Un referente

Resulta llamativo el desarrollo del concepto en tan breve historia (begriffsgeschichte) por la forma como fue este comprendido por muchas personas que la transformaron de una simple añadidura de dos palabras con profundas cargas semánticas y que emplea «bios» como prefijo de «ética». ¿Será que fue oportuna esta reflexión en los años 70? ¿Habrá habido y hay una necesidad y expectativa insatisfecha en la sociedad?

Lo cierto es que este intersticio bioético se ofrece una polisemia original que trasciende por la sinergia de su barahúnda en medio de una cultura de la muerte y que genera en forma independiente una mejor relación con el ser humano y entre él, la naturaleza y la ciencia. Significados que permiten establecer una interdisciplina, cuya materia multifacética y polisémica abarca desde la concepción del ser hasta la muerte, pasando por la calidad de la prestación de salud que se le ofrezca a la persona y por la salvaguarda del ambiente en donde uno vive, todo ello, dentro de un marco de justa convivencia en general. A su vez se busca una conceptualización especial de la vida, enmarcada si bien desde diversos puntos de vista (p.ej., la perspectiva del sujeto-objeto —de atención o investigación—, del investigador, de la sociedad y de diversos expertos], para darles un sentido ético al acto que pretende ser «enjuiciado» frente a grandes principios ético-jurídicos y ante sus eventuales consecuencias y secuelas futuras.