WHISTLE STOP

(ALABAMA)

17 DE OCTUBRE DE 1940

Cuando Vesta Adcock era más joven, alguien le dijo que hablase más fuerte aún de lo que habitualmente lo hacía. Y se lo tomó a pecho. Se la oía a través de las paredes. Aquella menudita sacó un vozarrón que se oía a varias manzanas de distancia.

Comentaba Cleo Threadgoode que era una pena que Earl Adcock pagase la factura del teléfono. Bastaba con que Vesta abriese la puerta para hacerse oír en cualquier casa de la ciudad.

Considerando lo anterior, además del hecho de que ella se había nombrado Presidenta del Club Soy Mejor que Nadie, no era sorprendente que Earl hiciese lo que hizo.

Earl Adcock era un hombre pacífico y honrado, y siempre se había conducido rectamente —uno de esos héroes anónimos de la vida cotidiana, que se había casado con Vesta única y exclusivamente porque ella le había elegido, y él no había querido herir sus sentimientos—. Y con el mismo talante se había dejado llevar mientras Vesta y su futura suegra lo decidían todo sobre la boda, la luna de miel e incluso sobre dónde iban a vivir.

Al nacer su único hijo, el joven Earl, que no tardó en convertirse en un chico blandengue, fofo y mantecoso, con sus ricitos castaños, y que se ponía a chillar llamando a su madre en cuanto su padre se le acercaba, Earl comprendió que había cometido un gran error. Pero hizo lo que creía que tenía que hacer un hombre y un caballero: siguió adelante con el matrimonio y crió a su hijo, que, pese a vivir en la misma casa y llevar su misma sangre, fue siempre un extraño para él.

Earl tenía a su cargo más de doscientos hombres en los Ferrocarriles L&N, donde trabajaba; era muy respetado y sumamente competente. Se había portado como un valiente en la Primera Guerra Mundial, matando a dos alemanes, pero en su casa no pasaba de ser más que otro hijo para Vesta, y ni siquiera el hijo predilecto, sino que además estaba relegado a un segundo plano.

«¡LÍMPIATE LOS ZAPATOS ANTES DE ENTRAR! ¡NO TE SIENTES EN ESA SILLA!».

«PERO… ¡CÓMO TE ATREVES A FUMAR EN MI CASA! ¡SAL AL PORCHE!».

«¡CÓMO TE ATREVES A TRAER ESOS ASQUEROSOS PESCADOS AQUÍ! ¡SÁCALOS AL PATIO Y LÍMPIALOS!».

«¡O TE DESHACES DE ESOS PERROS O COJO EL NIÑO Y ME VOY DE CASA!».

«PERO, POR DIOS, ¿ES QUE NO PIENSAS MÁS QUE EN ESO? ¡LOS HOMBRES NO SOIS MÁS QUE UN HATAJO DE ANIMALES!».

Le elegía los trajes; le elegía los amigos. Y se abalanzaba sobre él, como una fiera, las contadas ocasiones en que intentaba poner firmes al pequeño Earl, hasta que finalmente renunció a ello.

Así que, año tras año, Earl había llevado siempre correctos trajes azul marino; la ayudaba en la cocina; iba a la iglesia; y se había comportado como esposo y padre sin una palabra de queja contra Vesta. Pero, un buen día, su hijo Earl se hizo mayorcito, y su padre se había retirado de su trabajo en la L&N con una buena pensión que, inmediatamente, puso a nombre de Vesta, y con un magnífico reloj de oro que le regaló la empresa. Y, entonces, tan calladamente como había vivido, desapareció de la ciudad sin dejar más que una nota:

Bueno, se acabó. Me voy, y si no crees que me he ido, ve contando los días que falto. Y cuando oigas que el teléfono no suena, seré yo, que no te estaré llamando. Adiós, vieja, y buena suerte. Cordialmente,

EARL ADCOCK

P. D. No soy sordo.

Vesta le cruzó la cara a su sorprendido hijo Earl y se metió en cama una semana, con paños fríos en la frente mientras, por lo bajo, toda la ciudad vitoreaba a Earl. Si los parabienes hubiesen sido billetes de diez dólares, Earl habría salido de la ciudad millonario.

Tomates verdes fritos
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
Agradecimientos.xhtml
content0006.xhtml
content0007.xhtml
content0008.xhtml
content0009.xhtml
content0010.xhtml
content0011.xhtml
content0012.xhtml
content0013.xhtml
content0014.xhtml
content0015.xhtml
content0016.xhtml
content0017.xhtml
content0018.xhtml
content0019.xhtml
content0020.xhtml
content0021.xhtml
content0022.xhtml
content0023.xhtml
content0024.xhtml
content0025.xhtml
content0026.xhtml
content0027.xhtml
content0028.xhtml
content0029.xhtml
content0030.xhtml
content0031.xhtml
content0032.xhtml
content0033.xhtml
content0034.xhtml
content0035.xhtml
content0036.xhtml
content0037.xhtml
content0038.xhtml
content0039.xhtml
content0040.xhtml
Section0001.xhtml
content0041.xhtml
content0042.xhtml
content0043.xhtml
content0044.xhtml
content0045.xhtml
content0046.xhtml
content0047.xhtml
content0048.xhtml
content0049.xhtml
content0050.xhtml
content0051.xhtml
content0052.xhtml
content0053.xhtml
content0054.xhtml
content0055.xhtml
content0056.xhtml
content0057.xhtml
content0058.xhtml
content0059.xhtml
content0060.xhtml
content0061.xhtml
content0062.xhtml
content0063.xhtml
content0064.xhtml
content0065.xhtml
content0066.xhtml
content0067.xhtml
content0068.xhtml
content0069.xhtml
content0070.xhtml
content0071.xhtml
content0072.xhtml
content0073.xhtml
content0074.xhtml
content0075.xhtml
content0076.xhtml
content0077.xhtml
content0078.xhtml
content0079.xhtml
content0080.xhtml
content0081.xhtml
content0082.xhtml
content0083.xhtml
content0084.xhtml
content0085.xhtml
content0086.xhtml
content0087.xhtml
content0088.xhtml
content0089.xhtml
content0090.xhtml
content0091.xhtml
content0092.xhtml
content0093.xhtml
Section0002.xhtml
content0094.xhtml
content0095.xhtml
content0096.xhtml
content0097.xhtml
content0098.xhtml
content0099.xhtml
content0100.xhtml
content0101.xhtml
content0102.xhtml
content0103.xhtml
content0104.xhtml
content0105.xhtml
content0106.xhtml
content0107.xhtml
content0108.xhtml
content0109.xhtml
content0110.xhtml
content0111.xhtml
content0112.xhtml
content0113.xhtml
content0114.xhtml
content0115.xhtml
content0116.xhtml
content0117.xhtml
content0118.xhtml
content0119.xhtml
content0120.xhtml
content0121.xhtml
content0122.xhtml
content0123.xhtml
content0124.xhtml
content0125.xhtml
content0126.xhtml
content0127.xhtml
content0128.xhtml
content0129.xhtml
content0130.xhtml
content0131.xhtml
content0132.xhtml
content0133.xhtml
autor.xhtml