Guión 14
Otro de los guiones femeninos más recientes y en claro aumento en las relaciones de pareja es aquel en el que ella lo ayuda a él a conseguir los objetivos que por sí solo no sería capaz de alcanzar.
En otras palabras, la mujer, resuelta y tenaz, se dedica principalmente a apoyar a su pareja para que esta afronte los desafíos de la vida. Se trata de un patrón de conducta parecido al de la cuidadora o la enfermera de guardia.
Este caso también presenta a una mulier fortis y a un hombre débil, fruto de la más reciente evolución de los roles familiares y sociales. Ella es la que sacrifica muchas de sus energías para ayudar a su compañero a crecer social y personalmente.
No es extraño que estas mujeres se dejen guiar por especialistas para desempeñar lo mejor posible la función a la que se han entregado: llevar de una orilla a otra a quien no sabe nadar, ni remar, ni gobernar un barco en el impetuoso río de la existencia.
Los orígenes de la incapacidad del hombre para navegar tienen distinta naturaleza: desde la fragilidad fóbica hasta la inseguridad interpersonal, desde el bloqueo psicológico ante las fantasías eróticas de ella hasta auténticas patologías psicológicas.
En cambio, el guión de esta mujer siempre es el mismo, es decir, una abnegación total en la misión que ha de llevar a cabo: conducir a su compañero a la superación de sus límites.
Este tipo de mujer asume el papel de una auténtica entrenadora, capaz de desbloquear el talento oculto de su atleta. En este caso, ella es la única que ve en su compañero esas dotes que, en la mayoría de los casos, consigue sacar a la luz.
En esta tipología de relación también se dan casos en que el componente masculino no tiene apenas talento y, por tanto, le toque a la parte femenina tratar de buscar incluso lo que no hay.
Por desgracia, la mayoría de las veces, lo que se presenta como un noble intento movido por la pasión amorosa tiene un resultado trágico para quien merecería el éxito. De hecho, el viajero de esta nave, una vez que llega a la otra orilla, muchas veces salta de la embarcación y continúa su camino con otros, dejando a nuestra timonel con el timón en la mano, agotada por el esfuerzo y consumida por el abandono.
Este es el caso del hombre que, por ejemplo, una vez que ha alcanzado el éxito profesional, descubre que es más deseable que antes. Así pues, engreído, se deja seducir por jóvenes emprendedoras, que quizá sólo están interesadas en sus favores profesionales. Entonces traiciona o abandona a su timonel, que le ha permitido conseguir dichos objetivos anulándose por este propósito.
El inútil, que ahora es competente, se deja llevar fácilmente por la euforia de sentirse por fin poderoso y deseado. Por eso, las atenciones de quien le ha permitido tanto no solo ya no son útiles, sino que se convierten incluso en una carga engorrosa que le impide la libre expresión de las oportunidades conquistadas.
Así pues, el hombre vive el hecho de rechazarla, engañarla o abandonarla no como una culpa, sino como un derecho razonable e incuestionable. Dejo a las lectoras que imaginen el desastre que causa la evolución de esta fase en la mujer artífice de este destino.