Agradecimientos

A mi padre, que se empeña en que sea mejor que él aunque es imposible. A mi madre, con la esperanza de que algún día no se sobresalte al sonar el teléfono pensando en sus hijos. A mi hermano, por su asesoramiento hortofrutícola, y a mi hermana por su lectura y críticas. Os quiero con toda el alma. A mis sobrinos, Xoel, Breixo, Lola y los que vengan; y a mis cuñados (mientras estén en la familia).

Á miña abuela Lola e ao meu padriño, que lle mataron a fame a muitos, entre eles a min. Á miña abuela Concha e ao meu abuelo Vicente, que nunca deixaron que o seu neto camiñase pola vida sen alma. A mis tíos, y un poquito más a mis tías, nunca soy capaz de imaginarlos sin sonreír. A mis primos y primas, de todos guardo algún recuerdo maravilloso. A mis ahijados Javier y Florian.

Ao meu abuelo Santiago «da Neta», gústame mirar hacia o suroeste e lembrarme de ti. Á María «da Neta» vella, ao Serafín, e ao «Chico da Neta». Aos «Carapeta» e aos do Porto. Orgulloso de ser un deles.

A la profesora que me enseñó a leer y escribir en el C. P. Pereiró-Castrelos, de la que lamento no recordar el nombre. A mis profesoras y profesores de Montecastelo y de la Universidad de Navarra.

A monsieur José Araujo, ao Rudy, mi tío Josiño, o Manel, o Toñito, o Pablo do Lameiro…, Jaime, Paquito, Antonio, David, o Chicho, os Ferreira…, todos os «camándulas», que sejuro que deixo aljún atrás… Poucas cousas mellores que botar un conto e un tute con vós e co Santi debaixo da parra da tenda da lus.

A don Ramón Torre Quintana y al Pichón, que cada día me enseñan lo que es la lealtad…, y a los pichones (Fernando, Miguel y Javier). A Roi, a ¡Ramón Pedrosa! (cuánto se te echa de menos, amigo), a Marques, a Pili, a Mónica, a Josemi, a Andy, David, Quique… José Benito Loira…, Josiño, José Luis, Muñiz, Juan David, a mi «prima» Leti… A «Maxi», otro al que no soy capaz de imaginar sin que sonría.

A Antonio Maqueda, Rubén Ocampo, Miki, Guillermo, Marcos Serrano (si tu madre me tira el libro a la cabeza, sabe que serás mi abogado y que perderá), a Antonino, Óscar (te debo una disculpa), a Fermín Asensio, siempre incansable, a Luis «Guadiana» Martín.

Agradecido a Adelaida Herrera, de Tagus, y a su gente por confiar en la novela, y especialmente a la persona que se la recomendó, que sigo sin saber quién es. A Marisa por su tenaz relectura para mejorarla. A Loli del «Tomás» de Valeixe, por sus consejos con la sinopsis.

Y sobre todo… a Sandra. Espero que nunca dejes de poner esa carita cuando quieres hacerte la «fresca», porque siempre le sigue una maravillosa sonrisa. Si no te hubieras cruzado en mi camino, nunca hubiese terminado esta novela.