepasados lucharon mucho por esta tierra, por este castillo. Es nuestro deber conservarlo y lo será el día de mañana de tus hijos. ¿Esa chica realmente merece que estés así?

Recuerdo todo los momentos pasados con Elen, y cuando le dije que ella era mi escapatoria, era la verdad. Tal vez me haya aferrado a ella como último recurso para demostrar que yo tomo mis decisiones…¡¡No lo sé!! Tomo aire y trato te calmar mi caótico interior, sin éxito.

- Liam, tu eres príncipe antes que hombre. Y este reino, tu reino es lo único seguro que tienes ahora. Te lo digo por experiencia. Además de saber cuál es tu deber, debes saber que la elegida debe ser también elegida por el rey, yo. Y de elegir, o otra que no fuera Bianca, seria a alguien que estuviera a la altura del reino.

- Económicamente.

- Entre otras cosas. Pues yo soy Rey antes que padre. Te esperamos abajo no tardes en arreglarte. Y recuerda, que ni aquella vez podías haber escapado eternamente, ni esta. Es mejor que aceptes la realidad cuanto antes, te ayudará.

Asiento y mi padre se va. Miro la bola de cristal y me veo a mi mismo con dieciocho años escapándome de todo lo que conocía, tratando de escapar de todo esto, aunque sabía que no podía, por una joven que decía amarme.

Recuerdo las últimas palabras de mi padre y sé que es la verdad. Dejo la bola y me preparo, pues da igual si Elen es autentica, si lo que siento es algo más que atracción, no importa, pues al fin y al cavo se cual es mi deber. Y siempre será así.

Al entrar en el salón y ver a Bianca de espaldas y su pelo pelirrojo caer por detrás, deseo con tanta fuerza que cuando se gire sea otra persona, pese a que se que es un imposible, que me doy cuenta de que hoy elijo como príncipe, pero mi corazón me dice que tal vez ya he elegido como hombre.

Elen

Termino de ayudar a mis padres y miro a Adair que está en una de las mesas observándome. Acaba de terminar su helado y lo deja en la mesa mientras me acerco a él.

- ¿Has terminado?

- Si, ¿Y tú?

- La cena si, gracias-Me sonríe y me sorprende ver su sonrisa-. Me gustaría hablar contigo, si puede ser.

- Claro.

Me siento frente a él intrigada por lo que tenga que decirme, aunque una parte de mi ya lo presupone.

- Te quiero hablar de Liam.

- Me lo imaginaba.

- ¿Que sientes por él?-Lo miro seria-, está claro que no es de mi incumbencia, pero tengo ojos y te he visto mirarlo, Elen…no te hablo de esto para hacerte daño, no hemos hablado mucho, pero me caes bien.

- Gracias, pensaba que te era indiferente.

Adair se ríe.

- No soy muy hablador.

- Por eso me sorprende aun más estar ahora hablando contigo de este tema.

- Hasta esta mañana no sabía que conocías a Liam y cuando él me dijo que iría contigo al pueblo, no me dio buena espina todo esto.

- No creo que sea la primera vez que Liam usa su coche.

- No, pero si es la primera que lo hace con alguien. Él suele usar ese coche cuando necesita irse solo, pero ahora lo necesitaba para pasar un día contigo.

- Di lo que tengas que decir.

Me mira serio.

- Liam no puede cambiar lo que es, y aunque sea un buen amigo, aunque parezca un joven más, no lo es. Él siempre me considero su mejor amigo y yo nunca he sido invitado a palacio, siempre he sabido cual es mi lugar. Pero cuando eres niño no siempre se entiende por qué no puedes subir al cuarto de tu amigo a jugar con sus juguetes. Sus padres son muy estrictos en ese sentido, no son malos con el servicio, pero nunca se implican con él.

- Se muy bien cuál es mi sitio.

- No lo dudo, pero eso no te evita sentir.

- Yo sé muy bien lo que debo sentir…

- Lo sé, no dudo de tu inteligencia y sé que sabes cuál es tu sitio…pero no es fácil recordarlo cuando el corazón manda.

- Hablas como si supieras de esto.

Adair sonríe sin alegría.

- Olvídate de él antes de que sea tarde Elen, es lo mejor.

- Yo no siento nada…

- Puedes mentirme a mí cuanto quieras, pero a ti misma no puedes.

- Se cual es mi sitio, y nunca lo he olvidado.

Nos quedamos mirándonos en silencio y luego Adair asiente.

- Lo siento Elen, se que has tratado de estar con Robert para no sentir por Liam -Lo miro con los ojos agrandados-. Date tiempo.

- ¿Se te escapa algo?

Sonríe.

- No. ¿No te he dicho que estoy estudiando para ser detective?

- No, no tenía ni idea.

- Raro que Laia no te lo haya dicho.

- No hablamos mucho de tiMiento.

- Claro -Adair mira su reloj y se levanta-. Tengo que irme, nos vemos pronto.

- Gracias por tu consejo

- De nada, no me gusta ver sufrir a la gente que me rodea.

- ¿Que tal esta Robert?

- Bien, lo superará. Ni él era para ti, ni tú para él.

Asiento y lo veo alejarse. Subo a mi cuarto y tras ponerme cómoda, trato de concentrarme en mis estudios, pero no dejo de pensar en Liam, finalmente me asomo por la venta y miro hacia donde está el castillo. Yo también sé que mi corazón me ha jugado una mala pasada por hacerme sentir por él, yo sé muy bien cuál es mi sitio, pero ¡¡No puedo dejar de hacerlo!! Ni mucho menos de amarle. Tras un rato decido acostarme, con la esperanza de dormirme pronto y dejar de sentir, al menos por unas horas.

Me despierto y salgo de la cama odiando mis sueños, o mejor dicho mis pesadillas. No he parado de soñar con Liam prometiéndose a Bianca, y besándola para sellar el trato. Sé que es una realidad, eso es lo peor, que pese a que ahora mismo he abierto los ojos y he dejado de soñar, el peso de la realidad me hunde. Me preparo para ir a clase, sin ganas, no sé si seré fuerte para verlo con ella y enterarme de la noticia de su próximo enlace.

Me pongo el uniforme y una chaqueta, pues ha venido el frío de golpe, observo los pañuelos que me regalo Liam y me quedo mirándolos, con la sensación de que ayer nuestro subconsciente sabía que era una despedida.

Llego al instituto y entro en la clase que me toca, veo a Roberta dando vueltas por ella hecha una furia.

- ¡No puede haberse prometido!

Escucho las palabras de Roberta cuando llego al pupitre y aunque lo sabía, aunque estaba preparada, en el fondo esperaba que no lo hiciera. Trato de reponerme y me siento esperando que nadie haya notado como esas palabras me han paralizado.

- ¡Esto no va aquedar así! Hasta que no se casen no hay nada perdido ¡¿pero quién se ha creído es?!

Nadie contesta a Roberta y esta sigue despotricando, hasta que entran más compañeros y se calla.

Cuando la clase se queda en silencio se que ha entrado Liam junto con Bianca.

- ¡Felicidades!-Comenta uno de mis compañeros confirmando mis sospechas. Yo miro mis apuntes con más intensidad que nunca, no estoy preparada para verlos juntos.

Cuando el profesor entra les felicita también por la buena nueva, y empieza la clase; al terminar salgo de las primeras, pues tengo todo casi recogido y voy hacia los servicios, me adentro en uno de ellos y me encierro para tratar de coger fuerzas. Esto ya lo sabía, ya lo sabia…Me repito una y otra vez, pero no me siento mejor. Siento un gran nudo en el estomago y unas inmensas ganas de llorar, también me siento furiosa por sentir esto por él.

Aprieto los puños y respiro para calmarme y para prepararme para verlos, pues no puedo retrasar más lo inevitable.

Salgo de los servicios y me miro al espejo. Saco mi neceser y me retoco el maquillaje. Me aplico un colorete suave y natural y rímel de pestañas, un poco de brillo rosita trasparente y cuando veo que mi cara no parece la de alguien triste salgo de los baños tratando de recordar como era antes de conocer a Liam y no hacer nada para delatarme y mucho menos ante él.

Pero esta vez la suerte no juega de mi lado, pues nada más salir me encuentro con Liam y Bianca juntos y lo que es peor, él se agacha a recibir un beso en la mejilla de Bianca o al menos eso me parece desde aquí. Me quedo impactada. Trato de reponerme y más cuando Liam se separa y sus ojos verdes se encuentran con los míos, corto enseguida el contacto visual y trato de irme como si no acabaran de romper mi corazón en mil pedazos. Me creía estar preparada pero no es así, siento como si alguien me estuviera estrujando el corazón. No puedo dejar de verlos juntos.

Llego a la clase que me corresponde y me siento, saco mis cosas y hago como si nada, como si no estuviera destrozada.

Paso las siguientes clases sumida en una nube, para los demás estoy igual que siempre, pero mi interior dice lo contrario.

Cuando las clases terminan salgo hacia mi casa, rezando para no derrumbarme antes de estar tras las paredes de mi cuarto. Ya en el, me encierro y me dejo caer al suelo y abrazándome las rodillas, saco fuera de mi el dolor que siento en forma de lagrimas y sollozos, por suerte mis padres están fuera comprando y nadie puede escucharme. Con cada lágrima, con cada sollozo, tengo una cosa clara, que esto solo va a hacerme más fuerte, que hoy ha muerto algo dentro de mí, haciendo que un escudo proteja mi corazón. Pues mi error ha sido, amar al príncipe.

Ha pasado un mes desde el anuncio de que Liam se había prometido. Desde entonces no hemos vuelto a mediar palabra, mis ojos no lo han buscado más y las veces que lo he visto, he desviado la mirada. He aprendido a ser fuerte mientras estoy en clases, pese a eso cuando estoy sola me acuerdo de él. Y lo peor de todo es que yo creía que con el paso de los días dejaría de sentir, de anhelar su cercanía y dejaría dolerme tanto verlo con Bianca, pero no es así. Cada día que los veo juntos noto como mi corazón sufre. Mi ritmo en los estudios va bien, ya que ahora solo vivo para estudiar, o más bien he vuelto a mi vida anterior antes de conocer a Liam. Antes de conocerlo creía que era feliz estudiando, y ahora sé que no, que fuera de los libros hay una vida y que me gusta vivirla. Pero ahora no tengo fuerzas para otra cosa. Mis padres están preocupados, aunque ante ellos trato de mostrarme como siempre, pero hay viene otro problema, ellos creían que mi cambio era por Robert y mi sonrisa, mis ojos iluminados eran por él, y que ahora al no estar con él, he vuelto a ser la de siempre y les gusta más la chica alegre que fui durante ese periodo de tiempo.

Me miro al espejo, he quedado con Laia para salir, que tras insistirme mucho desde hace varios días, no he podido negarme.

No siento ganas. Preferiría pasarme la noche estudiando. Cuando le conté todo me preguntó si quería noche de pelis y comida basura, pero le dije que no, pues temo derrumbarme ante ella y para esto ninguna de las dos estamos preparadas. Cuesta mucho apretar la boca para no llorar cuando un ser querido te pregunta algo tan simple como ¿estas bien? Es como si esa pregunta derrumbara el muro que tratas de crearte, y tus sentimientos quedan expuestos para ellos.

Lo peor de todo es que aunque sé que me dolería seguir viendo a Liam, no paro de mirar al móvil o de esperar que venga a verme, no comprendo por qué no hemos vuelvo hablar, por qué en su vida ya no hay sitio para mi, si solo éramos amigos. Sé que es mejor así, pero él no sabe lo que siento y no puede saber que verlo, solo me haría más daño. ¿Por qué él se ha alejado de mí?

Quizás la respuesta es simple, ahora la tiene a ella, ya no necesita escapar, ser libre, pues él la ha elegido y aunque al principio no le gustara la idea, puede que este aprendiendo a amarla y solo tenga ojos y tiempo para su prometida.

Salgo hacia casa de Laia y meto la mano en los bolsillos de mi abrigo para resguardar mis manos del frío, al hacerlo toco el pequeño rodillo de madera que me regalo Liam. Siempre lo llevo conmigo, es mi amuleto, pues pese a todo, doy gracias a la vida por haberlo conocido. Por haber sentido, lo peor de todo es que el amor entra en tu corazón sin avisar, sin darnos cuenta, pero ya no sale con la misma facilidad.