El informe
7h de la mañana
A primera hora de la mañana siguiente, Franklin Pixton se sentó y escuchó el informe completo. No funcionaba mal ningún aparato.
Todas las declaraciones de las enfermeras de la sala de urgencias confirmaban el testimonio del doctor Henson. Se había revisado cada actuación una y otra vez. Según todos los requisitos médicos y legales, a efectos prácticos la mujer estaba clínicamente muerta. Franklin sorbió por las narices y se ajustó las gafas.
—A ver, doctor Gulbranson, ¿cuál es su explicación oficial?
El doctor Gulbranson alzó la mirada.
—Que me aspen si lo sé, Franklin. Sólo se me ocurre decir que fue una casualidad.
Franklin hizo girar lentamente la silla y miró por la ventana.
—¿Casualidad? Ya. Entonces le explicaré al presidente del consejo que la mujer estaba oficialmente muerta, y que el hecho de que se incorporara en la cama y estuviera varias horas hablando fue pura casualidad. ¿O debería levantarme y cantar los tres estribillos de La vida sigue igual? ¿Qué opina?
El doctor Gulbranson meneó la cabeza.
—No sé qué decirle, Franklin. A veces hay cosas que no tienen explicación.