De nuevo en Kansas City
10h 48m de la tarde
Winston Sprague por fin se había caído de su pedestal; no lo había tirado una persona, sino un zapato. El abogado miraba fijamente el zapato de golf que ahora guardaba debajo de la cama, y cavilaba sobre la misma pregunta que lo había atormentado las últimas semanas: «¿Cómo demonios sabía ella que eso estaba ahí?» Franklin Pixton estaba seguro de que había una explicación lógica, pero Winston no lo tenía tan claro e investigó un poco por su cuenta. Tras pasar varias horas mirando en los archivos del hospital, descubrió que, en otro tiempo, antes de que se construyera el edificio nuevo y la unidad de traumatología, también había habido una pista de aterrizaje para helicópteros. Buscó en los datos microfilmados y averiguó que, entre los años 1963 y 1986, en el viejo hospital habían ingresado novecientos ochenta pacientes con ataques cardíacos.
Trescientos ocho habían llegado directamente de los muchos campos de golf de la zona, entre ellos seis casos de hombres alcanzados por un rayo mientras jugaban.
Así, era perfectamente posible que, con las prisas por sacarlos del helicóptero y pasarlos a una camilla, alguno de los trescientos ocho perdiera un zapato. De todos modos…, seguía teniendo la misma duda: «¿Cómo es que la anciana lo vio?»