LA INTELIGENCIA QUE NO MIDEN LOS TESTS

Es una observación común que muchas de las personas que han levantado una gran fortuna desde la nada no eran precisamente los primeros de la clase en el colegio. Algunos jefes de bandas, guerrilleros, actores, músicos, modistas, líderes sindicales, etc., tampoco brillaron en su escolaridad.

Si se les realizan los tests de cociente intelectual (IQ), el resultado en ocasiones es alto, pero en otras, mediocre o bajo. Sin embargo, han destacado sobre otras personas por su capacidad excepcional en ciertos terrenos. No es la suya una inteligencia «académica» que permite gran rendimiento en los estudios, pero no cabe duda de que forman parte de una selección de superdotados y disfrutan de «otro tipo de inteligencia», que hasta hoy no medían los tests.

Los tests se han utilizado masivamente para seleccionar candidatos a puestos de empresa, y también por los ejércitos en las dos guerras mundiales. Las empresas emplean todavía los tests para elegir candidatos, y los ejércitos para decidir rápidamente entre la enorme masa de reclutas cuáles están más capacitados para aprovechar el adiestramiento y convertirse en suboficiales u oficiales, y así no perder el tiempo entrenando a soldados menos capacitados intelectualmente que otros. Pero si en un grupo de jóvenes no buscamos un empleado o un sargento, sino un socio para hacer una fortuna, no nos valen los tests convencionales, no miden tal capacidad. Hasta hace poco no se ha intentado una valoración técnica de estas y otras variantes de aptitudes superiores.

R. Sternberg desarrolló hace poco en la Universidad de Yale un nuevo concepto de la medida de la inteligencia por tests que tengan en cuenta tales aptitudes para el triunfo no académico, como, por ejemplo (si queremos mencionar algo extravagante), la capacidad de comunicación de los mimos profesionales y la de sobrevivir de los timadores hábiles. En otra universidad, la de Harvard, Howard Gardner ha trabajado en la detección de los doce tipos de «inteligencia práctica» que no suelen valorarse en colegios y universidades, entre ellos los de manipulación de personas, esencial para los líderes, y la aptitud creativa clave en los escritores y artistas.

La importancia de estos conceptos, que no son nuevos, pero que al fin reciben una vía de aplicación real, no sólo está en el diagnóstico precoz de talentos escondidos, sino también en la reorientación de los pedagogos para que estimulen en las aulas estas aptitudes tan útiles.