SYRAH

La noche pasó demasiado rápido, no dormí absolutamente nada pero sin importar nada ahora me encuentro mejor.

Hablé con Adam sobre lo sucedido en la casa de Daniel y por primera vez desde que le conozco supe que era sincero: me confirmó que me había sido infiel todos esos años y no solo con Jane. Antes de mudarse a México la había pasado bastante mal en Inglaterra pero su necesidad por estar con tantas mujeres y no ser capaz de serme fiel se debió en gran medida por la ausencia de su madre.

¿Cuánto nos puede joder las actitudes de nuestros padres cuando nos encontramos en plena formación de la personalidad?

Ahora hemos quedado como grandes amigos y sé que puedo recurrir a él cuando tenga un problema, ganas de hablar o simplemente compartir una velada agradable, además que ahora Adam sabe que puede estar en mi vida, que nunca le dejaré colgado. He de admitir que le he echado tanto de menos.

Al salir del aeropuerto inmediatamente localicé a Shuarma, ese gorro tan particular le delata.

—¡Hola hermosa! —me dice mientras me abraza.

—¡Hola Shu! Adoro tu gorro.

—¿Qué tal estuvo el vuelo? —pregunta cuando subimos al taxi.

—Bien, afortunadamente no me senté al lado del tipo que vomitó todo el vuelo.

Soltó una enorme carcajada mientras nos dirigíamos al hotel, esa noche tenía una enorme presentación en un pub muy conocido de la ciudad aunque me apetecía más dormir por un largo tiempo, tal vez si me internaba en los brazos de Morfeo dejaría de recordar a Daniel cada segundo, si todo hubiera ido bien ahora mismo le estaría llamando para decirle que me encontraba bien y que comenzaría la cuenta regresiva. ¡Qué ingenua fui!

—¿Te encuentras bien? —la voz de Shu me regresó a la tierra.

—Sí pero digamos que no he dormido demasiado.

—Entiendo, ¿estás segura de querer ir a la presentación? —me encantaba la forma en que se preocupaba por mi.

—Por supuesto, dormiré un rato y para la prueba de sonido estaré perfecta.

—Me parece estupendo —tomó de mi mano.

Después de treinta minutos llegamos al hotel e inmediatamente me llevó hasta mi habitación, no tenía ganas de notar los detalles, la cama era lo importante.

—¿Nos vemos a las 7:00 en recepción? —preguntó mientras dejaba las maletas.

—Perfecto, pondré el despertador —le di un beso y se fue.

Antes de llegar a la cama, me desplomé en el sillón para poder llamarle a Ruth y reportarme, de otra manera me ganaría un enorme sermón y hasta sería capaz de venir a verme para asegurarse que en verdad me encontraba bien.

Hablamos por un lapso de media hora, le dije cual sería el itinerario por el siguiente mes, después ya decidiría a donde ir, colgamos y me quedé viendo la pantalla del celular por un largo tiempo, joder moría por hablar con Daniel.

—A la mierda.

Marqué y mientras sonaba me estaba muriendo de nervios sobre lo que pudiera decir, ¿volvería a pasar de mí?, en realidad esta situación me dará una mejor perspectiva de la situación y sabré exactamente en dónde me encuentro parada, hacia donde íbamos.

—¡Hola! —contestó alguien más.

—¡Hola! ¿Se encuentra Daniel? —pregunté un tanto insegura.

—No, lo siento, se ha dejado el celular —comenzó a reírse. —Pero ¿cómo se acordaría del celular después de la noche que pasamos juntos? —¡maldición!. —Había olvidado lo bueno que es en la cama, joder follamos toda la noche.

¡Genial! Esto es una jodida mierda, no me lo puedo creer. ¿Amor? Daniel nunca sintió amor por mí.

—Perdona, no debí decir eso, ¿quieres dejarle un recado? —preguntó amablemente.

—No, tampoco es necesario que le digas que le llamé —colgué sin más.

Y ahora aquí estoy echando atrás el tiempo, llorando como nunca en mi vida y de paso recordando momentos que no volverán. Al menos ahora sé que no signifiqué nada en su vida, esto me da la pauta para obligarme a olvidarle y continuar, si es que en cierto momento puedo continuar con esta mierda de vida.

Ya viví, sufrí y amé, vale y ¿ahora qué?. Con esa pregunta me fui a la cama, cuando no duermo mi cerebro se suele estropear, joder necesitaba dormir, necesitaba quitar todo pensamiento de mi cabeza.

Unos golpes constantes en la puerta me despertaron, miré la hora y mierda era tardísimo.

—Voy, ahora abro —grité.

Me puse lo primero que encontré y por fin llegué a la puerta.

—Hermosa, se nos hace tarde —se trataba de Shuarma.

—Perdona, no escuché el despertador —sonreí.

—No pasa nada, ¿nos vamos? —amaba su forma de ser.

—Por supuesto.

Regresé por mi chaqueta, cartera, celular y después de varios minutos salimos del hotel para ir hacia el pub. Los músicos que lo acompañaban eran muy agradables, les agradecí que se esforzaran por hacerme reír contándome muchas anécdotas aunque por momentos me volvía a sumergir en la tristeza.

La noche fue agradable y la presentación de Shuarma aún más pero no la disfruté en lo más mínimo, seguía escuchando aquella tipa en mi cabeza, saber que Daniel había pasado la noche con alguien más me jodía, me enfermaba de una forma que no puedo describir pero al final me dolía más de lo que podía esperar, aunque suene estúpido me sentía traicionada.

Regresé al hotel en la primera oportunidad que se me presentó y no pude dejar de llorar.

—Tengo que olvidarte, Daniel —grité.

Después de la luz no quedó nada, las lágrimas bucearon con otras lágrimas porque casi siempre solemos construir vidas bajo una falsa realidad. Abandoné el orgullo con un último trago, maldición me fié demasiado del silencio.

Joder me hubiera encantado tenerle enfrente para poder decir lo que estaba conteniendo, le diría algo así y diría bien:

—No tuve tiempo de decirte lo mucho que te quiero, desapareciste entre mis lamentos y el viento se llevó la ropa gastada. Ahora entre recuerdos me maldigo por haberte entregado mis sentimientos, los ahogo con mis manos golpeándome el pecho ante la mirada de la nada.

Pero era jodidamente terrible no tenerle allí, en la suite no podía faltar el mini bar, tal vez el whisky me tranquilizaría un poco aunque no confiaba mucho en esa suerte. En verdad esta vida iba a ser otra y algo salió mal, muy mal. El whisky seguía fluyendo por mis venas, no quería ni deseaba parar.

El sonido del celular me despertó pero volví a cerrar los ojos cuando la luz que se colaba por las cortinas me cegó.

—Maldición —dije mientras buscaba el fastidioso aparato.

Obligué a mis extremidades coordinar con mi cerebro hasta que por fin llegué a la habitación.

—¡Hola! —dije con voz entrecortada.

—¿Syrah? —preguntó Ruth.

—¿Cómo estás? —intenté sonar tranquila.

—Preocupada, ¿por qué no respondes al celular? —gruñó. —En fin, no importa, dime ¿has hablado con Daniel?

Mierda, de nuevo estaba ahí su nombre, tenía que ser una broma.

—Joder, no, claro que no —le dije mientras abría una nueva botella.

—¿Estás segura? —insistió Ruth.

—Maldición, ¿crees que no recordaría si hablé con él o no? —le grité. —¿De qué va todo esto, Ruth?

La línea se quedó en silencio por unos segundos que se me hicieron eternos, ¿qué estaba sucediendo? Pero sin importar nada tomé un sorbo de whisky.

—Nada, olvídalo, tengo que irme, te llamo más tarde.

Colgó sin más, definitivamente aquello había sido extraño. No era la hora del día adecuada para quebrarme la cabeza pensando en mil cosas, además que mi cerebro estaba sumamente nublado para razonar.

Preparé café mientras recibía un mensaje de Shuarma invitándome a desayunar, sonaba muy tentador por lo que acepté. Me duché rápidamente para no oler a resaca y después de casi una hora me reuní con Shuarma, joder se veía tan sensual, era imposible no desearlo.

—¡Hola! —me dio un tímido beso en los labios.

—¡Hola! —sonreí.

—¿Cómo pasaste la noche?

—Bien —tenía que mentir. —¿Cuándo partimos para Guanajuato?

—Por la noche, ¿crees dormir en el avión? —colocó su mano sobre la mía.

—Sin problema —le contesté.

La camarera se acercó y tomó nuestra orden, desayunamos entre risas y gestos, adoraba su compañía porque podía concentrarme en él y olvidarme de Daniel.

—¿Te gustaría conocer Monterrey? —me preguntó una vez que salimos del lugar.

—Gracias Shu pero preferiría quedarme en el hotel, digamos que mi estado de ánimo no se encuentra en optimas condiciones —le tomé de la mano.

—Bueno, entonces que opinas de película, palomitas, dulces y cerveza —dijo mientras tocaba mi cabello.

—¿Con pizza? —le pregunté inocentemente.

Soltó una carcajada y ese sonido despertó mi vientre, joder todavía recordaba la noche que pasamos juntos hace tantos años.

—Por supuesto, cariño.

El día transcurrió tranquilamente, nos relajamos por completo aunque era sumamente extraño sentirme completa al lado de Shuarma y al parecer era el único que lograba que olvidara a Daniel.

—¿Quieres algo de tomar? —me preguntó tranquilamente.

—Sí, por favor.

Se levantó y joder aquellos pantalones le quedaban de maravilla, maldición me estaba ruborizando, tenía que dejar de pensar en Shuarma porque no tenía la mínima intención de acostarme con él.

—¿Te gusta lo que ves? —gritó desde el otro lado de la habitación.

¡Mierda! Me había cachado mirándole el trasero e intenté ocultar una sonrisa mordiéndome el labio inferior pero ahogué un grito cuando noté que su mirada se oscurecía. ¡Oh Dios! Tenía que salir de la habitación rápidamente.

Me levanté pero cuando estuve lo suficientemente cerca me extendió el vaso con un poco de ron mientras me desnudaba con la mirada, si tan solo pudiera olvidarme de Daniel tal vez me podría enamorar perdidamente de Shuarma, que sin duda sería genial.

Cuando tomé el vaso nuestros dedos se rozaron y mi corazón dio un vuelco, joder en mucho tiempo sería incapaz de acostarme con alguien más, Daniel me había realmente jodido.

—Syrah… —dijo con voz ronca.

Cerré los ojos, si pudiera ser lo suficientemente valiente… Probablemente me podría arriesgar, dejar que Shuarma me sedujera con un poco de suerte y todo resultaría bien, él terminaría saciado y yo… Bueno por mi parte terminaría echa mierda pero me sentiría viva por un tiempo.

Tomé todo el ron mientras me acercaba a Shuarma, comprendió mi movimiento y en un segundo ya me encontraba rodeada por su brazo, me apretó contra su pecho y no pude dejar pasar la enorme erección que tenía, como una mierda en verdad me deseaba, suspiré y sin permitir pensarme un segundo más, le besé.

Sin perder la oportunidad correspondió el beso pero lo interrumpió para poder quitar de en medio los vasos de los tragos, regresó a mí y me besó de forma salvaje pero a la vez tierna, queriendo comprobar que aquello era cierto, que en verdad estaba a punto de enterrarse en mí.

—Joder, Syrah —dijo contra mi boca.

Colocó sus manos en mis caderas para presionarme contra su erección y sin contenerme emití un gemido. Dios, prometía ser una buena tarde. Sus manos comenzaron a moverse hacia arriba lentamente hasta que colocó una sobre mi pecho, joder estaba a punto de explotar si no me tocaba en los próximos segundos pero todo el calor y la excitación que sentía se vino a bajo cuando la cara de Daniel se me presentó. ¡Joder! Daniel estaba parado frente a mí.

Di un grito y me alejé de Shuarma rápidamente. ¿Tendría mucho tiempo ahí parado viendo? ¡Oh mierda!

—Daniel —dije con voz baja.

Shuarma se le quedó viendo fijamente mientras su enojo crecía a pasos agigantados ya que después de todo le había arruinado la fiesta.

—¿Quién te ha dejado entrar? —le exigió saber Shuarma.

Daniel no le contestó simplemente se limitó a mirarme intensamente, quería morirme en ese momento, le había traicionado. Pero lo último se vino a bajo más rápido de lo que apareció. Yo no le había traicionado: él se alejó, me dejó partir, además ya había buscado a alguien más y él sí que se había acostado con ella. ¡Qué le den!

—¿Qué mierda estaba pasando aquí, Syrah? —dijo con la mirada clavada en mí.

—Te voy a pedir que te vayas, Daniel —comencé a caminar hacia la habitación principal.

—Bien, fue un error haber venido hasta aquí para poder disculparme —dijo a mis espaldas.

—Nunca te pedí que lo hicieras.

Cerré la puerta tras de mí, segundos después apareció Shuarma se sentó a mi lado y se dedicó a secar mis lágrimas. Le he perdido y esto duele.

 

**CAPITULO VEINTICINCO**