Capítulo 14
Mason, Della Street y Paul Drake almorzaron en un restaurante italiano situado cerca del Palacio de Justicia, cuyo propietario les había reservado un comedorcito.
—Pensé que habías dicho que toda la evidencia era circunstancial, Perry —comentó Paul.
—Yo así lo pensaba —repuso Mason—. En este caso hay algo que no tiene sentido.
—Bien, hemos hecho lo que hemos podido.
—Se porta usted muy bien, jefe —manifestó Della—. Al fin y al cabo, si esperan que vaya usted a ciegas sólo puede actuar de oído. Ha conseguido usted destruir gran parte de la evidencia.
—Mas, ¿cómo conseguiré destruir el testimonio de Nadine Palmer?
—¿Cree que dice la verdad?
—No lo sé.
—Suponiendo que tus clientes sean culpables: ¿qué harás? —preguntó Drake—. Tratarás de desacreditar a Nadine Palmer, ¿verdad?
—Mi deber es desacreditarla de todos modos —replicó el abogado—. Al fin y al cabo, se trata de un testimonio perjudicial y yo, en el contrainterrogatorio he de encontrar los puntos débiles de su historia.
—Naturalmente.
—Tendrías que hacer una cosa, Paul.
—¿Cuál?
—Obtener las huellas dactilares de Della.
—¿Cómo? —se sobresaltó la secretaria.
—Obtener las huellas dactilares de Della —repitió Mason, mirando fijamente a Paul.
—Esto es fácil —sonrió el detective—. Siempre que Della no se oponga.
—¿Para qué demonios necesita mis huellas, jefe? —inquirió la joven.
—Tal vez podría utilizarlas en el contrainterrogatorio —contestó Mason sonriendo.
—¿Por qué?
—Tal vez ejercerían un efecto dramático sobre el jurado.
—¿Cuándo las quiere?
—Después de almorzar. Drake le llevará a su oficina, donde no les verá nadie. Paul, consigue sus huellas y marca la hoja de papel. Utiliza un papel normal, y pensándolo bien, Paul, no tomes todas las huellas de Della. Altérnalas con las de tu secretaria particular. Empieza con el meñique de Della, y sigue con el anular de tu secretaria. Luego, fija el dedo medio de Della, y acto seguido el índice de tu secretaria… y finalmente el pulgar de Della.
—¿Qué diantre andas planeando? —gruñó Drake.
—No lo sé —confesó el abogado—, pero de acuerdo con la ley, un defensor tiene derecho a contrainterrogar a un testigo a fin de saber si éste declara la verdad. Si no es así, el abogado no necesita tender ninguna trampa sólo con las preguntas.
—Esto no me gusta, Perry —opinó Drake—. Puedes correr ciertos riesgos, especialmente por mezclar las huellas dactilares.
Mason le miró sombríamente.
—Paul, ya corro riesgos ahora. Mis clientes están metidos en el agua hasta los ojos y yo no sé por dónde ir. Todo lo que haga puede ser perjudicial.
—Pues este plan sí lo parece —rezongó el detective—. No es ningún crimen tomar las huellas dactilares de un individuo, pero al mezclar las de dos personas para engañar a alguien, tú… ¿Y si te pillan, Perry?
—Esto es lo malo —admitió el abogado—. No quiero que me pillen.
—No te preocupes, Paul —rió Della—. Y concluyamos el almuerzo.
Drake suspiró.
—Las cosas que se ve obligado a hacer un detective cuando trabaja para Perry Mason —exclamó lúgubremente—. Estoy por decir que he perdido el apetito.