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No más dormir.

No más dormir; sólo…

Dos alas enormes que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, dos alas enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan, me impiden levantarme.

No más dormir; sólo…

Alas, alas que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan…

Y de pronto desaparecen.

Así, sin más.

Sólo Exégesis grabado en mi pecho, las uñas llenas de sangre, rotas.

Et sequentes.

Las notas desperdigadas por todas partes: en el suelo, en la cama, en los muebles baratos del Griffin. Mi propia letra me resulta ilegible. Rompo y estrujo el papel que estoy escribiendo, miro el reloj, apago la radio, descuelgo el teléfono desde la cama hasta que oigo el tono de llamada, compruebo la hora de mi reloj con la que me indica el reloj parlante, cuelgo el teléfono y lo dejo encima de la cama, enciendo la radio y vuelta a empezar:

A las 3:10 de la tarde del viernes 27 de enero de 1978 se encontró el cuerpo de Candy Simon, nacida el 6/6/60, mestiza jamaicana, parcialmente escondido en un almacén de madera de Great Northern Street, en Huddersfield. Heridas severas en la cabeza con un instrumento romo y puñaladas en el cuerpo. La fallecida era una prostituta que se había trasladado recientemente a Huddersfield desde Bradford. Vista por última vez el martes 24 de enero por su compañera de piso a las 21:00 en Great Northern Street, Huddersfield, subiendo a una berlina azul oscuro, posiblemente un Audi 100LS, conducido por un hombre blanco de unos treinta y cinco años de edad y aspecto atractivo.

Me detengo un momento y escribo:

¿Bradford?

¿Compañera de piso?

¿Antecedentes por infracciones de tráfico?

Continúo:

A las 8:15 del sábado 27 de mayo de 1978 se encontró el cuerpo de una mujer en un solar de Livingston Street esquina con April Street en el barrio de Brunswick, Manchester, detrás del Royal Infirmary. La fallecida fue identificada como Doreen Pickles, nacida el 8/8/40, alias Mary Brown, alias Anne Pickles. Era una prostituta convicta, y los alrededores del Royal Infirmary son una zona frecuentada por las prostitutas y sus clientes. La muerte se produjo por golpes en la cabeza con un instrumento romo, una herida abdominal severa y una puñalada en la garganta. Se estima que la muerte tuvo lugar entre la medianoche y las tres de la madrugada del 27 de mayo.

Paro y pienso:

El siguiente asesinato ocurrió un año más tarde.

Repasar expedientes de otros asesinatos de prostitutas en el norte de Inglaterra entre 1970 y 1980 no atribuidos al Destripador de Yorkshire.

Me quedo mirando el suelo, la cama, los muebles baratos. Miro el reloj, enciendo la radio, cojo el teléfono, compruebo la hora de mi reloj con la que indica el reloj parlante, cuelgo el teléfono, apago la radio y me tumbo entre las notas.

Et sequentes.

No más dormir.

No más dormir, sólo…

Dos alas enormes que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, dos alas enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan, me impiden levantarme.

No más dormir; sólo…

Alas, alas que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan…

Y de pronto desaparecen.

Así, sin más.

Sólo Exégesis grabado en mi pecho, las uñas llenas de sangre, rotas.

Et sequentes.

No más dormir, sólo…

El corazón oscuro de la noche, el rincón oscuro de la habitación:

Compruebo la hora de mi reloj con la que indica el reloj parlante, cuelgo el teléfono, enciendo la radio y cruzo la habitación hasta el rincón oscuro.

Ahí está la caja de la señora Hall.

Enciendo la luz y abro la caja:

La caja de Eric.

Expedientes, montones y montones de expedientes y un par de casetes:

A y B.

Me llevo las casetes Memorex a la grabadora de mano Boots. Apago la radio y pongo la primera cinta.

Pulso el play.

Me siento en la cama, saco los expedientes y empiezo a leer mientras suena la cinta:

Me molió a palos el pedazo de cabrón. Ahí mismo en el aparcamiento.

Eric, Eric

No me jodas con tanto Eric. Ese hijo de puta se llevó mi coche. Entró en mi casa.

Eric, Eric

Quiero a Fraser muerto ya.

Eric, calla y escucha.

No, calla y escucha tú. Te estoy diciendo que entró en mi casa, en mi puta casa, que se ha llevado mi coche y que lo sabe todo. Todo. Y ahora dime qué cojones vas a hacer con ese cabrón.

Eric, lo digo en serio. Escucha: se ha acabado.

¿Acabado? ¿Qué?

No te preocupes por eso. Se ha acabado.

¿Acabado? ¿Y mi coche? ¿Dónde coño está mi coche?

Uno de los chicos te lo llevará.

¿Qué ha pasado?

En otro momento, Eric. Ahora no.

Quiero saberlo.

No, Eric, es mejor que no lo sepas.

Saco la cinta, le doy la vuelta, pulso el play:

Estoy hasta los cojones. No puedo más con esta mierda. Primero Fraser y ahora ese cabrón de Hunter.

Dejo de leer.

Eric, te preocupas demasiado.

Las mismas voces:

Peter Hunter va a venir y tú me dices que me preocupo demasiado. Ya estoy bien jodido gracias a ese gilipollas de Fraser y ahora tendré que hablar con el cabrón de Hunter.

No digas ni una palabra, Eric.

Para ti es muy fácil, ¿verdad? Ni Leeds ni Manchester, ¿verdad? Tenía que ser Bradford.

Eric, no me jodas.

Mira lo que les pasó a los de la Brigada Antiporno, a Moody y a Virago.

Eric, conozco a Peter Hunter y te digo que no es un problema.

Eso lo dices tú.

Sí, sí, eso lo digo yo y tú harás lo que yo te diga, ¡qué cojones!

¿O qué?

O empezaremos a joderte.

Una pausa, silencio.

Lo siento, estoy alterado.

Ya lo sé. Todos lo estamos.

Voy a tener que comerme el marrón, ¿verdad?

No.

No puedo ir a la cárcel, Richard. No puedo.

No llegaremos a eso.

¿Qué quieres decir?

Te protegeremos.

Stop.

Tengo el corazón a cien, la boca seca.

Pienso:

Junio de 1977.

Me pregunto:

¿Richard?

Escribo:

¿Leeds? ¿Manchester?

Digo en voz alta, a solas:

—San Cabrón.

Saco la cinta A y meto la B:

Está muerta.

¿Qué quieres que te diga?

Una voz distinta, familiar…

Quiero que me digas quién coño la ha matado.

Eric, está muerta. Olvídalo.

¿Fue Fraser?

Eric, vas a tener que aclarar las cosas. Fraser dice que has sido tú. Van a venir a interrogarte.

No puedo hacerlo.

Tienes que hacerlo.

¿Fue él?

Yo qué coño sé. Eso da igual.

No me jodas, no da igual.

Sí da igual. Lo que importa es que aclares las cosas y te quites la mierda de encima.

Stop.

Saco la cinta, le doy la vuelta y pulso el play:

Él tenía la puta revista, ¿verdad?

¿Qué quería?

Dinero, pasta. ¿Qué iba a querer?

¿Cuánto?

Cinco de los grandes.

Págale.

Pero es un periodista de mierda, volverá a molestarnos.

No.

¿Estás seguro?

Confía en tu tío Bob.

Stop.

Tengo el corazón a cien, la boca seca.

Me pregunto:

Junio de 1977.

Pienso:

¿El tío Bob?

Escribo:

¿Inspector Robert Craven?

En el fondo de la caja, una revista…

Una revista porno:

Spunk[12].

13 de marzo de 1976.

65 páginas.

Dentro:

Spunk es una publicación de MJM Publishing Ltd, impresa y distribuida por MJM Printing Ltd, 270 Oldham Street, Manchester.

Paso las páginas, los cuerpos, el pelo, las caras y las miradas…

Página 7:

Una chica de pelo oscuro con las piernas abiertas, la boca abierta los ojos cerrados, una polla en la cara y semen en los labios.

En voz alta, solo, digo:

—Janice Ryan.

No más dormir.

No más dormir; sólo…

Dos alas enormes que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, dos alas enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan, me impiden levantarme.

No más dormir; sólo…

Alas, alas que me crecen en la espalda, que salen de mi piel rasgada, enormes y podridas, grandes y negras, que me abruman, me pesan…

Y de pronto desaparecen.

Así, sin más.

Sólo Exégesis grabado en mi pecho, las uñas llenas de sangre, rotas.

Et sequentes.