6 – HESTIA
DIOSA DEL HOGAR Y DE LOS TEMPLOS, MUJER SABÍA Y TÍA SOLTERA:

Hestia, la diosa

Hestia fue la diosa del hogar o, más específicamente, del fuego ardiendo en un hogar circular. Es la menos conocida de las diosas del Olimpo. Hestia, y su equivalente romano, Vesta, no eran representadas en forma humana por pintores o escultores. En vez de ello, se sentía su presencia en la llama viva en el centro de la casa, del templo y de la ciudad. El símbolo de Hestia era el círculo. Sus primeros hogares fueron redondos, así como sus templos. No quedaba consagrada ninguna casa ni templo hasta la entronización de Hestia. Cuando ella estaba presente, transformaba ambos lugares en espacios sagrados. Hestia era aparentemente una presencia que se sentía espiritualmente, y también un fuego sagrado que proporcionaba iluminación, calor y lumbre para cocinar.

Genealogía y mitología

Hestia fue la primera hija nacida de Rea y Cronos: era la hermana mayor de la primera generación de dioses del Olimpo, tía soltera de la segunda generación. Por derecho de nacimiento, era una de las/os doce diosas/es principales del Olimpo, aunque no podía encontrársela en el monte Olimpo, y no protestó cuando Dionisios, dios del vino, aumentó su importancia y la sustituyó como una de los doce. Como no participaba en los amoríos y en las guerras que salpicaron la mitología, es la menos conocida entre los principales dioses y diosas. Pero era muy venerada, y recibía las mejores ofrendas hechas por los mortales a los dioses.

La breve mitología de Hestia se encuentra resumida en tres himnos homéricos. Se la describe como “esa venerable virgen, Hestia”, una de las tres que Afrodita es incapaz de subyugar, persuadir, someter, o incluso “despertarle una dulce añoranza”[1].

Afrodita hizo que Poseidón (dios del mar) y Apolo (dios del sol) se enamoraran de Hestia. Ambos la pretendían, pero Hestia les rechazó con firmeza, haciendo voto solemne de permanecer virgen para siempre. Después, como explica el Himno a Afrodita, “Zeus le concedió un bello privilegio en lugar de un regalo de bodas: tener un sitio en el centro del hogar para recibir las mejores ofrendas. A ella se le rinde culto en todos los templos de los dioses, y entre todos los mortales es una diosa venerada”[2]. Los dos himnos homéricos a Hestia son invocaciones para invitarla a entrar en la casa o en el templo.

Culto y rituales

A diferencia de otros dioses y diosas, Hestia no era conocida por sus mitos o representaciones. Por el contrario, el significado de Hestia se encuentra en rituales, simbolizados por el fuego. Para que una casa se convirtiese en hogar se requería la presencia de Hestia. Cuando una pareja se casaba, la madre de la novia encendía una antorcha en su propio hogar y la llevaba ante la pareja recién casada para alumbrar su primer hogar. Este acto consagraba la nueva casa.

Tras el nacimiento de un hijo, tenía lugar un segundo ritual de Hestia. Cuando el niño o niña tenía cinco años, se le hacía girar alrededor del hogar para simbolizar su admisión en la familia. A continuación se celebraba un banquete festivo y sagrado.

Igualmente, cada ciudad-estado griega tenía un hogar común con un fuego sagrado en la sala principal. En dicha sala se entretenía oficialmente a los huéspedes. Y cada nueva colonia tomaba el fuego sagrado de su ciudad de origen para encender el fuego de la nueva ciudad.

Así pues, siempre que una nueva pareja o una nueva colonia se aventuraban a establecer un nuevo hogar, Hestia les acompañaba en forma de fuego sagrado, vinculando el antiguo hogar con el nuevo, simbolizando quizás la continuidad y la relación, la conciencia compartida y la identidad común.

Posteriormente, en Roma, Hestia fue venerada como la diosa Vesta. Allí, el fuego sagrado de Vesta unía a los ciudadanos de Roma en una familia. En sus templos, el fuego sagrado era atendido por las vírgenes vestales, a las que se exigía encarnar la virginidad y el anonimato de la diosa. En un sentido, era representaciones humanas de la diosa: eran imágenes vivas de Hestia, que trascendían la escultura o la pintura[3].

Las niñas elegidas para ser vírgenes vestales eran llevadas al templo cuando eran muy pequeñas, habitualmente antes de haber cumplido seis años. Vestidas de igual modo, con el cabello cortado cono nuevas iniciadas, se suprimía externamente todo lo que pudiera hacerles distintas e individuales. Eran apartadas de las demás personas y se esperaba de ellas que viviesen como Hestia, teniendo fatales consecuencias el no permanecer vírgenes.

Una virgen vestal que hubiera tenido relaciones sexuales con un hombre, habría profanado a la diosa. En castigo, era enterrada viva, sepultada en una pequeña cueva bajo tierra con luz, aceite, comida y sitio para dormir. La tierra sobre la misma era nivelada como si no hubiera nada debajo. De esta manera, se eliminaba la vida de una virgen vestal cuando ésta había dejado de personificar a la diosa, cubriéndola de tierra del mismo modo que se extinguen las brasas ardientes de un hogar.

Hestia fue emparejada frecuentemente con Hermes, el mensajero de los dioses, conocido para los romanos como Mercurio. Éste era una deidad elocuente e ingeniosa, protector y guía de los viajeros, dios del habla, y patrón de los comerciantes y de los ladrones. Su primitiva representación fue una piedra en forma de columna llamada “herma”. En las casas, el hogar redondo de Hestia se hallaba dentro, mientras que la columna fálica de Hermes permanecía en el exterior para atraer la fertilidad y alejar el mal. En los templos, también estas deidades estaban asociadas entre sí. En Roma, por ejemplo, el santuario de Mercurio se erigía a la derecha de las escaleras que conducían al templo de Vesta.

Así pues, Hestia y Hermes, estaban relacionados, aunque separados, en casas y templos. Cada uno cumplía una función distinta y valorada. Hestia proporcionaba el santuario en donde las personas se unían para formar una familia: el lugar para formar un hogar. Hermes era el protector de la puerta, y el guía y compañero en el mundo, en donde es importante la comunicación, conocer el propio camino, ser inteligente y tener buena suerte.

Hestia, el arquetipo

La presencia de la diosa Hestia en la casa y en el templo era fundamental en la vida cotidiana. Como presencia arquetípica en la personalidad de una mujer, Hestia es igualmente importante, ya que proporciona su sentido de integridad y de totalidad.

Diosa virgen

Hestia era la mayor de las tres diosas vírgenes. Al contrario que Artemisa y Atenea, no se aventuraba en el mundo para explorar la naturaleza salvaje o establecerse en una ciudad. Permanecía dentro de la casa o del templo, contenida dentro del hogar.

Superficialmente, la anónima Hestia parece tener poco en común con la Artemisa rápida en el actuar o con la Atenea aguda de mente y acorazada de oro. Pero las tres diosas vírgenes compartían cualidades esenciales e intangibles, a pesar de tener diferentes esferas de interés o maneras de actuar. Cada una de ellas poseía la cualidad de ser completa en sí misma que caracteriza a las diosas vírgenes. Ninguna fue escogida como víctima por deidades o mortales masculinos. Todas tenían la capacidad de enfocarse sobre lo que les importaba y concentrarse en ello, sin ser distraídas por las necesidades de los demás o por necesitar ellas mismas a otras personas.

Conciencia enfocada hacia adentro

El arquetipo de Hestia comparte la conciencia concentrada de las otras diosas vírgenes. (En latín, la palabra “hogar” es focus). Sin embargo, la dirección hacia el interior del enfoque es diferente. Atenea y Artemisa orientadas hacia lo externo, se focalizan en conseguir objetivos o llevar a cabo planes; Hestia se concentra en su experiencia subjetiva interna. Por ejemplo, cuando medita está completamente absorta.

La manera de percibir de Hestia se produce mirando hacia dentro y sintiendo de manera intuitiva qué es lo que pasa. Este método de Hestia nos permite entrar en contacto con nuestros valores poniendo bajo el foco de lo que tiene significado desde el punto de vista personal. Mediante este foco interno podemos percibir la esencia de la situación. También podemos obtener una comprensión interna del carácter de las demás personas y ver la pauta o sentir el significado de sus acciones. Esta perspectiva interna proporciona claridad en medio de la miríada confusa de detalles a los que se enfrentan nuestros cinco sentidos.

La Hestia interna puede también desapegarse emocionalmente y no prestar atención a las personas que la rodean mientras atiende a sus propias preocupaciones. Una vez más, este desapego es característico de las tres diosas vírgenes. Es más, por añadidura de su tendencia de apartarse de la compañía de los demás, la cualidad de Hestia de “ser completa en sí misma” busca la tranquilidad serena, que se encuentra más fácilmente en soledad.

Mantenedora del fuego del hogar

Hestia, como diosa del hogar, es el arquetipo activo en las mujeres que consideran que llevar la casa es una actividad llena de sentido más que una penosa obligación. Con Hestia, mantener el hogar es un medio a través del que una mujer pone la casa y se pone a sí misma en orden. Una mujer adquiere un sentido de armonía interna cuando realiza las tareas cotidianas está en contacto con este aspecto del arquetipo de Hestia.

Atender los detalles del hogar es una actividad que centra, equivalente a la meditación. Si se expresara de manera articulada en base a su proceso interno, una mujer Hestia podría escribir un libro titulado Zen y el arte de llevar la casa. Ella realiza las tareas del hogar porque le importan en sí mimas y porque le agrada hacerlas. Obtiene una paz interna de lo que hace, al igual que una mujer en una orden religiosa, para quien cada actividad es hecha “al servicio de Dios”. Si Hestia es el arquetipo de una mujer, cuando ésta acaba sus tareas se siente bien por dentro. Por contraste, Atenea posee un sentido de realización, y Artemisa simplemente queda aliviada de que la obligación haya terminado, liberándose para hacer otra cosa.

Cuando está presente Hestia, una mujer va haciendo sus tareas caseras con una sensación de que hay mucho tiempo para hacerlas. No tiene un ojo en el reloj, porque no está cumpliendo un horario ni “invirtiendo tiempo”. Por consiguiente, se halla en lo que los griegos llamaban el tiempo kairós, está “participando en el tiempo”, lo cual es psicológicamente enriquecedor (como lo son casi toas las experiencias en las que perdemos la noción del tiempo). Cuando lava o pliega la ropa, lava los platos y pone orden en las cosas, siente que se absorbe sin prisas y llena de paz en cada una de las tareas.

Las mujeres que alimentan el fuego del hogar se mantienen en la retaguardia conservando el anonimato. Suelen ser consideradas como algo que se da por sentado y no son personalidades famosas ni ocupan espacio entre las noticias.

Mantenedora del fuego del templo

El arquetipo de Hestia florece en las comunidades religiosas, especialmente en aquéllas que cultivan el silencio. Las órdenes contemplativas católicas y las religiones occidentales cuya práctica espiritual se basa en la meditación proporciona buenos soportes para las mujeres Hestia.

Las vírgenes vestales y las monas comparten el patrón arquetípico de Hestia. Las jóvenes que entran en conventos abandonan sus identidades previas. Sus nombres son cambiados, y no utilizan más sus apellidos. Se visten de la misma manera, se esfuerzan por ser desinteresadas, vivir una vida de celibato y dedicar sus vidas al servicio religioso.

A medida que las religiones orientales atraen a más occidentales, pueden encontrarse a mujeres que encarnan Hestia tanto en ashrams como en conventos. Ambas disciplinas centran el foco esencial interno en la oración o en la meditación. Otro punto de focalización secundario está puesto en el mantenimiento de la comunidad (limpieza), que se hace con la actitud de que esta tarea también es una forma de oración.

La mayoría de las Hestias de los templos también son mujeres anónimas, sin estorbar, participan en los rituales espirituales y de limpieza cotidianos de sus comunidades religiosas. Las mujeres notables miembros de estas comunidades combinan Hestia con otros poderosos arquetipos. Por ejemplo, la mística santa Teresa de Jesús, conocida por sus escritos extáticos, combinaba un aspecto de afrodita con Hestia. La premio Nóbel madre Teresa de Calcuta parece una combinación de la Deméter maternal y de Hestia. Las madres superioras espiritualmente motivadas y administradoras eficaces suelen tener fuertes rasgos de Atenea además de Hestia.

Los aspectos de hogar y de templo de Hestia se manifiestan juntos cuando los rituales religiosos se celebran en el hogar. Podría, por ejemplo, vislumbrarse a Hestia, al observar a una mujer judía preparando la cena Seder. Cuando pone la mesa, queda entregada a la tarea sagrada, una ceremonia ritual tan totalmente significativa como el intercambio silencioso entre el monaguillo y el sacerdote en una misa católica.

La anciana sabia

Como hermana mayor de la primera generación de dioses del Olimpo y tía soltera de la segunda generación, Hestia ocupaba la posición de un familiar mayor respetado. Permanecía fuera o por encima de las intrigas y rivalidades de sus parientes y evitaba dejarse atrapar en las pasiones del momento. Cuando este arquetipo está presente en una mujer, los acontecimientos no tienen el mismo impacto en ella que en otras personas.

Con Hestia como presencia interna, una mujer no está “apegada” a la gente, los resultados, las posesiones, el prestigio o el poder. Se siente completa tal como es. Su ego no está en juego. Como su identidad no es importante, no está atada a las circunstancias externas. Así, no se regocija ni queda abrumada por nada que pueda ocurrir. Posee

La libertad interna del deseo práctico,

la liberación de la acción y del sufrimiento, liberación de

la compasión interna

y externa, pero rodeada

por una gracia de buen juicio, una blanca luz tranquila y en movimiento.

T.S. Eliot

The Tour Quartets[4]

El desapego de Hestia proporciona a este arquetipo una calidad de “sabia anciana”. Es como un familiar mayor que lo ha visto todo y lo ha atravesado sin que disminuya su ánimo y con su carácter templado por la experiencia.

Hestia era venerada en los templos de todo los demás dioses. Cuando Hestia comparte el “templo” (o la personalidad) con otras deidades/arquetipos, proporciona su sabia perspectiva a sus fines y propósitos. Así, una mujer Hera, que reacciona con dolor al descubrir la infidelidad de su compañero, no es tal vulnerable si también tiene Hestia como arquetipo. Los excesos de todos los demás arquetipo son mejorados por el consejo sensato de Hestia, una presencia sentida que porta una verdad u ofrece una comprensión interna espiritual.

El Ser: conexión con el centro interno, iluminación espiritual y sentido en la vida

Hestia es un arquetipo de conexión con el centro interno. Es “el punto tranquilo” que da significado a la actividad, la referencia interna que permite a una mujer estar afianzada en medio del caos externo, del desorden o del jaleo ordinario cotidiano. Con Hestia en su personalidad, la vida de una mujer significado.

El hogar circular de Hestia con el fuego sagrado en el centro tiene forma de mandala, una imagen en la meditación que es símbolo de totalidad y de universalidad. Jung escribió sobre el mandala:

Su motivo fundamental es la premonición de un centro de personalidad, una especie de punto central en el interior de la psique, con el que toda está relacionado, por el que cada cosa se ordena, y que es en sí mismo fuente de energía. La energía del punto central se manifiesta en la compulsión y urgencia casi irresistible de devenir lo que se es, lo mismo que cada organismo, cualesquiera que sean las circunstancias, es llevado a asumir la forma característica de su naturaleza. Este centro no es sentido o pensado como el ego, sino, se puede expresarse así, como el ser[5].

El Ser es lo que experimentamos internamente cuando sentimos una relación con la unidad que nos conecta con la esencia de cada cosa que está fuera de nosotros. En este nivel espiritual, “conexión” y “desapego” son paradójicamente la misma cosa. Cuando nos sentimos en contacto con una fuente interna de calor y luz (metafóricamente, calentados e iluminados por un fuego espiritual), este “fuego” calienta a aquellas personas que amamos en nuestros hogares y nos mantiene en contacto con otras personas que están lejos.

El fuego sagrado de Hestia se encontraba en el hogar familiar y dentro de los templos. La diosa y el fuego eran uno, vinculando familias con familias, ciudades-estado con colonias. Hestia era en vínculo espiritual de conexión entre todas ellas. Cuando este arquetipo proporciona una conexión en el centro interno y un estado de conexión con los demás, es una expresión del Ser.

Hestia y Hermes: dualidad arquetípica

La columna y el anillo en forma de círculo han llegado a representar los principios masculino y femenino. En la antigua Grecia, la columna era ha “herma” que permanecía fuera de la puerta de la casa, en representación de Hermes, mientras que el hogar circular dentro de ella simbolizaba a Hestia. En la India y en otras partes de Oriente, la columna y el círculo están “emparejados”. El lingam fálico vertical penetra el yoni femenino o anillo, que se sitúa encima como en el juego infantil de anillas. La columna y el círculo se unieron, mientras que los griegos y romanos mantuvieron estos dos símbolos de Hermes y Hestia en relación, pero separados. Para acentuar más esta separación, Hestia es una diosa virgen que nunca será penetrada, y al mismo tiempo la mayor entre las diosas del Olimpo. Es la tía soltera de Hermes, que fue concebido como el más joven de los dioses del Olimpo; una unión altamente improbable.

Desde los tiempos de los griegos, las culturas occidentales pusieron el acento en la dualidad, en la separación o diferenciación entre masculino y femenino, mente y cuerpo, logos y eros, activo y receptivo, que después se convirtieron, respectivamente, en los valores superior e inferior. Cuando Hermes y Hestia eran venerados en hogares y templos, los valores femeninos hestianos eran, si acaso, los más importantes (ella recibía los más altos honores). En aquel tiempo existía una dualidad complementaria. Desde entonces, Hestia ha sido olvidada y desvalorizada. Ya no se mantienen sus fuegos sagrados, y lo que representaba ya no se venera.

Cuando se olvidan y dejan de honrarse los valores femeninos hestianos, se disminuye o se pierde la importancia del santuario interno —ese ir hacia dentro para encontrar paz y sentido a las cosas— y de la familia como lugar sagrado y fuente de calidez. Por añadidura desaparece el sentido de relación subyacente con los demás, al igual que la necesidad para los ciudadanos de una ciudad, de un país, o de la tierra, de estar unidos por un vínculo espiritual común.

Hestia y Hermes: relación mística

En un nivel místico, los arquetipos de Hestia y Hermes se relacionaron mediante la imagen del fuego sagrado en el centro. Hermes-Mercurio era el espíritu alquímico de Mercurio representado en las visiones como fuego elemental. Este fuego era considerado como la fuente del conocimiento místico, situado simbólicamente en el centro de la Tierra.

Hestia y Hermes, representan las ideas arquetípicas del espíritu y del alma. Hermes es el espíritu que pone al alma sobre el fuego. En este contexto, Hermes es como el viento que sopla las brasas ardientes en el centro del hogar, avivándolas. De la misma manera, las ideas pueden encender sentimientos profundos, o las palabras pueden hacer consciente lo que hasta ese momento se ha conocido de manera inarticulada, iluminando lo que ha sido tenuemente percibido.

El cultivo de Hestia

Hestia puede encontrarse en la tranquila soledad y e el sentido de orden que proviene de “hacer las faenas domésticas de manera contemplativa”. De este modo, la mujer puede estar absorta totalmente en cada tarea, sin prisas al hacerla, con tiempo para disfrutar de la armonía resultante. Incluso en el ama de casa más alejada de Hestia pueden recordarse momentos en los que está gobernada por este arquetipo. Por ejemplo, un día empleado en poner orden en un armario puede implicar guardar y deshacerse de ropa, ordenando al mismo tiempo las cosas y poniendo orden dentro de una misma. Al final, el ama de casa tiene un armario ordenado que refleja quién es ella y ha pasado otro buen día. O una mujer puede experimentar a Hestia en el placer y satisfacción de revisar viejas fotos, clasificarlas, etiquetarlas, y ponerlas en un álbum.

Las mujeres que no son mujeres Hestia pueden decidir pasar su tiempo “con Hestia”, la parte interna, tranquila y centrada de sí mismas. Para hacerlo, tienen que tomarse el tiempo y encontrar el espacio —especialmente si son mujeres orientadas hacia los otros, cuyas vidas se encuentran desbordantes de actividad y de relaciones, y que están orgullosas, al mismo tiempo que se quejan, de “no tener ni un momento libre”.

Invitar a Hestia a formar parte de las tareas domésticas cotidianas, cuando ésta no suele estar presente, comienza con el intento de cambiar hacia una actitud tipo Hestia. Después de decidir una tarea, la mujer debe dedicarle un tiempo amplio. Por ejemplo, doblar la ropa es una carga repetitiva para muchas mujeres, que la hacen a toda prisa y como algo fastidioso. Adoptando una actitud de Hestia, una mujer puede celebrar la oportunidad de doblar la ropa, como un momento para calmar su mente. Para que Hestia esté presente, una mujer tiene que concentrarse en una tarea cada vez, una zona o una habitación cada vez, cualquier cosa que resulte fácilmente realizable en el tiempo disponible. Debe quedar tan absorta en hacer la tarea como si estuviera realizando la ceremonia japonesa del té, con un sentimiento de serenidad en cada movimiento. Sólo entonces, una calma interior permanente sustituirá el parloteo ordinario de la mente. Las pautas que deben cumplirse son las suyas particulares, y la manera de hacer está en armonía con lo que tiene sentido para ella. En esto, ella es una diosa virgen, no la sirviente de las necesidades o pautas ajenas, ni está dominada por el reloj.

La meditación activa fortalece este arquetipo introvertido y enfocado hacia adentro. Una vez empezada, la meditación suele convertirse en una práctica cotidiana, porque proporciona un sentimiento de totalidad y una conexión con el centro interno, una fuente interior de paz e iluminación, de acceso a Hestia.

Para algunas mujeres, la poesía surge cuando se siente la presencia de Hestia. May Sarton, autora y poetisa, dice que para ella ese tipo de escritura “es posible únicamente cuando estoy en un estado de gracia, cuando los canales profundos están abiertos, y cuando estoy profundamente conmovida y en equilibrio, entonces la poesía llega como un don más allá de mi voluntad”[6]. Está describiendo una experiencia del arquetipo del Ser, que siempre se siente más allá del ego y del esfuerzo, un don de la gracia.

El encuentro con Hestia a través de la soledad no elegida

Casi todo el mundo experimenta en su vida periodos no elegidos de soledad. Dichos periodos suelen comenzar con un sentimiento de pérdida, dolor, incomunicación y añoranza de estar con otras personas. Por ejemplo, el marido de la escritora independiente Ardis Whitman le dio un beso rápido y se precipitó hacia la puerta, tuvo un ataque de corazón y nunca volvió al hogar. Siete años más tarde, ella escribía acerca de algunas recompensas inesperadas de la soledad. Sus palabras evocan sentimientos asociados con Hestia:

Como el primer fino rayo de sol después de la lluvia, existe una exigua aunque creciente calidez, que es tan característica de la soledad no elegida, como lo es la pena misma. Es reavivada por la memoria… también por un sentido creciente de la propia identidad. Cuando vivimos rodeados de gente, algo de la pasión y de la comprensión interior que nos son naturales se escurre a través del tamiz de las charlas insustanciales. En tus momentos más atrevidos crees que lo que está pasando es la obra definitiva humana: la formación del alma. El poder de la vida procede de dentro, va allí. Reza; medita. Alcanza esos lugares luminosos dentro de ti[7].

Hestia, la mujer

Una mujer Hestia comparte atributos de la diosa en ser una persona tranquila y fácil de carácter, cuya presencia crea una atmósfera de calor y de orden pacífico. Suele ser una mujer introvertida que disfruta de la soledad. Recientemente visité a una mujer tipo Hestia en su casa, e inmediatamente sentí la conexión entre su personalidad, el ambiente y la diosa del hogar. La casa estaba limpia, alegre y ordenada. Había flores embelleciendo la mesa, y un pan recién hecho estaba enfriándose. Algo intangible hacía que se sintiera la casa como un tranquilo santuario, un lugar lleno de paz que me recordaba el Centro Zen de Montaña, en Tassajara, California, en donde el mundo externo se atenúa y persiste una calma intemporal.

Los primeros años

La joven Hestia se parece mucho a una joven Perséfone: ambas son niñas agradables, “fáciles”. Incluso los “terribles dos años” van y vienen con apenas un asomo de tozudez o autoafirmación en cualquiera de ellas. Sin embargo, existen sutiles diferencias entre estas dos niñas pequeñas. Perséfone toma sus claves de los demás y está deseosa de agradar. Hestia puede hacer lo que los demás le dice que haga y resulta ser igualmente complaciente, pero cuando se le deje sola, juega satisfecha sin dirección. La pequeña Hestia posee una cualidad tranquila y autosuficiente. Si se hace daño o se enfada, probablemente irá a su habitación para encontrar consuelo en la soledad, o acudirá a su madre. A vece la gente se siente atraída por una presencia interior que ella posee, una cualidad de “alma vieja” en la niña, que indica sabiduría o tranquilidad.

Una niña Hestia hace poco por llamar la atención hacia sí misma o para evocar fuertes reacciones de los demás. Cuando pone su habitación en orden, puede que reciba halagos por ello. Cuando se mantiene en sí misma, puede que sea animada a unirse a la familia o a salir al mundo.

Los padres

La diosa Hestia fue la primogénita de Rea y Cronos, siendo la primer en ser tragada por Cronos y la última en ser vomitada. Así pues, pasó más tiempo que ninguno de sus hermanos y hermanos cautiva en los intestinos oscuros y oprimentes de su padre, y fue la única que permaneció en ellos sola. Su infancia no fue una infancia feliz. Cronos era un padre tiránico que no tenía sentimientos cálidos hacia sus hijos. Rea era ineficaz y carecía de poder, y no hizo nada para detener el mal trato que recibían sus hijos hasta que nació el último. De todos los hijos e hijas, Hestia era la que más se enfrentaba a la situación a su propio modo y de todas las maneras posibles.

Algunas mujeres Hestia que he visto en mi práctica terapéutica han tenido infancias paralelas a la de la diosa: malos tratos, padres tiránicos y madres ineficaces (y con frecuencia deprimidas). Muchas estaban a su propio cargo a lo largo de la una infancia en hogares en lo que no se tenía en cuenta las necesidades de los hijos, y en los que cualquier expresión individual era “tragada” por la necesidad de dominio del padre. En esta clase de entorno, la mayoría de los hijos emulan a sus padres: los más fuertes, especialmente los chicos, pueden abusar de los más pequeños o tiranizarles, o pueden escaparse de casa o aficionarse a la calle. Entre las hijas, puede que alguna hermana impotente, aunque maternal, siga el modelo de Deméter e intente cuidar a sus hermanos menores, o siga el modelo de Hera y se encariñe con un novio en cuanto tiene edad para ello.

Sin embardo, es probable que la hija tipo Hestia, rechace la emoción, retirándose hacia dentro para procurarse consuelo en medio del dolor, la vida conflictiva de la familia o un entorno escolar que siente ajeno. Con frecuencia se siente alienada o aislada de sus hermanos, lo mismo que de sus padres, y verdaderamente es diferente de ellos. Intenta pasar desapercibida, posee una pasividad en la superficie y un sentimiento interno de certeza de ser diferente de todos los que la rodean. Intenta no plantear problemas en cualquier situación y cultiva la soledad en medio de los demás. Por consiguiente, se vuelve virtualmente una “no persona”, como la misma diosa.

Por contraste, una hija tipo Hestia de una familia ordinaria de clase media, con padres que la apoyen, puede no parecer tan Hestia. Desde la guardería se la ayuda para que “venza su timidez”, que es como los demás suelen etiquetar su actitud de recogimiento hacia dentro. De este modo desarrolla una personalidad socialmente adaptable, una manera de ser agradable y sociable. Se la anima para que tenga buenos resultados en la escuela, participe, desde el ballet hasta el fútbol para chicas, sea maternal con los niños pequeños y acepte citas cuando está en la universidad. Pero, parezca lo que parezca en la superficie, internamente es fiel a Hestia; posee una cualidad de independencia y desapego, una ecuanimidad emocional que procede de estar centrada.

Adolescencia y primeros años de vida adulta

La adolescente Hestia se ausenta de los dramas sociales, las grandes pasiones y las alianzas cambiantes de sus compañeras. En esto se parece a la diosa Hestia, que no participó en las intrigas románticas ni en las guerras que ocupaban a otras diosas y dioses del Olimpo. Como consecuencia, puede ser una persona aislada socialmente que permanece en la periferia de la acción, una persona no participante que aparece a la vista de los demás como autosuficiente y aislada por propia elección. O, si ha desarrollado otras facetas de su personalidad, puede que tenga amigas, y se implique en su centro educativo y en actividades sociales. Sus amigos aprecian su calma y calidez tranquilas, aunque a veces se exasperen con ella por no tomar parte de una discusión o porque les gustaría que fuese más competitiva.

Para Hestia, la adolescencia puede ser un periodo de profundización de la convicción religiosa. Puede conducirla a su único conflicto directo con sus padres, si pretende seguir una vocación religiosa. Aunque algunas familias católicas están encantadas cuando una hija se siente llamada a se monja, muchas otras se sienten consternadas si toma su fe demasiado en serio. Más recientemente, las Hestias han sido atraídas hacia diversas religiones orientales que han florecido en los Estados Unidos desde 1970. Cuando las hijas tipo Hestia son atraídas a los ashrams, cantan en lenguas extranjeras, y se ponen nuevos nombres, muchos padres reaccionan alarmados y erróneamente presuponen que será fácil cambiar las convicciones de sus pacíficas y dulces hijas Hestia. En vez de ello, con la certeza y la determinación dirigida hacia un objetivo típicas de una diosa virgen, las hijas Hestia hacen normalmente lo que les interesa hacer en vez de complacer los deseos de sus padres.

La mujer Hestia que va a la facultad suele apreciar el anonimato de una gran universidad y la oportunidad de tener una habitación para sí misma. No obstante, no es probable que una mujer que sea únicamente Hestia tenga una razón personal para ir a la universidad, ya que el desafío intelectual, buscar un marido o prepararse para una profesión no son preocupaciones de Hestia. Para estas motivaciones es necesario que estén presentes otras diosas. La mayoría de las mujeres Hestia que asisten a la universidad lo hacen porque otros arquetipos son también importantes o porque otras personas esperan que lo hagan.

Trabajo

El lugar de trabajo competitivo no gratifica a las mujeres Hestia. Una mujer Hestia carece de ambición y de impulso; no pretende reconocimiento ni valora el poder, y son ajenas a ellas las estrategias para seguir adelante. Como consecuencia, es probable encontrarla en una oficina, con un empleo tradicional de mujer, en donde casi es invisible y asumida como algo que se da por supuesto, o es apreciada como “una joya” que trabaja constantemente y siempre está disponible, se mantiene al margen de la política y de los cotilleos de la oficina, y proporciona un ambiente de orden u calidez. Una mujer Hestia disfruta sirviendo café y añadiendo un toque femenino a la oficina.

Las mujeres Hestia pueden sobresalir en profesiones que exigen calma y paciencia. Por ejemplo, la modelo favorita de un fotógrafo es una mujer Hestia, porque hay algo en sus ojos que “miran hacia dentro”, al igual que una tranquilidad y una elegancia espontáneas que recuerdan a un “gato integrado en sí mismo” completamente absorto en su postura.

Muchas mujeres Hestia también lo hacen bien al otro lado de las lentes. La paciencia y la calma son cualidades que compensan a un fotógrafo que debe esperar el momento adecuado, el gesto expresivo o la composición espontánea. Hestia puede “hacer equipo” don otros arquetipos dentro de una mujer, añadiendo así una cualidad de Hestia a su trabajo. Por ejemplo, la mejor profesora de jardín de infancia de la que he oído hablar, parece ser una combinación de la maternal Deméter y de Hestia. Sus compañeras se maravillan del orden subyacente que parece crear a su alrededor sin esfuerzo alguno: “Nunca está reventada. Puede que los niños se serenen en su presencia; lo único que sé es que transforma de alguna manera una habitación llena de críos, que están compitiendo por atraer la atención, en un grupo vivo y cálido. Nunca parece tener prisa cuando presta su atención por aquí, da un beso por allá o sugiere un libro o un juego, y los niños se calman”.

Relación con las mujeres

Las mujeres Hestia suelen tener unas pocas buenas amigas con las que les gusta estar de vez en cuando. Existen probabilidades de que estas mujeres tengan por su parte algunas cualidades de Hestia y miren a su amiga Hestia como un santuario donde su propio aspecto hestiano puede manifestarse. Una mujer Hestia no participará en cotilleos ni en discusiones intelectuales o políticas. Su don consiste en escuchar con un corazón compasivo, permaneciendo centrada en medio de cualquier perturbación que una amiga le traiga, proporcionando un lugar cálido a través de su hogar de fuego.

Sexualidad

Cuando una mujer tiene el arquetipo de Hestia como arquetipo dominante, la sexualidad no es muy importante para ella. Es interesante que esto resulta ser cierto incluso si tienen orgasmos. Tanto las mujeres tipo Hestia como sus maridos han descrito cómo para ellas la sexualidad está dormida hasta que se inicia la relación sexual. Después, decía su marido, “ella responde de manera salvaje”. Una mujer Hestia estaba casada con un hombre que iniciaba la relación sexual “una vez al mes, cuado está activo, y una vez cada dos meses, en caso contrario”; descubrió que tenía orgasmos incluso con muy pocas caricias previas. Disfrutaba la relación sexual “cuando se daba”, y “estaba perfectamente satisfecha” en su ausencia. En estas mujeres prevalece el patrón de Hestia. La sexualidad de Afrodita es accesible cuando se evoca mientras se hace el amor, pero está ausente en otro caso.

La mujer Hestia de un solo orgasmo considera la sexualidad como “una experiencia agradable y cálida” que disfruta proporcionándosela al marido: “Me agrada cuando entra dentro de mí. Me siento cerca de él y contenta por él”. Para su marido, el sexo con ella es “como llegar a casa” o “a un santuario”.

Una mujer Hestia en una relación lesbiana sigue la misma pauta. El sexo no es importante. Si su compañera también es sexualmente más receptiva que activa, y ambas esperan que la otra inicie la relación sexual, su relación puede pasar meses o incluso años sin expresión sexual.

Matrimonio

Una mujer Hestia encaja en la idea anticuada de “una buena esposa”. Lleva bien la casa. No e ambiciosa respecto a sí misma o a su marido; así nunca compite con él ni le critica. No tiene aventuras extramatrimoniales ni es promiscua. Aunque la fidelidad de su marido no es de importancia crucial para ella, como lo es para Hera, es como ésta en el mantenimiento de la fidelidad. No existe tentación de ser infiel mientras no se vea afectada por Afrodita.

Una esposa Hestia puede parecer una esposa dependiente, viviendo a gusto con el papel tradicional. Sin embargo su apariencia puede ser engañosa, ya que ella mantiene una autonomía interna. Parte de ella sigue siendo silenciosamente una diosa virgen completa en sí misma. No necesita a un hombre para sentirse emocionalmente realizada. Sin él, la vida sería diferente, pero no perdería el sentido de sus vida o sus metas.

La “descripción de la tarea” de las mujeres casadas tradicionales parece diferir según qué diosa sea la más activa. El énfasis de Hera está puesto en la “esposa”, el de Deméter en “la madre”, el de Atenea en llevar la casa tranquila y eficazmente, lo que hace que su designación sería “madre de familia”. Hestia calificaría su propia ocupación como “ama de casa”.

Relaciones con los hombres

Las mujeres Hestia atraen hombres que son seducidos por las mujeres tranquilas, no porfiadas y autosuficientes, y que pueden ser buenas esposas. Tales hombres se ven a sí mismo en el papel tradicional de cabezas de familia que aportan el pan a casa. Los hombres que quieren mujeres atractivas, mujeres que sean madres, les inspiren o sean compañeras que les tiren siempre hacia arriba, buscan en otra parte.

Con frecuencia, una mujer Hestia atrae hombres que miran a las mujeres, bien como a la Virgen o como putas. Tales hombres clasifican a las mujeres como “buenas” si no tienen experiencia sexual, que no están interesadas en la relación sexual y, por consiguiente, piadosas. Las clasifican como “malas” o “sueltas” si están atraídas por los hombres y corresponden en las relaciones sexuales. Esta clase de hombres se casa con mujeres del primer tipo y tienen aventuras con el segundo. Casada con un hombre así Hestia puede permanecer ignorante de los placeres de la sexualidad, porque su marido no quiere una esposa sexualmente sensible con deseos propios.

Muchos matrimonios tradicionales satisfechos son uniones de un marido Hermes, que es un empresario-hombre-de-negocios-viajero-comunicador que negocia ágilmente en el mundo externo, y una mujer Hestia, que mantiene encendidos los fuegos del hogar. Frecuentemente, este arreglo funciona muy bien para los dos. Cada uno encuentra una gran satisfacción en lo que hace como individuo, y esta satisfacción ayuda indirectamente las actividades del otro. Él aprecia no tener que preocuparse del frente doméstico, porque ella se ocupa muy bien de éste, no lo hace por él, y siempre le proporciona un hogar cálido y tranquilo entre sus incursiones al mundo. Le agrada su combinación de persona casera y espíritu independiente.

Por su parte, ella aprecia la autonomía que tiene para decidir cómo es el hogar y le gusta el sostén económico que le proporciona tiempo y espacio para hacer lo que realmente le importa. Además, un esposo Hermes está siempre activo, creando nuevos proyectos, negociando, trazando nuevos caminos, confiando en su perspicacia e instintos y, en general, en el mundo externo, confiado principalmente en sí mismo. No necesita ni quiere a una esposa Hera o Atenea para que le ayude a ofrecer una imagen o una estrategia. Así no suele tener la expectativa de que su mujer le acompañe en viajes de negocios o tenga que soportar fiestas y cócteles, lo cual encaja muy bien con su esposa Hestia.

Ella prefiere entretenerse en casa, en donde proporciona la atmósfera de las cosas para tener compañía, hace la comida y permanece en segundo plano, mientras su marido, más extravertido, puede llevar la conversación y relacionarse directamente con sus invitados. Sus horas de trabajo pasadas preparándolo se dan por sentadas y tal vez quede sin agradecimiento el valor de su contribución a la amenidad de la velada. Lo mismo que la diosa, el destino de una mujer Hestia parece ser el de permanecer anónima, a pesar de ser fundamental.

Hijos

Una mujer Hestia pude ser una excelente madre, especialmente si también posee en su psique algo de Deméter. Puede ser también un poco indiferente cuando se retira hacia dentro, y su amor tal vez sea un poco impersonal y carente de expresión. Pero suele atender a los hijos con amor y una atención tolerante. No tiene grandes ambiciones para sus hijos y les permite, por consiguiente, ser ellos mismos. Por supuesto, les atiende bien y les proporciona un ambiente cálido y seguro. Como personas adultas en terapia, no tienen problemas importantes que resolver con sus madres.

Sin embargo, no es de mucha utilidad, cuando se trata de ayudar a sus hijos a enfrentarse a ciertos matices sociales o a situaciones competitivas. Lo mismo sucede cuando se trata de apoyarles en su desarrollo profesional o en proyectos ambiciosos.

En la mediana edad

A mitad de la vida, el curso de ésta suele parecer estabilizado en una mujer Hestia. Si está casada, es una ama de casa que está contenta con su papel. Si no se casó, puede que tenga el aura de la “solterona” o de la “tía soltera” porque no le importa su estado de soltera y no sale a la caza de un hombre. Si trabaja en una oficina, o vive en un ashram o en un convento, es como una “instalación fija”, que tranquilamente cumple con su labor.

La mediana edad puede ser el periodo para que una mujer Hestia entre formalmente en un convento o en un ashram, cambie de nombre y dedique si vida a una determinada vía espiritual. Para ella constituye una transición natural, un compromiso cada vez más profundo respecto a una devoción ya practicada. Para los familiares, la decisión puede ser totalmente inesperada, porque la silenciosa Hestia nunca les reveló la importancia de este aspecto de su vida.

En la tercera edad

Siempre hay algo “viejo y sabio” en una mujer Hestia; posee la capacidad de envejecer armoniosamente. Se adapta bien a vivir sola y puede que haya vivido así toda su vida. En el papel arquetípico de la tía soltera, tal vez la llamen los otros miembros de la familia cuando necesiten ayuda.

Las dos principales crisis emociones a las que se enfrentan las mujeres tradiciones son la del “nido vacío” y la de la viudez. Sin embargo, aunque la mayoría de las mujeres Hestia son esposas y madres, no tienen una gran necesidad de desempeñar ninguno de ambos papeles. Por consiguiente, la pérdida de estos roles no acaban para ellas en una depresión, como puede ocurrir con las mujeres Deméter o Hera. Lo que es difícil para las mujeres Hestia es enfrentarse al mundo exterior. Si se convierten en “amas de casa” desplazadas a causa del divorcio o de la viudez, y no tienen una pensión económica, suelen estar muy mal preparadas por naturaleza y por experiencia a salir afuera y tener éxito en el mundo. Así pues, tal vez pasen a engrosar las filas de los pobres vergonzantes.

Una mujer Hestia mayor quizá tenga que sobrevivir de la Seguridad Social, perno no ha empobrecido en absoluto su espíritu. Con frecuencia vive sola en sus últimos años, sin lamentos sobre su vida ni temores respecto a la muerte.

Dificultades psicológicas

Como arquetipo de la sabiduría interior, Hestia carece de negatividad. Así, no es sorprendente que no presente los patrones habituales potenciales de la patología. No estuvo comprometida con otras deidades ni con otros mortales, patrón de desapego que puede hacer que una mujer permanezca sola o aislada. Sin embargo, las mayores dificultades para las mujeres Hestia están relacionadas con lo que faltaba en Hestia. De todos los dioses y diosas del monte Olimpo, era la que no se representaba en forma humana, ya que carecía de imagen y de representación. Y nunca estuvo involucrada en intrigas o conflictos románticos, porque carecía de práctica y habilidades para abrirse camino en estos ámbitos.

La identificación con Hestia

Vive como “una Hestia” significa permanecer voluntariamente velada, anónima, como una no entidad que, sin embargo, tiene una posición fundamental en el hogar. Muchas mujeres conocen las desventajas de este papel. Su trabajo se da por sentado, y al mismo tiempo nadie toma en consideración sus sentimientos. Es característico que una mujer Hestia carezca de capacidad de afirmación y que no hable si se siente descartada o desvalorizada. Las tareas domésticas que pueden ser una fuente de placer silencioso y de orden interno, pierden su sentido si, en cuando están hechas, otras personas estropean el orden y producen desorden, La Hestia que mantiene el fuego en el hogar puede “quemarse” cuando siente que sus esfuerzos no tienen sentido o son inútiles para ella.

La identificación con la Hestia emocionalmente indiferente ahoga la expresión directa de los sentimientos en una mujer. Una mujer tipo Hestia expresa de manera indirecta su amor y su preocupación por los demás a través de actos llanos de atención. El dicho “la profesión va por dentro” describe los sentimientos introvertidos de Hestia, que yacen bajo la superficie. Como una mujer Hestia no es muy expresiva, las personas que le importan pueden ignorar que ella existe. Teniendo los valores de Hestia, la soledad puede hacerse muy extremada su las personas que ella quiere profundamente no se dan cuenta de cómo ella la siente y la vive. También es triste cuando alguien quiere ser amad por una mujer Hestia: es amado, pero nunca está seguro de ello. Su calidez parece impersonal y fría cuando no se exprese con palabras ni besos, y puede no estar dirigida expresamente hacia las personas que ama, para desarrollarse más allá de Hestia, una mujer tiene que aprender a expresar sus sentimientos de manera que las personas que quiere puedan saberlo.

Desvalorización de Hestia

Dentro de un convento o en la institución del matrimonio —cuando ambas existían como compromisos para toda la vida— había un sitio seguro para que prosperara el espíritu de Hestia. Pero sin la seguridad y la estabilidad de las instituciones para toda la vida, una mujer Hestia puede estar en decidida desventaja. Se siente como una tortuga sin caparazón, de la que se espera que compita en una carrera de ratas. Por naturaleza, Hestia no es una arribista ni una trepadora, no le interesan las causas políticas y carece de ambición. No está en el mundo intentando dejar su huella en él, y no se preocupa por estar en él. Así pues, con mucha facilidad la desvalorizan y la miran por encima del hombro los triunfadores, las personas que todo lo hacen bien y los árbitros sociales, que miden a la gente conforme a pautas tangibles y consideran con carencias.

La desvalorización tiene un efecto negativo en la autoestima de la mujer Hestia. Puede sentirse fuera de situación, inadaptada e incompetente si adopta las pautas de los demás y las aplica a sí misma.

Vías de desarrollo personal

Las dificultades de una mujer Hestia surgen cuando se aventura fuera del santuario de la casa o del templo para hacer su camino en el mundo. Como persona introvertida confrontada con el paso más rápido —y con frecuencia competido— de los demás, estará fuera de lugar hasta que desarrolle aspectos de su personalidad.

La formación de una persona socialmente adaptable

La palabra persona (que significa “máscara” en latín) hacía referencia en otro tiempo a las máscaras que se llevan en el escenario para identificar de manera inmediata el papel que el actor estaba haciendo. En psicología junguiana, una persona es la máscara de la adaptación social que una persona presenta al mundo. Es el modo como nos presentamos a los demás y cómo somos vistos por el mundo. Una persona con una máscara que funciona bien es como una mujer con amplio guardarropa del que puede escoger lo apropiado para llevar en cada ocasión y para su personalidad, posición y edad. Cómo nos comportamos, lo que vemos, cómo interactuamos con los demás, cómo nos identificamos a nosotros mismos son, todas, partes de nuestra persona (en sentido junguiano).

Por su propia naturaleza, a una mujer Hestia no le interesan las cuestiones del nivel persona, quién es quién o cómo causar buena impresión. Sin embargo, a menos que se retire a un convento y nunca se aventure a salir de él, tendrá que interactuar con los demás, charlar de cosas insustanciales, ser entrevistada, valorada, como cualquier otra persona en una cultura competitiva. Estas capacidades no le llegan de manera natural y tiene que aprenderlas. Este proceso suele ser muy doloroso. Cuando tiene que asistir a una reunión de muchas personas, siente que no posee una persona adecuada, como si no tuviera “nada que ponerse”. Estos apuros se reflejan en pesadillas en las que se encuentra desnuda o sólo vestida a medias. A veces, en correspondencia metafórica con un sueño, se presenta desprotegida: revela demasiado de sí misma, es demasiado honrada, lo que permite ver a la gente lo que otros ocultarían en la misma situación.

Una mujer Hestia que debe aparecer para una entrevista o evolución debe moldear conscientemente una persona, poniendo tanta conciencia en ello como lo haría en un discurso (lo cual podría considerarse como una persona “en plena representación”). Tiene que tener una imagen tan clara como le sea posible de “quién” se supone que sea en cada situación, y debe estar preparada para probar una serie de personas, hasta que descubre un estilo que le sea natural, una vez que “se lo ha puesto” suficientes veces.

La adquisición de la capacidad de expresarse con firmeza: por medio de Artemisa, de Atenea o de un ánimus

Más allá de la persona, una mujer Hestia necesita adquirir una capacidad para expresarse con firmeza; tiene que tener en su personalidad un aspecto activo si va a interactuar con los demás, o a hacerse cargo de sí misma en el mundo. La diosa Hestia no daba codazos para obtener el poder, ni competía por manzanas de oro. Se mantenía al margen en las relaciones, evitaba el monte Olimpo, no apoyó la guerra de Troya, y no patrocinó, rescató, castigó, ni acudió en ayuda de ningún mortal. A diferencia de la diosa, una mujer Hestia es una persona más entre la gente, que debe aventurarse fuera de las paredes de la casa o del templo y que está muy mal preparada para esta experiencia a menos que otras partes de su psique puedan ayudarle a ser activa, expresiva y a expresarse con firmeza, Artemisa y Atenea, los arquetipos femeninos activos, pueden proporcionar acceso a estas cualidades, al igual que puede hacerlo el ánimus de la mujer, o parte masculina de su personalidad.

Las cualidades de Artemisa y de Atenea han podido desarrollarse si la mujer Hestia participaba en actividades competitivas, campamentos de verano, grupos de mujeres, deportes al aire libre o sacaba buenos resultados en los estudios. Una niña que arquetípicamente es Hestia descubre pronto en su vida que debe adaptarse a estar en medio de la gente y enfrentarse a ocasiones de extraversión. En el curso de este descubrimiento, puede que evoque y cultive otros arquetipos. El resultado es que puede incorporar las cualidades de Artemisa o Atenea en su personalidad.

Una mujer Hestia puede sentir que el núcleo de su ser —femenino, hogareño, la Hestia internamente silenciosa— permanece sin ser afectado por sus experiencias externas. En vez de ello puede sentir que, en el proceso de adaptación al mundo competitivo y social, desarrolla una actitud masculina o ánimus. Un ánimus bien desarrollado es como un varón interno al que puede requerir para que hable por ella cuando necesita expresarse con claridad o con firmeza. Pero, por competente que sea, ella lo siente “ajeno” a sí misma (como un “no-yo”).

La relación de una mujer Hestia con su ánimus es frecuentemente como una relación interna Hestia-Hermes, siendo análogos su significado y situación a la de los hogares griegos. A Hestia la representaba el hogar circular en el centro de la casa, mientras que la “herma” o columna que representaba a Hermes se situaba puertas afuera. Hermes era el dios protector que permanecía en el umbral, así como el dios que acompañaba a los viajeros. Cuando tanto Hestia como Hermes constituyen aspectos internos, Hestia puede proporcionar una manera interna y personal de ser, y su ánimus Hermes le aporta una manera externa de tratar eficazmente con el mundo.

Una mujer que siente que su ánimus Hermes media entre ella y el mundo, tiene el sentimiento de poseer un aspecto masculino dentro de sí, que utiliza cuando se aventura a salir al mundo y a través del cual puede expresarse con claridad y firmeza. El ánimus también hace su papel de centinela, guardando con firmeza su intimidad y manteniendo a raya intrusiones no deseadas. Si tiene un ánimus Hermes, ella puede ser muy eficaz y astuta, y capaz de cuidar de sí misma en situaciones competitivas. Sin embargo, cuando el ánimus es el origen de la capacidad de expresarse con firmeza de una mujer, “él” no está siempre presente o disponible. Por ejemplo, puede responder al teléfono, esperando hablar con un amigo, y en su lugar escuchar un agresivo vendedor que pregunta cuestiones intrusivas o una insistente alma caritativa que espera que ella haga voluntariado. En estos casos, su ánimus ha sido pillado desprevenido y ella se queda perpleja sin saber que hacer.

Susan Griffy, ganadora del premio Emma de teatro, poetisa y autora de Woman and Nature, considera que la alianza Hermes-Hestia explica dos aspectos muy diferentes de ella. En la casa, es una presencia suave, una Hestia que arregla detalles en la cocina todo el día, que hace de su hogar un cielo. Esta misma Susan Griffin privada contrasta con la editora de aguda claridad, rápida de mente y políticamente ágil de Ramparts, que en su aspecto público puede ser “mercuriana”: tan inteligente como volátil.

El mantenimiento del propio centro: permanecer fiel a Hestia

Apolo y Poseidón intentaron, ambos, tomar la virginidad de Hestia, su incolumidad completa en sí misma. Sin embargo, en ves de sucumbir a sus deseos, ella hizo un voto de castidad. A lo que Hestia se resistió al rechazar a Apolo y a Poseidón es metafóricamente significativo, y corresponde a las fuerzas intelectuales y emocionales que pueden sacar a una mujer de su centro.

Hestia representa el Ser, un centro intuitivamente conocido para la personalidad de una mujer que da sentido a su vida. Esta conexión hestiana con su centro puede ser invalidada si ella “sucumbe ante Apolo”. Apolo era el dios del sol, y “apolíneo” ha llegado a ser equiparado con logos, la vida intelectual, la primacía de la lógica y del razonamiento. Si Apolo persuade a una mujer para que entregue su virginidad, ésta someterá su experiencia interna e intuitivamente sentida al escrutinio de la investigación científica. Así se invalida lo que puede sentir pero no expresar en palabras; se descarta lo que conoce como mujer interiormente sabia, a menos que se apoye con pruebas evidentes. Cuando se permite al escepticismo “masculino” científico penetrar la experiencia espiritual y pedir “pruebas”, la invasión viola invariablemente el sentido de incolumidad y de significado de la mujer.

Alternativamente, si una mujer Hestia es “arrebatada por Poseidón”, está siendo sometida por el dios del mar. Poseidón representa el peligro de ser ahogada por los sentimientos oceánicos o por contenidos que manan del inconsciente. Cuando esta marea la amenaza, puede soñar que una enorme ola se le viene encima. En la vida real, la preocupación por una situación emocional puede apartarla de sentirse centrada. Si el remolino la conduce a la depresión, la influencia acuática de Poseidón puede temporalmente “apagar el fuego en el centro del hogar de Hestia”.

Cuando se ve amenazada por Apolo o Poseidón, una mujer Hestia necesita buscar su integridad en la soledad. En la tranquilidad silenciosa puede encontrar la manera intuitiva una vez más, su camino de vuelta al centro.