21
El Crucero Justicia, la nave del Maestro Raskta, era fácilmente el navío más rápido en que Johun había estado nunca. Un pequeño crucero de ataque personal, requería una tripulación de cuatro. Afortunadamente para Johun, había cuatro más con él a bordo, todos ellos vestidos con las túnicas marrones simples que les marcaban como miembros de la Orden Jedi.
La Maestra Raskta Lsu, una echani, se sentaba en los controles de su nave. Tenía la piel de alabastro, pelo blanco puro, y los ojos de plata comunes a toda su especie. Era casi tan alta como Johun, con los músculos y el físico que uno esperaría en una especie que valoraba el combate físico como la forma más elevada del arte y la expresión personal. Nombrada en honor de la legendaria guerrera Raskta Fenny, aclamada por muchos como la mejor duelista de su tiempo, la Maestra Raskta había pasado su vida cultivando sus habilidades marciales para poder un día igualar, e incluso sobrepasar, a su tocaya.
Había logrado el raro y prestigioso rango de Maestra de Armas Jedi. Rehuyendo de todos los otros campos de estudio y abandonando el desarrollo de sus otros talentos de Fuerza para centrarse exclusivamente en el sable láser y el combate, se había transformado en un arma viviente.
Ahora encargada en entrenar aprendices en las formas de combate del sable láser, Raskta había sido parte de la campaña en Ruusan. Llevando un sable láser de hoja azul en cada mano, y evitando cualquier forma de armadura, era una figura aterradora para enfrentar en el campo de batalla. Johun recordaba vívidamente sus grandes cortes perforadores de destrucción a través del corazón de las filas enemigas, dejando un rastro de cuerpos a su paso. Se decía que, al final de la guerra, habían caído tantos Lords Sith bajo sus espadas gemelas como habían muerto por la bomba mental.
En la silla del cañonero junto a la del piloto estaba Sarro Xaj, el humano que servía como Padawan de Raskta en Ruusan. Un año mayor que Johun, Sarro tenía la piel color marrón aceituna, y un simple moño de pelo negro. También era el humano más grande que Johun se hubiera encontrado nunca. Cerca de dos metros de alto y 150 kilos de puro músculo, podía ser fácilmente confundido con un wookiee sin pelo más que por un hombre. Aún pese a su masa, todavía era lo suficientemente rápido para atrapar a una mosca zess en el aire. Elevado al rango de Caballero Jedi siete años antes, Sarro había escogido seguir el camino de su Maestra, centrándose en dominar un enorme sable láser de doble hoja que medía casi tres metros de longitud. Johun imaginaba que había pocos seres en la galaxia que pudieran aguantar bajo el feroz asalto de las hojas azules de su arma.
Manejando la navegación en la parte trasera del navío estaba el Maestro Worror, un ithoriano. Su cuello largo, plano curvado hacia delante y hacia arriba hasta una cabeza con la forma de la letra T, con sus grandes ojos bulbosos a cada lado del cruce. Su extraña apariencia había llevado a que sus especies fueran comúnmente llamadas cabezas de martillo por los ignorantes e insensibles.
El apellido del Maestro Worror sólo podía ser pronunciado por seres que poseyeran las dos bocas y las cuatro gargantas únicas de la anatomía ithoriana. Johun había escuchado relatos de Jedi ithorianos que canalizaban la Fuerza para transformar sus voces múltiples en una devastadora arma sónica.
El Maestro Worror, sin embargo, era un sanador por entrenamiento, y su poder recaía en esa dirección.
Había sido uno de los consejeros del General Hoth en Ruusan, y una clave para la victoria en muchas batallas, incluso aunque ni siquiera llevaba un sable láser. El rol del ithoriano no era enfrentarse al enemigo sino proveer apoyo a través tanto de sus habilidades sanadoras como en el raro arte de la meditación de batalla. Aunque su talento no era lo suficientemente fuerte para alterar fácilmente el resultado de un conflicto a gran escala, a corto plazo Worror podía recurrir a la Fuerza para dar fuerza a los cuerpos, mentes, y espíritus de aquellos a su alrededor, mejorando las habilidades y talentos de sus aliados.
Localizado junto al navegador en la parte trasera del navío, el cuarto miembro de la tripulación, el Maestro Farfalla, proveía de apoyo al piloto, al cañonero, y al navegador. Recordaba cartas de astronavegación, lecturas de motores, estados de armas, informes de escáner, y cualquier otra cosa que los otros necesitaran para hacer sus trabajos.
Johun estaba sentado al frente de la cabina de mandos con Raskta y Sarro, ocupando el asiento de pasajeros detrás del piloto. Hasta que alcanzaran Tython, su único trabajo era mantenerse fuera del camino de todos los demás.
Utilizando la ruta hiperespacial hace tiempo abandonada indicada en la tarjeta de datos que habían descubierto en los Archivos, el Crucero Justicia había penetrado en el Núcleo Profundo. La Maestra Raskta había expresado su preocupación al principio del viaje: De acuerdo a los registros actuales, las carreteras hiperespaciales por las que estaban viajando eran famosas por colapsar momentáneamente sin advertencia. Una nave viajando a cualquier parte por un pasillo hiperespacial durante el nanosegundo antes de que se reformara se perdería para siempre. Combinado con los otros peligros del Núcleo Profundo —incluyendo los agujeros negros errantes que destrozarían a un navío, incluso en el hiperespacio— la inestabilidad de la ruta la había llevado a caer en desuso y finalmente siendo olvidada para bien durante mil años.
Worror había calculado el riesgo de un colapso hiperespacial durante su viaje en justo sobre el 2 porciento, más que suficientemente alto para hacer que Johun dejara salir un suspiro de alivio cuando emergieron sin un rasguño a un par de miles de kilómetros de su destino.
—Armas en su óptimo y preparadas, —dijo la voz de Sarro a todo el mundo por el intercomunicador—. ¿Algún amigo del que tengamos que preocuparnos?
—Nada en órbita, —informó Farfalla—. Parece que está despejado.
—Voy a llevarnos dentro, —les dijo Raskta—. Veamos si podéis encontrar algo.
—Captando un rastro de iones, —dijo Farfalla mientras se acercaban a la atmósfera del planeta—. Parece que estamos justo tras ellos.
—Fijando el rastro de iones… fijado. —Incluso sobre el claqueteo del intercomunicador la voz profunda de Worror resonaba a través de la nave.
—Conectando el piloto automático —dijo Raskta—. Veamos adónde nos lleva. Sarro, mantén el dedo del gatillo preparado.
El piloto automático les soltó en la atmósfera de Tython, y durante varios segundo la única cosa que Johun podía ver a través del monitor de vistas de la cabina de mandos era un muro de nubes grises. Cuando se liberaron, su destino era inmediatamente obvio.
—Creo que sé adónde se dirigían, —murmuró Sarro.
Bajo ellos había un campo plano, vacío, virtualmente carente de vida. Una fortaleza oscura era visible en el horizonte, la única estructura significante a la vista.
—Captando dos pequeños navíos en tierra —les dijo Farfalla mientras se acercaban—. Nadie fuera, aún así.
Estaban tan cerca ahora que Johun podía distinguir dos torres fundidas alzándose a cada lado de la fachada del fuerte.
—Captando formas de vida dentro del edificio, —señaló Farfalla—. Parecen… tres.
—¿Sólo tres? —murmuró Sarro, sonando decepcionado—. Esto podría ser demasiado fácil.
—No cuentes con eso, —le advirtió Farfalla mientras Raskta llevaba al Crucero Justicia para un aterrizaje.
* * *
Zannah estaba tratando de concentrarse, reuniendo sus energías mentales para la batalla que se aproximaba. Estaba distraída, sin embargo, por los propios preparativos de su Maestro.
Darth Bane estaba rondando hacia atrás y hacia delante como un rancor enfadado, su sable láser ya desenvainado. Ella podía sentir al lado oscuro construyéndose en su interior, alimentado por su ira, su odio inacabable hacia los Jedi; su resentimiento hacia Darovit por exponerles; su rabia hacia ella por llevar al Jedi aquí a Tython. En cualquier momento ella esperaba ver el ansia de sangre de los orbaliskos desatado, pero Bane mantuvo su furia a raya, reservándola para la batalla que se aproximaba.
Su Maestro les había llevado atrás, dentro del fuerte, a una habitación grande, abierta con una salida en cada extremo. Una única puerta habría sido más fácil de defender, pero estaba alerta por ser atrapado. Si los Jedi les arrinconaban, se asentarían en un largo asedio y esperarían a que llegaran refuerzos. Como los dos últimos Sith supervivientes, Zannah y su Maestro no tenían el mismo lujo, así que era importante que mantuvieran rutas de escape alternativas abiertas.
La habitación estaba vacía, completamente carente de cualquier mueble. Basándose en ese hecho y en su gran tamaño —cuarenta por treinta metros— ella suponía que se había construido como algún tipo de arena de prácticas o centro de entrenamiento. Además de las salidas a cada extremo, había una pequeña puerta en una de las paredes laterales que llevaba a una diminuta habitación cerrada. Probablemente servía en su tiempo como armario de almacenamiento para armas, objetivos, y otros implementos utilizados en las prácticas o entrenamientos.
A las órdenes de Bane, ella metió la tarjeta de datos de los Archivos dentro del armario, y su Maestro había hecho lo mismo con el Holocrón de Belia Darzu. A su sugerencia, Darovit se estaba ocultando ahí también. Estaba desarmado, y no sería de ninguna ayuda para ningún bando.
—No salgas hasta que la pelea haya terminado —le advirtió ella, atrayendo una mirada amarga, desaprobadora de su Maestro—. Él sólo se meterá en nuestro camino —explicó mientras Darovit se encerraba.
Ahora no había nada que hacer salvo esperar a que el enemigo llegara. Afortunadamente —o desafortunadamente— no tuvieron que esperar mucho.
Las puertas a cada extremo de la habitación estallaron al abrirse simultáneamente, los Jedi dividiendo sus números en dos para coordinar mejor el ataque. El primer grupo —una mujer echani que llevaba un sable láser azul a cada mano y un Maestro Jedi en ropas estridentes con una espada dorada— cargó directo hacia Bane. Los otros dos —un Jedi esbelto, de mirada avispada armado con un sable láser verde y una montaña gigante de hombre haciendo girar una enorme arma de doble hoja— fueron hacia ella.
Zannah encendió su propio sable láser de doble hoja y alzó un muro giratorio de defensa, aunque su arma parecía diminuta e insignificante contra el monstruo azul blandido por el más grande de sus dos oponentes. Antes de que pudieran enfrentarse a ella, retrocedió hacia una de las esquinas, deteniéndose a varios metros de la intersección de las dos paredes. Esto le permitió proteger sus flancos, pero aún dejaba espacio suficiente para que se agachara, esquivara, y evadiera las armas de sus enemigos.
Por la esquina de su ojo, vio a Bane tomar una aproximación completamente diferente. Protegido por su armadura de orbaliskos, cargó hacia delante para enfrentar a los dos Maestros Jedi que se enfrentaban a él de pleno.
Y entonces sus enemigos cayeron sobre ella. Le llevó sólo segundos darse cuenta de que el hombre más grande era de lejos el oponente más peligroso. En el tiempo que le llevó al hombre más pequeño golpearle dos veces con su hoja verde, ella había bateado a un lado media docena de ataques del otro. Había una diferencia marcada en el estilo y eficiencia de sus golpes también. Las habilidades del Jedi con el sable láser verde eran crudas y básicas. Cuando golpeaba, era o con fuerza o con velocidad, pero no ambas a la vez. Su espada llegaba o en alto o en bajo, pero nunca alteraba su plano durante el ataque. En contraste, el hombre grande la atacaba desde ángulos creativos e inesperados, las enormes hojas azules cambiando de ruta en mitad del golpe. Cada ofensiva era un modelo de eficiencia letal, rápidos y poderosos golpes y contragolpes que mantenían a un oponente estimando.
Aún mientras Zannah mantenía su espada girando para conservar su impulso, era capaz de proteger ambos de sus ataques fácilmente utilizando bloqueos giratorios, en gran parte porque el Jedi con el sable láser verde estaba inadvertidamente trabajando en propósitos enfrentados con su compañero. Estaba intentando alternar sus incursiones con aquellas del hombre más grande, esperando que tomaran turnos para presionar hacia delante, entonces retroceder, siempre manteniendo a Zannah a la defensiva. Pero el increíble alcance del arma del hombre más grande le hacía difícil desatar una oleada sostenida sin miedo de herir o incluso matar a su compañero cuando el otro hombre se movía para unirse a la refriega. Como resultado, el hombre más grande constantemente tenía que quedarse atrás, detenerse, o cesar sus ataques. Estaba forzado a un ritmo extraño de avance y retirada, su tiempo y estrategias dictados tanto por su aliado como por su oponente.
Zannah notó todo esto desde detrás del muro impenetrable de sus hojas gemelas giratorias, contenta de jugar un rol completamente pasivo en el encuentro. Si no fuera por la brillantez del hombre grande, ella habría cambiado rápidamente a una secuencia agresiva y habría despachado fácilmente al hombre más pequeño. Pero si no fuera por la mediocridad del hombre más pequeño, sus talentos defensivos habrían sido llevados a los límites por su oponente más habilidoso. El enfrentamiento le encajaba bien a Zannah, permitiéndole hacerles ir el uno contra el otro. Ella no necesitaba matarles; ella sólo necesitaba contenerles a raya hasta que Bane, protegido por los invulnerables caparazones de los orbaliskos, matara a sus dos oponentes y llegara a su ayuda.
Ella esperó hasta que fue hora para el hombre más pequeño de atacar de nuevo, entonces calibró su dolorosamente predecible golpe. Sabiendo exactamente dónde terminaría al observar dónde había empezado, era capaz de distraer momentáneamente su atención del combate para ver cómo lo estaba haciendo su Maestro.
Para su sorpresa, ambos oponentes de Bane todavía estaban en pie; prueba de que eran combatientes excepcionalmente habilidosos. Ella también se había dado cuenta de que un quinto Jedi había entrado en la habitación: un ithoriano que se quedó apartado de la batalla, sus ojos cerrados como si estuviera meditando. Y entonces ella volvió su concentración de vuelta hacia su propia melé, justo a tiempo de evitar una muerte segura.
La mirada en dirección a su Maestro había durado sólo una fracción de segundo, pero en el breve intervalo de su distracción el hombre más grande había saltado hacia delante, lanzando la punta de una de sus hojas hacia su ojo como una lanza. Zannah movió su cabeza al lado en el último instante posible, escuchando el siseo mientras la espada cortaba un bucle de su pelo. El movimiento repentino le hizo perder su momento y el equilibrio, y su sable láser girando golpeó el golpe que había anticipado antes de la hoja verde del hombre más pequeño, perdió su impulso centrípeto y flaqueó.
En el medio segundo que le llevó hacer rodar sus muñecas y empezar los intricados patrones giratorios de sus espadas de nuevo, ella era vulnerable. El hombre grande cortó alto hacia su cabeza, forzándola a agacharse, entonces golpeó en bajo hacia sus pies en el retroceso, haciéndola saltar antes de que pudiera prepararse apropiadamente. Ella evitó el barrido, pero aterrizó torpemente sobre sus pies. Otro golpe le llovió encima. Con su cuerpo fuera de posición, estuvo forzada a bloquear su camino en vez de reflejarlo hacia el lado. El poder del impacto la mandó retrocediendo y ella cayó al suelo.
El hombre con el sable láser verde la salvó. Él saltó para terminar con ella, bloqueando a su compañero de hacer lo mismo. Contra su asalto ordinario fue capaz de recuperar su pie y pasar a la secuencia de movimientos que eran el fundamente de su estilo virtualmente impenetrable.
Hubo un breve instante en que vio una apertura, pero en lugar de elegir matar al hombre con el sable láser verde ella le dejó vivir, sabiendo que era un mayor estorbo para sus aliados de lo que lo era para ella.
Desde el otro lado de la habitación uno de los otros Jedi llamó:
—¡Johun! ¡Sarro! ¡Necesitamos refuerzos!
—Ve, —gritó el hombre grande—. Yo puedo manejar a esta.
Y de repente el hombre con el sable láser verde se fue.
El gigante con piel aceituna se alzó en toda su altura; Zannah se dio cuenta de que era incluso más alto y más fuertemente musculado que Bane. El aire siseaba mientras su largo sable láser grababa una elaborada floritura alrededor de su cuerpo, entonces otra sobre su cabeza. Él le sonrió hacia abajo a propósito.
Entonces saltó hacia delante y la verdadera batalla comenzó.
* * *
Habían pasado muchos años desde que Farfalla había luchado mientras era fortalecido por la meditación de batalla de Worror. Había olvidado cuánto más rápido y fuerte le hacía sentir el asombroso talento del ithoriano. La Fuerza fluía a través de él con un mayor poder, llenándole con su poder. Aún así, incluso con sus habilidades mejoradas, se preguntaba si sobreviviría a la batalla que se aproximaba.
Conforme irrumpieron en la habitación, un hombre que sólo podría haber sido Darth Bane cargó temerariamente hacia ellos. En cualquier otra instancia el movimiento habría puesto un rápido fin al encuentro, mientras Raskta corría delante de Farfalla para hacer pedazos al Sith.
Las hojas azules de Raskta parpadeaban demasiado rápidamente para que lo vieran los ojos, neutralizando el ataque inicial y salvaje de su enemigo y entonces aterrizando media docena de golpes letales sobre su pecho y abdomen. Pero en lugar de caer, el hombre grande seguía yendo, nunca siquiera rompiendo el paso. Habría arremetido contra Raskta, pisoteándola bajo sus pesadas botas, si ella no hubiera rodado hacia un lado en el último instante posible.
Bane nunca se detuvo, su impulso llevándole directamente hacia Farfalla. El Maestro Jedi tuvo un momento para registrar la extraña capa de armadura de caparazones duros, brillantes, que llevaba bajo sus ropas. Entonces él, también, saltó a un lado para evitar ser aplastado, sobreviviendo sólo porque sus reflejos estaban aumentados por el poder de Worror.
Raskta ya estaba de nuevo en pie y volando por el aire hacia él. Bane giró y lanzó una oleada de poder invisible del lado oscuro hacia ella. Una Maestra de Armas no era habilidosa al defenderse contra los ataques de Fuerza enemigos. El impacto de la oleada la habría lanzado contra la pared y la habría aplastado si Farfalla no hubiera alzado un escudo para proteger a la echani. Incluso así, su cuerpo musculado fue lanzado al aire y se precipitó hacia atrás, aunque giró y rodó para aterrizar de pie.
Farfalla vio al Lord Sith girarse hacia él, percibiendo la intervención que había salvado la vida de Raskta. Bane descargó una barrera de rayos Sith, reuniendo y liberando su poder a la velocidad del pensamiento. El Jedi alzó una barrera de Fuerza para escudarse, pero la electricidad perforó a través de ella y se arqueó hacia él. Entonces de repente Raskta estaba ahí para salvar su vida, saldando una deuda que solo tenía un par de segundos mientras se lanzaba enfrente de él. Alimentada por la meditación de batalla de Worror, ella cambiaba de estilos constantemente, y sus brazos y espadas se convirtieron en un borrón mientras grababan figuras en ocho en el aire para captar y absorber los rayos de energía del lado oscuro.
Su enemigo cayó sobre ellos de nuevo, siguiendo al rayo con pura agresión. Raskta se precipitó delante de Farfalla para encontrar su segunda carga. Ella se agachó en bajo, violentamente cortando hacia sus muslos y pantorrillas, intentando dejar a su oponente reptando sin piernas en el suelo. Sus espadas perforaron a través de sus botas y cortaron amplias franjas en sus pantalones, sólo para revelar más de los caparazones quitinosos.
Bane llevó su sable láser abajo hacia la echani, que cruzó sus espadas en una X, intentando bloquear y atrapar el arma de su oponente en el punto de intersección. Pero el movimiento del Sith era sólo una finta para distraerla, y en el último instante él llevó su arma atrás y lanzó un codazo para darle en las costillas. El contacto la elevó sobre sus pies y la mandó tumbada. Entonces él pasó junto a ella, y cayó sobre Farfalla.
El Maestro Jedi cayó en una elegante postura defensiva para enfrentar la carga.
—¡La empuñadura! —jadeó Raskta mientras reptaba para ponerse en pie.
La advertencia hizo que Farfalla se percatara del sable láser con empuñadura curvada de su enemigo, y el agarre inusual que requería. Esto podría alterar la naturaleza de sus ataques, haciéndoles llegar desde ángulos raros y poco familiares. En el mundo regimentado e hiperpreciso de los duelos de sable láser Jedi-Sith, transformaba su estilo en algo único e inesperado.
Valenthyne reconoció, procesó, y reaccionó ante esta información en una fracción de segundo, permitiéndole ajustar la ruta de su propia arma justo lo suficiente para bloquear un golpe que de otro modo se le habría deslizado por el borde de su hoja y le habría cortado el brazo a la altura del codo. Incluso así, la fuerza tras el ataque quitó la espada dorada de Farfalla de su agarre, mandando su sable láser patinando por el suelo. Desarmado e indefenso ante su enemigo, fue salvado por Raskta.
Sabiendo que sus sables láser no podrían penetrar la armadura de Bane, ella se deslizó desde detrás y pateó en tijera a sus piernas de debajo de él. Él se cayó de espaldas, convirtiendo su caída en un ruedo que terminó con él de vuelta sobre sus pies. Sin embargo, la distracción permitió a Farfalla buscar y extenderse con la Fuerza, llamando a su arma de nuevo a su mano.
Él giró de vuelta a la batalla para ver que la Maestra de Armas echani había tomado la ofensiva, mandando rápidos golpes de sus hojas azules hacia la cara desprotegida de Bane, el único punto de su cuerpo aparentemente no cubierto por los caparazones impenetrables. Destacadamente, Bane estaba cediendo terreno.
—¡Quédate atrás! —Gritó ella a Farfalla—. Sólo te meterás en el camino.
Farfalla hizo lo que le dijo, reuniendo las energías del lado luminoso para alzar otra barrera de Fuerza protectora por si Bane trataba de desatar sus poderes del lado oscuro contra la echani.
Ella parecía estar en todas partes a la vez, junto a él, tras él, rodeándole por lo bajo, saltando para llegar por lo alto, reflejando su espada con una de las suyas y entonces apuñalando tres veces rápidas en sucesión hacia sus ojos. La cabeza del hombre grande se agachó y tambaleó, girando y retorciéndose para evitar sus golpes mientras trataba de montar una contraofensiva.
La maestría de Raskta de sus espadas era sin igual, pero incluso con sus talentos aumentados por la meditación de batalla de Worror no era capaz de aterrizar un golpe acertado en un objetivo tan pequeño a través de las defensas de Bane. Aún así, la ferocidad de su nueva estrategia había cambiado el impulso a su favor… o eso pensaba Farfalla.
Bane continuó su retirada, rodeando lejos de las hojas de Raskta, entonces de repente se giró y corrió directamente hacia el ithoriano desarmado que estaba justo dentro de la puerta de la habitación.
La meditación de batalla requería la concentración completa del Maestro Worror; no había oportunidad para que él montara algún tipo de defensa. Si Bane le cortaba, los otros perderían la única ventaja que les daba cualquier oportunidad de sobrevivir al encuentro.
Farfalla liberó el poder que había estado reuniendo en una simple y concentrada explosión. Bane fue de repente encerrado en un campo de estasis brillante de energía del lado luminoso, congelándole donde estaba. Pero su comando del lado oscuro era demasiado poderoso para que le contuviera más de medio segundo. El campo brillante explotó en fragmentos mientras el Lord Oscuro se liberaba, aunque el retraso momentáneo había permitido a la echani ponerse entre el ithoriano y el Sith.
Las espadas de Raskta zumbaron y cantaron mientras ella se enfrentaba a él de nuevo, determinada a mantenerlo lejos del Maestro Worror a toda costa.
Él es demasiado fuerte, se dio cuenta Farfalla, incluso mientras corría para ayudarla. Tanto físicamente como en el poder del lado oscuro. Es como tratar de luchar contra una fuerza de la naturaleza.
—¡Johun! ¡Sarro! ¡Necesitamos refuerzos!
* * *
Johun giró su cabeza ante el sonido de la voz de Farfalla.
—Ve, —le gritó Sarro—. Yo puedo manejar a esta.
El joven Jedi miró al otro extremo de la habitación e instantáneamente reconoció qué estaba ocurriendo. El Maestro Worror estaba en peligro; tenía que ser protegido o su meditación de batalla —y cualquier esperanza de victoria— se perdería.
Saltó por la habitación, utilizando la Fuerza para impulsarse a través del aire de modo que aterrizó a sólo un par de metros de donde Raskta estaba en duelo con Darth Bane, desesperadamente tratando de llevarle atrás y lejos de donde el Maestro Worror estaba a tan solo un metro o dos tras ella. Él vaciló antes de atacar, dándose cuenta de que la piel del Lord Sith estaba cubierta con un extraño crecimiento crustáceo.
—¡Ve a por la cara! —gritó Farfalla, llegando a la escena y lanzándose a la batalla mientras Johun hacía lo mismo.
Juntos los tres mantuvieron al Lord Sith a raya: Farfalla en el flanco izquierdo, Johun en el derecho, y Raskta en el centro. Entre bloqueos y esquivos cortaban y apuñalaban hacia su cara, sus esfuerzos combinados finalmente forzando a su enemigo en una postura defensiva.
El joven Jedi se maravillaba ante la velocidad y salvajismo de las espadas de Raskta. Y mientras los propios esfuerzos torpes de Johun realmente parecían impedir a Sarro cuando luchaban lado a lado, Raskta parecía progresar en su presencia. Cuando él iba por lo alto, ella iba por bajo. Si él llegaba desde la izquierda, ella venía desde la derecha. Era parcialmente una función de su elección de armas: individualmente cada uno de sus sables láser era más preciso y exacto que las hojas dobles gigantes de Sarro. Pero era más que eso. Sus reacciones eran tan rápidas, sus instintos de combate tan puros, que era capaz de percibir y anticipar lo que él iba a hacer incluso mientras ocurría, entonces utilizar sus ataques para su propia ventaja.
Por otra parte Farfalla golpeaba con golpes limpios, elegantes, su forma perfecta mientras él agobiaba en el flanco derecho de Bane. Aunque fueron capaces de mantener el terreno, no podían llevarle atrás o derrotarle.
Estaban en un punto muerto, ninguno de sus ataques capaz de conectar con la única parte vulnerable de la anatomía de Bane. Entonces Johun captó un vistazo de carne blanca saliendo de la junta entre los guantes con armadura del Sith y los extraños caparazones de su antebrazo. El hueco era estrecho, pero era lo suficientemente grande como para que una espada bien dirigida lo penetrara.
Él cortó hacia su nuevo objetivo. Amplificada por el poder de Worror, la Fuerza fluía a través de él y guiaba su espada. El contacto no fue perfecto; su sable láser rozó el borde de los caparazones de armadura de modo que sólo hizo un contacto superficial con la carne de debajo. En lugar de cortar la mano, meramente cortó lo suficientemente profundo como para seccionar nervios y tendones.
Bane rugió de ira mientras su arma se deslizaba de su agarre, la herida dejando sus dedos muertos y sin poder. Pero antes de que Johun o cualquiera de los otros tuviera una ocasión de acabar con su oponente desarmado, fueron lanzados hacia atrás por una explosión de energía del lado oscuro, el poder de su enemigo alimentado por el dolor repentino y agudo de su herida.
Tumbado en el suelo a diez metros de distancia, Johun observó en horror indefenso mientras el sable láser del Lord Oscuro saltaba del suelo y volaba de vuelta a su mano. Sorprendentemente, sus dedos se envolvieron alrededor de la empuñadura y reencendieron la espada carmesí, sus heridas de algún modo sanadas casi al instante.
Ya no había nadie entre Bane y el ithoriano; al igual que Johun, Farfalla y Raskta habían sido ambos lanzados lejos. El Lord Sith alzó su espada para acabar con la vida de Worror, y Johun empujó con la Fuerza.
Sabía que no era lo suficientemente fuerte como para penetrar las defensas de Bane, pero el hombre grande no era su objetivo. En su lugar, el poderoso empujón golpeó a Worror, lanzándole hacia la esquina mientras el golpe de sable láser que le habría partido en dos silbaba sin hacer daños a través del aire.
Johun sintió su fuerza y energía caer, una oleada de cansancio y fatiga le abrumó, los efectos beneficiosos de la meditación de batalla desvaneciéndose mientras la concentración de Worror se rompía. Pero el Maestro Jedi aún estaba vivo, y Farfalla y Raskta estaban de nuevo en pie. Si podían contener a Bane justo un par de segundos, el ithoriano podría continuar sus meditaciones y restaurar su ventaja.
* * *
Zannah se deslizó a un lado, su arma giratoria redirigiendo la hoja de su enemigo lejos de su garganta y sin hacer daños hacia arriba sobre su hombro. Su gemela llegó rápidamente desde el otro lado hacia su cadera, y ella se lanzó en una voltereta hacia atrás para evitarla, aterrizando ágilmente en pie. Gravemente, se dio cuenta de que nunca había entendido el verdadero significado del término artes marciales hasta ahora.
El guerrero, asaltándola, había elevado el acto del combate hasta su forma más alta y pura. Se movía con la gracia fluida de un bailarín, su monstruosa espada cantando la canción mortal de la batalla. Él ejecutó sus movimientos con una elegancia perfecta nacida de la obsesión. Zannah sabía que le dejaba vulnerable a otras formas de ataque, pero él le presionaba tan implacablemente que ella nunca tuvo una oportunidad de reunir su poder eficientemente.
Si hubiera disfrutado el Jedi de las mismas ventajas que la armadura de orbaliskos de Bane proveía, su encuentro habría terminado hace mucho. Bane podía librarse de golpes de otro modo letales, olvidando todo sentido de seguridad personal en un asalto temerario de pura ofensiva para abrumar sus defensas. En contraste, el hombre ante ella, enorme como era, aún moriría si sus hojas le pillaban. Él tenía que protegerse de sus contraataques, su estilo menos agresivo para no quedar vulnerable. Incluso aunque su técnica era más refinada que la de su Maestro, ella había sido capaz de aguantar su asalto… hasta el momento.
Él llegó hacia ella de nuevo, su espada cambiando de dirección tan rápidamente a mitad del golpe que parecía doblarse y curvarse. Zannah repelió el asalto con una ráfaga furiosa defensiva, respirando con fuerza. Su estilo estaba pensado para prolongar el combate, cansando a sus oponentes mientras trataban de penetrar sus defensas. Pero cada vez que ella chocaba contra el gigante de piel aceituna, era la que era forzada a gastar energía desesperada, frenética. Lentamente, él la estaba desgastando.
Era más que sólo su talento y entrenamiento. Zannah percibió algún tipo de poder mayor en funcionamiento: la Fuerza fluía a través de él como si estuviera siendo canalizada por otro, dando incluso mayor fuerza a su oponente.
Otro intercambio la llevó hacia atrás; el hombre estaba acortando el espacio, dirigiéndola estrechamente hacia la esquina para limitar su movimiento. Él le estaba quitando su agilidad, sabiendo que ella no era rival para su fuerza. Y no había nada que pudiera hacer sobre ello. Dando otro paso atrás, sintió sus caderas chocar contra el borde de la pared. No quedaba sitio adonde ir; el final estaba cerca.
Al otro extremo de la habitación escuchó a Bane rugir de ira, y ella se preparó para un último enfrentamiento que sabía que no podría sobrevivir. Su oponente giró el largo sable láser de doble hoja alrededor de su propio cuerpo, reuniendo impulso para su siguiente ataque. Y entonces, de repente, el poder tras él —la Fuerza que estaba siendo canalizada a través de él por otro— se fue. Zannah lo sintió desaparecer, expirando como una vela en un soplo de viento.
El hombre grande vaciló, haciendo una rápida mirada por encima hacia los otros para ver qué había ocurrido. Aprovechando la oportunidad, los dedos de Zannah oscilaron en patrones extraños mientras ella desataba su brujería Sith sobre su enemigo.
Sus ojos se abrieron como platos y él se tambaleó lejos de ella, su sable láser balanceándose salvajemente en el aire a su alrededor como si estuviera acorralado por todas partes por demonios imaginarios. Sacudiéndose en el terror medio loco ante los monstruos invisibles, ignoró a Zannah mientras ella bajaba en picado y acababa con su vida con un golpe largo, diagonal, por su musculado pecho.
Mientras caía al suelo, Zannah volvió su atención a Bane al otro extremo de la habitación. Estaba luchando con los tres Jedi fácilmente, lentamente presionándolos hacia atrás hacia donde el ithoriano yacía desplomado en una esquina.
Reuniendo el lado oscuro a su alrededor, Zannah creó una capa ocultadora para enmascarar su poder como había hecho en el Templo Jedi. Mientras lo hacía, vio al ithoriano lentamente ponerse en pie y cerrar sus ojos en concentración. Ella sintió el arrebato de energía del lado luminoso rodando por la habitación, como lo hacían los oponentes de Bane. De repente vigorizados, pusieron a su Maestro de nuevo contra una pared, concentrando sus ataques en su cara y las juntas de su muñeca donde los orbaliskos habían dejado diminutos huecos en su armadura.
Zannah corrió en ayuda de su Maestro, llegando silenciosamente tras los Jedi. Su presencia oculta por su hechizo de ocultación, nunca la percibieron llegar. Ella golpeó a la echani primero, lanzando su espada hacia delante de forma que perforara la espalda de la Jedi y corriera a través de ella. La echani gritó y cayó hacia delante, cayendo a los pies de Zannah. Los hombres a cada lado medio se giraron hacia ella, momentáneamente olvidando al oponente que estaba directamente enfrente de ellos. Bane tomó la oportunidad para cortar la mano del arma del hombre con el sable láser verde. Él gritó y cayó de rodillas, agarrándose su muñón cauterizado. La imagen llevó a Zannah de vuelta a la caverna de Ruusan donde había tomado la mano de su primo.
Con un agitar de su cabeza, ella desechó el recuerdo. Su distracción le dio al joven Jedi una oportunidad de rodar lejos de la batalla. Zannah vaciló, insegura de si terminar con él o ayudar a su Maestro con el hombre contra el que estaba todavía luchando. La pregunta se convirtió en discutible un momento después cuando Bane apartó el sable láser dorado del Jedi a un lado con su antebrazo incrustado de orbaliskos, entonces cortó la cabeza de su enemigo de su cuerpo con su sable láser.
En la esquina el ithoriano rompió su trance meditativo, percibiendo que sus compañeros habían caído. Pero antes de que pudiera actuar, Bane saltó por el aire y aterrizó enfrente de él, cortando sus cuatro gargantas simultáneamente. El ithoriano se desplomó contra el suelo, y Bane se giró para acabar con el Jedi de una mano.
Zannah percibió el poder del lado oscuro reuniéndose en su Maestro, pero en el instante antes de que desatara la tormenta de rayos mortales morados, el ithoriano se levantó del suelo y le agarró por el tobillo. Un globo azul brillante de él, envolvió a ambos mientras el Jedi mortalmente herido liberaba su propio poder en su acto final, moribundo.
En lugar de arquearse por la habitación para destruir al Jedi con un brazo, el rayo que voló desde los dedos de Bane se reflejó en el interior del globo azul brillante que le encerraba. Los rayos rebotaron salvajemente en el interior del globo, creando una tormenta de energía tan intensa que Zannah tuvo que proteger sus ojos y apartar la mirada. Escuchó los gritos de Bane alzándose sobre el agudo crepitar de la electricidad, y cuando volvió a mirar, vio al globo desvanecerse y a su Maestro caer al suelo en una montaña carbonizada y humeante.
Ella empezó a correr hacia él, entonces vio que el único Jedi superviviente estaba reptando hacia delante donde su sable láser había caído en el suelo, determinado a continuar luchando pese a la pérdida de su mano.
Su cara congelada en una máscara de ira y odio, ella caminó hacia delante e hizo girar el sable láser sobre su cabeza. Él la miró con ojos suplicantes, pero su única respuesta fue llevar su espada hacia abajo, terminando con su vida.