Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Y el dicho popular no puede ser más acertado si reparamos en la señora Presty: astuta, maquiavélica, sabia, conoce la forma de mover los hilos para que las cosas sucedan según sus deseos. Su afán de proteger a sus seres queridos, y su corazón en cierto modo generoso la conducen, sin embargo, a convertirse en la reina del mal: a causa de sus manejos, el engaño sustituye a la verdad y la virtud queda sometida a la mentira. Curiosamente, los valores que Wilkie Collins defiende en este melodrama no se corresponden con los que afloran en el resto de su obra, tan sensible a los derechos de la mujer, entonces rechazados por una sociedad clasista y machista hasta el paroxismo. En La reina del mal, Collins arremete contra la moderna institución del divorcio, y parece apoyar el sometimiento de una mujer ultrajada a un marido adúltero pero, eso sí, profundamente arrepentido. Los tiempos, claro está, han cambiado, y el lector de hoy difícilmente considerará a la señora Presty como una verdadera Reina del Mal. Más bien entenderá sus decisiones, aunque estás sean a veces poco edificantes. La reina del mal, como Doble engaño o El secreto de Sarah debe incluirse entre las obras de Collins pertenecientes al género melodramático. Maestro de la novela de intriga, Collins se acredita en estas obras como rey indiscutible del folletín.
Con su habitual maestría Wilkie Collins vuelve a mantener en vilo la atención del lector de principio a fin en esta novela donde nada es lo que parece. La narración arranca presentándonos a la encantadora Emily, una muchacha huérfana cuyo padre murió cuatro años atrás de forma repentina mientras ella se hallaba lejos de su hogar. Emily acaba de terminar su formación en la escuela de la señora Ladd y está a punto de entrar a trabajar como secretaria para un anciano estudioso que investiga antiguos jeroglíficos. A partir de ahí se desencadenan los acontecimientos, en un vértigo que recuerda las mejores páginas de La dama de blanco y La piedra lunar. Emily comienza a percatarse de que todo el mundo parece ocultarle algo: su tía agonizante, la misteriosa profesora que la visita justo la última noche que pasará en el colegio y que luego desaparece repentinamente, la fiel criada de su tía, cuyo comportamiento resulta de lo más extraño… La existencia de un secreto planea sobre Emily, quien se verá poco a poco envuelta en un torbellino de misterios cada vez más inquietantes hasta llegar a una revelación fatal. Mirabel, secretamente enamorado de Emily, se mostrará dispuesto a hacer lo que sea con tal de ayudarla. Pero él también encierra un secreto, el más inquietante de todos…
Amelius Goldenheart, tras haberse criado en una comunidad socialista cristiana en Estados Unidos, regresa a su Inglaterra natal para conocer mundo y alejarse del amor de una mujer con una misteriosa tragedia en su pasado. Con veintiún años, Amelius llega a Londres con una carta de presentación dirigida a John Farnaby y se enamora de su sobrina Regina. A pesar de los recelos de Farnaby, su esposa ve con muy buenos ojos al joven y le confía un secreto y una misión: encontrar a la hija recién nacida que le robaron hace dieciséis años. Paulatinamente, el joven Amelius se va implicando más en las desdichas de unas mujeres unidas por su relación con el joven y por los secretos del pasado; unas mujeres a las que, pese a sus intentos por encontrar la felicidad, la vida sólo les devuelve desgracias y decepciones; unas hojas caídas. En la Inglaterra victoriana, los ideales y principios de Amelius chocarán de frente con las estrictas normas de la sociedad en su intento por ayudar a esas hojas caídas. ¿Conseguirá superar los prejuicios y alcanzar la felicidad?
En el prólogo de esta novela, un hombre descubre, al cabo de los años, que su matrimonio no es válido legalmente, ocasión que aprovecha para repudiar a su mujer y casarse con otra. Trece años después, Anne Silvester, la hija de la mujer repudiada, será también víctima, como su madre, de una extrema peculiaridad legal... sólo que en este caso se trata de la terrible posibilidad de haber contraído matrimonio, sin saberlo, con el prometido de su mejor amiga.Y eso no es todo... Hay otro hombre en liza, al que Anne ha amado y por el cual ha sido deshonrada: el apuesto y cínico Geoffrey Delamayn, «un Hércules moderno» que «añade al instinto irracional del perro la astucia calculadora de un hombre». Bajo los designios de este villano, lo que empieza como una cáustica, y a menudo hilarante, comedia de equívocos se transforma paulatinamente en un horrible cuadro conyugal de traición, venganza, malos tratos, locura y asesinato.Marido y mujer (1870), inmediatamente posterior a La piedra lunar, pertenece al período de mayor creatividad de Wilkie Collins. Basada en circunstancias reales y centrada en torno a la Ley y a la brutalidad, encierra una atrevida denuncia de la institución del matrimonio, esa «ceremonia que dice, de hecho, ya que no con palabras: 'Dad el salto en la oscuridad. ¡Lo santificamos, pero no damos garantías!'».
Monkton el loco y otros cuentos
Encabezada por Monkton el loco, los cuentos reunidos en esta antología de Wilkie Collins, autor coetáneo y amigo personal de Charles Dickens —no en vano, fue al autor de Oliver Twist a quien le debe haberse dado a conocer popularmente—, tienen en común un tono socarrón, que en ocasiones tiende incluso a lo paródico, y un marcado acento cotidiano.En sus páginas se puede apreciar el instinto de Collins para el suspense y su habilidad para alargar, retorcer, hilvanar y reinventar sus enrevesadas tramas, que le hicieron merecedor de elogio y admiración por parte de autores tan dispares como T. S. Eliot o Jorge Luis Borges, quien le tenía por el «maestro de la intriga».Unos relatos a los que Fidel Martínez se ha acercado con respeto y pasión, a partes iguales, para regalarnos unas ilustraciones con evocadores trazos negros y grises sobre blanco que, aunque remiten a maestros del dibujo como Alberto Breccia o José Muñoz, demuestran una manifiesta personalidad propia.
En un baile magnífico, Clara Burham conoce a Frank Alderley de quien queda profundamente enamorada. ¿Cómo se lo explicará a Richard Wardour, su pretendiente que acaba de regresar de la India para pedirla en matrimonio? ¿Cómo reaccionará éste al encontrarse cara a cara con Frank Alderley? ¿En qué extraordinarias circunstancias tendrá lugar el enfrentamiento entre los dos amantes? ¿Podrán regresar a su patria los tripulantes del Wanderer y del Sea-Mew?PROFUNDIDADES HELADAS es un libro poco habitual en la obra de Wilkie Collins. Concebido inicialmente como pieza dramática, dado el éxito alcanzado en Inglaterra y los Estados Unidos, fue desarrollado en forma de narración breve por su autor a petición de sus lectores.
Una historia de amor, un matrimonio clandestino, una herencia familiar, además de celos, traición... son los ingredientes de esta novela. El matrimonio Graybrooke transcurre unos meses navegando en la confianza de que la cercanía con el mar permita a su hija Natalie recuperarse de una enfermedad. A bordo, su padre, Sir Craybrooke, la promete a Richard Turlington, un ambicioso comerciante que se encapricha de Natalie y de los intereses que su matrimonio con ella le pueden proporcionar...
Una imprevista tragedia familiar, que saca a la luz el secreto de la ilegitimidad de su nacimiento, deja a las hermanas Vanstone privadas de todo derecho a recibir su herencia. Solas, sin posición, sin fortuna, sin nombre, estas dos «hijas de nadie» afrontan con desigual talante su inesperado destino: mientras Norah, la mayor, lo acepta resignada, la menor, Magdalen, se rebela contra él y decide recuperar el legado al que su propia identidad, según descubre una vez despojada de ella, va inseparablemente unida. Emprende así, perseguida y censurada, un peligroso viaje por los límites de la sociedad, un ambiguo y oscuro territorio por el que pululan no solo desheredados y truhanes como el genial capitán Wragge, «agricultor moral», sino también, curiosamente, algunos de los herederos legales de la fortuna Vanstone, seres enfermizos y solitarios. Sin nombre, tal vez la más original y brillante de las novelas de Wilkie Collins, suma de su talento para «la creación de un mundo teatral a partir de un caos doméstico», no es sin embargo solo una apasionante intriga testamentaria, sino una extraña tragicomedia sobre la indignación y la perplejidad, escenificada, en palabras de Dickens, con «todas las cualidades que llevaron al éxito a La dama de blanco sin el menor signo de seguir aferrado a ese éxito o de verse arrastrado por él».
Ocaso y caída de prácticamente todo el mundo
He aquí un libroexcéntrico y agudo, una invitación a recorrer una galería de retratos,ordenados cronológica y espacialmente, que nos acerca a personajes que hicieronhistoria en épocas muy diversas: desde el lejano Egipto hasta la “cercana” épocadel descubrimiento y conquista de América. Guiados por un autor documentado yescéptico, mundano y terriblemente irónico, veremos cómo la grandeza históricageneralmente atribuida a estos personajes queda hecha añicos. Will Cuppy lossomete a un escrutinio que revela las miserias humanas de figuras de la tallade Pericles, Carlomagno o Luis XIV entre otras muchas.Ocaso y caída de prácticamente todo el mundo es una aguda revisión de la historia de Occidente a través de aquellos personajes que la hicieron posible.
Lucy Gayheart es una joven sensible e impulsiva con inclinaciones artísticas. Su padre la envía a Chicago donde se formará musicalmente y allí conoce un famoso barítono, un hombre mucho mayor que ella y algo cansado de la vida, pero con el que establecerá una intensa relación, de tal manera que ésta rechazará a Harry, el joven que ha sido su pretendiente desde la infancia.. Cuando Sebastián muere ahogado en un lago, Lucy vuelve a su pueblo, donde se encontrará con el rechazo de Harry.Los grandes temas de Willa Cather —la oposición entre valores rústicos y urbanos, la tragedia que acecha a la inocencia, el arte como conflictiva forma de elevación— se conjugan en una depurada historia de amor escrita con el sello de la madurez.
Una gran obra sobre la memoria, la voluntad de vivir y el derecho a la tierra, en este homenaje a la América de los pioneros. A los diez años Jim Burden pierde a sus padres y deja su Virginia natal para trasladarse a casa de sus abuelos en Nebraska. En el viaje conoce a Ántonia, cuatro años mayor que él, hija de una familia de emigrantes bohemios en busca de la tierra de las oportunidades. Nebraska podía representar aún, a fines del siglo XIX, ese sueño; pero los Burden llevan años asentados allí y, para ellos, que son de origen anglosajón y se consideran genuinamente «americanos», hay algo definitivamente espurio y «distinto» en las nuevas oleadas de inmigrantes escandinavos y centroeuropeos. El pequeño Jim descubre, pues, que, pese a ser vecinos, él pertenece a un mundo al que Ántonia no pertenece, y que el de ésta es infinitamente más precario y atribulado. Su amistad se impondrá, sin embargo, a los prejuicios de los hombres y a los golpes del destino; de la infancia a la madurez, será para ambos un referente necesario y un vínculo irrompible.
Myra Driscoll renunció a la fortuna de su tío y a una comodidad de princesa para ser fiel a sus sentimientos y casarse con Oswald Henshawe. Pero la obra mostrará el haz y el envés de aquella valentía ideal. A través de la exquisita mirada de la joven Nellie asistimos a la rememoración de dos momentos clave para el retrato de Myra: la vida del matrimonio en Nueva York, llena de glamour y de amistades artísticas, y su final empobrecido en una ciudad junto al Pacífico.
Situada en una pequeña localidad de Nebraska a finales del siglo XIX, Pioneros (1913) relata una historia de inmigración y supervivencia cuya figura central es Alexandra, una joven valiente que, a la muerte de su padre, se hace cargo de la familia y que, con su tesón, inteligencia y trabajo, consigue sacar adelante sus tierras desafiando las convenciones sociales sobre el papel de la mujer. Los colonos de Willa Cather, entre los que ella misma vivió, son emigrantes procedentes de todos los rincones de Europa, familias que luchan contra la adversidad en una tierra salvaje y un clima extremado, en su mayoría artesanos que aprenden a cultivar la tierra fracasando una y otra vez. Aquí, como en otras novelas de la autora, son sobre todo las mujeres la fuerza vital e integradora que hace avanzar a toda la comunidad.Gracias a su capacidad para expresar lo colectivo a través de lo individual, Pioneros constituye una evocación de un país en construcción, de una sociedad que, trabajosamente, va echando raíces.
Publicada en 1940, Sapphira y la joven esclava es la última novela que Willa Cather escribió antes de morir. Representa, pues, su testamento literario y un regreso a los escenarios de su infancia, en un retrato retrospectivo del viejo Sur que se desvanece, con el telón de fondo de la esclavitud y su progresiva abolición.Black Creek Valley, Virginia, 1856. Sapphira Colbert es una de las pocas propietarias que mantienen esclavos en sus tierras. Una práctica que su marido, Henry, considera cada vez más difícil de defender. Sapphira, matriarca implacable, confinada a una silla de ruedas, maneja con mano de hierro la propiedad con ayuda de su fiel criada negra, Till, y de la hija de esta, la joven y bella Nancy. Henry es dueño de un molino, pero no solo trabaja en él, sino que duerme allí cada vez que puede ya que su matrimonio constituye una mera formalidad. La vida de Sapphira es monótona. Tiene mucho tiempo para pensar, y cuando descubre que su marido desea que solo sea Nancy quien ordene su habitación en el molino, empezará a sospechar de ellos y su ira hará que se desate un enorme poder de resentimiento contra la niña esclava.
Historia de fascinación sostenida y de sueños traicionados, vista por un joven que se abre a la vida: Marianne Forrester, esposa de un pionero del ferrocarril, anfitriona de la única casa elegante de la triste población de Sweet Water, siempre alegre en la riqueza y siempre resistente en la penuria, pasa de ser una gran señora a una mujer señalada por todas las habladurías. Un joven que la adora acaba despreciándola, y sobre su relación construye la autora un espléndido ejercicio sobre los entresijos de toda idealización. Hay mucho en Marianne de esa «bella mujer con envés trágico» tan presente en la literatura norteamericana (Edith Wharton, Scott Fitzgerald), pero su capacidad de supervivencia la convierte en símbolo de la mujer pionera que reivindica la vida, la sabiduría y el optimismo por encima de todas las cosas. Al hilo del relato de la degradación de Marianne Forrester —narrada de un modo delicado— y del desencanto del joven Niel, Willa Cather va describiendo el escenario que tanto le gusta, el de los pioneros y colonos del Oeste americano, esta vez situando la acción en los últimos coletazos de aquella época.
Uno de los nuestros narra la vida de Claude Wheeler, un joven americano del Medio Oeste que vive y trabaja en la granja familiar y al mismo tiempo estudia en una universidad cristiana. No se siente satisfecho con las expectativas de su vida, y la relación con una familia liberal de inmigrantes alemanes le abrirá la mente a nuevos pensamientos e ideas, pero pronto tendrá que abandonar sus estudios para dirigir la hacienda. Cuando los Estados Unidos anuncian su entrada en la Primera Guerra Mundial, Claude se alista huyendo de la deriva tradicional a la que se ve abocado. En Francia, en la batalla, encontrará la libertad que anhelaba.A través de la vida de los Wheeler, Willa Cather retrata a la gente sencilla de Nebraska, donde pasó su infancia, trabajadores de la tierra, de vida tranquila, y muestra cómo la Gran Guerra, en el aparentemente tan lejano Viejo Continente, acabó involucrando a los habitantes de los lugares más remotos.
Pete Breakfast, un muchacho de once años, se siente el más feliz del mundo cuando «el fabricante de lluvia» lo acepta como compañero y ayudante. La fama de «el fabricante de lluvia» se extiende por toda Norteamérica. ¿Charlatán, curandero, mago? Es amigo de indios y blancos. ¿O… tal vez… sólo sea amigo de sí mismo? Nadie podía desentrañar qué se ocultaba tras su aureola de misterio. Ni siquiera Pete.A partir de 12 años
En Stalingrado tuvo lugar la batalla más sangrienta y la que se cobró más bajas humanas de la última guerra mundial. Pero, además, como afirmó Churchill, esta batalla «giró los goznes del destino», puesto que señaló el principio del fin para el III Reich. Desde el cálido verano de 1942, cuando los ejércitos alemanes se pusieron en marcha hacia el Volga, hasta la destrucción del «invencible» Sexto Ejército alemán y el terror de los campos de prisioneros en las heladas tierras de Siberia , el autor ha creado minuciosamente todos los detalles de la decisiva batalla. El libro es la culminación de un largo y concienzudo trabajo, que abarca cinco años de investigaciones, durante los cuales Craig viajó incesantemente por los diversos países implicados, estudiando documentos, inéditos hasta ahora, y entrevistando a centenares de supervivientes de Stalingrado. El resultado es el dramático mosaico de una pavorosa tragedia, que la técnica narrativa de Craig nos hace más cercana al mostrarnos a tantos de sus protagonistas en su fase más humana. El libro es mucho más que la historia de una batalla. Es también la historia de unos hombres que, como peones de un ajedrez gigantesco, avanzaron por los campos de batalla luchando, amando, matando y muriendo. Y vencedores y vencidos aparecen todos como víctimas de la gran tragedia.
Con la muerte de William Frederick Cody, acaecida en Denver el 10 de enero de 1917, desapareció el último componente de aquella pléyade de intrépidos exploradores del desierto que dieron sus vidas por llevar la civilización al oeste del país.Era aquel un gallardo grupo de hombres que, año tras año, fue empujando hacia el oeste los hitos de las fronteras de los Estados Unidos, y que no cejó en su patriótico trabajo sino cuando la nueva y vigorosa civilización indígena del Estado del Pacífico fue encadenada para siempre a la que reinaba en la costa del Atlántico.La fama del coronel Cody —o Buffalo Bill, como se le llamaba popularmente— es comparable a la de Daniel Boone, Davy Crockett y Kit Carson, aunque no tomó parte muy activa en la construcción de nuestro imperio continental. Sin embargo, estaba formado de esa misma dura pasta, y en su escenario, más reducido que el de aquéllos, fue una gran figura, pintoresca y gallarda, un verdadero superhombre de los agitados tiempos de nuestra formación social.Cuando en 1883 Cody organizó, ya abandonada su vida aventurera, una exposición del Oeste salvaje, demostró que aquello había desaparecido totalmente para bien de todo y de todos.
Su Señoría es la brillante novela sobre la ley y sobre la lucha de una jueza para compatibilizar el amor y el honor, en el complejo marco de la justicia. Un estremecedor drama legal, y a la vez la historia profundamente humana del orgullo y la pasión de una mujer brillante. 'Destila dinero, poder, ambición, sexo y escándalo' Sólo William Coughlin, él mismo juez y profundo conocedor del sistema judicial, podía ofrecer una visión tan auténtica y escalofriante de la trama oculta del poder y revelar todo el cinismo y la corrupción que lo contaminan. 'William J. Coughlin'(1929-1992) fue abogado defensor y juez en Detroit, Michigan, EE. UU. durante veinte años, y fue el autor de dieciséis novelas. Vivió en Grosse Pointe Woods, Michigan, con su esposa, Ruth, autora y crítica literaria.