Contexto histórico
Con la conquista de Constantinopla por los turcos, hecho que convulsionó la sociedad de la época, el comercio mediterráneo se decantó hacia Occidente y tras la guerra civil catalana, de la que Barcelona tardó décadas en recuperarse, Valencia se convirtió en la puerta del Mediterráneo para Aragón y Castilla.
A finales de la década de 1480, Valencia vive una época de esplendor comercial y cultural, aunque no exenta de graves problemas de abastecimiento, corrupción y hambrunas. Aconteció en 1487 la séptima avenida del Turia y un nuevo brote de pestilencia poco después. Mientras, la Inquisición provocaba el éxodo de conversos hacia otros reinos causando desocupación y pobreza.
La ciudad se engalanaba con portentosos edificios como la Lonja de la Seda o el desaparecido palacio Sorell, pero también prosperaban lugares sórdidos como el Partit, el mayor burdel de Europa. Florecía un boyante mercado de esclavos capturados sobre todo en operaciones corsarias con respaldo oficial.
Para Valencia eran tiempos de fervor religioso, de cofradías asistenciales y figuras tan genuinas como el affermamossos; también de una intensa producción literaria que se ha calificado como el Siglo de Oro de las letras valencianas. El rey ansiaba imponerse sobre los Fueros y los privilegios, aprovechando las diferencias entre los brazos sociales y las bandosidades entre nobles. La sangre manchaba con frecuencia las calles embarradas y fétidas, y sus circunstancias se plasmaban en el enigmático Llibre del Bé e del Mal, desaparecido en los avatares de épocas posteriores.
El hospital llamado En Sorell existió con la función de atender a mendigos de las parroquias, pero en 1470 falleció allí el pintor italiano Nicolás Florentino, que trabajó en la catedral. En la novela se ha destacado su función nosocomial.
En la trama conviven personajes históricos: justicias, jurados de Valencia, mayordomos de otros hospitales y médicos; de entre ellos hay que destacar a Peregrina Navarro, natural de Morella. Su historia en la novela es ficticia, pero está documentada la concesión a esta mujer de licencia real para ejercer la medicina en el Reino de Valencia.
Asimismo Miquel Dalmau, influyente jurista, ocupó numerosos cargos en la administración municipal. Consta la muerte del hostaler del Partit Montserrat Just y la implicación de su hijo díscolo, Pere Ramón, que huyó de la ciudad, casó con la hija del adelantado de Murcia y nunca respondió por el crimen.
Asimismo debe destacarse a don Felipe de Aragón, hijo del príncipe Carlos de Viana y sobrino de Fernando de Aragón (el Católico). De no haber muerto su padre en extrañas circunstancias, tal vez la historia de Cataluña sería muy distinta. A la noble sor Isabel de Villena, abadesa del real monasterio de la Santísima Trinidad, quien sigue siendo un referente cultural de la época. El 14 de febrero de 1484, con cuatro años de edad, ingresó en ese convento María de Aragón, hija ilegítima del rey don Fernando.
La historia también recuerda a Lluís Alcanyís, reputado físico y poeta; a Luis de Santángel, que financió la primera expedición de Cristóbal Colón; a na Estefanía Carròs, noble afincada en Barcelona dedicada a la instrucción de damas, y por último a la poderosa y desgraciada na Violant Carròs y de Centelles, condesa de Quirra.
La guerra de Castilla contra el Reino de Granada se dirimía sobre todo en terribles asedios como el de Málaga o el de Baza; este último, en el que murieron más de veinticinco mil hombres, permitió alcanzar las puertas de Granada en la campaña del año siguiente para provocar el lento desgaste que acabaría con la conquista definitiva.
El papel de la mujer circunscrita al ámbito doméstico es de sobra conocido; sin embargo, al cincelar la dura costra de la historia surgen biografías de damas que tuvieron la oportunidad de mostrar su valía y quedó rastro de ellas para las generaciones futuras.
Las lectionis se internan en una parte de la historia poco conocida pero cierta, que se intuye en los relatos mitológicos, en textos religiosos, filosóficos o cabalísticos y en el arte, hasta culminar en la dialéctica «Querella de las Mujeres». Aún perviven en España dos representaciones del Espíritu Santo en forma de mujer (en la Cartuja de Miraflores y en la ermita de San Nicolás de Espinosa de los Monteros), si bien la mayoría desapareció en el siglo XVI.