Guión 16

La que lame las heridas

En las sociedades animales salvajes, como las de los leones o las de los lobos, cuando uno de los miembros resulta herido, su pareja le lame la herida, limpiándola y desinfectándola con saliva para que cicatrice.

Esta imagen se me antoja la mejor analogía para un guión sentimental femenino tan actual como antiguo.

Se trata de un guión que hace referencia a esas situaciones recurrentes en las que la mujer se une a un hombre destrozado y herido por una relación recién terminada que, por lo general, ha tenido un final dramático. De este modo, la mujer se ve en la tesitura de tener que curarlo con su amor y sus cuidados.

Tres son los posibles resultados de este guión: si la que lame las heridas consigue reanimar al hombre, que se ha quedado hecho polvo, éste, una vez que se recupere, dejará de necesitarla y emprenderá su camino; sin embargo, si no consigue curar las heridas de su pareja, seguirá teniendo al lado a un desamparado, necesitado de cuidados constantes, por lo que no será capaz de proporcionarle nada que la satisfaga en el plano emocional. El tercer resultado, y quizás el más doloroso, se produce cuando el herido, una vez curado y rehabilitado, regresa con su pareja anterior, que se lo ha pensado y quiere volver con él, probablemente para destrozarlo una vez más.

En definitiva, como en el caso de la timonel y de la buque escuela, en la mayoría de los casos será otra mujer la que disfrute del trabajo realizado para hacer del hombre alguien competente y deseable. No obstante, en este caso, la dinámica de la ayuda, del cuidado y de la rehabilitación se centra en las heridas de amor del hombre y no en el crecimiento personal o en su capacidad como amante.

Son tiempos realmente duros para las mujeres de este tipo, tan consagradas al prójimo: se necesita mucha perspicacia y pericia para no terminar en este guión, ya que el mundo está lleno de hombres heridos, necesitados de cuidados amorosos.