DEPRESIÓN Y MANÍA.
DEPRESIÓN UNIPOLAR.
DEPRESIÓN BIPOLAR.
PSICOSIS MANÍACO-DEPRESIVA.
REACCIÓN DEPRESIVA

Con todos estos nombres se denomina a un grupo de enfermedades en las que destacan o una tristeza profunda, desproporcionada a la situación (depresiones), o una alegría y euforia inmotivadas (manía).

La depresión y la manía no son enfermedades mentales en sentido estricto, son enfermedades del estado del ánimo, de la afectividad.

La depresión es de dos tipos en cuanto a su origen. La depresión exógena o reactiva (reacción depresiva) y la endógena.

La exógena o reactiva es la respuesta anormal en intensidad o duración a conflictos, disgustos o tragedias; es una reacción normal en su origen que se sale de su cauce y desarrollo normales (un duelo por una persona querida que dura diez años, sin que el sujeto salga de casa más que para ir al cementerio, no quiere ver la televisión, etc.). También (según el criterio clasificador) se denomina depresión neurótica o depresión psicógena (en esencia dicen lo mismo: exógena = que viene de causa externa; neurótica y psicógena = generada por conflictos psicológicos), y puede sobrevenir a una persona que fue emocionalmente normal hasta ese momento, o sobre una disposición anómala del carácter, el carácter melancólico. La diferencia esencial con la endógena, además del origen, está en el tratamiento, que en esta forma ha de ser psicoterápico (terapia de conducta, cognitiva o analítica).

La depresión endógena se supone que no procede de la influencia de agentes exteriores (disgustos, conflictos), sino de una alteración en ciertos componentes del sistema nervioso central, neurotransmisores, y en ellos de las concentraciones de ciertas sustancias (serotinina, norepinefrina). Este desajuste neuroquímico, cuando procede en sentido contrario, provoca síntomas opuestos a la depresión, la manía.

SÍNTOMAS DE LA DEPRESIÓN. El cuadro clínico de las distintas formas de depresión tiene rasgos comunes y es muy característico. Presentan cuatro grupos de síntomas:

a) Del ánimo. El paciente está triste, llora o desea hacerlo, siente intensa angustia y desconsuelo.

b) Del impulso. Ausencia de energía, de vitalidad, queda apático, desganado, cualquier tarea trivial (leer el periódico, vestirse) le parece abrumadora, dice que no tiene «ganas ni de pensar»; este freno a la actividad se denomina «inhibición psicomotriz».

c) De la valoración de sí mismo y de sus circunstancias. Pesimismo, desesperanza, ideas de acusación o de indignidad, de ruina, de negación.

d) Síntomas somáticos. Insomnio, pérdida de peso, anorexia, estreñimiento.

MANÍA. CUADRO CLÍNICO. Es opuesto «en espejo» a la depresión, los mismos síntomas en sentido contrario:

a) En lugar de tristeza tiene alegría contagiosa, euforia, ríe.

b) En vez de inhibición psicomotriz, el paciente maníaco tiene una vitalidad desbordante, habla tanto que queda afónico, emprende mil asuntos, recuerda cosas olvidadas, hace visitas y llamadas telefónicas, compra y regala objetos inútiles.

c) La autovaloración y juicio de sus circunstancias es optimista, sin crítica, con tendencia a la grandiosidad. Las ideas sobrevaloradas o delirantes, en lugar de ser de ruina, condenación, etcétera, son de ganar millones, estar en contacto con Dios, de que va a salvar el mundo, evitar guerras, etc.

d) Los cambios corporales son menos acusados que en la depresión, su insomnio adquiere la característica de que «necesito menos sueño» y despierta en plena euforia; pide comida pero antes de terminarla emprende otras tareas.

DEPRESIÓN BIPOLAR. PSICOSIS MANIACODEPRESIVAS. Una misma persona puede sufrir alternantemente fases de euforia maníaca y otras de depresión. Se llamaba tradicionalmente «psicosis maniacodepresiva», y ahora «depresión bipolar» o «trastorno afectivo mayor». Los síntomas en la fase depresiva son idénticos a los que tiene una persona que sólo sufre depresiones (depresión unipolar), y los de la fase maníaca los mismos de un enfermo que sólo tiene fases maníacas.

La depresión no es una enfermedad mental en sentido estricto, sino una enfermedad del estado de ánimo, de la afectividad. (The Image Bank).

PRESENTACIÓN Y CURSO. Existe una clara predisposición genética. Tanto en la unipolar como en la maniacodepresiva, el primer episodio suele aparecer antes de los treinta años. Remiten espontáneamente y de modo más rápido con la medicación. Una vez superado el episodio maníaco o depresivo hay intervalos de normalidad absoluta entre una y otra fase. Con la edad las fases patológicas se hacen más frecuentes y duraderas y, al mejorar de una puede iniciar la siguiente. Las depresiones son más frecuentes en las mujeres.

RIESGOS. Es una enfermedad sin deterioro, una vez superada «no deja residuo», hasta que aparece la próxima fase (puede tener sólo una en toda su vida). El peligro está para el maníaco en que durante su euforia se arruine o desprestigie; y en las depresiones hay que tener en cuenta el vehemente deseo de «no vivir», con tendencia al suicidio.

TRATAMIENTO. Las depresiones responden bien a los timolépticos tricíclicos y a los inhibidores de la monoaminooxidasa. Las fases maníacas se atenúan y abrevian con neurolépticos. En muchos casos de psicosis maniacodepresiva (el 80 por 100) el tratamiento continuado con sales de litio evita la aparición de nuevas recaídas intensas. En los casos resistentes a otra terapéutica, y que presentan alto riesgo, se sigue empleando el ETC.