Un mundo de talento
El presente volumen tiene tres historias de P. K. Dick. La primera de ellas, Un mundo de talento , nos muestra un terrible futuro en el cual los seres humanos normales deben aprender a convivir con mutantes dotados de poderes síquicos. Hay mundos poblados por telépatas, precognitores, telecinéticos y otros seres psiónicos (así pone la traducción). Los humanos normales, obviamente, ven a estos seres como una amenaza, de modo que los protagonistas habrán de hilar fino para que el conflicto sea evitado. Hay muchos poderes psíquicos y muchos mutantes, pero no todos son iguales, ni tienen los mismos objetivos. El siguiente relato es el famosísimo Segunda variedad, llevado dos veces a la pantalla. En el marco de la, entonces, inevitable guerra soviético-norteamericana, se desarrolla un arma automática con capacidad de evolucionar hacia formas más eficientes. Y vaya que lo hace, al punto de simular “variedades” de seres humanos que operan como señuelos para acabar con los últimos reductos en los que sobreviven los seres humanos (es que la guerra fue total…). Se conocen la primera y la tercera variedad de estos mortales androides, pero ¿y la segunda? Dick empezaba ya con sus especulaciones acerca de la identidad y las realidades aparentes. Como cierre, tenemos el irónico y pesimista Automación, (quizá una forma más correcta de traducirlo sería Automatización, pero esto es apenas relevante). Otra vez estamos en un mundo devastado, con sobrevivientes humanos diezmados sobre la faz de la Tierra. Pero no están abandonados a su suerte: factorías subterráneas totalmente automatizadas se encargan de proveer sus necesidades, sintetizando alimentos o confeccionando ropas, siguiendo una lógica imposible de quebrantar, según la cual los humanos se encuentran aún en guerra. Al intentar acabar con estas factorías automáticas, los humanos pondrán en marcha un nuevo y más radical nivel de automatización. El maestro Dick tiene cuerda para rato…