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Conocí a Gabrielle en una noche de lluvia, y desde entonces he sido incapaz de dejarla marchar. He tenido que luchar con mis demonios para ser el hombre que ella merece. Ahora quiero dar un paso más... ¿Me
acompañas en el tramo final?<
Real Decreto Legislativo 1/1995, de 24 de marzo (Trabajo y Seguridada Social), por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores BOE núm. 75, de 29 de marzo de 1995<
Mientras investiga un supuesto caso de cuernos Dorón Benatar acepta investigar el robo de un ejemplar único de la versión toledana del Necronomicón del siglo XVII, un libro que se creía desaparecido y que guarda entre sus páginas un secreto oculto que muchos buscan. Una secta satánica, unos pandilleros y un poderoso lobby empresarial de los que se dice que quita y pone presidentes en muchas partes del mundo se entrecruzan con el mismo objetivo: el libro.<
Porque un abandono puede ser tu mejor regalo. Basada en una historia real y escrita en un iPodTouch Aimée, sin dinero, sin maleta y sin modo de moverse, es acogida por unos amigos a las afueras de París. Carlo le envía un mensaje diciendo que se equivocó y quiere que lo acompañe a Londres. Aimée se pregunta: ¿Volver con Carlo o continuar viajando sola? Claramente ella decide volver con el «amor de su vida», sin embargo, una serie de «incidentes», la hacen ir a otro lado: Italia. Ahí inicia un recorrido por la mítica bota donde conoce a la estilista de Miss Universo, a las famosas escritoras del Club de Julieta y hasta Luca Spaghetti, el mejor amigo de la escritora Elizabeth Gilbert y protagonista de la famosa novela «Comer, Rezar, Amar». Cuando Hellen, la ex novia de Carlo se entera de la aventura de Aimée, la contacta para burlarse de ella y su viaje de reencuentro consigo misma «a la Julia Roberts». Luca Spaghetti dice que para hacer un viaje «a la Roberts», hay que hacerlo «alla grande» con él, pues es él el que le enseñó Roma a Elizabeth Gilbert, quien ocho años antes llegara, al igual que Aimée, con el corazón partido para reencontrarse a sí misma. Aimée se descubre «a la Roberts», pero encuentra que detrás del abandono de Carlo se esconde algo que ella está dispuesta a descubrir para ofrecernos un final inesperado.<
Bienvenidos a Valencia Valencia es algo más que paella, horchata y Fallas. Esta ciudad se está reivindicando y lo hace con sus mayores tesoros: su arquitectura, su gastronomía y su gente. Aquí, construcciones góticas y modernistas comparten protagonismo con edificios ultramodernos, y los platos tradicionales lo hacen con propuestas culinarias de autor. Y sus ciudadanos, como antaño, gustan de la tertulia y de las celebraciones compartidas.<
¿Las convicciones políticas de un filósofo son pertinentes para juzgar su obra? En el caso de Martin Heidegger, adulado por unos y vilipendiado por otros, el interrogante se plantea con particular virulencia debido a sus convicciones nazis. A juicio de Alain Badiou y Barbara Cassin, esta polémica ha sido mal centrada y es menester aceptar la siguiente paradoja: sí, Heidegger fue un nazi común y corriente, pequeño burgués y provinciano, y sí, Heidegger es uno de los pensadores más importantes del siglo pasado. Sumergiéndose en su correspondencia, los dos filósofos examinan de manera inesperada la figura de Heidegger, su relación con la política, claro está, pero también con las mujeres: con la suya, Elfride, con la cual formó una pareja indestructible y atormentada, a la manera de Sartre y De Beauvoir, pero también con todas aquellas, en especial Hannah Arendt, de las que fue amante en el transcurso de su larga existencia.<
La filosofía frente al comunismo pone en escena la intensa labor intelectual que Alain Badiou, uno de los pensadores más destacados e influyentes de nuestra época, ha desplegado en los últimos años en torno a los problemas de la filosofía, el sujeto y la política. Entendiendo al comunismo como representación intelectual que provee una perspectiva crítica sobre las políticas existentes, el autor renueva la apuesta y explica por qué, pese a los abusos del «comunismo de Estado», que deben repudiarse, sigue siendo necesario adoptar esta visión frente al recurrente contexto de las crisis sociales, en un arco que va del Manifiesto Comunista a la situación actual en Medio Oriente.Si el capitalismo reduce a meras categorías de consumidor y de competidor económico la noción de sujeto, que es el principal impulsor de ideas y acontecimientos nuevos, ¿qué tiene la filosofía para decir al respecto? Atento a los cambios en las expresiones políticas, estéticas y mediáticas, Badiou propone releer en clave polémica a Sartre y Lacan, decisivos para su propia formación, pero también a Lévi-Strauss, Kierkegaard, Hegel, Marx y Platón. Así, este libro ágil y provocador pasa revista a los principales debates vigentes desde la segunda mitad del siglo XX, en lo que es una formidable actualización del pensamiento filosófico, y propone intensificar los nuevos núcleos de reflexión y emancipación hacia formas de organización alternativas a la «representación» opresiva.<
“Podemos, debemos escribir para nuestros contemporáneos obras como La república o El banquete”, declaraba Badiou en Condiciones (1992), después de haber afirmado, al menos desde los años ochenta y a contracorriente de su época, su filiación platónica. A ese imperativo responde su República de Platón, que es una recreación, tanto filosófica como literaria, del famoso diálogo, poblada de referencias que van desde la antigua Grecia hasta nuestros días y nos instalan, súbitamente, en un teatro-ágora donde el pensamiento se despliega a través de un lenguaje tan sutil como vivaz.Asistimos en él a una suerte de “enfrentamiento fraterno” entre el filósofo griego y su innovador discípulo, tal vez el sello de la mayor fidelidad en una relación de maestría. Sobre el pilar de una sólida conceptualización, Badiou sostiene y reformula con brío las ideas primordiales de Platón, así como objeta otras por boca de los personajes (entre ellos, la esplendente Amaranta) o por medio de la parodia y el humor que escanden la puesta en escena. “Nunca es triste el canto del concepto”, dice aquí un Sócrates que conjuga la elaboración de un comunismo por venir con la anábasis del Sujeto que, liberado de la caverna de un cine cósmico, nace a los primeros destellos de luz.La República de Platón es también una invitación a la polémica, y quien asista a este teatro-ágora en que se invoca a una multitud de personajes (Sófocles, Freud, Calderón, Mao Tse-Tung, Mallarmé, Lacan y tantos otros) se verá tentado de ser partícipe y testigo de un debate filosófico que ha sabido franquear, si no diluir, las fronteras del tiempo. Alain Badiou, filósofo, dramaturgo y narrador, pone aquí en juego su vehemencia y su peculiar inventiva para transmitirles a los lectores —a todos por igual— ese deseo. “En eso consiste —nos dice— la eternidad de un texto”.MARÍA DEL CARMEN RODRÍGUEZ<
¿Por qué San Pablo? ¿Por qué requerir a este «apóstol», tanto más sospechoso cuanto que, con toda evidencia, se autoproclamó tal, y su nombre está comúnmente asociado a las dimensiones más institucionales y menos abiertas del cristianismo? ¿Y qué uso pretendemos hacer del dispositivo de fe cristiana, de la cual parece claramente imposible disociar la figura y los textos de Pablo? ¿Por qué invocar y analizar esta fábula?Lo que nos llama la atención de la obra de Pablo es esa conexión paradójica, de la cual es el inventor, entre un sujeto sin identidad y una ley sin soporte, que funda en la historia la posibilidad de una predicación universal. El gesto inaudito de Pablo es sustraer la verdad del control comunitario, trátese de un pueblo, de una ciudad, de un imperio, de un territorio o de una clase social.Volver a pensar este gesto y su fuerza instituyente, desplegar sus enredos, es, sin duda, una necesidad contemporánea. Porque la cuestión de Pablo es exactamente la nuestra: ¿cuáles son las condiciones de una singularidad universal?<
Este libro apela a cualquiera a quien el amor haya turbado o a todo aquel que haya amado alguna vez. Botton cartografía los avatares de la relación sentimental narrándonos la historia de dos jóvenes amantes, desde el primer beso hasta el comienzo de la ansiedad y las palpitaciones. A través del relato, reconocemos la inquietud que siempre nos provoca la decisión de en qué momento decirle a nuestro amor «te quiero», o las discrepancias con nuestra pareja en torno a nuestros gustos sobre el calzado. Y sin duda nos descubrimos en uno u otro episodio, gracias a la agudeza con que se diseccionan las emociones que cualquiera de nosotros ha sentido pero que tal vez jamás haya entendido tan bien.<
—Por favor, no me interrumpa. Lo que he de decirle es algo de suma importancia. Dentro de media hora se detendrá cerca de su oficina uno de los autocares que se dedican a mostrar la ciudad a los turistas. Le he reservado dos plazas. Una para usted y otra para su secretaria. A las nueve en punto de la noche apéense en Nidda Strasse y caminen hasta la confluencia de dicha calle con la de Moselstri Windmühl. En una de las casas que hacen esquina se cometerá el asesinato de un súbdito americano. Obedezca todas mis instrucciones.Paul Larmon, al notar que su invisible comunicante hacía una pausa, preguntó con avidez:—¿Quién es el que habla? Necesito saber su identidad o no haré lo que indica.—Peor para usted —fue la seca respuesta—. Morirá un compatriota suyo. Será inútil que avise a las autoridades. En Jefatura no darán crédito a su denuncia y si lo hicieran…<
Los dos hombres y la mujer se detuvieron en la ancha acera, tambaleantes. La noche era cálida. En el cielo parpadeaban las estrellas, como si se burlaran de unos seres que buscaban la alegría en el alcohol. —No cantamos mal del todo, ¿verdad, Emily? —inquirió un joven de unos veinticinco años que, apoyado en el brazo de sus camaradas, hacía inauditos esfuerzos por mantenerse en pie. —¡Eres un artista! ¡Tiemblo pensando en una posible competencia! El que había hablado primero se detuvo, y con la seriedad característica de los beodos, dijo: —No será posible, aunque me agradaría. Cualquier cosa es mejor que reparar automóviles en un mísero garaje. ¡Eres insustituible, Emily! No puede imitarte nadie. La mujer sonrió complacida mostrando una blanca dentadura tras los labios rojos y sensuales.<
Tres individuos más, todos con los rostros cubiertos, amenazaban a cuantos trabajaban en la entidad bancaria. Un cuarto se hallaba junto a la puerta.
Armados de pistolas, también de largos cañones. ¡Vigilantes como fieras!
Salvo los funcionarios, el Banco estaba vacío. Faltaban aún quince minutos para que se permitiera el acceso al público. Las oficinas se abrían siempre media hora antes, a fin de prepararlo todo, sacar el dinero de la caja, hacer las comprobaciones necesarias y anotar y puntear las primeras operaciones de régimen interior.<
A los dos meses y medio de la toma de Fuerte Sumter por los confederados, lo que dio comienzo a la guerra de Secesión, ciento noventa mil reclutas esperaban ansiosamente su bautismo de fuego. Hasta entonces, el conflicto entre el Norte y el Sur había sido una romántica empresa, algo pleno de emoción que daba a la vida su más hermoso aliciente: el heroísmo. Los soldados, que a las órdenes de oficiales dedicaban unas horas escasas cada día a la instrucción y el manejo de las armas, caminaban por pueblos y ciudades con aires fanfarrones y extraños atuendos, ya que la uniformidad de ropa era imposible de conseguir pese a que numerosas mujeres trabajaban en grandes talleres improvisados al efecto.Era el de Lincoln un ejército extraño. Por ser muy admirados los turcos, algunos de los reclutas llevaban raros turbantes rodeando sus cabezas y no pocos, al igual que los zuavos, envolvían sus piernas en vendas de sedas multicolores. Mientras unos optaban por echarse el fusil a la espalda, los más sosteníanlo en la mano derecha, suspendido, e iban por las calles golpeando las piedras con las culatas o lo que era peor, lanzándolo al aire mientras gozaban con la ingenua e infantil admiración de los muchachuelos, quienes considerábanles héroes.<
Juan Alarcón Benito, escritor, prologuista, guionista... Alar Benet es uno de sus seudónimos para estas novelas de género menor, que no constituye, ni mucho menos, una parte importante de su obra.<
La noche, vencedora del crepúsculo, se extendía sobre la ciudad de Chicago. Irving Carroll, de unos treinta años, alto, de rostro ancho y pronunciada mandíbula, cerciorándose de que no le amenazaba ningún peligro, dijo al que guiaba el automóvil y a otro individuo: —Tened el motor en marcha y las armas preparadas. Con paso elástico, apeándose del vehículo, penetró en uno de los muchos restaurantes italianos de la ciudad. Por lo prematuro de la hora, se hallaban vacías casi todas las mesas. En el mostrador, un grupo de hombres jugaban a los dados volteando un cubilete de cuero. Al ver al que llegaba, uno de ellos llevó su diestra a la funda sobaquera. La sonrisa de Irving cortó su actitud defensiva. —No vengo en son de guerra, Franc Price.<
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