FINALMENTE LA VERDAD
Todos tirados, algunos sentados a duras penas, sin poder decir nada, solo escuchándola, en silencio y con respeto. Kent suspirando, abriendo y cerrando los ojos, Rabah apretando los dientes y molesto por no tener ningún arma cerca, Querubín colocándose la máscara que Gretel le devolvió, Gregor apoyando el escáner en la primera página, Thomas, con pantalones marrones camisa-cuadriculada caquis, colocándose los anteojos y preparándose para hablar, Augusto Ricci cerrando los ojos y torciendo los labios con desagrado, dispuesto para ese final, Huong apretándose el pañuelo en el cuello. Así es, finalmente la verdad: si no era difícil, no la respetaban. No estaba obligada a resolver todo, simplemente a decir algo que nunca se había escuchado para hacer algo que jamás se había pensado. La verdad era una escalera de superación con peldaños de cambio, de modo que no estaban ante la verdad sino ante un nuevo escalón de la misma en el ascenso interminable.
-MI HIJO-dijo Thomas, traduciendo el cananeo antiguo.
-Autora, María-respondió después. Todos abrieron los ojos, sorprendidos y sofocados.
-Ese no es el apócrifo que leí, las copias fueron falsas, el original siempre fue uno y persistió a pesar de todo-aseveró Querubín, con un cráter burbujeando escarlata, a partir de su pecho colapsado.
-Sigue, Thomas-pidió Gregor.
El escáner ya había pasado por la segunda página. Todo el amor de María, las escapadas de Jesús para conectarse con el monte y encontrar lo que los humanos siempre buscaban pero nunca hallaban. Los miedos a las tormentas, el amor al pan casero recién hecho; la lucha entre ser normal y diferente al mismo tiempo en dos paredes que no dejaban de cerrarse contra su ser impoluto, en la agria aquiescencia de separar lo necesario de lo deseado para que la recuperación dependa de la voluntad intrínseca y no de los hechos fortuitos.
-Reía mucho, ojalá siempre sea un niño. De joven solo sonrió y sonreír no es lo mismo que reír-continuó Thomas-Su misión era imposible para un ejército pero no para un elegido-
Todos, sin saber si sentirse premiados o condenados, escuchaban con atención, huérfanos de cualquier posibilidad de interrumpir a Thomas. Los sueños de juventud, las preocupaciones de María; la soledad a pesar de las cercanías, la distinción entre la enseñanza y el castigo, el contrapeso del consejo con la exigencia; destilándose en un goteo de identidad concisa pero no abarcable.
-Ama la carpintería, así se siente cerca de su padre terrenal. Jesús está lejos pero viene a visitarnos. Siempre le cuento la historia de Abraham que debió elegir entre Isaac e Ismael. Él siempre me responde: para Dios todos o ninguno. Para los hombres algunos. Un comentario gracioso y simpático pero también triste y cierto-sonrió y lloró Thomas, quitándose los anteojos y volviendo a colocárselos. Como si quisiera arrullarse, Kent se quitó el chaleco de lana y se acurrucó en él, durmiendo y esperando la muerte mientras escuchaba la verdad. Rabah, acostado, abría y cerraba la boca. La máscara de Querubín relucía 17 estrellas, estaba vivo según el acercamiento de su mano a la zona de donde manaba su herida. Quería que tarde en salir para seguir escuchando un poco más. Gretel sacaba un pañuelo, Gregor revisaba si la conexión con el escáner y la notebook estaba correcta. A su vez, Augusto Ricci chupaba sus labios, les aportaba saliva y trataba de hablar pero no podía.
-Jesús fue a ver a los descendientes de Ismael para consolarlos e integrarlos al cristianismo. Lo acompañé en ese viaje, para darle pan y agua en su camino-continuó Thomas Hortmanen.
-¡Mentira, infamia! ¡Eso no es cierto, es una falsificación! ¡Jamás Jesús se alejaría del templo de Moisés para convencer a páganos! ¡Los descendientes de Ismael, como los de Caín, fueron una vergüenza a la obra del señor!-aborreció Augusto Ricci, apenas elevando el índice. 
-¡Es el libro de María, cállese, insensato!-protestó Radok, abrazándose al respaldo de la butaca. Kent Laughton ya no movía los ojos y su mentón golpeaba la alfombra. Siempre después de recibir una bala tienes más hambre y sed y allí todos los heridos usaron la saliva para reemplazar las dos funciones, pero Kent escupía la saliva y mermaba su resistencia, confiando más en el aire que en su saliva y yéndose antes que los demás. 
-¡No está traduciendo, está diciendo lo que le conviene! ¡No está leyendo el libro de María, solo su deseo personal!-exclamó Augusto. Al quedarse éste sin fuerzas, Thomas suspiró y continuó leyendo:
-Sin embargo, no pudimos encontrar a los descendientes de Ismael. Habían abandonado su lugar en el desierto, eran nómades perseguidos. Pero Jesús me decía que debía encontrarlos para que en el futuro no ocurran muchas desgracias, muertes y guerras entre dos fuerzas que eran leales al mismo Dios aunque le colocaran diferente nombre. Dios decía que habría una gran guerra entre los descendientes de Ismael y los descendientes de Isaac, una guerra que superaría los mil años, nunca tendría descanso y se esparciría a todo el mundo como las langostas ante el trigal. Buscamos a los descendientes de Ismael pero no los hallamos. Luego, frente al fuego, Jesús me dijo que Abraham y Jacob dijeron órdenes en nombre de Dios que Dios no pensaba ni mucho menos aprobaba-
En esa ocasión Thomas Hortmanen suspiró. Radok gorgoteó y se desplomó, acompañando a Kent Laughton en su solitario destino, se escuchaba la chimenea de un tren y sus ruedas rodando sobre el metal rechinante. Por su parte, asombrado por que Jesús quería unir a los musulmanes con los cristianos y evitar guerras en el futuro, Rabah abría la boca y los ojos, al borde del asombro. Es uno pero le pondrán muchos nombres. Matar en nombre del mismo Dios. Las vigas parecían crujir, entretanto los vitrales espejeaban luz demorando la lectura del último apócrifo: 
-Jesús, frente a esa fogata, me tomó las manos y, con su mirada dulce, me dijo que Dios no era autoritario y cruel, que era bondadoso, compasivo y comprensivo. Que el diluvio universal, que las siete plagas de Egipto y que el pedido de infanticidio a Abraham, eran mentiras. Que las invasiones a cananitas, amorreos y amorritas perpetradas por Abraham y Jacob eran falacias, que jamás les encomendó destruir a nadie y aprobó la batalla de ningún modo. Que yo me encargue de decirle a todo el mundo y que lo escriba para que la verdad sé sepa, la gente deje de temerle a su padre y empiece a amarlo, por qué por culpa de esos primeros profetas precursores de los moabitas, Dios estaba más cerca del rey que del padre. Que deje de temerle para que hable con él y pueda recibir su enseñanza divina.
Que Dios jamás le haría daño a nadie, pues prueba de ello a los malos, en vez de destruirlos, trata de cambiarlos con el amor, el juego y la familia. Si no destruyó a los que hacen daños, es por qué quiere un mundo para todos y renueva oportunidades en vez de establecer castigos. Convirtió la arena del desierto en 18 papiros por qué a esa edad lo concebí y el río en tinta para que escriba sin usar mi sangre pobre lo que él me dijo frente al fuego. Yo no sabía escribir ni leer pero inspirada por Dios tendría esos talentos para dejar el gran mensaje de que Dios no era de los hebreos sino del mundo entero.
Que los pecados se irían con él, mi hijo, y que podríamos empezar de nuevo. Que hasta que todos no aprendieran, su padre celestial no vendría a llevarnos al reino de los cielos. Que el infierno no existe, que los dañinos solo volvían de nuevo hasta que aprendían y estaban preparados para la gran casa de Dios. Que la vida y la muerte no eran balsa, río y costa. Que la vida y la muerte eran copas y agua y que algunas copas por haber amado demasiado el vino recibirían agua otra vez- 
Rabah, risueño, intentó acariciar un rostro invisible en al aire, pero luego cerró los ojos y fue todo para él. En cuanto a Querubín, se encontraba en la misma condición. Todo el libro santo, escrito por María, había sido escaneado. Thomas cerró la última página. Era un libro angosto, de 18 páginas, con letra grande y sinceridad interminable.
-¿La fecha del fin del mundo? ¿La historia del infierno? ¿Las primeras palabras de Dios después de la creación? ¿La opinión de Lucifer sobre el ser humano? ¿El primer libro escrito en puño y letra por Jesucristo? Cinco dardos y la diana sin ni una marca. Solo fue el relato de su madre diciendo que Jesús quiso evitar una guerra eterna entre cristianos y musulmanes. Que el infierno no existe y que Dios aprueba la reencarnación. Esto es demasiado para mí, necesito un trago-opinó Thomas Hortmanen, galvanizado como un niño que espera a que abran la tierra de chocolates y caramelos. 
-Siempre voy a llorar después de hacer esto-dijo Gregor, con el semblante pincelado por el sudor y por las lágrimas, mirando primero a Gretel y luego a todas las personas que había matado-Siempre voy a llorar después de hacer esto, no es una enfermedad, ni una pastilla podrá evitarlo, es simplemente que no debería pasar pero pasa, todo por unos trozos de papel, escritos hace miles de años, leer libros no regará las semillas, leer libros no emplazará las casas, leer libros no cocinará las comidas, leer libros no tejerá la ropa para el invierno, no alcanza con leer libros, es necesario, no suficiente, siempre voy a llorar después de hacer esto, no quiero que me busquen pero me encuentran, a veces me encuentran y tengo que llorar, no puedo evitarlo-dijo, con sus ojos oscilando entre Bahir, Rabah y Querubín, mientras charcos solitarios reverberaban en sus pómulos zanjosos. Huong, sin decir palabra, salió con las manos en alto.  
Finalmente no había una explosión, había algo mucho mejor que eso después de tanto esfuerzo para el encuentro, había un brote, un pequeño brote que tiempo después sería un árbol superior a cualquier nube, trueno o viento. Había un pequeño brote, un diminuto pinchazo en la garganta, que enrollaba la lengua mudando las palabras hacia dentro. Miles de átomos de saber nunca manifestados a través de la oratoria, había algo mejor que la explosión y ese vuelo salvaje que habían imaginado todos, había un brote, sé podía decir que era ella, porque todos hacían lo mismo, mirarla y escucharla en silencio.
Las sirenas, no arrestarían a nadie, salvo Gregor, Thomas, Huong y Gretel que responderían preguntas, a las que luego guardarían bajo archivos top secret. Las balas escribiendo fuego en el aire, las sombras que caminaban, el humo que tejía ríos por entre la bóveda, todo se detenía y parecía seguir viéndose a pesar de que los cuerpos caídos y salvados se borraban uno por uno, sea por las camillas o los pasos posibles. Todavía el humo y el fuego flotaban dejando fantasmas de cuestionamiento hacia ese impulso del hombre de buscar lo imposible para sentir que la vida tenía algún sentido justamente en ese contrasentido.
Fuimos creados para usar las cosas, aprenderlas y abandonarlas. De niños olvidamos tantos juguetes, de jóvenes tantos libros, de adultos tantas corbatas. El sentido era no encontrarlo, no lograrlo, para que siempre gire y la luz nunca nos abandone. El sentido era siempre imaginarlo pero nunca manifestarlo para que lo común vista de extraordinario y después de la ausencia y la escasez estemos preparados para la plenitud. Era llenar y vaciar la misma bolsa, una y otra vez, con distintas cosas, por supuesto. La capilla de Santa Lucía quedó deshabitada, con el agujero provocado por el taladro para rescatar el apócrifo. Gregor, Thomas y Gretel, cansados del café, dijeron lo mismo más de una vez entre quiénes se encargarían de registrar el archivo. Oficialmente habían sido rehenes de fundamentalistas musulmanes, que pedían la liberación de presos políticos. Las fuerzas especiales intervinieron y los rescataron, era lo que debía salir en la televisión y en los periódicos. Hablarían las autoridades, de modo que se evitarían el tedio de mostrar sus rostros. Firmaron el papel para que la policía europea tenga mayor rédito. Escuchar a otros no era una buena idea para llegar a la verdad.